Pablo Gonzalez

Israel: El Estado debe explicar el destino de los niños yemeníes


Según algunos informes entre 1948 y 1952 miles de bebés yemeníes hijos de inmigrantes al recién fundado Estado de Israel habrían sido arrebatados a sus padres por el naciente sistema médico israelí y desaparecieron. 

Ahora es el momento de que el Estado se sincere acerca de lo que realmente sucedió. 

Inocentemente creíamos que si traíamos testimonios de las familias sobre la forma en que sus hijos fueron secuestrados podríamos iniciar un proceso de sanación social, oír un relato de la verdad y en un futuro lejano acercarnos a la reconciliación. 

Pero la respuesta de muchos israelíes askenazíes en el Día de la Memoria y la Conciencia del asunto de los niños yemeníes, de los Balcanes y mizrahíes fue uno más de distorsiones y victimización. 

Por lo tanto es importante reiterar una serie de datos básicos. 

Las tres comisiones de investigación independientes fueron inundadas con más de mil testimonios de las familias cuyos hijos les fueron arrebatados. 

Esos testimonios fueron semejantes en su mayoría: el personal médico dijo a las familias que el niño estaba enfermo, el niño fue arrebatado de la familia a la que después de unos días se le informó de que había muerto. 

Las familias no recibieron certificado de defunción ni tampoco les dijeron dónde habían enterrado al niño. 

Hoy cientos de familias están ofreciendo testimonios a Amram, una ONG dedicada a la investigación de la desaparición y el tráfico de niños judíos de Yemen, de los Balcanes y de países árabes, mientras otros cientos de personas participaron en los eventos de la semana pasada en todo el país para marcar el día de recuerdo. 

Las personas que se niegan a creer esos testimonios deberían, por la misma razón, negarse a creer los testimonios de sobrevivientes del Holocausto. 

Las personas que se molestan en leer los materiales sobre el tema descubrirán que hay testimonios de miembros de la clase dirigente israelí que refuerzan los de las familias. 

Tomemos, por ejemplo, el testimonio de Ahuva Goldfarb, supervisora nacional de los servicios sociales de la Agencia Judía, a la comisión nacional de investigación: 

"Los niños fueron enviados como no registrados fuera de los campos [de tránsito] tan sistemáticamente como se podía". Goldfarb admite que la respuesta dada a los padres que preguntaban por la suerte de su hijo era "Ya no está vivo". 

Roja Kushinsky, una enfermera del campo de tránsito de Ein Shemer, recuerda un patrón similar: "solía ocuparme de dos o tres bebés y a continuación me enviaban a Afula en una ambulancia, me quedaba con los bebés sanos. 

Al día siguiente debía hacer lo mismo y cuando preguntaba acerca de los bebés del día anterior me decían que habían muerto. ¡¿Muertos?! 

Pero si estaban sanos. Respondían que habían fallecido. 

No es verdad. No es verdad. Los dieron en adopción". 

Las preguntas sobre el destino de estos niños deben ser dirigidas al Estado, que es quien debe llevar la carga completa de este tema. 

Existen serias sospechas de que esos niños se vendieron al exterior para todo tipo de propósitos. 

Eido Minkovsky, cuyo abuelo Reuven dirigió el Comité Minkovsky-Bahlul, que entendía sobre las denuncias de secuestros, respondió a estos testimonios en su página personal de Facebook:

 "El Comité Bahlul Minkovsky descubrió la verdad de lo que ocurrió a los niños yemeníes desaparecidos. 

¡Ellos descubrieron más de 300 muertos! 

Por alguna razón esto no se menciona hoy cuando sabemos donde están, señalados y marcados". 

Minkowsky no está diciendo la verdad. 

Debido a que los representantes del Estado quitaron los niños a sus padres y el aparato médico oficial afirmó que los niños habían muerto, el Estado debe ser responsable de mostrar a las familias exactamente dónde están enterrados. 

Mientras no haya tumbas con los nombres de los niños y pruebas de ADN que emparenten al difunto con sus familias, no podemos corroborar que los niños murieron y fueron enterrados en Israel.

 Hasta la fecha el Estado no ha abierto ninguna tumba por su propia iniciativa con el fin de demostrar que los niños habían muerto y fueron enterrados. 

Por lo tanto podemos establecer que el Estado de Israel nunca ha dado en realidad a estas familias una respuesta adecuada sobre el destino de sus hijos.

 Por otra parte no estamos hablando de unos pocos cientos, sino de miles. 

Según el Comité Kedmi, el número se sitúa entre 1.500 y 5.000 niños que desaparecieron solo entre 1948 y 1954. 

Estas cosas parecen obvias. Desde el principio no hemos dudado de la fiabilidad de las familias y afirmamos que el Estado es responsable de proporcionarles una respuesta. Pero la negación y manipulación crean un efecto contrario.

 En vez de unirse y avanzar hacia la reconciliación la última semana sólo profundizó la animosidad entre los mizrahim y los askenazíes. Una cosa debe quedar clara: vamos a seguir adelante. 

Hasta que se establezcan y se reconozcan plenamente los delitos cometidos contra las familias. 

Tom Mehager es activista de Amram. 

Este artículo fue publicado por primera vez en hebreo en Haokets. Leerlo aquí.

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