Nicaragua: “Oenegé” de Javier Meléndez Quiñónez facturó C$88 millones anuales

El bloqueo de Cuba: crimen y fracaso

¿Qué nos enseña una vez más las experiencias históricas sobre la «guerra popular prolongada» maoísta y el «foco» guevarista?

Soldados sandinistas controlando tras tomar Sapoa (Frontera con Costa Rica)

«Para el lector que no conoce bien estas teorías, expliquémoslas resumidamente.

Foquismo:

¿Qué fenómenos se pueden observar en el famoso foquismo? 

Ya mencionados anteriormente; recapitulemos: 


1) no se toma en cuenta las condiciones objetivas ni subjetivas para el desencadenamiento de la toma de poder;

 2) la repetición de la tesis anarquista de que «la historia la hacen los héroes»; 

3) se incita a la pasividad de las masas, que deben esperar a las prácticas terroristas de estos «grupos de héroes», para que la masa, la «muchedumbre» no sufra las consecuencias de la contrarrevolución; 

4) niega al proletariado como clase de vanguardia, fundiéndolo con la llamada masa, ya que tampoco le encuentran como a otras clases sociales, potencial para iniciar la revolución, a diferencia de los llamados «héroes» de distintas clases sociales que conforman la guerrilla; 

5) relega a la ciudad a ser en la práctica mero espectador de los acontecimientos o en el mejor de los casos el furgón de cola de los acontecimientos de pugna por el poder, que se desarrollarían según el guevarismo en zonas más favorables para la guerrilla como la montaña, la selva o el campo.

Con estas tesis se ha causado una larga lista de estrepitosos fracasos en Latinoamérica durante los 60 y 70. Ejemplo de grupos armados que se fijaron a la hora de actuar en la revolución cubana de 1959 y sus métodos antimarxistas: las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional en Venezuela, el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros en Uruguay, el Ejército Revolucionario del Pueblo en Argentina, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria en Chile. 

Todos ellos tuvieron una fuerte inspiración en las tesis guerrilleras de Castro-Guevara, todos ellos crearon guerrillas de diversa índole, algunos apoyándose en el campo, otros queriendo adaptar las tesis de Guevara a la ciudad, algunos apoyándose en partidos detrás de la guerrilla, otros sin ellos, eso ya respondía a ciertas particularidades pero todos tenían un nexo común: el revisionismo cubano y en especial el guevarismo. 

Desmontemos el rasgo principal característico del foquismo: su aventurismo y el voluntarismo.

Lenin, explicaba así las condiciones objetivas –que no dependen de la voluntad de las personas– y subjetivas –las que si dependen de la voluntad de las personas– que se tienen que dar para que una situación revolucionaria desemboque en una revolución:

«A un marxista no le cabe duda de que la revolución es imposible sin una situación revolucionaria; además, no toda situación revolucionaria desemboca en una revolución. 

¿Cuáles son, en términos generales, los síntomas distintivos de una situación revolucionaria? Seguramente no incurrimos en error si señalamos estos tres síntomas principales: 

1) La imposibilidad para las clases dominantes de mantener inmutable su dominación; tal o cual crisis de las «alturas», una crisis en la política de la clase dominante que abre una grieta por la que irrumpen el descontento y la indignación de las clases oprimidas. 

Para que estalle la revolución no suele bastar con que «los de abajo no quieran», sino que hace falta, además, que «los de arriba no puedan» seguir viviendo como hasta entonces. 

2) Una agravación, fuera de lo común, de la miseria y de los sufrimientos de las clases oprimidas. 

3) Una intensificación considerable, por estas causas, de la actividad de las masas, que en tiempos de «paz» se dejan expoliar tranquilamente, pero que en épocas turbulentas son empujadas, tanto por toda la situación de crisis, como por los mismos «de arriba», a una acción histórica independiente». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La bancarrota de la II Internacional, 1915)

Y añadía:

«Sin estos cambios objetivos, no sólo independientes de la voluntad de los distintos grupos y partidos, sino también de la voluntad de las diferentes clases, la revolución es, por regla general, imposible. 

El conjunto de estos cambios objetivos es precisamente lo que se denomina situación revolucionaria. 

Esta situación se dio en 1905 en Rusia y en todas las épocas revolucionarias en Occidente; pero también existió en la década del 60 del siglo pasado en Alemania, en 1859-1861 y en 1879-1880 en Rusia, a pesar de lo cual no hubo revolución en esos casos. 

