El reconocido arquitecto brasileño tenía 104 años y estaba internado desde el pasado 2 de noviembre en un hospital de Río de Janeiro.
Niemeyer alcanzó fama mundial tras participar en el diseño de los edificios públicos de la ciudad de Brasilia, donde impuso un concepto futurista en el que las protagonistas fueron las líneas curvas.
Enemigo acérrimo del capitalismo, admirador de la Revolución cubana y amigo personal de Fidel Castro, llegó a afirmar en una ocasión que los dos eran “los últimos comunistas” del mundo.
Nacido el 15 de diciembre de 1907 en el seno de una familia de clase media de Río de Janeiro, Niemeyer se graduó como arquitecto en 1934, por la Escuela Nacional de Bellas Artes de Río.
Luego se ofreció para trabajar gratis para la oficina de los arquitectos Lucio Costa y Carlos Leao, seguidores en Brasil de los conceptos modernistas del francés Le Corbusier.
En 1960, junto a Costa y al paisajista Roberto Burle Marx, ideó la nueva capital del país, Brasilia, con formato de pájaro en vuelo y edificios futuristas de líneas sinuosas como curvas femeninas, de cemento armado, que se transformaron en íconos de Brasil.
Por el innovador uso del hormigón en sus edificios de Brasilia, el denominado “arquitecto de la sensualidad” ganó varios premios, entre ellos el Pritzker, equivalente al Nobel de Arquitectura, en 1988.
“Niemeyer odia el capitalismo y el ángulo recto.
Contra el capitalismo, no es mucho lo que puede hacer.
Pero contra el ángulo recto, opresor del espacio, triunfa su arquitectura libre y sensual y leve como las nubes“, escribió el escritor uruguayo Eduardo Galeano.
Hace poco más de dos décadas, cuando se le preguntó cómo le gustaría ser recordado, dijo que desearía ver en su lápida una frase sencilla: “Oscar Niemeyer, brasileño, arquitecto. Vivió entre amigos, creyó en el futuro”.
Ahí queda ese excelente documental sobre este ejemplar ciudadano, que despreciaba el capitalismo y que nunca renunció a sus ideal de un mundo más justo.
