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Nuevamente las zonas de clase media-media alta de Caracas, Maracaibo, Valencia, San Cristóbal, Margarita y Barquisimeto han presenciado los focos terroristas de la derecha venezolana en esta nueva campaña de desestabilización que busca la imposición de un imaginario colectivo internacional adverso al gobierno, quizá para justificar la invasión de fuerzas externas, fallidas (casi) todas las aventuras diplomáticas.

Son las zonas donde habitan los “sifrinos” (bacán, cheto, chuleta, concheto, pituco, cuico, currutaco, esnob, fresa, gomelo, jevito, lechuguino, pez gordo, pijo, pipi, en otros países latinoamericanos). 

La estretagia es mostrar víctimas en las agresivas manifestaciones (endosadas, obviamente, al gobierno) y asegurar la divulgación masiva de su terror por los medios internacionales de comunicación, muchos de los cuales ya hastiados, la están llamado “la rebelión de los ricos”.

Los grandes medios privados están construyendo un relato perverso de la violencia en Venezuela que ha penetrado en amplios sectores incluso en algunos intelectuales progresistas.

Según este relato, todas las muertes (42 desde el 3 de abril de este año) y los heridos (que alcanzan a 700) son atribuidos al gobierno de Maduro, que es presentado “como una dictadura o régimen que reprime salvajemente al pueblo”, advierte el ecuatoriano Eduardo Tamayo.

Añade que desde que la OEA adoptó, el 3 de abril, la resolución de aplicar la Carta Democrática a Venezuela, se le dio luz verde a la oposición para concretar sus propósitos desestabilizadores, señala la canciller venezolana Delcy Rodríguez.

La ofensiva de la extrema derecha, aupada internacionalmente por políticos como Luis Almagro, Pedro Pablo Kuczynski, Trump, Temer, Macri, Peña Nieto, Rajoy, Santos y Uribe, y por la cúpula de la Iglesia de Venezuela, entró en una nueva fase: más violenta, más agresiva, continuada, y recurriendo a métodos hasta ahora desconocidos, como el asedio a las embajadas de Venezuela en el mundo, el empleo de armas de fuego, el colocar a niños al frente de las manifestaciones. 

 El guion ya conocido en Ucrania, Siria y otros países pretende ser reeditado en Venezuela.

El mexicano Luis Hernández Navarro indica que como parte de esa estrategia insurreccional, que busca derrocar a la presidencia democráticamente electa, fomentando una fractura del Ejército y un eventual golpe de Estado, muchas de las grandes cadenas informativas no tienen empacho alguno en manipular la información que difunden, en ocultar el nivel de respaldo real de amplios sectores la población hacia el gobierno, y en tapar la violencia de la oposición.

Por eso difunden, sin pudor alguno, aunque no sea cierto, que el presidente Maduro le habla a las vacas, cuando en realidad se dirige a jornaleros agrícolas. Quieren presentarlo como un personaje enloquecido, sin juicio para distinguir entre la ficción y la realidad, incapaz de gobernar, añade el analista mexicano.

Cada vez se verifica una mayor carga de violencia, racismo, de odio de clase y de fascismo, acompañadas por la presencia de agentes paramilitares y/o sicarios tarifados de bandas criminales que intentan extender y generalizar la pataleta de los niños y niñas malcriados de Venezuela, cofinanciada por gobiernos extranjeros y ONGs que dependen de ellos.

Pero en una sociedad que hasta comienzos de este siglo vivía de acuerdo al estilo de vida miamero y hollywoodenses, el ser opositor –“ser venezolano” según su publicidad- es una forma de vida, y con ese criterio mercantilista que los caracteriza, han puesto en marcha una moda “combatiente”. Las y los “militantes” de la oposición utilizan costosísimos equipos en sus marchas y concentraciones: máscaras antigás, lentes, cascos, escudos, cámaras GoPro y hasta modernas armas largas desfilan como herramientas de choque.