¿Por qué? Porque no toda situación revolucionaria origina una revolución, sino tan sólo la situación en que a los cambios objetivos arriba enumerados se agrega un cambio subjetivo, a saber: la capacidad de la clase revolucionaria de llevar a cabo acciones revolucionarias de masas lo suficiente fuertes para romper –o quebrantar– el viejo gobierno, que nunca, ni siquiera en las épocas de crisis, «caerá» si no se le «hace caer». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La bancarrota de la II Internacional, 1915)

Esto es algo, a lo que se han apegado todos los marxista-leninistas a la hora de aplicar la lucha de clases que es el motor de la historia, eso incluye, que dentro de esta lucha de clases se de por supuesto la toma de poder, que es el derrocamiento de una clase por otra en el Estado:

«¿Cuál debería ser la relación entre el factor subjetivo y el factor objetivo en la lucha de clases? 

El partido debe seguir una política revolucionaria en una lucha de clases construida sobre la base de su profundo conocimiento y aplicación de las leyes y las condiciones objetivas de esta lucha, debemos educar a las masas en una elevada conciencia socialista debemos preparar y organizar la lucha de clases en el nivel más alto posible, debemos librar la lucha con métodos revolucionarios, siempre junto con las masas, y mediante la autoridad de nuestro liderazgo aplicar sobre la base de las leyes y las condiciones objetivas. 

Cualquier soporte y acto no conforme con las leyes y condiciones objetivas derivarán inevitablemente, en actos de terrorismo o aventurerismo, en confusión o miedo, hay que tener siempre presente que la pérdida del rumbo en la lucha, la pasividad, o peor aún, la capitulación frente a la presión de los enemigos o las dificultades impuestas por las condiciones naturales de ese momento y sus directos obstáculos, son golpes mortales a la revolución, porque la derrota en la lucha de clases y la revolución, hacen posible que las fuerzas reaccionarias imperialistas, y el revisionismo ganen esta lucha a muerte. 

Para evitar este aciago desenlace en la política de la lucha de clase, el liderazgo que abandera a ésta se debe elevar sobre la base científica de las leyes y las condiciones objetivas, deberá plantear la visión revolucionaria de futuro ante sus militantes con gran determinación y coraje, sabiendo maniobrar con la habilidad y la madurez del proletariado, manteniendo siempre la iniciativa en la lucha, esto es lo único que puede conducir a la victoria sobre los enemigos de clase y viejos reaccionarios de todo pelaje. 

La lucha de clases es una lucha a vida o muerte entre el socialismo y el capitalismo, y, como tal, se libra de manera objetiva y con fiereza durante todo el período de transición al comunismo». (Nexhmije Hoxha; Algunas cuestiones fundamentales de la política revolucionaria del Partido del Trabajo de Albania sobre el desarrollo de la lucha de clases, 27 de junio de 1977)

Pero en cambio, Guevara y sus futuros discípulos rompían con esta concepción marxista-leninista, y a la hora de crear su teoría del «foco» defiende que el foco guerrillero aislado, creado por un puñado de guerrilleros aventureros, puede crear una «chispa que incendie el prado» y produzca por tanto una reacción general de toda la población trabajadora, o sea puede estimular las condiciones objetivas pese a que estas no dependen de las voluntad de los propios guerrilleros:

«No siempre hay que esperar a que se den todas las condiciones para la revolución; el foco insurreccional puede crearlas». (Ernesto «Che» Guevara; La guerra de guerrillas, 1960)

Los resultados de intentar crear estos focos que permitieran revertir la situación, se pueden ver en las aventuras que ya hemos citado. Hay que decir que esta visión subjetivista y voluntarista se refleja en todo el pensamiento de Guevara, y no solo dentro del ámbito militar.

«Guerra popular prolongada»:

¿Qué fenómenos se pueden observar en la famosa «GPP»? 

