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Transnistria: el conflicto en el seno de Europa que todos ignoran.


Transnistria, un territorio que experimenta una compleja dinámica de conflicto separatista con Moldavia, vuelve a estar en la escena después de la crisis ucraniana y los consecuentes juegos geopolíticos de actores como Rusia y la Unión Europea. Ahora las máximas autoridades moldavas y los propios europeos están en alerta.
Nos referimos a un caso secesionista en el que cuestiones principales como el reconocimiento de soberanía, conceptos de Estado, democracia, derechos humanos, y principios de la economía de mercado, son los factores que prevalecen e intrincan a este conflicto, instalado durante largos años bajo el carácter de “adormecido”, en el campo de las relaciones internacionales.

Ocupando una superficie de alrededor de 4163km2 y teniendo su ciudad capital llamada Tiraspol, es reconocida internacionalmente como parte de la República de Moldavia. Cuenta con su República de sistema presidencialista, con su propio Gobierno, Parlamento y moneda, adoptando también su propia Constitución y bandera.

Por ello, los únicos en reconocerlo como régimen legítimo y autónomo son otra zonas separatistas como Nagorno – Karabaj, Abjasia y Osetia del Sur.

Una historia soviética

Es oportuno situarnos en una etapa de la historia; hacia 1989, en el marco de la Perestroika y antes del colapso de la Unión Soviética y de la declaración de independencia moldava, la entonces República Socialista de Moldavia retornó el idioma rumano como lengua oficial del país, emprendiendo negociaciones para la reunificación con Rumania.

Esto provocó las primeras fricciones que desembocaron la declaración unilateral de independencia por parte de los transnistrios, proclamando en Septiembre de 1990 la República Moldava de Transniéster. 

Las autoridades del país no aceptaron estos emprendimientos de aires autónomos e introdujeron sus tropas en la república secesionista para recuperar el control de la región, desencadenando en 1992 una guerra civil de cuatro meses. 

Como resultado, Transnistria se convirtió en un territorio fuera del control del Gobierno moldavo, adquiriendo todos los atributos de su institucionalización, pero bajo el carácter de facto.

Si bien el enfrentamiento fue de corta duración, no deja de ser un conflicto armado que arrojó un elevado número de víctimas mortales, razón por el cual finalizó con la negociación de un alto fuego entre los moldavos, transnistrios, rusos y ucranianos.

Tropas rusas todavía siguen estando presentes en el territorio con alrededor de 2000 efectivos. Consecuentemente, la Federación de Rusia comienza adquirir el rasgo de actor importante para el conflicto en cuestión, reconociendo la soberanía e independencia de este espacio carente de legalidad internacional. 

De este modo comenzamos a comprender el por qué hoy Transnistria busca el recurrente apoyo de Moscú y una posible anexión al Estado de Putin, una iniciativa que recobró mayor fuerza después de lo acontecido en Crimea.

Rusia & Transnistria

No podemos dejar de preguntarnos por qué Rusia mantiene su influencia en un territorio pobre, sin recursos y con el cual ni siquiera comparte frontera. 

Resulta que Transnistria tiene un fuerte legado ruso, siendo que ha estado por mucho tiempo bajo el control del Imperio Ruso de 1792 y luego bajo la Unión Soviética, dejando una importante herencia cultural y lingüística, de hecho en su bandera se encuentra el característico y tradicional símbolo soviético del martillo y la hoz; por lo tanto no sorprende el lazo de proximidad entre ambos.

Bajo este aspecto también debemos mencionar el juego de “doble ciudadanía” que otorga Moscú a los habitantes transnistrios, es decir, la ciudadana rusa y moldava, una jugada muy estratégica para ganar espacio y contrarrestar e ignorar la política moldava destinada a evitar la autonomía de este pequeño territorio en disputa. 

Desde otra perspectiva, lo económico es también una cuestión a tener en cuenta, porque prácticamente todas las empresas cuentan con una total dependencia al capital ruso.

