PL - Estados Unidos perdió el rastro de más de 200 mil armas destinadas a las fuerzas de seguridad afganas, las cuales pueden haber caído en manos de milicias talibanes, corroboró una auditoría publicada hoy.
Desde 2004, el Pentágono envió miles de fusiles AK-47, ametralladoras, lanzagranadas y otro armamento a las fuerzas afganas por un valor de 626 millones de dólares.
De las más de 474 mil armas con números de serie registrados en bases de datos, cerca de 204 mil, aproximadamente el 43 por ciento, se encuentran en paradero desconocido o con información duplicada, precisaron las conclusiones de un informe del Inspector General Especial para la Reconstrucción de Afganistán.
La pesquisa reveló asimismo que Washington envió a la nación asiática más armas de las que ahora necesita el Ejército, debido a que funcionarios afganos alteraron las solicitudes.
Advirtió además sobre el peligro de que el exceso de armas pueda agravarse, debido a que las fuerzas de seguridad afganas planean reducirse de 532 mil miembros a unos 228 mil en 2017, de acuerdo con estimaciones de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
La auditoría exhortó al Pentágono a colaborar con Kabul en un inventario completo de todo el armamento liviano entregado, mientras recomendó a ambos gobiernos recuperar los excedentes y aminorar los envíos cuando se reduzca el número de efectivos afganos.
Según informes oficiales, desde que Washington inició la guerra contra Afganistán en octubre de 2001, más de dos mil 170 militares norteamericanos murieron y otros 19 mil 600 resultaron heridos en la contienda, mientras el costo total de las operaciones rebasa el billón de dólares.
La OTAN debe retirar su misión en Afganistán en diciembre de este año, mientras quedan asuntos importantes por resolver, en particular, las tareas que cumplirán los cerca de 10 mil soldados y oficiales que el Pentágono planifica dejar en ese país después de esa fecha.
La falta de control sobre un importante cargamento de armas impulsó recientemente un agudo debate en Estados Unidos, tras revelarse detalles de la conocida como Rápido y Furioso.
La operación encubierta organizada por la Agencia de Alcohol, Tabaco y Armas (ATF, por sus siglas en inglés), permitió que miles de fusiles, ametralladoras y otras armas pasaran de contrabando la frontera con México, para rastrear su uso.
Sin embargo, dos mil armas adquiridas por organizaciones criminales mexicanas fueron introducidas en esa nación bajo conocimiento de la ATF.
Dos de ellas, ocupadas en el sur de Arizona, estuvieron involucradas en el asesinato de un agente de la Patrulla Fronteriza estadounidense, hecho que destapó el escándalo a principios de 2011.