1) se relega a la ciudad a ser en la práctica mero espectador de los acontecimientos o en el mejor de los casos el furgón de cola de los acontecimientos de pugna por el poder, que se desarrollarían según el maoísmo en zonas más favorables para la guerrilla como la montaña, la selva o el campo, a esto se suma la visión de que el «cerco de las ciudades desde el campo» también tiene que ser a escala universal, que la revolución transitara de los países agro-industriales a los países desarrollados; 

2) la guerrilla controla toda la actividad política, económica y cultural de las regiones liberadas inclusive por encima del partido –si es que se ha llegado a crear–; 

3), se apela que en sus movimientos defensivos iniciales, las masas se sumen a la revolución a partir de sus acciones, esperando que este destacamento de «héroes» guerrilleros cree la chispa que «prenda toda la pradera» y haga participar a toda la población con sus acciones; 

4) se nota el carácter putschista de la toma de poder en que un destacamento armado actúa unilateralmente en una zona, el campo; 

5) se niegan las condiciones objetivas y subjetivas de cada revolución imponiendo el dogma de que la revolución será larga y prolongada; se niega que según el desarrollo particular de la revolución en cada país esta puede ser una acción súbita y rápida o una pugna prolongada.

Con estas tesis y pese a que algunos la han colmado de teoría «infalible» y «superior» a la visión estratégico-militar del marxismo-leninismo, lo cierto es que a estas alturas ha cosechado una larga lista de estrepitosos fracasos en: la India, Perú, Filipinas, Nepal, Turquía y un largo etc.

Refutemos el principal rasgo de la «guerra popular prolongada»; su visión pequeño burguesa sobre las fuerzas motrices de la revolución y el donde debe actuar esta:

«El campo, y sólo el campo, es la vasta zona donde los revolucionarios pueden marchar hacia la victoria final. Es por ello que la teoría del camarada Mao Zedong sobre la creación de bases revolucionarias en las zonas rurales y la utilización del campo para rodear las ciudades ejerce una fuerza de atracción cada vez mayor sobre los pueblos de esas zonas. (...) 

De modo, pues, que la revolución mundial de nuestros días también presenta, en cierto sentido, una situación en que las ciudades se ven rodeadas por el campo. La causa de la revolución mundial dependerá, en fin de cuentas, de la lucha revolucionaria de los pueblos de Asia, África y América Latina, que representan la mayoría abrumadora de la población mundial». (Lin Biao; ¡Viva el triunfo de la guerra popular!, 1965)

Esta afirmación rezuma subjetivismo y metafísica, y es por tanto muy fácil de desmontar:

«Las revoluciones maduran en la situación misma, en tanto que su victoria o su derrota dependen, de la situación y del papel del factor subjetivo. 

Este factor no puede representarlo un solo grupo, por más consciente que sea de la necesidad de la revolución. La revolución es obra de las masas. Sin su convencimiento, preparación, movilización y organización, ninguna revolución podrá triunfar. 

El factor subjetivo no se prepara únicamente mediante las acciones de un «foco» guerrillero, ni tampoco tan sólo con agitación y propaganda. Para ello, como nos enseña Lenin y la vida misma, es indispensable que las masas se convenzan a través de su experiencia práctica. 

El concepto sobre el papel decisivo de la minoría armada va acompañado también de los puntos de vista de que la lucha debe desarrollarse únicamente en el campo o sólo en la ciudad, de que se debe atener únicamente a la lucha armada y a la actividad clandestina. 

Ha adquirido también una amplia difusión la tesis trotskista que considera la revolución como un acto repentino y la huelga general política como la única forma de llevarla a cabo.

 El orientarse por la lucha armada no significa en lo más mínimo renunciar a todas las demás formas de lucha, no quiere decir concentrarse en el campo y abandonar la lucha en la ciudad viceversa, tampoco significa proponerse conseguir el objetivo final –la toma del poder– abandonando la «lucha pequeña» por las reivindicaciones inmediatas, económicas, políticas y sociales de los trabajadores, no quiere decir velar sólo por la organización de las fuerzas armadas y descuidar el trabajo entre las masas y dentro de sus organizaciones, trabajar y luchar únicamente en la clandestinidad y renunciar a aprovechar las posibilidades de actividad legal y semilegal etc. Preparar la revolución no es cuestión de un día es una labor multilateral y compleja. 

Para ello se ha de trabajar y luchar en todas las direcciones y con todas las formas, combinándolas correctamente y cambiándolas a tenor de los cambios de la situación, pero siempre supeditándolas al logro del objetivo final». (Enver Hoxha; Informe en el VIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1971)

¿Era por tanto muy diferente la «guerra popular prolongada» a la teoría guevarista del «foco»? 