Asimismo, su presencia militar puede ser interpretada como un medio para balancear una posible adhesión moldava al grupo atlantista de OTAN. 

Este factor geopolítico, y también geoestratégico, es clave para comprender el prisma de Moscú desde sus propios intereses frente al actual escenario de controversia.

Consiguientemente, después de que Rusia aprobara el proyecto de ley que reconocería el referéndum de Crimea para luego poder anexarla, la propia Transnistria retomó las iniciativas de incorporarse a la Federación rusa. 

A la luz de ello, la portavoz del Parlamento transnistrio, Irina Kubanskikh, declaró que los organismos públicos ya realizaron los pedidos correspondientes a los dirigentes de Rusia para examinar la posibilidad de extender a Transnistria la legislación que se debate en la Duma Estatal, concerniente a la concesión de nacionalidad rusa y admisión de nuevos sujetos al país.

Tal vez, hoy puede sorprender este pedido de anexión transnistrio, pero lo cierto es que no es la primera vez que ocurre este suceso, recordemos que en el 2006 se celebró un referéndum (carente de legalidad internacional por el status de facto) en el que el 97% votó a favor de una adhesión a Rusia.

Entonces, considerando la mayoría de habla ruso, la decisión de voto popular, la dependencia económica, la doble ciudadanía que otorga Moscú y su presencia de tropas, pareciera estar todo dado para que en algún momento Putin decida considerar Transnistria como el próximo objetivo por el cual ir, una situación que coloca en estado de alerta a las autoridades nacionales de Moldavia, así como a los propios europeos.

Incertidumbre que abre posibles escenarios

Encontramos diferentes perspectivas sobre lo acontecido. Observadores internacionales sostienen que el bloque comunitario europeo categoriza a Moldavia como un objetivo de adhesión a concretar, para revertir aquella imagen de “derrota” tras la Cumbre de Vilnius por la no firma de Yanukovich, a los fines de evitar los efectos de “otra Ucrania”.

Ante este panorama, podemos encontrar dos posturas. Algunos sostienen que existe una posibilidad de que este conflicto transnistrio comience a “despertarse”, después de muchos años de encontrarse congelado en el escenario internacional. 

Por otro lado, hay quienes argumentan que el pedido de apoyo ruso y la situación de alerta en el gobierno moldavo, es una situación “transitoria” a causa de como impactaron los efectos que generó la anexión de Crimea, motivados también por el protagónico papel ruso en la política internacional.

 Sin embargo, más allá de las diferentes posturas tomadas al respecto, no podemos negar que lo sucedido en Ucrania ha tenido efectos en la política del país vecino.

Tampoco debemos olvidar que desde el alto al fuego se llevan a cabo negociaciones en el formato 5+2, que, a pesar de los largos años de reuniones y negociaciones sin lograr un resultado fructífero, sigue vigente, y hoy adquiere un factor crucial para determinar el futuro de Transnistria. 

No sólo son partícipes los actores enfrentados entre sí, sino que también lo son Ucrania, Rusia, y OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa) como mediadores, y los Estados Unidos y la Unión Europea como observadores.

Si bien la cuestión de Transnistria no ha tenido una resonancia en los medios de comunicación masivos, y considerando la dinámica que tomará la disputa por vía diplomática entre Occidente y Rusia por el territorio de Crimea, podemos decir sin dudas que el 2014 podrá caracterizarse por ser un oportuno escenario para tomar decisiones trascendentales -tanto para este conflicto truncado en un punto muerto que no registra ni avances ni retrocesos- como para Ucrania y Crimea.

Hoy Transnistria está marcada por un contexto de incertidumbre. Puede convertirse en una muestra de poder por parte de Moscú, o bien, ser una nueva prueba para la desgastada política exterior europea y el sistema internacional.

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http://www.larepublica.es/2014/04/transnistria-el-conflicto-en-el-seno-de-europa-que-todos-ignoran-mientras-se-habla-de-ucrania/

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