No hay instrumento de derecho
internacional o resolución de la ONU que supere o de cuenta del asunto
político que se genera en Israel al crearse un estado Palestino con las
fronteras de 1967.
No tendría por qué
haberlo y no sería pertinente utilizarlo.
Facilitar la creación de un
Estado Palestino que signifique desmantelar los asentamientos en
Cisjordania o se recuperen bajo el control palestino sectores sagrados,
solo es concebible como una vuelta de mano hacia un mundo diezmado (el
árabe y el islámico) por las aberraciones cometidas en Irak, Afganistán y
más recientemente en Libia, por las potencias tradicionales.
Ni hablar
de Pakistán, Yemen, Irán, Siria, temas candentes.
La
idea de un estado Palestino como está planteado en la última Asamblea
General de la ONU, es un acto de demagogia política de la comunidad
internacional.
Con todo, la Autoridad Palestina necesariamente debe
contar con esta iniciativa como una oportunidad mayor en su histórica
lucha para formar un estado.
Sin embargo en lo más básico, la propuesta
no responde a la realidad política interna de Israel.
Conducida
por el actual Secretario General de la ONU con un apoyo ambiguo y
todavía pendiente de Consejo de Seguridad, la iniciativa de un crear un
estado Palestino volviendo a la resolución 242 de 1967, cae en esa zona
del acto político por la sonoridad que genera, y el poco espacio de
medidas prácticas para sumar en resolver un conflicto.
Así como se
expulsó a más de medio millón de árabes en 1948, ahora los israelíes que
fueron invitados a ser parte de Cisjordania corren el riesgo de ser
expulsados de sus asentamientos.
La postura
central de la potencias occidentales desde la fundación del Estado de
Israel ha consistido en que: “Antes de 1947, Palestina nunca fue una
nación y sólo adquiere esos ribetes una vez que Israel existe (William
Pfaff, 1987)”.
Esta noción forma parte de la Doctrina Sharon, si se le
puede llamar así, y que aplicada en su extremo tiene una lógica
contundente.
Esta visión de que Palestina nunca
fue estado, fue sustentada por la Naciones Unidas por muchas décadas y
no porque el entendimiento entre mundo árabe e islámico y el Occidental
esté cada vez más en crisis, se deba recurrir a la creación del estado
Palestino, cuando los objetivos de supremacía Occidental son los que
priman en el debate.
Es demagogia y el tema es otro.
Hay
que recordar las medidas aplicadas en Israel en agosto de 2005 y el
espectáculo brutal del desalojo forzado de una parte de los 8000 judíos
asentados en Gaza.
En el momento representaban (voluntariamente o
forzadamente), conejillos de indias de una compleja negociación y de la
cual esta iniciativa de crear el estado Palestino parece ser una parte
medular.
Los llamados ’8000 de Gaza’, formaban
la puntada inicial en ese plan de constituir el estado Palestino.
A
ellos se les debería sumar un número mayor de asentados (cerca de
400.000) de la Cisjordania y Jerusalén. En 2005 surgieron diversas
hipótesis.
Se sostuvo que el Primer Ministro Ariel Sharon habría hecho
una jugada táctica para amortiguar el problema futuro con el desalojo de
los 400.0000 y que al prolongarse la incertidumbre de desocupar
Cisjordania y Jerusalén, era necesario evitar una tercera Intifada,
después de las de 1987 y 2000.
De acuerdo a
las posiciones más ortodoxas en Israel, nunca hubo diferencias entre
miembros del PLO moderados y extremistas.
Para la Doctrina Sharon, según
Saida Aliya, investigadora de la American University, en Beirut, "en la
base del PLO son todos potenciales terroristas", y "hay que
erradicarlos".
El nuevo estado Palestino que
la ONU pretende crear, estaría amparando fuentes de terrorismo si se
aplica esa lógica que todavía prevalece en amplios sectores de la
política dominante en Israel.
Hay que observar
la falla angular en esta política que es esencialmente aplicada bajo la
óptica Occidental la cual arrastra al resto de los países con poco
espacio de maniobra y quizás con intereses demasiado contraídos en la
zona.
Todavía no se encuentra una explicación
coherente de porqué la resolución de las Naciones Unidas 242 del 22 de
noviembre de 1967, que obliga al retiro inmediato de Israel, a meses de
la toma de los territorios ocupados, nunca se llevó a cabo.
Algún
fundamento existe en las palabras del Secretario de Defensa Donald
Rumfeld, antes de la invasión a Irak, de “que las Naciones Unidas no
servían”.
Este es un problema político que se
pretende resolver nuevamente por decreto desde las directivas de las
naciones y los organismos internacionales que en todo caso son
transitorias, y sometidas a los vaivenes de la coyuntura.
Autor foto: Lazar Simeonov - PALESTINE MONITOR
http://www.argenpress.info/2011/09/creacion-del-estado-palestino-la.html