En absoluto, aunque teóricamente la teoría de la «guerra popular prolongada» fue plasmada en ciertos escritos con una mayor ortodoxia con dosis del clásico lenguaje marxista, intentando respetar que la guerrilla fuera comandada por un partido o respetando las condiciones objetivas para desatar la acción militar, en realidad eran frases vacías que no se cumplirían en las guerrillas maoístas y que ni siquiera se cumplieron en el propio Partido Comunista de China en su día: ¡pero la propaganda es la propaganda!

En el caso de los guerrilleros nicaragüenses del FSLN de los años 60, se crearon guerrillas sin el mando de un partido detrás y sin una unidad ideológica y organizativa, algo que ya demostraría que el FSLN nunca luchó sobre la base del marxista-leninismo. 

No obstante, nos interesa analizar varios factores para entender el caso nicaragüense: si observamos detenidamente, tanto la propia teoría del «foco», como la «guerra popular prolongada», que es la siguiente teoría que se incrustaría en el pensamiento militar del FSLN, coinciden en varios puntos. Relataremos solo tres para abreviar.

1) Primer punto de coincidencia; veremos que tanto el «Che» Guevara como Mao Zedong ignoraron totalmente el papel de la clase obrera en la revolución. El «Che» Guevara en sus trabajos donde explica su teoría dice:

«Si en un momento dado, en la guerra de guerrillas, se llega al acoso de las ciudades, a penetrar de tal manera el campo circundante, que puedan establecerse, en condiciones de cierta seguridad, será necesario darles a éstas una educación especial o, mejor dicho, una organización especial». (Ernesto «Che» Guevara; La guerra de guerrillas, 1960)

¡Lean eso, si las guerrillas campesinas llegasen a la ciudad, podría ser, que el movimiento revolucionario de los obreros fuera activo allí en las ciudades!:

«Su integración numérica no debe pasar de cuatro o cinco hombres. Es importante la limitación del número, porque la guerrilla suburbana debe ser considerada como situada en terrenos excepcionalmente desfavorables, donde la vigilancia del enemigo será mucho mayor y las posibilidades de represalias aumentan enormemente así como las de una delación. (...) 

Nunca se realizarán hechos armados sino por sorpresa sobre uno o dos miembros de la tropa enemiga o su servicio de confidentes, centralizando la acción en el sabotaje ordenado». (Ernesto «Che» Guevara; La guerra de guerrillas, 1960)

Esto se relaciona con el mismo rol que le daban los revisionistas chinos a su estrategia militar:

«El camarada Mao Zedong señaló también que las vastas áreas rurales habitadas por las grandes masas de campesinos son indispensables, que son posiciones vitales de la revolución china –donde el pueblo revolucionario puede rodear las ciudades–. (...)

 El trabajo en el campo debe desempeñar el papel principal en el movimiento revolucionario chino, mientras que el trabajo en la ciudad debe desempeñar un papel de segundo orden». (Partido Comunista de China; Resoluciones sobre algunas cuestiones de la historia del partido, 20 de abril de 1945)

Con razón los marxista-leninistas albaneses criticaban tanto las teorías sobre el levantamiento armado guevaristas como las maoístas, anarquistas, y otras corrientes antimarxistas, ya que en ocasiones estas teorías y conceptos sobre la lucha armada iban interconectados entre estas corrientes, o una desviación de una corriente –solo trabajo en el campo– a veces solo era la opuesta de la otra corriente –solo trabajo en la ciudad–:

«Las enseñanzas que se derivan de la experiencia de la estrecha vinculación de la lucha armada del pueblo en la ciudad y en el campo, sin menospreciar a ninguno de ellos, son de gran valor en la actualidad. 

Esta experiencia rechaza tanto las prédicas maoístas sobre el «cerco de la ciudad por el campo» que suponen dejar a un lado el papel de la clase obrera y las masas trabajadoras de la ciudad, como las prácticas de los diversos grupos de extrema izquierda y anarquistas que reducen la lucha armada a algunas esporádicas y a menudo aventureras acciones aisladas en las ciudades». (Simon Ballabani; Las enseñanzas del partido y del camarada Enver Hoxha sobre la liberación del país y la defensa de la patria socialista, 1983)

2) Segundo factor de coincidencia: como todos sabemos, en el foquismo del revisionismo cubano se reedita el concepto del revisionismo chino de que siempre la toma de poder será a partir no de una insurrección armada de las masas populares que tome contacto con la ciudad como con el campo, sino de una guerra de guerrillas meramente campesina que se mantendrá en una posición inicial defensiva, mientras que el resto de las masas, e inclusive los elementos de la ciudad son presentados como espectadores o como mucho auxiliares del campo y sólo pueden actuar bajo ciertos límites: es el viejo concepto maoísta de que «el campo cerca a las ciudades». Iósif Stalin, ya refutó el mito de la superioridad de esta teoría revisionista china, que algunos denominarían después «guerra popular prolongada», y que algunos pseudomarxistas calificarían incluso de aporte al marxismo-leninismo en cuanto a estrategia militar.

