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Elizabeth Cady Stanton


"La Biblia y la Iglesia han sido los mayores obstáculos en el camino de la emancipación de la mujer"

"Cuando las mujeres entiendan que los gobiernos y las religiones son inventos humanos, que las biblias, devocionarios, catecismos y cartas encíclicas son emanaciones del cerebro del hombre, dejarán de estar oprimidas por los mandatos que vienen con la autoridad divina de "porqué así lo manda Dios"

Cady Stanton, Elizabeth (1815-1902).

Feminista liberal y sufragista norteamericana, nacida en Johnstown, estado de Nueva York, el 12 de noviembre de 1815 y muerta en la ciudad de Nueva York el 26 de octubre de 1902. Elizabeth Cady Stanton fue una de las principales líderes del movimiento por la igualdad de derechos de las mujeres en Estados Unidos durante la segunda mitad del siglo XIX.

Se educó, según prescribían las normas sociales, en su casa paterna, en donde se preparó para el matrimonio y el cuidado de la familia como correspondía a una joven de la alta burguesía neoyorkina. Sin embargo, Elizabeth se interesó desde muy joven por el estudio de las leyes, al que tuvo acceso a través de la biblioteca de su padre, Daniel Cady, congresista y posteriormente juez del Tribunal Supremo de Nueva York. Elizabeth, atraída por el movimiento feminista que despertaba en esos años, comenzó a estudiar los mecanismos legales que perpetuaban la desigualdad social y la desprotección jurídica de las mujeres.

En 1840 contrajo matrimonio con el abogado Henry Brewster Stanton, activista del movimiento por la abolición de la esclavitud. Para acceder al matrimonio, Elizabeth exigió que se omitiera en la ceremonia el voto de obediencia que debía prestar la esposa a su marido. Apoyada por Henry Stanton, Elizabeth se implicó de lleno en las luchas feministas y abolicionistas a través de la National Female Antislavery Association, a pesar de que pronto su vida pública se vio restringida al convertirse en una madre prolífica: tuvo siete hijos.

 El mismo año de su matrimonio, las delegadas americanas del movimiento abolicionista que acudieron a la Convención Mundial Antiesclavista celebrada en Londres fueron obligadas a permanecer detrás de una cortina, dado el rechazo que muchos varones del movimiento mostraban ante la implicación de mujeres en su lucha. Esta humillación marcó el inicio de la separación entre el movimiento antiesclavista -en el que hasta entonces habían participado en primera línea numerosas mujeres- y el movimiento feminista que comenzaba a tomar fuerza. 

Durante los años siguientes, Elizabeth Cady Stanton se pondría al frente de la organización del feminismo norteamericano.

En 1848 fue una de las principales inspiradoras de una petición al Congreso para la aprobación de un estatuto que reconociera a las mujeres casadas el derecho a la propiedad y a la libre disposición de sus bienes. 

Ese mismo año, Elizabeth y su compañera Lucretia Mott dirigieron la primera conferencia nacional del movimiento en pro de los derechos de las mujeres, celebrado en Seneca Falls (Nueva York) los días 19 y 20 de julio, y continuada en Rochester (NY) durante las jornadas siguientes. 

Cady Stanton elaboró una lista de reivindicaciones que fue aprobada íntegramente por el congreso, conocida como Declaración de Seneca Falls y considerada uno de los documentos fundacionales del feminismo contemporáneo. Sin embargo, ello llevó a Stanton y a otras sufragistas a romper con los sectores más conservadores del movimiento femenino, representados por Lucretia Mott, que se oponían al voto de las mujeres. 

La Declaración exigía la igualdad de derechos en diferentes ámbitos: en el matrimonio, en los salarios, ante la propiedad y en la custodia de los hijos. Durante los siguientes veinticinco años, las feministas norteamericanas lideradas por Cady Stanton consiguieron la mayor parte de sus reivindicaciones iniciales, y varios Estados de la Unión aprobaron leyes que reconocían a las mujeres casadas el derecho de propiedad, la custodia de los hijos y la libre disposición de sus bienes y salarios.

En 1850, Elizabeth conoció a la que sería su principal compañera política y amiga de por vida, Susan B. Anthony. Anthony, soltera por elección política, animó a Elizabeth a entregarse por entero a la actividad pública. 

