Nicaragua: “Oenegé” de Javier Meléndez Quiñónez facturó C$88 millones anuales

El bloqueo de Cuba: crimen y fracaso

El Golpe Suave en América Latina


Durante el siglo XX, Washington logró imponer su agenda por toda Sudamérica, instalando dictaduras bajo su mando y luego gobiernos neoliberales que seguían las órdenes del Fondo Monetario Internacional y el Consenso de Washington. Aislaron a Cuba con un bloqueo económico, y después de las guerras sucias en Centroamérica en los años setenta y ochenta contra los Sandinistas en Nicaragua, la "amenaza comunista" en la región estaba contenida. 

El siglo XXI trajo nuevos desafíos para el dominio estadounidense. Con sus ojos puestos en el otro lado del mundo con sus guerras en Irak y Afganistán, no vieron con precisión el renacimiento de las revoluciones populares por toda América Latina. Subestimaron las capacidades de los pueblos latinoamericanos y la visión de sus líderes. 

Cuando se voltearon, ya Venezuela había tomado un camino irreversible, y las raíces de la Revolución Bolivariana estaban extendiéndose por todo el continente.

 La semilla de esperanza, de dignidad y de liberación que Estados Unidos intentó contener en Cuba estaba germinando por toda la región. Los pueblos se estaban levantando, la llama de la libertad soberana estaba prendida de nuevo. 

De inmediato, Washington activó sus redes al sur de la frontera, donde ya desde décadas mantenía grupos paramilitares, organizaciones políticas, medios de comunicación, instituciones y agencias a su servicio. Reiniciaron la maquinaria de agresión, esta vez de una escala mayor. Las garras imperiales intentaban sumergirse en las tierras libres de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Honduras, Nicaragua, y en cualquier rincón que olía a revolución. 

GOLPE TRAS GOLPE 

El siglo XXI ha traído varios golpes de Estado de diferentes estilos a la región, comenzando en Venezuela (2002)1 . Luego hubo otras rupturas constitucionales en Haití (2004)2 , un intento de golpe en Bolivia (2008)3 , Honduras (2009)4 , otro intento de golpe en Ecuador en 20105 y Paraguay en 20126 . 

El golpe en Venezuela en abril 2002 fue la primera señal del retorno de la mano agresiva de Estados Unidos en América Latina. Durante los años noventa, había sido relativamente controlada y asegurada la "estabilidad" y la dominación de la agenda estadounidense en la región.

 No obstante, con la llegada de la Revolución Bolivariana, Venezuela salió del cuadro, y Washington respondió con furia. 

La elección de Hugo Chávez en 1998 fue un duro golpe para Washington que buscaba el control a largo plazo de las reservas petroleras de Venezuela –certificadas como las más grandes del planeta.

En abril de 2002, la administración de George W. Bush apoyó un golpe de Estado contra el Presidente Chávez, dirigido por la misma élite que había estado en el poder antes en Venezuela7 . 

El golpe de Estado utilizó marchas masivas en las calles de Caracas, integradas por la clase media y la clase alta, pidiendo el derrocamiento de Chávez. Utilizaron francotiradores para disparar a la gente en las marchas, creando violencia y caos, y luego responsabilizando a Chávez por la masacre8. La televisión, radio y los periódicos en Venezuela se unieron a los esfuerzos de golpe de Estado, manipulando las imágenes y distorsionando los hechos para justificar al derrocamiento del Presidente.

Lo convirtieron en el villano, el malvado dictador, el 'asesino brutal', según los medios de comunicación internacionales, aunque, en realidad, los opositores apoyados desde Washington fueron los responsables de la muerte y la destrucción causada durante esos días9. 

 Después Chávez fue secuestrado el 11 de abril de 2002 e iba a ser asesinado, y los empresarios, dueños de medios y dirigentes opositores detrás del golpe tomaron el poder e impusieron una dictadura. Disolvieron todas las instituciones democráticas del país, incluyendo la Asamblea Nacional y el Tribunal Supremo de Justicia. 

La mayoría que había votado por Chávez se había convertido en protagonista del proceso político, y estaba determinado a defender su democracia. Cientos de miles de personas salieron a las calles horas después de la desaparición de Chávez para exigir el retorno de su presidente. Cuarenta y ocho horas después, Chávez fue rescatado por sus seguidores y las Fuerzas Armadas leales. 

El golpe fue derrotado y la revolución sobrevivió, pero las amenazas continuaron. 

Cuando el Presidente Hugo Chávez regresó al poder, las agencias de Estados Unidos tuvieron que reformular sus tácticas para seguir con sus planes de neutralizar la revolución en Venezuela. Meses después, hubo un fuerte paro petrolero y sabotaje económico que causó miles de millones de dólares en daños al país, junto al inicio de una brutal guerra psicológica y mediática10. 

