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Fidel Castro: 50 ideas para el 90 aniversario


Los bienes materiales no me motivan… Creo que me motivan las ideas… A veces yo me pregunto, ¿qué me gustaría ser si no fuera revolucionario, y aun siendo revolucionario? Fidel

El 90 aniversario del natalicio de Fidel (Birán, 13 de agosto de 1926) está concitando análisis, reflexiones, investigaciones, relatos, crónicas, poesías, anécdotas y afirmaciones en todo el mundo, en los que no faltan aspectos de la vida, obra e ideario de un dirigente que ha sido, sin dudas, figura descollante y decisiva en múltiples acontecimientos ocurridos durante el siglo XX y XXI en Cuba, América Latina y el Caribe y el resto del mundo.

Como personaje histórico ha dominado el escenario político con una relevancia universal, sin que haya sido derrotado en ningún terreno, a pesar que sobre él y su país el imperialismo yanki desató los planes más agresivos y criminales para su eliminación física; las agresiones armadas directas contra su país, como la invasión mercenaria de Girón; las agresiones subversivas y terroristas dentro y fuera del país; la guerra mediática a nivel mundial, para su demonización y descrédito; la amenaza de ataque nuclear; el acoso diplomático, comercial, financiero y económico, expresado en un férreo bloqueo que todavía permanece, aunque algo flexibilizado en algunos aspectos después del establecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.

 Fidel siempre ha permanecido firme e íntegro, desempeñando su papel de rebelde de las causas buenas y ejemplo moral de revolucionario consecuente, sin jamás renunciar a los principios.

Su gesto de solidaridad y ayuda desinteresadas para la liberación y el desarrollo de otros pueblos, sin condicionamiento alguno, no tiene parangón en el terreno político del mundo contemporáneo.

Fidel ha confesado que siente una motivación especial por las ideas, de ahí que hemos concebido, para homenajearle en su 90 aniversario, la selección de este conjunto de 50 núcleos de ideas que han sido pronunciadas o escritas en distintos momentos de su vida, como fueron los del asalto al cuartel Moncada, la prisión, el exilio, la lucha en la Sierra Maestra, y en diversas ocasiones después del triunfo de la revolución, y, por último, en su intervención en la Asamblea Nacional, el 19 de abril de 2016.

Pasemos, pues, a la lectura y análisis de estas Ideas esenciales para presidir el 90 aniversario de Fidel Castro:

Creo haber justificado suficientemente mi punto de vista: son más razones que las que esgrimió el señor fiscal para pedir que se me condene a ventiséis años de cárcel; todas asisten a los hombres que luchan por la libertad y la felicidad de un pueblo, ninguna a los que lo oprimen, envilecen y saquean despiadadamente.

¿Con qué derecho enviar a la cárcel a ciudadanos que vinieron a dar por el decoro de su patria su sangre y su vida? ¡Eso es monstruoso ante los ojos de la nación y los principios de la verdadera justicia!

Pero hay una razón que nos asiste más poderosa que todas las demás: somos cubanos, y ser cubano implica un deber, no cumplirlo es un crimen y es traición. Vivimos orgullosos de la historia de nuestra patria; la aprendimos en la escuela y hemos crecido oyendo hablar de libertad, de justicia y de derechos… y primero se hundirá la Isla en el mar antes que consistamos en ser esclavos de nadie.

Parecía que el Apóstol ibas a morir en el año de su centenario … Pero vive, no ha muerto, su pueblo es rebelde, su pueblo es digno, su pueblo es fiel a su recuerdo… ¡Cuba, qué sería de ti si hubieras dejado morir a tu Apóstol.

Termino mi defensa, pero no haré como hacen siempre todos los letrados, pidiendo la libertad del defendido; no puedo pedirla cuando mis compañeros están sufriendo ya en Isla de Pinos ignominiosa prisión. Enviadme junto a ellos a compartir su suerte, es concebible que los hombres honrados estén muertos o presos en una república donde está de presidente un criminal y un ladrón.

En cuanbto a mí, sé que la cárcel será dura como no ha sido nunca para nadie, preñada de amenazas, de ruin y cobarde ensañamiento, pero no la temo, como no temo la furia del tirano miserable que arrancó la vida a setenta hermanos míos. Condenadme, no importa. La historia me absolverá.

En cuanto a comodidades de orden material si no fuera imperativo vivir con un mínimo de decencia material –créeme que yo sería feliz viviendo en un solar y durmiendo en un catre con un cajón para guardar la ropa…Valdré menos cada vez que me vaya acostumbrando a necesitar más cosas para vivir, cuando olvide que es posible estar privado de todo sin sentirme infeliz.

