En 2013 ha alcanzado la cifra de 83 homicidios por cada 100.000 habitantes1, superando la de países como México, Siria o Afganistán. Autoridades nacionales e internacionales señalan como primera causa de esta situación a las actividades del narcotráfico en el país. Merece la pena indagar un poco el origen de estas realidades.
¿Saben realmente los hondureños por qué su país fue escogido por el narcotráfico?
Los libros de historia hablan poco o nada sobre el tema, aunque hay bastante información disponible para el análisis.
El primer evento que pone en evidencia pública la relación entre la violencia, las Fuerzas Armadas y el narcotráfico en Honduras fue el asesinato en 1978 de los esposos Mario y Mary Ferrari.
Sus cadáveres fueron hallados el 15 de junio en una finca en Tegucigalpa. Se trataba de dos comerciantes vinculados al tráfico de armas, cocaína y esmeraldas.
La relación de los negocios de estas personas con miembros de las Fuerzas Armadas de Honduras apareció por todos lados. En un principio se inculpó por el asesinato a varios miembros activos del ejército.
Honduras vivía en aquellos años bajo el dominio militar, y el ejército quiso desligarse públicamente de este escándalo mediante una cadena nacional de radio y televisión.
Parece que el malestar que las investigaciones en curso produjeron entre los altos mandos del ejército fue uno de los factores determinantes para que se produjese un golpe de Estado y cambio de poder en agosto de 1978, tan solo dos meses después del crimen.
Entonces el poder pasó a un triunvirato militar dirigido por el General Policarpo Paz en lo que se conoció como el “golpe de la cocaína”2. Esta asonada habría sido financiada por el Cartel de Medellín y el importante narcotraficante hondureño Juan Ramón Matta Ballesteros.
Una de las primeras acciones del nuevo gobierno militar fue proteger a los acusados del asesinato de los Ferrari y frenar el proceso judicial por el crimen.
El Teniente Coronel Juan Ángel Barahona, uno de los acusados, aseguró a la Comisión de Alto Nivel creada por las Fuerzas Armadas para investigar el crimen que Policarpo Paz tenía pruebas de la implicación de altos mandos del Ejército en los hechos. Trataba así de defenderse en un proceso en el que podía acabar siendo un chivo expiatorio.
Finalmente esta comisión emitió un dictamen en el que exoneraba a todos los militares de los hechos3.
En los ochentas Honduras pasó a ser dirigida por gobiernos civiles, después de décadas de revueltas militares y golpes de estado, que habían permitido que los militares mantuvieran el poder absoluto sobre el estado. Sin embargo, el poder real siguió siendo ejercido por los militares.
Centroamérica vivía una situación excepcional debido a los conflictos armados en Guatemala, El Salvador y Nicaragua.
En aquellos años Honduras fue utilizada por el gobierno de Estados Unidos como base contrainsurgente.
En concreto, fue en la zona oriental de Honduras donde se establecieron campos de entrenamiento para la contra nicaragüense, la fuerza paramilitar y mercenaria que durante años luchó contra el gobierno revolucionario del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
El armamento de origen norteamericano llegaba a este grupo a través de Honduras. Esta situación dotaba de mucho dinero, poder y control político al ejército en todo el país, lo que impidió la desmilitarización y la consolidación de una verdadera democracia en Honduras.
Pero ahí no acaba la historia. Hoy sabemos gracias a la documentación desclasificada por el gobierno de Estados Unidos que para financiar la contra se utilizó dinero del narcotráfico. En concreto, sabemos que la compañía aérea propiedad de Juan Ramón Matta fue utilizada para transportar armas desde Estados Unidos hasta los campos de la contra en Honduras. También sabemos que esas mismas aeronaves iban hacia el norte cargadas de la cocaína de Matta4.
Juan Ramón Matta no fue un narcotraficante cualquiera. No solo fue propietario de una compañía aérea que trabajaba con el gobierno de Estados Unidos. También fue el hombre que puso en contacto al Cartel de Medellín con el Cartel de Guadalajara.
En otras palabras, conectó a Miguel Arellano Félix con Pablo Escobar Gaviria. Se trató de una pieza clave en la creación del trampolín centroamericano de la cocaína. Todo ello lo hizo mientras colaboraba con el gobierno estadounidense en la lucha contrainsurgente. No estaba sólo en estos manejos.
Como hoy sabemos, en México el Cartel de Guadalajara también organizó varios campos de entrenamiento para grupos contrainsurgente guatemaltecos5, mientras que en Colombia el narcotráfico ya era una pieza clave de la financiación y organización del grupo paramilitar Muerte a Secuestradores MAS6.
Este idilio entre narcotraficantes y las agencias de inteligencia estadounidense sufrió un serio revés en el año 1985. El 9 de febrero de aquel año fue asesinado en Guadalajara (México) el agente de la Agencia antidroga estadounidense DEA Enrique Camarena.