 No obstante, toda la fuerza de Washington y sus aliados en ése momento era incapaz de derrotar al carismático Presidente venezolano y los millones que abogaban por grandes transformaciones en su país. 

Al mismo tiempo, la región ya estaba comenzando a cambiar. Había insurrección en Bolivia y Ecuador. Los movimientos indígenas, los cocaleros y campesinos estaban ganando fuerzas tras el liderazgo de Evo Morales. Ecuador pasaba por grandes momentos de inestabilidad y descontento social que dieron lugar al nacimiento de la Revolución Ciudadana y el liderazgo del Presidente Rafael Correa. El momento de contener el gran despertar en América Latina había pasado; no había vuelta atrás. 

LA SUBVERSION DE LA USAID Y LA NED 

Durante ese periodo, Washington buscaba la fórmula de neutralizar la expansión revolucionaria en la región. Estaba moviendo sus piezas, aumentando el financiamiento a los partidos políticos y las organizaciones no gubernamentales (ONG) que promovían su agenda.

 Las dos principales agencias financieras de Estados Unidos establecidas para realizar gran parte del trabajo de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) pero con una fachada legítima, ampliaron su presencia por toda América Latina.11 

 La Agencia del Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID), el brazo financiero del Departamento de Estado, y la National Endowment for Democracy (NED), cuadruplicaron los fondos entregados a sus aliados en Venezuela, Bolivia, Ecuador y Cuba durante la última década. 

Sólo en Venezuela, invirtieron más de 100 millones de dólares en ése tiempo para alimentar a los grupos de la oposición, promoviendo adicionalmente la creación de más de 300 nuevas organizaciones no gubernamentales (ONG) y programas para filtrar y canalizar el dinero.12 

 A diferencia de Cuba, Washington tenía entrada directa dentro de Venezuela a través de su Oficina de Iniciativas hacia una Transición (OTI) de la USAID, tanto como en Bolivia y Ecuador, y comenzó a ampliar las redes de penetración e infiltración dentro de las comunidades populares, intentando debilitar y neutralizar a los procesos de cambio en esos países desde adentro. 

BOLIVIA 

En el caso de Bolivia, del 2005 al 2006, la USAID reorientó más de 75% de sus inversiones en el país andino a los grupos separatistas que buscaban socavar al gobierno de Evo Morales. Para el año 2007, el presupuesto de la USAID en Bolivia llegó a casi 120 millones de dólares.

 El financiamiento a los partidos políticos de oposición y los movimientos separatistas era su trabajo principal. Tan cruda y evidente era la injerencia de la USAID en Bolivia que el gobierno de Evo Morales expulsó al embajador estadounidense, Philip Goldberg, del país en septiembre 2008. Las constantes conspiraciones e intentos de desestabilizar al gobierno de Evo Morales habían sido bien documentados y evidenciados.13 

Desde luego, movimientos sociales por toda Bolivia comenzaban a demandar la salida de la USAID del país debido a sus actividades injerencistas. Las amplias evidencias que confirmaban como la USAID utilizaba su fachada de trabajo ecologista, altruista y en pro a la democracia para desestabilizar al gobierno de Evo Morales y al movimiento que lo apoyaba, eran innegables. Finalmente en 2013, el Presidente Morales anunció la explusión indefinida de la USAID de Bolivia. Su salida fue la marca de una Bolivia soberana, ya no subordinada a la agenda estadounidense.14 

ECUADOR 

La estrategia de subversión a través de las agencias financistas de Washington también tuvo su fruto en el Ecuador. El gobierno estadounidense veía con descontento el acercamiento de Ecuador a Venezuela, Cuba y Bolivia y su entrada en la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) en 2009.

 La popularidad y éxito político del Presidente Rafael Correa y su reelección contundente después de la ratificación de una nueva constitución en 2009, provocaron la ira de Washington y el peso de su injerencia. En el 2010, el Departamento de Estado aumentó el presupuesto de la USAID en Ecuador a más de 38 millones de dólares15. Un total de $5.640.000 en fondos fueron invertidos en el trabajo de “descentralización” en el país, con enfoque en la desintegración del gobierno central16. 