 Así he aprendido a vivir y eso me hace tanto más temible como apasionado defensor de un ideal que se ha reafirmado y fortalecido en el sacrificio. Podré predicar con el ejemplo que es la mejor elocuencia. Más independiente seré, más útil, cuanto menos me aten las exigencias de la vida material.

Hace cuatro meses y una semana que me tienen encerrado en esta celda solitaria. Sólo tengo compañía cuando en la pequeña funeraria que está delante de mi celda tienden algún preso muerto que en ocasiones son ahorcados misteriosos, asesinatos extraños en hombres cuya salud fue aniquilada a fuerza de golpes y torturas. Pero no puedo verlos porque hay perennemente una mampara de seis pie de alto frente a la única entrada de mi celda para que no pueda ver ningún ser humano, ni vivo ni muerto. Sería demasiada magnanimidad permitirme la compañía de un cadáver.

No desanimarse por nada ni por nadie como hicimos en los más difíciles momentos. Un último consejo: Cuídense de la envidia; cuando se tiene la gloria y el prestigio de ustedes, los mediocres encuentran fácilmente motivos o pretextos para susceptibilidades.

Mucho me conmueve el afán de brindarnos el mayor número de pequeñas alegrías. ¡Pero si eso se logra tan cumplidamente sin sacrificios materiales! ¿Quieres un ejemplo? El deseo de que mis libros estén arreglados y en orden para cuando yo llegue, me conforta, me alegra y me hace más feliz que todas las demás cosas, y no me entristece ni me apena, ni me apesadumbra. Yo no puedo tener debilidades, si las tuviera hoy, por pequeñas que fueran, mañana no podría esperarse nada de mí.

Al enfrentarme de nuevo con todos los pequeños problemas cotidianos, tal vez eche de menos a la tranquilidad de la prisión. Nunca está uno conforme en ningún lado…¡Ojalá no se cumpla mi presentimiento de que en la calle añoraré algo la cárcel.

Reuniremos a nuestros compatriotas detrás de una idea de dignidad plena para el pueblo de Cuba y de justicia para los hambrientos y olvidados y de castigo para los grandes culpables. A las puertas de los malversadores tocaremos después de la Revolución.

El pueblo cubano desea algo más que un simple cambio de mandos. Cuba ansía un cambio radical en todos los campos de la vida pública y social. Hay que darle al pueblo algo más que libertad y democracia en términos abstractos, hay que proporcionarle una existencia decorosa.

Al ver los cohetes que tiraron en casa de Mario, me he jurado que los americanos van a pagar bien caro lo que están haciendo. Cuando esta guerra se acabe, empezará para mí una guerra más larga y grande: la guerra que voy a echar contra ellos: me doy cuenta que ese va a ser mi destino verdadero.

Por eso el peor enemigo de la Revolución sería la cobardía, el peor enemigo de la Revolución sería la debilidad. Pero a un pueblo valiente, a un pueblo firme, a un pueblo que tiene dignidad, a un pueblo que tiene vergüenza, hay que respetarlo. No solo porque tiene derecho a su libertad y tiene derecho a su soberanía, ¡sino porque sabe defenderla! ¡Tiene el derecho porque tiene el valor y tiene la dignidad y tiene la vergüenza y tiene la fuerza necesaria para defenderla!

Esta es una jornada larga y una lucha larga… Porque es una lucha contra los traidores de adentro, una lucha contra los ineptos, los incompetentes, los seudorrevolucionarios y los traidores de fuera y los enemigos de fuera. Es una lucha dura, que requiere por parte de todos nosotros la conciencia de lo que es una revolución y de lo que es una verdadera revolución. Y que una verdadera revolución no es un paseo, y que una verdadera revolución no es un juego, y que una verdadera revolución no es un cambio de hombres: que es una lucha dura, una lucha amarga, una lucha en que tenemos que ir sin descuidarnos nunca, sin bajar nunca la guardia, luchando constantemente contra todos los obstáculos, porque es una tarea casi sobrehumana, la tarea de una revolución.

Los bienes materiales no me motivan, el dinero no me motiva en absoluto. No me motiva un afán de gloria, fama, prestigio. Creo que me motivan las ideas.