 Estemos atentos paso a paso a la crítica de Stalin a tal concepto:

Uno: Señalando la diferencia primero entre una guerra de guerrillas –también llamada guerra partisana–, y una lucha armada en todo su sentido, que incluyera guerra de guerrillas de campesinos en el campo, montaña o monte y levantamientos de obreros, es decir en ciudad y campo a la vez. Y la consiguiente limitación de la primera a marcos más estrechos:

«Stalin: Con respecto a la lucha armada, debe decirse que los chinos no hablan de la lucha armada.

 Ellos hablan de la revolución armada. 

Ellos la ven como una guerra partisana con regiones liberadas y con un ejército de liberación. Esto significa que es necesario hablar de una revolución armada y de una guerra partisana, más no de una lucha armada. La expresión «lucha armada» fue mencionada primeramente en el diario Kominform. 

La lucha armada significa más que una guerra partisana, significa la combinación de guerra partisana del campesinado con las sublevaciones y huelgas generales de los obreros. 

En su escala, la guerra partisana es más estrecha que una lucha armada». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Grabación de las Discusiones de Iósif Stalin con los Representantes del Comité Central del Partido Comunista de la India, Camaradas Rao, Dange, Ghosh y Punniaiah, 9 de Febrero de 1951)

Dos: señalando las desventajas e inconsistencia de una guerra de guerrillas sino es asistida por un Estado vecino amigo:

«Stalin: ¿Qué es una región partisana liberada? Es enteramente una isla en el Estado. No existen bases en ésta región. Puede ser rodeada, bloqueada. 

No tiene bases sobre las cuales apoyarse. (...) Cada comunista en un país donde los campesinos constituyen entre un 80 a un 90% de la población; está obligado a aplicar este método [la guerra de guerrillas - Anotación de Bitácora (M-L)] en su arsenal de sus luchas. 

Esto es indiscutible pero también a partir de esta experiencia de los camaradas chinos, se deduce que las guerrillas partisana de las regiones liberadas presentan grandes desventajas. Estas desventajas son que las regiones partidistas son islas que siempre están expuestas a un bloqueo. 

Es posible romper este anillo victoriosamente solamente creando una base estable, ligada y apoyada a Estados amigos vecinos; cambiado este Estado en la propia base estable. 

Los chinos tomaron este paso sensible de asentarse en Manchuria. Si no hubiesen hecho esto no sé como habrían terminado las cosas. 

En la guerra partisana, uno no tiene la fortaleza suficiente para alcanzar la victoria. La guerra partisana conlleva a una victoria sin fallos solamente si se basa en lazos con Estado vecinos amigable. 

Es altamente característico que hasta que los camaradas chinos alcanzaron Manchuria, no deseaban atacar, temiendo que fueran cercados; fue sólo hasta después de esta situación que comenzaron a planificar su avance y comenzaron a obtener victorias en contra de las tropas de Chiang Kai-shek. 

Necesitamos considerar estas desventajas de las guerras partisanas». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Grabación de las Discusiones de Iósif Stalin con los Representantes del Comité Central del Partido Comunista de la India, Camaradas Rao, Dange, Ghosh y Punniaiah, 9 de Febrero de 1951)

Tres: señalando que con la más que obvia inconexión con la ciudad de la teoría maoísta de toma de poder, Iósif Stalin recomendaba a los comunistas indios, que a diferencia de la guerra de guerrillas campesinas del revisionista Mao Zedong, desarrollaran lazos entre los campesinos y los obreros, entre la ciudad y el campo, desarrollando no una simple lucha de guerra de guerrillas en la que tomaran parte los campesinos, sino una lucha armada completa, una insurrección armada en todo su esplendor desarrollada en el campo y la ciudad:

«Stalin: Ustedes tendrán tales regiones y posiblemente también tal ejército pero esto es insuficiente para obtener la victoria. Necesita combinar la guerra partidista con las acciones revolucionarias de los obreros. Sin ello, la guerra partisana por sí sola no tendrá éxito. 