Estemos claro: no se puede ir con un yin y una camiseta a la marcha (así se pueden vestir los “negros” chavistas), sino que las lideresas opositoras –Lilian Tintori, Maria Corina Machado, entre otras- muestran qué equipo deben utilizar para ser consideradas realmente opositoras con glamour.

Tal es así que el diario Últimas Noticias, el de mayor venta en el país, hizo un estudio de cuánto cuesta vivir la aventura de poder gritar “¡Basta de dictadura!” mientras se lanza una bomba molotov o puputov (con heces) a los gendarmes. Es más, al mejor estilo hollywoodense quiere creer que cuenta con superhéroes y promueve un imaginario colectivo que los disocia de la realidad permanentemente.

Hoy el gobierno se ve en la necesidad de ampliar el muro de contención para detener esta situación de desestabilización y terrorismo que comenzara en 2014 y vemos hoy repetida en 2017 y que trata de imponer el miedo entre la población venezolana e imaginarios colectivos de ingobernabilidad, hambre y represión en los medios internacionales.

Pero basta con revisar la procedencia de los apellidos de las familias de los dirigentes opositores y hacer un gran árbol genealógico familiar para entender por qué estas personas le han declarado la guerra a los gobiernos chavistas.

Y como si los fondos propios no bastaran, la oposición venezolana tiene un nuevo financiamiento aprobado por el gobierno estadounidense en este 2017 por 20 millones de dólares que ya está llegando por diferentes vías y mecanismos a los dirigentes antichavistas para seguir financiando los actos terroristas.

El gobierno de Caracas ha denunciado que el Departamento de Estado norteamericano no pierde tiempo coordinando un ataque global contra Venezuela. Todas las fuerzas de la derecha -locales y externas- se han juntado en una ofensiva frontal económica, financiera, psicológica, mediática, ideológica contra la Revolución Bolivariana y todo lo que ella significa.

La pupucracia

Los estrategas de la oposición utilizan los manuales de Gene Sharp y su teoría de la no violencia y la desobediencia civil como arma política (aplicada por los organismos de seguridad estadounidenses y sus cómplices en los golpes blandos de los últimos 15 años en todo el mundo). Intentan copiar las “primaveras de colores” del este europeo, pero ésta con los colores de Benetton.

A inicios de siglo y de milenio, insistimos que entrábamos en plena guerra cultural, en la batalla de ideas, donde las armas ya no eran tanques o ametralladoras, sino la palabra, la imagen, las distintas formas de comunicación. Claro, en esta batalla cada uno pelea con lo que tiene. Unos tienen ideas y salen a confrontarse con ellas, otros deben conformarse en combatir con excrementos, con lo que tienen, en la jornada nacional en la que tiraban a la policía con puputovs (molotos de heces).

Porque en 18 años no han podido presentar una sola idea, propuesta, plan, proyecto. Y eso es dramático, porque ni siquiera se les ha pegado una idea aunque fuera ajena…Y hoy, las armas intelectuales que presenta la oposición venezolana, estos recipientes llenos de heces, que nada tienen de rudimentarios, son armas biológicas, que no solo están prohibidas en el país sino en todo el mundo.

Katherine Dona, en Últimas Noticias, señala que las personas que salen a las calles a manifestar de forma violenta suelen usar un equipo especial para soportar los enfrentamientos contra los organismos de seguridad del Estado, entre ellos la GNB y la PNB, quienes se encargan de mantener el orden público.

Este tipo de confrontaciones ha cobrado la vida de 43 personas durante más de siete semanas de protestas en todo el país. Las numerosas fotografías que han recorrido el mundo muestran a jóvenes y adultos equipados con máscaras antigases, guantes para altas temperaturas, cascos, guantes, lentes protectores, chalecos antibalas, pelotas de golf, metras y mascarillas, entre otros implementos, lo que hace suponer que no salen a las marchas sin protección.