Realmente, a mí nadie me inculcó mis ideas políticas, yo fui llegando a ellas; aunque recibiendo distintas influencias, desde luego, de ideas que existían, criterios, concepciones, pero la opción fue una opción completamente mía, el resultado de meditaciones, de reflexiones, de observaciones de las realidades y del análisis de lo que otros muchos hombres hicieron y pensaron. Fueron realmente mis ideas, a las cuales yo llegué por conclusiones determinadas, a una convicción por encima del medio social, del origen de clase, de la educación recibida en la escuela, de todo lo que leía y veía en la prensa, en el cine, en todas partes. Creo que eso tiene una importancia grande en la motivación del hombre, porque llega a determinadas conclusiones, a determinadas ideas que lo motivan a luchar, porque está realmente convencido de lo que está haciendo.

Hay un pensamiento, una idea, una frase de Martí que produjo en mí profunda e inolvidable impresión. Me enseñó, me agradó y desde entonces siempre la he tenido presente: “Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”.

Creo que mi contribución a la Revolución Cubana consiste en haber realizado una síntesis de las ideas de Martí y del marxismo-leninismo, y haberla aplicado consecuentemente en nuestra lucha.

Precisamente por ser la revolución un cambio completo, profundo, en la vida de un país, en todos los órdenes, el primer gran problema de la revolución es cómo se combate y cómo se vence la influencia de las viejas ideas, de las viejas tradiciones, de los viejos prejuicios, y cómo las ideas de la revolución van ganando terreno y van convirtiéndose en cuestiones de conocimiento común y de clara comprensión para todo el pueblo

Nosotros creemos que la Revolución tiene todavía muchas batallas que librar, y nosotros creemos que nuestro primer pensamiento y nuestra primera preocupación debe ser qué hacemos para que la Revolución salga victoriosa. Porque lo primero es eso: lo primero es la Revolución misma. Y después, entonces, preocuparnos por las demás cuestiones.

Permítanme decirles en primer lugar que la Revolución defiende la libertad, que la Revolución ha traído al país una suma muy grande de libertades, que la Revolución no puede ser por esencia enemiga de las libertades.

Si a los revolucionarios nos preguntan qué es lo que más nos importa, nosotros diremos: el pueblo. Y siempre diremos: el pueblo. El pueblo en su sentido real, es decir, esa mayoría del pueblo que ha tenido que vivir en la explotación y en el olvido más cruel. Nuestra preocupación fundamental siempre serán las grandes mayorías del pueblo, es decir, las clases oprimidas y explotadas del pueblo. El prisma a través del cual nosotros lo miramos todo es ese: para nosotros será bueno lo que sea bueno para ellos; para nosotros será noble, será bello y será útil todo lo que sea noble, sea útil y sea bello para ellos… El pueblo es la meta principal. En el pueblo hay que pensar primero que en nosotros mismos. Y esa es la única actitud que puede definirse como una actitud verdaderamente revolucionaria.

La Revolución debe tratar de ganar para sus ideas a la mayor parte del pueblo; la Revolución nunca debe renunciar a contar con la mayoría del pueblo, a contar no solo con los revolucionarios, sino con todos los ciudadanos honestos, que aunque no sean revolucionarios —es decir, que no tengan una actitud revolucionaria ante la vida—, estén con ella. La Revolución solo debe renunciar a aquellos que sean incorregiblemente reaccionarios, que sean incorregiblemente contrarrevolucionarios.

Esto significa que dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada. Contra la Revolución nada, porque la Revolución tiene también sus derechos; y el primer derecho de la Revolución es el derecho a existir. Y frente al derecho de la Revolución de ser y de existir, nadie —por cuanto la Revolución comprende los intereses del pueblo, por cuanto la Revolución significa los intereses de la nación entera—, nadie puede alegar con razón un derecho contra ella. Creo que esto es bien claro… Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, ningún derecho… Los contrarrevolucionarios, es decir, los enemigos de la Revolución, no tienen ningún derecho contra la Revolución, porque la Revolución tiene un derecho: el derecho de existir, el derecho a desarrollarse y el derecho a vencer.

Y al igual que nosotros hemos querido para el pueblo una vida mejor en el orden material, queremos para el pueblo una vida mejor también en el orden espiritual, queremos para el pueblo una vida mejor en el orden cultural.

Nosotros no estamos haciendo una Revolución para las generaciones venideras; nosotros estamos haciendo una Revolución con esta generación y por esta generación, independientemente de que los beneficios de esta obra beneficien a las generaciones venideras y se convierta en un acontecimiento histórico. Nosotros no estamos haciendo una revolución para la posteridad; esta Revolución pasará a la posteridad porque es una revolución para ahora y para los hombres y las mujeres de ahora.

Nosotros hemos sido siempre muy optimistas. Creo que sin ser optimista no se puede ser revolucionario, porque las dificultades que una Revolución tiene que vencer son muy serias. ¡Y hay que ser optimistas! Un pesimista nunca podría ser revolucionario.