El asesinato de un agente de esta institución era un hecho sin precedentes.
El que fuese secuestrado públicamente por agentes de policía mejicana para posteriormente aparecer torturado y asesinado de la manera más brutal produjo un gran escándalo dentro del gobierno de Estados Unidos.
Con el tiempo se fue rebelando que la posible causa de este asesinato sería que Camarena había descubierto los campos de entrenamiento para la contra nicaragüense que la CIA había montado en propiedades del Cartel de Guadalajara en México7.
Varios ex agentes de la CIA y de la DEA cercanos al caso han implicado directamente en la tortura y asesinato de Camarena a la CIA. También han señalado que su muerte se debió al interés de ocultar los nexos entre el narcotráfico, el gobierno estadounidense y la lucha contrainsurgente8.
Pero en aquellos años toda esta información todavía no era pública. El asesinato de Camarena se presentó como una venganza del Cartel de Guadalajara contra la DEA por el éxito de algunas operaciones recientes en las que el cartel habría perdido mucho dinero.
Era la época de los grandes narcos y Juan Ramón Matta era un hombre muy popular en Honduras. Se había ofrecido a pagar la deuda externa de la nación y en su mansión en Tegucigalpa repartía favores para ricos y pobres. Pero su felicidad no iba a durar mucho tiempo.
Cuando se empezó a conocer en Estados Unidos las actividades de tráfico de armas de la CIA y su implicación en el narcotráfico todo cambió.
Las revelaciones del Irangate9 en 1986 en Estados Unidos iban a provocar su caída. Esta se produjo mediante su secuestro en 1988 por agentes estadounidense en Tegucigalpa, para ser trasladado a República Dominicana en una acción completamente ilegal. Una vez en este país, se tramitó su extradición.
Este hecho iba a provocar una respuesta inaudita en Tegucigalpa. Una protesta contra las injerencias extranjeras en el país acabaría con la quema del consulado norteamericano por ciudadanos furiosos y partidarios de Matta.
A pesar de la extradición de este narcotraficante, las estructuras y contactos entre los cárteles de México y Colombia quedaron establecidas de manera definitiva, y la utilización de Honduras como puente entre ambos países se mantuvo. El gobierno de Estados Unidos sustituyó al quemado Matta por un nuevo socio estratégico para la actividad contrainsurgente en Honduras, el también señalado como narcotraficante Alan Hyde10.
El apoyo del gobierno de Estados Unidos fue clave para la consolidación del narcotráfico en Honduras. Este tipo de actividades no eran novedosas, en la guerra de Vietnam ya se reveló como Estados Unidos participó en este tipo de operaciones. En palabras del ex senador Joseph Nellis, “la CIA ayudó efectivamente a traer heroína muy fuerte y barata de Vietnam desde los Estados Shan, en el norte de Birmania, a cambio de radioescuchas y espionaje”11.
Sin duda altos cargos del Ejército de Honduras participaron del que ya entonces era un negocio multimillonario. La corrupción en las Fuerzas Armadas es algo público. Basta señalar que el ex General Romeo Vásquez Velázquez, militar que estuvo al frente del ejército que comandó las acciones del Golpe de Estado político militar en Honduras contra Manuel Zelaya Rosales en el 2009, dirigió en los noventas una red robo de carros de lujo junto con el reconocido narcotraficante y ex coronel Wilfredo Leva Cabrera.
El que posteriormente llegase a dirigir las Fuerzas Armadas da prueba de la total falta de depuración interna en la institución armada.
La llamada “guerra a las drogas” se ha visto desde su inicio rodeada de oscuras revelaciones. Cabe preguntarse si tiene sentido mantener esta política cuando los principales valedores de la misma se han visto repetidamente involucrados en escándalos que los señalan como parte del problema que dicen combatir.
Notas:
1 Según datos del Observatorio de la Violencia de la Universidad Autónoma de Honduras.
2 Cockburn, Alexander y St Clair Jeffrey, “Whiteout: The CIA, Drugs and the Press ”, Verso.
4 The Oliver North File, His Diaries, E-Mail, and Memos on the Kerry Report, Contras and Drugs. National Security Archive Electronic Briefing Book No. 113. 2004.
6 http://www.verdadabierta.com/la-historia/244-la-historia/auc/3556-muerte-a-secuestradores-mas-los-origenes-del-paramilitarismo-
8 Idem
9 Este escándalo reveló la venta de armas a grupos considerados terroristas por Estados Unidos en Oriente Medio para financiar la contra nicaragüense, además de mostrar como las agencias de inteligencia estadounidenses fueron cómplices de narcotraficantes que ayudaron a financiar a este grupo contrainsurgente.
10 http://www.fas.org/irp/cia/product/cocaine2/pilots.html11 Kwitny, Jonathan, “The Crimes of Patriots: A True Tale of Dope, Dirty Money, and the CIA”, W W Norton & Co.