Pablo Gonzalez

Ecuador: Misereor, evangelios no tan santos


CARLOS MEDINA VIGLIELM / NUEVA TRINCHERA Los latinoamericanos estamos más que acostumbrados a mirar hacia el norte, en busca de responsables en cuanto a desestabilización de naciones, que culminan en golpes de Estado, todo en defensa de la libertad de los empresarios ricos, de poder explotar a las grandes masas de trabajadores.

La lista de las intervenciones de los Estados Unidos de Norteamérica en el continente no es infinita pero sí larguísima.

 Luego de la ocupación de la zona este del continente norteamericano, los inmigrantes europeos avanzaron a sangre y fuego para ocupar todo el territorio hasta llegar al Pacífico, diezmando a las civilizaciones existentes, para virar luego hacia el sur apropiándose de la mitad de México para después apropiarse, sino de los territorios, de las riquezas existentes.

Pero los yanquis (en definitiva), no han sido los únicos. Españoles y portugueses, con la inestimable colaboración de la Iglesia Católica colonizaron, ocuparon, violaron a todas las mujeres que quisieron procreando miles de hijos bastardos, exterminaron poblaciones enteras y robaron a manos llenas o tal vez, a galeones llenos, el oro y la plata, y todo aquello que les fue de interés. 

El imperio inglés saqueó lo que pudo y de igual manera los franceses, y holandeses.

¿Ha cambiado en algo la actitud de los “países desarrollados” con respecto a América Latina? Si, en los métodos, pero no en las intenciones, no en los fines.

Por primera vez en 500 años un gobernante español, más exactamente una mujer gobernante catalana, Ada Colau, reconoció hace poco que el 12 de octubre no había nada que festejar (el Día de la Hispanidad), porque lo que había ocurrido (con la conquista), había sido un genocidio.

Ahora, si bien las intenciones siguen siendo las mismas, guiadas por la avaricia de los mercaderes, esto ha sido frenado por los llamados “gobiernos progresistas” o directamente revolucionarios como los de Cuba o Venezuela.

Pero ¿cómo se responde a ello? ¿Cómo se sigue intentando la extracción de riquezas por parte de los “interesados” de siempre? ¿Cómo intentan retornar a las viejas prácticas de robo disimulado o descarado? Han disfrazado el lobo de cordero.

Es el caso de la ONG Misereor, una organización alemana de corte religioso, que apoya en estos días, los planes de desestabilización contra el gobierno de Rafael Correa en Ecuador.

No es para nada una operación improvisada, sino llevada adelante paciente e inteligentemente por expertos en la materia desde Alemania, no solo en Ecuador sino en varios países del continente. Misereor opera por lo menos directamente en Brasil, Bolivia, Paraguay y Perú, pero extiende sus redes a Argentina y Uruguay.

Misereor se presenta como “la Obra episcopal de la Iglesia católica alemana para la cooperación al desarrollo. Desde hace 50 años MISEREOR lucha comprometidamente contra la pobreza en África, Asia, Oceanía y América Latina. Su ayuda se dirige a todas las personas necesitadas, sin distinción de religión, pertenencia étnica, color o sexo.”

En Ecuador ha apoyado a organizaciones como la Fundación Ecuatoriana del Habitat (Funhabit) o Ecuarunari y a su líder Carlos Pérez Guartambel, en la campaña de desestabilización a que han sometido al gobierno del presidente Rafael Correa, con métodos muy similares a los utilizados en Venezuela contra el gobierno de Nicolás Maduro.

La ONG alemana utiliza su fundación para apoyar programas con propósitos claramente subversivos, como el de formación de líderes que utilicen en su quehacer político herramientas para introducir el estilo de vida occidental a través de intercambios de diversa naturaleza y contactos sistemáticos para lograra cambios políticos y el retorno de la derecha al poder.

En la última etapa de protestas contra el ejecutivo ecuatoriano, participó la organización de origen indígena Yasunidos, fuertemente ligada a Misereor a través de contribuciones y financiamientos, reconociendo públicamente que su lucha no solo se limita a temas ambientales sino también que apoyan y estimulan las reivindicaciones sociales, tal y como ocurrió en el manifiesto formado y pronunciado el pasado 11/8 por los miembros de la organización en apoyo al paro nacional convocado por la La Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) para el día 13/8 próximo pasado.

Líderes indígenas ecuatorianos han comentado sobre un abultado financiamiento que Misereor entregó a organizaciones indígenas, entre ellas la Conaie, para financiar las marchas convocadas contra Correa en el mes de agosto pasado, en las provincias de la Amazonia ecuatoriana.

Los proyectos ambientales de Misereor sirvieron de pantalla al financiamiento que se calcula en unos 200 mil dólares durante el año 2015.
También trasciende que los eventos y talleres que se realizan periódicamente entre Misereor, Funhabit o con Yasunidos, alternativamente entre Alemania y Ecuador, han contado con la presencia de representantes del Ministerio de Relaciones Exteriores alemán, tienen un contenido fundamentalmente político y aglutina fundamentalmente a jóvenes susceptibles de ser influidos por los conceptos de gobierno de las “democracias”.

Como expresábamos más arriba, el trabajo “evangelizador” (léase subversivo) de Misereor no es privativo de Ecuador. Un informe sobre la “evaluación de la asistencia para la democracia” en Venezuela, puesto en práctica en el 2010 y que fuera financiado por la NED, informe realizado por la investigadora alemana Susanne Gratius, da cuenta del trabajo de varias ONGs europeas en Venezuela, en lo que “edulcoradamente” pretenden presentar como “asistencia para la democracia” en ese país. También aluden a proyectos relacionados con la paz y la seguridad en estos países, lo cual resulta una irónica desfachatez, cuando la historia demuestra la larga e infame serie de acciones de robo y explotación de que han sido objeto nuestros pueblos por parte de las potencias europeas.

Misereor puede estar sirviendo más a los intereses del gobierno alemán en América Latina y especialmente en Ecuador, que a los intereses de la Iglesia Católica, sin considerar que en la propia Iglesia hay disímiles posiciones en relación al trabajo social y al “trabajo” evangélico.

Curiosamente, la embajada alemana en Quito desde 2013, ha asumido un rol activo en los vínculos con la oposición, tramitando visas y financiando viajes al exterior de integrantes de la ONG Yasunidos.

Hay una evidente contradicción entre el discurso del Papa Francisco, quien dio un mensaje de paz para las comunidades ecuatorianas y las acciones de calle que podría estar financiando indirectamente Misereor en Ecuador a través de líderes indígenas altamente provocadores como en el caso de Carlos Pérez. Una práctica de “Evangelios”, no tan santos.

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