… Porque en definitiva el pueblo es el gran creador. No debemos olvidarnos de eso, y no debemos olvidarnos tampoco de los miles y miles de talentos que se habrán perdido en nuestros campos y en nuestras ciudades por falta de condiciones y de oportunidades para desarrollarse, que son como aquellos genios ocultos, los genios dormidos que estaban esperando la mano de seda …, que vinieran a despertarlos, a formarlos.

Alguien habló de que fue formado por la sociedad burguesa. Yo puedo decir que fui formado por algo peor todavía: que fui formado por lo peor de la reacción, y donde una buena parte de los años de mi vida se perdieron en el oscurantismo, en la superstición y en la mentira, en la época aquella en que no lo enseñaban a uno a pensar, sino que lo obligaban a creer. Creo que cuando al hombre se le pretende truncar la capacidad de pensar y razonar lo convierten, de un ser humano, en un animal domesticado.

Pero en fin, lo que iba a decir —y después les puedo decir en qué otra cosa somos privilegiados— es que eso demuestra la cantidad enorme de inteligencias que se han perdido sencillamente por la falta de oportunidad. Vamos a llevar la oportunidad a todas esas inteligencias, vamos a crear las condiciones que permitan que todo talento artístico o literario o científico o de cualquier orden pueda desarrollarse. Y piensen lo que significa la Revolución que tal cosa permita…

Señores, no vale la pena pensar en el futuro? ¿Que nuestras flores se marchiten cuando estamos sembrando flores por todas partes, cuando estamos forjando esos espíritus creadores del futuro?

 ¿Y quién no cambiaría el presente —¡quién no cambiaría incluso su propio presente!— por ese futuro? ¿Quién no sacrificaría lo suyo por ese futuro y quién que tenga sensibilidad artística no está dispuesto, igual que el combatiente que muere en una batalla sabiendo que él muere, que él deja de existir físicamente para abonar con su sangre el camino del triunfo de sus semejantes, de su pueblo? Piensen en el combatiente que muere peleando: sacrifica todo lo que tiene, sacrifica su vida, sacrifica su familia, sacrifica su esposa, sacrifica sus hijos.

 ¿Para qué? Para que podamos hacer todas estas cosas. ¿,Y quién que tenga sensibilidad humana, sensibilidad artística no piensa que por hacer eso vale la pena hacer los sacrificios que sean necesarios?

La generación venidera será mejor que nosotros, pero nosotros seremos los que habremos hecho posible esa generación mejor.

Y no nos apresuremos en juzgar la obra nuestra, que ya tendremos jueces de sobra. Y a lo que hay que temerle no es a ese supuesto juez autoritario, verdugo de la cultura, imaginario, que hemos elaborado aquí. Teman a otros jueces mucho más temibles: ¡Teman a los jueces de la posteridad, teman a las generaciones futuras que serán, al fin y al cabo, las encargadas de decir la última palabra!

Nos casaron con la mentira y nos han obligado a vivir con ella en vergonzoso contubernio; nos acostumbraron a la mentira, y nos asustamos de la verdad. Nos parece como que el mundo se hunde cuando una verdad se dice, ¡como si no valiera más la pena de que el mundo se hundiera, antes de que vivir en la mentira!

Los que enseñan la verdad preparan a los pueblos para comprenderla; los que enseñan la mentira condicionan a los pueblos para engañarlos.

Revolución…;es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas.

¿Quién ha escuchado nunca una mentira en boca de un revolucionario? Porque son armas que no benefician a ningún revolucionario, y ningún revolucionario serio tiene necesidad de acudir a una mentira nunca; su arma es la razón, la moral, la verdad, la capacidad de defender una idea, un propósito, una posición.

Claro, yo puedo hacer una apreciación de mis ideas, desde que empecé a tener ideas políticas, ideas revolucionarias, hasta hoy, son ideas que se han ido desarrollando; los valores en que me inicié en esta lucha, creo que también se han ido desarrollando; el comprometimiento con esas ideas, también se han ido desarrollando; el interés por esas ideas, también se han ido desarrollando a lo largo de los años.

Yo pienso que la revolución es una obra que debe ser perfeccionada; algo más, es una obra de arte. Si a uno le dicen que hay una sola persona que (…) es discriminada, una sola, tiene que ser motivo de profunda preocupación, no estaría completa la obra de arte que es la revolución.