Durante una investigación en los mercados dedicados a la venta de estos productos se pudo constatar que los valores de estos equipos oscilan entre los 10 y los 100 dólares, aunque todo depende del modelo o las características del artículo. Un salario promedio en Venezuela es hoy de 100.000 bolívares (que les permite sobrevivir dignamente), que calculados al cambio paralelo es de 40 dólares. O sea la compra de un equipo no es para cualquier ciudadano, si no es “subsidiado” por una potencia extranjera o por un partido opositor.

Por ejemplo: los chalecos antibalas se encuentran en el mercado desde $20 hasta $110; las máscaras antigás se ubican entre $10 y $70; un casco puede costar de $17 a $80 y los guantes van desde los $10 hasta los $50.

Para agredir a los adversarios suelen usar balines, bolas de golf, plomadas de pesca y metras que son disparadas con armas de fabricación casera, conocidos como chopos. Estos pertrechos pueden herir a varias personas presentes en el mismo lugar, porque pueden esparcirse.

En cuanto a los precios de estos implementos, una docena de pelotas de golf vale en promedio entre $20 y $50, los balines de 500 unidades cuestan más de 12 dólares, las plomadas se ubican entre los $5 y los $20 y los cohetones se pueden encontrar desde $6 hasta $20, por unidad.

Para adquirir una indumentaria completa de protección se necesitan 90 dólares, solo para comprar los artículos económicos, y sobre 350 dólares para adquirir los equipos más costosos que garanticen mayor resistencia durante los enfrentamientos.

Diosdado Cabello, primer vicepresidente del oficialista Partido Socialista Unidos de Venezuela (PSUV), informó que algunas compañías de encomienda se encargan de transportar desde Miami este tipo de artículos -máscaras antigás, filtros para máscaras, resorteras, balines, guantes para altas temperaturas, mascarillas, cámaras, cascos, chalecos, pelotas de golf, metras .

Cabello advirtió que las empresas Liberty Express, DHL Express de Venezuela, Aduanera Las Dos L, CA (Maracaibo) y Aduana Isacar, CA.van a ser juzgados mediante la ley contra el terrorismo y puso a la orden de las autoridades competentes una lista con nombres, apellidos, cédulas y teléfonos de los destinatarios de estos envíos.

Un gringo y un inglés analizan la realidad-real

No toda la prensa extranjera es como El País o ABC de España, ni el Herald miamero, ni siquiera Clarin o La Nación argentino, o El Mercurio y La Tercera chilenas, u O Globo y Folha de Sao Paulo brasileño, ni El Tiempo colombiano, ni… Vamos a referirnos solo a un analista de The Guardian y a un entrevistador de la BBC de Londres, preocupados realmente por saber qué pasa en Venezuela en los últimos tres años.

El economista y analista estadounidense Mark Weisbrot fue enviado en 2014 a Caracas por el rotativo inglés The Guardian, donde manifestó su convencimiento de que las revueltas, en ciertos puntos de las zonas pudientes en las principales ciudades de Venezuela, son financiadas por los ricos, por los grandes propietarios e incitadas por el departamento de Estado norteamericano.

En su crónica -“La verdad sobre Venezuela: una revuelta de los ricos, no una campaña de terror”- aseveró: Pensé que yo era inmune a las representaciones repetitivas de Venezuela como “un Estado fallido” en medio de una rebelión popular. Pero yo no estaba preparado para lo que vi -en persona- en Caracas durante ese mes: poco de la vida cotidiana parecía estar afectado por las protestas, la normalidad se impuso en la gran mayoría de la ciudad. Yo también había sido engañado por las imágenes mediáticas

Más adelante indica que “En Caracas casi todo el mundo sigue su vida, con excepción de unas pocas áreas ricas como Altamira, donde pequeños grupos de manifestantes participan en batallas nocturnas contra las fuerzas de seguridad, tirando piedras y bombas incendiarias y corriendo por los gases lacrimógenos”.

Recuerda que la multitud, que el 5 de marzo de 2014 conmemoró el aniversario de la muerte de Chávez, “era un mar de obreros venezolanos: no había allí ropa cara o zapatos de 300 dólares. ¡Qué contraste con las masas descontentas de Los Palos Grandes que llevan jeeps Cherokee de 40.000 dólares con el lema del momento: SOS. Venezuela”.