Si los camaradas indios pueden organizar seriamente huelgas generales de los trabajadores ferroviarios, eso paralizará la vida del país y el gobierno y podría probarse como una ayuda enorme para la guerra partisana. 

Tomen al campesino, por ejemplo; y díganle ésta es tu guerra partisana y tienes que lucharla. Entonces, el campesino preguntará: ¿por qué debe esta lucha agotadora recaer solo en mí? ¿Qué harán los obreros? Él no estará de acuerdo en que debe tomar solo todo el peso de la revolución. Él es lo suficientemente inteligente. 

Él está consciente y sabe que todo lo malo proviene de las ciudades, de los impuestos, etc. Él querrá un aliado en la ciudad. (...) El camino chino fue bueno para China pero no es suficiente para la India donde es necesario combinar la lucha proletaria en las ciudades con la lucha de los campesinos. (...) 

Mao Zedong hubiese estado feliz si los obreros ferroviarios hubiesen realizado una huelga laboral y Chiang Kai-shek hubiese sido privado de la posibilidad de recibir proyectiles pero hubo una ausencia en las relaciones con los trabajadores: fue una necesidad dolorosa más no ideal. Sería ideal si ustedes se esforzaran por lograr lo que no pudieron hacer los chinos: unir la guerra de los campesinos con la lucha de la clase obrera.

Dange: Casi cambiamos la teoría de la guerra partisana en una teoría que no requiere de la participación de la clase obrera.

Stalin: Si Mao Zedong se enterase de esto, los maldeciría. (Risas)». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Grabación de las Discusiones de Iósif Stalin con los Representantes del Comité Central del Partido Comunista de la India, Camaradas Rao, Dange, Ghosh y Punniaiah, 9 de Febrero de 1951)

3) Tercer factor de coincidencia; es obvio, que hay una grandísima diferencia entre el concepto marxista-leninista de guerra de guerrillas y el concepto guevarista, anarquista o maoísta de guerra de guerrillas.

 En el concepto marxista-leninista siempre dicha guerrilla sería ordenada por un partido, y la estrategia de la guerra de guerrillas sería una opción más de lucha en los momentos de la insurrección armada que combina acciones en el campo y la ciudad, y siempre que sea posible a la ofensiva desde un inicio; en el concepto revisionista, la estrategia de la guerra de guerrillas es el único método en sí para la toma de poder, no parte de otra posibilidad en cuanto a métodos de lucha, dicha guerrilla no tiene relación apenas con la ciudad, y parte siempre de guardar una posición inicial defensiva y pasiva.

 Esto es otro de los hechos que demuestran que ni chinos ni cubanos se basaron en las «leyes generales de la revolución proletaria»:

«Ahora bien, la insurrección es un arte, lo mismo que la guerra o que cualquier otro arte. Está sometida a ciertas reglas que, si no se observan, dan al traste con el partido que las desdeña. 

Estas reglas, lógica deducción de la naturaleza de los partidos y de las circunstancias con que uno ha de tratar en cada caso, son tan claras y simples que la breve experiencia de 1848 las ha dado a conocer de sobra a los alemanes. La primera es que jamás se debe jugar a la insurrección a menos que se esté completamente preparada para afrontar las consecuencias del juego.

 La insurrección es una ecuación con magnitudes muy indeterminadas cuyo valor puede cambiar cada día; las fuerzas opuestas tienen todas las ventajas de organización, disciplina y autoridad habitual; si no se les puede oponer fuerzas superiores, uno será derrotado y aniquilado. 

La segunda es que, una vez comenzada la insurrección, hay que obrar con la mayor decisión y pasar a la ofensiva.

La defensiva es la muerte de todo alzamiento armado, que está perdido antes aún de medir las fuerzas con el enemigo. 