Es decir, no se entenderá el fenómeno de la Revolución Cubana si no se entiende que la Revolución se mantiene por el apoyo del pueblo y no por la fuerza. Cuando el pueblo mismo es la Revolución, cuando el pueblo es quien defiende decididamente la Revolución, tengan la completa seguridad de que no hace falta ninguna violencia, ninguna injusticia para defenderla.

Y cuando surge una revolución que les pone fin a todos esos problemas, Estados Unidos se empeñó en destruir la revolución en Cuba. Ese es el origen realmente de algunos problemas, y lo que da lugar desde los primeros momentos a todo tipo de medidas, desde las campañas más injuriosas y más calumniosas contra Cuba hasta planes de subversión, la organización de bandas armadas, sabotajes que costaron la vida de mucha gente, invasiones mercenarias, … bloqueo económico, política de aislamiento, planes de agresión, planes de asesinatos de los dirigentes de la revolución, es una lista interminable de acciones de Estados Unidos contra nuestro país; el mantenimiento de una base militar en contra de la voluntad de nuestro pueblo por la fuerza. Esos son los elementos que están en el fondo de estas divisiones.

Pienso, francamente, que Estados Unidos tendrá que adaptarse a esas realidades, tendrá que cambiar la concepción, y no tiene necesariamente que esperar a que haya cataclismos sociales y políticos para tratar con más respeto y menos menosprecio a los países latinoamericanos. Cuando ese día llegue, cuando se produzca ese cambio de concepción, empezarán a crearse las condiciones para las relaciones de comprensión y de respeto, incluso de amistad, independientemente de la diferencia ideológica y del sistema social existente entre Estados Unidos y Cuba.

Siento que creció cada día mi admiración por lo que es capaz el hombre, su enorme potencialidad para el sacrificio, la solidaridad y la nobleza, y mayor comprensión también de sus humanas limitaciones. Creo que largos años en el ejercicio de una importante responsabilidad y autoridad, pueden corromper a un hombre, pero creo también que pueden hacerlo mejor. He tratado de ser cada vez menos celoso de esas atribuciones, de compartirlas cada vez más con otros, de considerarme cada vez menos indispensable, de ver, cada año de mi vida, con más claridad el valor relativo de los individuos y el mérito inmenso de la legión de héroes anónimos que constituye el pueblo.

A veces yo me pregunto, ¿qué me gustaría ser si no fuera revolucionario, y aun siendo revolucionario?, ¿qué me gustaría ser?, me gustaría ser investigador. ¿Por qué? Porque se puede ir revolucionando la naturaleza, y en mínima parte creando una variedad nueva de plantas, de animales, cualquier cosa en el terreno de la agricultura…En todos los órdenes hay una eterna revolución que realizar y que el hombre tendrá que ir realizando.

Y así, cuando las épocas de las revoluciones sociales hayan pasado, cuando los problemas de hoy hayan pasado, ustedes tendrán la revolución de la naturaleza. Esa será la eterna revolución del hombre: revolucionar a la naturaleza. Ahí tienen una revolución que no se agotará nunca. Ahí tienen una revolución que no tendrá fin. Y la inquietud, la energía de los jóvenes tendrá en qué invertirse.

Porque se puede decir, en primer lugar, que todo científico es un revolucionario, lo que hay que tratar es de que todo revolucionario sea un científico… Y en realidad el hombre, la felicidad humana, deben ser el objetivo esencial de todos los revolucionarios.

La revolución no ha terminado, en el largo camino de la historia apenas comienza. El desarrollo de la ciencia y la técnica, la conquista plena de la naturaleza, el logro de una conciencia social y política superior, el cumplimiento del deber internacionalista, concluir la construcción del socialismo y avanzar hacia el comunismo, son los retos fundamentales que hoy se plantean ante la nueva generación. Ella estará a la altura de su tiempo, como los jóvenes de todas las épocas. Mejor preparada, en todos los sentidos, será digna heredera de los revolucionarios de hoy y multiplicará las glorias y victorias de nuestro pueblo.

Pronto deberé cumplir 90 años, nunca se me habría ocurrido tal idea y nunca fue fruto de un esfuerzo; fue capricho del azar. Pronto seré ya como todos los demás. A todos nos llegará nuestro turno, pero quedarán las ideas de los comunistas cubanos como prueba de que en este planeta, si se trabaja con fervor y dignidad, se pueden producir los bienes materiales y culturales que los seres humanos necesitan, y debemos luchar sin tregua para obtenerlos. A nuestros hermanos de América Latina y del mundo debemos transmitirles que el pueblo cubano vencerá.

¿Verdad que estas ideas son un resumen esencial de la vida de combate y de virtud del Comandante en Jefe de la Revolución Cubana?

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