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Entrevistando disidentes

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Bajo el bastante sensacionalista título de “Cita secreta con el hombre que hace temblar al Pentágono”, el diario español El País, ha entrevistado a Julian Assange, líder de la organización Wikileaks. 

 Aunque se trata de una entrevista marcada por la coyuntura de la filtración de los casi 400 000 documentos sobre la guerra de Estados Unidos en Iraq, en ella se nota un interés por ir más allá.

Sin acercarse al acoso a que llegó CNN en su frustrado encuentro con Assange, el periodista no abandona el enfoque crítico hacia su entrevistado y cita diversas fuentes –incluyendo personas que han abandonado la organización- que acusan de secretismo y  comportamiento autoritario a uno de los hombres con más razones en el mundo para temer por su vida.

Resulta desconcertante que ninguna de las preguntas hechas al fundador de Wikileaks busque profundizar en el contenido de las revelaciones que acaba de realizar, a pesar de que estas tienen que ver nada menos que con la vida de más de cien mil personas. 

No obstante, las respuestas de Assange permiten hacernos una idea de sus juicios sobre el periodismo contemporáneo,  algo que viene muy bien para evaluar al propio medio donde se publica la entrevista.

Casi concluyendo, el activista australiano ofreció un espejo al diario que lo interrogaba: “Los medios de comunicación internacionales son un desastre. 

Estamos en una buena posición para verlo porque nos llega material política e históricamente significativo, lo liberamos, y vemos cuántos medios se hacen eco y con qué rigor. Podemos ver también los esfuerzos para suprimir la información que damos. 

Mi conclusión es que el entorno de los medios internacionales es tan malo y tan distorsionador que nos iría mejor si no hubiera ningún medio, ninguno”. 

Y es que Assange es un verdadero disidente, si entendemos por disidir, la definición que del término da la Real Academia Española de la Lengua: “separarse de la común doctrina, creencia o conducta”, precisamente representada como pocos -en cuanto  al poder mediático contemporáneo- por el diario del Grupo PRISA.

De cualquier manera, echaremos de menos  el interrogatorio a Julian Assange cada vez que leamos las frecuentes entrevistas del cotidiano madrileño a los “disidentes” cubanos, esta vez con comillas. 

Al parecer, el hecho de que estos compartan la “común doctrina” con sus entrevistadores, los exonera de cualquier acercamiento crítico y  libera al diario de buscar información en otras fuentes. 

Son muchas y todas bastante similares entre sí, pero hemos enlazado aquí sólo la más reciente –realizada al flamante ganador del Premio del Parlamento Europeo a la Libertad de Conciencia- para que se pueda comprobar que en trece preguntas no aparece el más mínimo cuestionamiento al entrevistado.

Hay un momento de su diálogo con El País en que el fundador de Wikileaks dice “me parecería ofensivo que me llamaran periodista” y confieso que de pronto me pareció chocante, pero ahora  reconozco que al menos sobre los de PRISA, comparto su afirmación.

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