Hay que atacar por sorpresa al enemigo mientras sus fuerzas aún están dispersas y preparar nuevos éxitos, aunque pequeños, pero diarios; mantener en alto la moral que el primer éxito proporcione; atraer a los elementos vacilantes que siempre se ponen del lado que ofrece más seguridad; obligar al enemigo a retroceder antes de que pueda reunir fuerzas; en suma, hay que obrar según las palabras de Danton, el maestro más grande de la política revolucionaria que se ha conocido: de l'audace, de l'audace, encore de l'audace!». (Friedrich Engels; Revolución y contrarrevolución en Alemania, 1852)

Por ende, la estrategia con movimientos estáticos, previsibles y defensivos –como el guevarismo y del maoísmo–, es opuesta al concepto de insurrección del marxismo y sus estrategias para la toma de poder, puesto que da tiempo al Estado burgués a reorganizarse rápidamente y acabar con los diferentes focos de guerrillas defensivas que están fácilmente localizados y mantienen una actitud pasiva:

«Al inicio, hay un grupo más o menos armado, más o menos homogéneo, que se dedica casi exclusivamente a esconderse en los lugares más agrestes, más intrincados, manteniéndose en escaso contacto con los campesinos.

 Da algún golpe afortunado, crece entonces su fama y algunos campesinos desposeídos de sus tierras o en lucha por conservarlas y jóvenes idealistas de otras clases van a engrosarla; adquiere mayor audacia para andar por lugares habitados, mayor contacto con la gente de la zona; repite algunos ataques, huyendo siempre después de darlos; de pronto sostiene un combate con alguna columna y destroza su vanguardia; sigue incorporando hombres, ha aumentado en número, pero su organización permanece exactamente igual, sólo que disminuyen las precauciones y se aventura sobre zonas más pobladas». (Ernesto «Che» Guevara; La guerra de guerrillas, 1960)

Es aceptable, como decimos, que la guerra de guerrillas forme parte de la insurrección armada en algunos momentos e incluso siendo una forma imprescindible según la etapa de la revolución:

«La lucha de guerrillas es una forma inevitable de lucha en un momento en que el movimiento de masas ha llegado ya realmente a la insurrección y en que se producen intervalos más o menos considerables entre «grandes batallas» de la guerra civil». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Guerra de guerrillas, 1906)

Pero volvemos a insistir, para el marxismo-leninismo la guerra de guerrillas forma parte de la lucha armada generalizada, y no es el único método de lucha dentro de la insurrección; por otro lado, como ya hemos visto, el marxismo-leninismo se diferencia del aventurismo al que se abraza el guevarismo:

«Para poder triunfar, la insurrección debe apoyarse no en una conjuración, no en un partido, sino en la clase más avanzada. Esto en primer lugar.

 La insurrección debe apoyarse en el auge revolucionario del pueblo. Esto en segundo lugar. La insurrección debe apoyarse en aquel momento de viraje en la historia de la revolución ascensional en que la actividad de la vanguardia del pueblo sea mayor, en que mayores sean las vacilaciones en las filas de los enemigos y en las filas de los amigos débiles, a medias, indecisos, de la revolución.

Esto en tercer lugar. Estas tres condiciones, previas al planteamiento del problema de la insurrección, son las que precisamente diferencian el marxismo del blanquismo». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Marxismo e insurrección, 1917)

Sin embargo, el guevarismo, como ya vimos en una anotación anterior, cree poder romper con estas tres condiciones; y es lo que le convierte en una doctrina aventurera, putschista:

«La insurrección armada revolucionaria no tiene nada en común con los putschs militares. La primera tiene por objetivo lograr cambios políticos radicales; destruir el viejo régimen desde sus cimientos. Los segundos no conducen ni pueden conducir al derrocamiento del régimen de opresión y explotación o a la liquidación de la dominación imperialista. La insurrección armada se basa en el apoyo de las amplias masas populares, mientras que el putsch es expresión de la desconfianza en las masas, de la separación de ellas. Las tendencias putschistas en la política y en la actividad de un partido que se hace llamar partido de la clase obrera constituyen una desviación del marxismo-leninismo.

 De acuerdo con las condiciones concretas de un país y con la situación en general, la insurrección armada puede ser un estallido repentino o un proceso revolucionario más largo, pero no sin fin y sin perspectiva (...) Ateniéndose sin vacilar a las enseñanzas del marxismo-leninismo sobre la revolución violenta como ley general, el partido revolucionario de la clase obrera es resuelto adversario del aventurerismo y jamás juega con la insurrección armada.

 Desarrolla sin cesar pues, en todas las condiciones y circunstancias, diversas formas de lucha y actividad revolucionarias a fin de prepararse a sí mismo y preparar a las masas para las batallas decisivas en la revolución, para poner fin a la dominación de la burguesía mediante la violencia revolucionaria.