La relación entre ellas fue vital para ambas, tanto en el terreno del intercambio intelectual como en el apoyo emocional que encontraron la una en la otra para afrontar las oposiciones sociales que provocaba su lucha. Juntas viajaron por todo el país dando conferencias, fundando organizaciones y animando a las mujeres norteamericanas a unirse a la causa feminista.

 Ésta, tras la Guerra de Secesión, se había separado completamente del movimiento abolicionista, ante la creciente hostilidad de los líderes antiesclavistas a prestar su apoyo al feminismo, cuya radicalización temían. Cady Stanton atacó vigorosamente esta "traición" de sus antiguos compañeros de lucha e interpeló al dirigente abolicionista Wendell Philips: "¿Cree usted que la raza africana está compuesta exclusivamente por hombres?". Sin embargo, sólo se concedió el voto a los varones negros. 

Desde este momento, el feminismo perdió uno de sus principales apoyos políticos y quedó debilitado, al tiempo que sus principales activistas concentraban sus reivindicaciones en la obtención del sufragio femenino, que consideraban el instrumento esencial para conseguir la ulterior igualdad de derechos para las mujeres.

En 1869, Cady Stanton y Anthony fundaron el National Women Sufrage Movement (Movimiento Nacional por el Sufragio de las Mujeres), cuyo objetivo era conseguir el voto sin luchas violentas. Ese mismo año, el Estado de Wyoming fue el primero en conceder el voto a las mujeres. 

La simbiosis entre Elizabeth y Susan B. Anthony funcionó perfectamente en la organización del Movimiento: la primera se encargaba de la redacción de escritos y de los problemas legales, mientras la segunda se ocupaba de la organización y administración. 

Entre 1868 y 1870 ambas editaron el periódico feminista The Revolution, dirigido especialmente a la consecución del voto y a la organización de las obreras neoyorkinas. 

El trabajo en el diario sirvió a Elizabeth para saciar sus antiguos deseos de trabajar como periodista, lo que le habían impedido sus continuas maternidades. Junto a la también sufragista Mathilda J. Gage, publicaron los tres primeros volúmenes de una Historia del Sufragio Femenino, que se completaría en seis volúmenes entre 1881 y 1922. Otra de sus principales actividades consistió en un intento de congraciar feminismo y cristianismo. 

Como mujeres cristianas que eran en su mayoría, las feministas liberales americanas, encabezadas por Cady Stanton, sintieron la necesidad de conocer los fundamentos bíblicos de la desigualdad entre los sexos y comenzaron a elaborar la Biblia de las Mujeres, un proyecto de años que consistió en la análisis, desde una perspectiva feminista, de los pasajes escriturarios en que aparecen mujeres.

Desde la década de 1870, el movimiento feminista volvió a ganar fuerza en Estados Unidos con motivo de su gran revitalización internacional. Cady Stanton y Anthony comenzaron a trabajar en la organización de un movimiento internacional de mujeres a partir de los contactos que entabló la primera con grupos feministas de Inglaterra y Francia durante un viaje a Europa en 1884. 

En 1888, coincidiendo con la conmemoración de los cuarenta años de la Declaración de Seneca Falls, se reunió una Conferencia internacional en Washington, a partir de la cual se creó un Consejo Internacional de Mujeres que encabezaron Cady Stanton y Anthony. 

Durante los cinco primeros años de su existencia, el Consejo fue un organismo netamente americano. Sólo a fines de los años noventa el movimiento comenzó a internacionalizarse con la creación de consejos en la mayor parte de los países de Europa.

Pese a su avanzada edad, Elizabeth Cady Stanton se mantuvo al frente del movimiento feminista estadounidense hasta casi el final de sus días. En 1898 publicó una apasionante autobiografía, Ochenta años y más, 1815-1897. Sin embargo, no consiguió ver el triunfo del sufragismo, pues hasta 1920 las mujeres no obtuvieron el reconocimiento de su derecho al voto en todos los Estados de la Unión.

Bibliografía.

ANDERSON, B.-ZINSSER, J. P.: Historia de las mujeres: una historia propia, vol. II, Barcelona, 1991.

BIBLIA DE LAS MUJERES, LA, Madrid: Cátedra, 1999.

EVANS, R. J.: Las feministas: los movimientos de emancipación de la mujer en Europa, América y Australasia, 1840-1920, Madrid, 1980.

FRAISSE, G.-PERROT, M.: Historia de las mujeres, IV. El siglo XIX, Barcelona, 1994.

Autor
Victoria Horrillo Ledesma

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