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"El avance de los terroristas en Irak es la otra cara de la intervención occidental"


En Irak no cesan los intensos combates entre las fuerzas gubernamentales y los islamistas radicales, algo que, según algunos expertos, significa el fracaso final del plan occidental de convertir el país en un modelo de democracia en Oriente Medio.

Según afirmó Boris Dolgov, investigador principal en el Centro para Estudios Árabes de la Academia rusa de Ciencias, al portal ruso Gazeta.ru, los grupos radicales islamistas sunitas de Siria, como el Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS), operan en el territorio de Irak desde hace mucho tiempo. 

"Sus actividades terroristas comenzaron en el país hace aproximadamente un año o incluso antes", dice Dolgov y explica que la provincia de Anbar, donde el ISIS mantiene el control de las dos ciudades estratégicas, es un área de la minoría sunita y concretamente la ciudad de Faluya es conocida por oponerse activamente en su momento a la agresión de EE.UU. a Irak. 

Por lo tanto, allí se formaron destacamentos de la resistencia sunita a los estadounidenses, pero al mismo tiempo, en esta localidad se formaron también destacamentos de milicianos que se oponían al poder monopolizado por los chiitas en Irak.

El ISIS intensificó sus actividades en la zona después de que las autoridades iraquíes desmantelaran el campamento sunita en Faluya. Grupos de milicianos se aprovecharon del conflicto entre el Gobierno y la población sunita para enviar a sus combatientes a la región y empezar a dirigirse a su objetivo: la creación de un Estado islámico en los territorios del Líbano, Siria e Irak. 

Por ello, destaca el experto, el ataque de esta provincia es una decisión muy lógica por parte de los islamistas. Según Dolgov, simplemente se trata del avance de Al Qaeda en la región, que no estaba suficientemente protegida por el Ejército iraquí. 

En Siria, el ISIS está prácticamente derrotado por las tropas gubernamentales, por lo que disponen de una sola solución: ocupar cualquier otro territorio para continuar su lucha. 

En las paredes de algunas casas en Siria se pueden ver las inscripciones que describen la cadena de objetivos que tienen los islamistas ante sí: "Primero Damasco, después Bagdad y luego Moscú". 

Rusia también es uno de los objetivos a largo plazo de los grupos radicales, subraya Dolgov. Se trata de la promoción de la yihad en el Cáucaso y en el sur de Rusia, algo que en general es su tarea más importante. 

El ISIS quedó suficientemente desacreditado en Siria, por lo que la mayoría de la población no apoya a los milicianos y se oponen al establecimiento de un Estado islamista en su territorio. 

No obstante, Dolgov recuerda que los movimientos islamistas radicales en cierta medida contaron con el apoyo de Occidente, ya que se ajustaban a la estrategia occidental del derrocamiento de Bashar al Assad a cualquier precio. 

El analista indica que mientras que Arabia Saudita apoya a las fuerzas sunitas radicales que luchan en Siria, hasta económicamente, Irán, a su vez, está interesado en minimizar el movimiento sunita, especialmente en su forma más radical. "Se trata del antiguo enfrentamiento entre Irán y las monarquías del Golfo", explica Dolgov. 

El experto concluye que los recientes acontecimientos en Irak significan el fracaso final de los planes de convertir a Irak en un ejemplo de Estado democrático en Oriente Medio, algo que también se pudo observar en Libia, donde tras la intervención de la OTAN comenzó la desintegración del Estado. 

Por ejemplo, "el Kurdistán iraquí ya es un Estado independiente de facto", y el constante enfrentamiento entre chiitas y sunitas también es la consecuencia de la agresión occidental y otra muestra de la destrucción del Estado iraquí. 

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