Pero, sólo cuando la situación revolucionaria está por completo madura, pone directamente la insurrección armada al orden del día y adopta todas las medidas políticas, ideológicas, organizativas y militares para llevarla a la victoria». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)

Los movimientos guevaristas-maoístas, sin embargo, no toman en cuenta las situaciones y exigencias que hemos visto; y que Engels y Lenin calificaban de imprescindibles para «no jugar a la insurrección armada». Estos factores se tradujeron en negar la hegemonía del proletaria en la lucha armada y la toma de poder, en montar «focos» de guerrillas «sin ton ni son», sin tener en cuenta las condiciones objetivas y subjetivas existentes, en abandonar las ciudades prácticamente a su suerte para basarse solo en el campo, y en ocasiones realizar acciones armadas puntuales con un abuso de la figura del atentado cuando veían que por todo lo hecho anteriormente no hacían avanzar al conflicto; esto resultaría en el desprestigio del nombre del comunismo ante las masas, y sería la marca común tanto de guerrillas guevaristas como maoístas en América y en el mundo. 

Por ende los pretendidos «marxista-leninistas» que hoy día reclaman que: o bien la «guerra popular prolongada» o bien el «foquismo» son la teoría estratégica-militar del proletariado, no puede más que causarnos una «jarta» de risa. 

E incluso algunos que pseudoargumentan que una u otra teoría estratégico-militar es la correcta porque es la que está en boga en tal país, tal región o a nivel mundial, están eso: pseudoargumentando, pues no consideran la validez de una doctrina estratégico-militar a partir del prisma científico de su teoría y de su corroboración práctica, sino de lo «mainstream» que llegue a ser; si siguiéramos este modo de pensar habría sido cuanto menos gracioso ver a los marxistas del siglo XIX y principios del XX plegándose a la huelga economicista o al pistolerismo anarquista como presuntos métodos para crear la «quiebra del Estado capitalista y acceder a la toma de poder» porque eran «populares» y teóricamente eso demostraba su justeza, ¡véase que estupideces se manejan!

Los marxista-leninistas albaneses sabían en los 80 que desligarse de estas concepciones era un requisito indispensable para que los marxista-leninistas latinoamericanos tuvieran una correcta comprensión de la lucha de clases y la cuestión de la toma de poder; y como vemos ni el «foco» guevarista inicial del FSLN, ni la «guerra popular prolongada» maoísta del FSLN (GPP), ni las tendencias aventuristas sobre todo del FSLN (Tercerista) y en menor media el FSLN (Proletaria) tenían nada que ver con la lucha de clases, el uso de la violencia, y la toma de poder de la teoría y práctica marxista-leninista:

«El partido y el camarada Enver Hoxha han puesto particular atención a la más alta forma de violencia revolucionaria; el levantamiento armado, que ocupa un fenómeno importante en nuestro tiempo. No fue por casualidad que el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania de 1981 enfatizó en la actitud que los marxista-leninistas deben tomar hacia ella.

 Ellos nunca deben jugar al levantamiento armado, sino que deben partir del hecho que tal levantamiento armado solo debe ser puesto en el primer orden del día cuando las condiciones estén completamente maduras. 

El tratamiento marxista-leninista de este problema ayuda a combatir ambas actitudes tanto las nihilistas, como las que están basadas en un aventurismo pequeño burgués. Solo al tratarse bajo esa luz podemos darnos cuenta de los daños que han causado los puntos de vista maoísta sobre el «cerco desde campo a la ciudad» y el concepto de levantamiento armado como un proceso sin fin y sin perspectivas o las teorías pseudomarxistas que niegan el rol decisivo de las masas populares en la lucha y el liderazgo del partido marxista-leninista. 

Las tesis de nuestro partido, que consideran la estrecha vinculación de la lucha entre la ciudad y el campo bajo el liderazgo de la clase obrera y su partido revolucionario como la base del levantamiento armado refuta la teoría revisionista china que considera el campo como la única base para el levantamiento armado, mientras deja de lado la ciudad a la cual considera como el bastión de la reacción burguesa».

 (Stefanaq Pollo; La defensa y desarrollo de la teoría marxista-leninista de la revolución por el Partido del Trabajo de Albania, 1983) 

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