En 2014 Weisbrot ya señalaba que “desde que comenzaron las protestas en Venezuela, parece que más personas han muerto a manos de los manifestantes que de las fuerzas de seguridad” y recuerda el caso de un motociclista decapitado por un cable que se extendía a través de la carretera.

Finalmente señalaba que la estrategia insurreccional de la oposición parece haber dividido a la oposición y unido a los chavistas. “El único lugar donde la oposición parece estar obteniendo un amplio apoyo es Washington”, culmina la crónica.

Casi tres años después, en HardTalk, el programa estrella de la BBC de Londres, Stephen Sakur intentó entrevistar a Julio Borges, quien reiteró que “es hora que los hombre de verde, es decir, las Fuerzas armadas, rompan su silencio”. Sakur le preguntó si está llamando a que las Fuerzas Armadas se nieguen a seguir órdenes, a lo que el entrevistado reiteró sin siquiera ponerse colorado: “Absolutamente sí (…) no hay manera en que un gobierno no democrático pueda dar órdenes contra la gente, especialmente cuando las protestas se están realizando de manera tan pacífica, simplemente pidiendo elecciones”.

Sakur le recordó su historial, de haber apoyado el golpe militar contra Hugo Chávez en 2002 y también que Wikileaks reveló que su partido tiene vínculos con EE.UU, y que miles, sino millones de dólares, fueron canalizados a Primero Justicia a través de ONGs financiadas por EE.UU. “Hay muchos que dicen que Ud. es solo un agente de los EE.UU, de la potencia imperial”, le espetó.

A Borges se le ocurrió gambetear, tratar de confundir la pestaña con alguna otra parte del cuerpo, pero, fuera de base, apenas respondió que “todo eso es propaganda, y existe una manera muy fácil de comprobarlo: vayamos a un proceso electoral para que el pueblo decida si soy un agente de la potencia imperialista, o si represento a algún tipo de liderazgo en Venezuela”.

Bien informado, el entrevistador británico le preguntó directamente si el 5 de mayo, en su encuentro con el vicepresidente estadounidense Mike Pence y el Asesor de Seguridad Nacional, H.R. McMaster, les pidió ayuda estadounidense, que fueran más allá de sanciones contra individuos, y también la aplicación de sanciones económicas contra Venezuela. Y otra vez mintió: “Por supuesto que no”.

Y se fue por la tangente: “ Estamos construyendo en América Latina, un tipo de grupo o equipo de países que podrían ayudar a Venezuela en esta crisis”. Señaló que hablaron con los presidentes de Panamá, Perú, Argentina, Brasil, Chile, México: “Venezuela ya no es solamente un problema local, sino regional. Estamos pidiendo el apoyo de la comunidad internacional y de la latinoamericana para traer y construir una agenda democrática (…) Es muy claro, solo el voto puede traer una solución”, señaló..

Sakur le recordó su accionar divisionista y de disputas con dirigentes opositores, y francamente, dijo, gran parte del tiempo, la oposición venezolana ha estado luchando entre ella misma, como ratas en un saco, para preguntarle por qué la gente en el exterior (sin hablar de los venezolanos), tomaría en serio la propuesta de celebrar elecciones, ya que de ganarla difícilmente podrían gobernar de manera coherente, al estar tan divididos.

El entrevistador le adviertió a Borges que le ha estado hablando de un pueblo venezolano que está sufriendo, que las tiendas están vacías, los hospitales no tienen fármacos, que el sistema económico está roto, pero que jamás ha hablado de cómo se podría resolver la crisis: “No tienes una plataforma coherente, y muchos de vuestros partidos tienen visiones muy distintas de lo que ustedes harían con el actual sistema chavista y socialista”, le señala.

Ahí Borges buscó el teleprompter salvador, pero no estaba. “Mire, Stephen, lo que estamos viviendo en Venezuela es una tragedia, (…) el pueblo está muriendo, pasando hambre, sin medicinas, en las calles rebuscando comida de la basura, mientras que vivimos en uno de los países más ricos del mundo. 

Lo que tenemos es un problema preideológico, tenemos que luchar no por políticas innovadoras, sino por la democracia, un gobierno civil, la separación de poderes, frenos y equilibrios, el orden de la ley”.

Y, entonces, el británico le dio su impresión del país: “He estado en Venezuela, como debe saber, he hablado con todo tipo de personas en distintas partes del país, con distintas condiciones económicas, desde el suburbio muy acomodado donde usted vive, hasta los barrios más pobres, donde los chavistas más leales y radicales viven. 

La impresión que yo tuve es que mucha gente se siente muy enajenada con respecto a Maduro, pero que aún existe un núcleo central que apoya el socialismo y a la Revolución Bolivariana”.

“A mí me parece que si ustedes logran sacar a Maduro corren el riesgo de desencadenar un conflicto civil, e incluso una guerra civil en Venezuela ¿Está usted dispuesto a arriesgarse esa posibilidad?”, le preguntó el hombre de la BBC, a lo que Borges respondió que no estaba de acuerdo con esa imagen: “porque, primero, los chavistas viven en algunas de las partes más ricas de la ciudad”.

Y Stephen lo tomó en al aire y lo vapuleó: “Estoy hablando de la gente común, algunos de los cuales creen que es gracias a Hugo Chávez que pueden tener una casa, un empleo y una existencia económica mejor de la que tenían antes cuando su clase, Sr. Borges, estaba en el poder en Venezuela en los años 80 y a principios de los 90”.

Borges, que había recibido su enésimo golpe, recordó que entonces él tenía solo 20 años, péro que “ahora, esta gente sabe que Maduro ha destrozado lo que había conseguido Chávez, y ahora mismo, las bases chavistas y pro-Maduro solo conforman un 10 o 12% de la población, y nosotros sabemos que podemos tener un futuro gobierno que incluya a esas personas en una nueva Venezuela; unida.

“Ya que no existe una posición simétrica entre las dos partes, sino una situación casi unánime: la oposición contra Maduro.

 Estamos hablando de un 90% de la población que está en contra Maduro, no de la mitad de la población, así que no veo ningún riesgo de seguir con un camino democrático y muy inclusivo (en eso tiene la razón), un discurso político muy inclusivo para unificar todo el país”, señaló el líder de Primero Justicia..

El británico debió explicarle que en la democracia uno no gestiona el gobierno a base de encuestas sino por elecciones y que Nicolás Maduro tiene un mandato, ganó la elección presidencial luego de que Chávez muriera en 2013, y su mandato está previsto que dure hasta finales de 2018.

Sakur le habló también de la idea que lanzó Maduro de una Asamblea Constituyente para desarrollar un nuevo marco constitucional. Borges le responde que “esta propuesta de Maduro es un autentico fraude. No será una Constitución, no será ratificada por el pueblo, es algo parecido al congreso de Mussolini, del fascismo, en el que los miembros fueron nombrados por sectores, y no directamente por el pueblo, así que es un verdadero fraude, es una copia del modelo de Cuba”.

Y convencido de que un diálogo debe ser entre dos, Sakur, a sabiendas de que no podía extraerle una sola idea o propuesta, sólo atinó a decir a su audiencia: “Bueno, Julio Borges, tenemos que cerrar la entrevista”…

Guarimbear, desestabilizar por medio de la violencia continua, es tarea para sifrinas y sifrinos o para sicarios pertrechados y pagos (con dinero o con zonas liberadas para sus fechorías) por la oposición. Pero en su mentalidad miamera, no puede esa clase alta-nedia alta perder la oportunidad de lucrar con esta moda -que pareciera tener su propio glamour aventurero-, aunque siempre la carne de cañón es la del pueblo.

https://aucaencayohueso.wordpress.com/2017/05/25/guarimbear-es-para-sifrinos-o-sicarios-la-moda-opositora-y-la-carne-de-canon-popular/

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