Uno de los principales ejecutores de los programas de la USAID en Ecuador era la misma empresa que canalizaba fondos y coordinaba el trabajo de las agencias estadounidenses con la oposición en Bolivia: Chemonics, Inc. Chemonics tuvo un papel principal en la alimentación del conflicto separatista en Bolivia del 2007-2008 con la intención de provocar la ruptura del estado y el debilitamiento del gobierno de Evo Morales.17 

 Al mismo tiempo, desde un presupuesto acerca de un un millón de dólares anualmente, la NED otorgó un convenio de $125.806 al Centro para la Empresa Privada (CIPE) para promover los tratados de libre comercio, la globalización y la autonomía regional a través de la radio, televisión y prensa ecuatoriana, junto con el Instituto Ecuatoriano de Economía Política.18 

 Organizaciones en Ecuador como Participación Ciudadana, Fundamedios y Pro-justicia han dispuesto del financiamiento multimillonario de la USAID y la NED, tanto como miembros y sectores de CODEMPE, Pachakutik, la CONAIE, la Corporación Empresarial Indígena del Ecuador y la Fundación Qellkaj.19 

Durante los acontecimientos del jueves 30 de septiembre en Ecuador, cuando varios sectores intentaron derrocar al Presidente Rafael Correa, uno de los grupos con financiamiento de la USAID y NED, Pachakutik, emitió un comunicado respaldando a los golpistas y exigiendo la renuncia del Presidente Rafael Correa, responsabilizándolo por los hechos.20 

 Casi todos los grupos involucrados en ese intento de golpe tenían vínculos con agencias estadounidense, desde el expresidente Lucio Gutiérrez, quien había pedido ayuda de Washington para “salir” del Presidente ecuatoriano, hasta los sectores policiales que violentaron los derechos de Correa, quienes recibían entrenamiento en intercambios con Estados Unidos.21 

Aunque el golpe contra el Presidente Correa no tuvo éxito, el trabajo para socavar a su gestión continuaba. 
En 2012, la USAID canalizaba un total de $22.869.000 a grupos y programas en Ecuador con la mayoría de los fondos entregados a temas de “gobernabilidad”, económia y desarrollo.22 Para el 2014, esa cifra bajó casi por la mitad a $11.810.000.23

 La reducción del financiamiento de la USAID en Ecuador no se debía a una minimización de las acciones injerencistas de Estados Unidos en el país suramericano, sino más bien porque el Estado ecuatoriano ya había hecho claro que no quería más colaboraciones con la agencia intervencionista. De hecho, el gobierno de Rafael Correa anunció a finales del 2013 que el viejo convenio que tenía el país con la USAID ya estaba terminado y no iba a ser renovado.24 

Con menos presencia de la USAID, la NED se fortalece como canal de financiamiento a actors políticos, mediáticos y sociales que promueven la agenda de Washington. Así ha sido el caso en Ecuador. Durante el año 2013, la NED canalizó $1.032.225 a diferentes grupos y proyectos en Ecuador para debilitar el poder de la gestión del Presidente Correa.25 

Dentro de esos fondos, $65.000 fueron dados a grupos opositores al gobierno ecuatoriano para contrarrestar la propaganda del Estado durante las elecciones locales en febrero 2014.

 Según el informe anual de la NED de 2013, el recipiente de esos fondos, provenientes de una agencia extranjera, estaba encargado de “controlar el uso de los recursos públicos en publicidad en medios de televisión, radio y prensa escrita y el uso de los datos generados para difundir información sobre el gasto público para los medios de comunicación y organizaciones de la sociedad civil.”26

 En otras palabras, el gobierno de Estados Unidos estaba usando organizaciones ecuatorianas para intentar denunciar el uso de fondos públicos del Estado ecuatoriano durante una campaña electoral con el objetivo de desacreditar al gobierno del Presidente Correa. 

Más de $200 mil dólares fueron canalizados desde la NED a esfuerzos para influir directamente sobre las leyes y debates en la Asamblea Nacional de Ecuador, donde existe una mayoría que apoya al gobierno actual. 

Otros $157.896 fueron entregaron a una ONG para “alentar el liderazgo juvenil, los valores democráticos y el espíritu empresarial”.27 Según la NED, este proyecto buscaba “promover la democracia, la participación ciudadana y el libre mercado y el liderazgo entre los jóvenes”.28

En un país en donde el gobierno apoyado por la mayoría promueve un modelo fundamentado en conceptos socialistas, las agencias estadounidenses y sus contrapartes en Ecuador buscaban fomentar el modelo capitalista, neoliberal del mercado libre, que ya había causado graves daños económicos, políticos y sociales durante la década anterior. 

El grupo Fundamedios, ONG crítica de las políticas del Presidente Correa y con amplio financiamiento y asesoría desde Washington, recibió $75.000 de la NED en 2013 para “defender y proteger a los periodistas y la libertad de expresión” en Ecuador.29 

Esta organización, parecida a la ONG que fue creada en Venezuela por la NED y USAID, Espacio Público, realiza un trabajo de denuncia parcializada en contra del Gobierno, intentando proyectar la percepción de un país sin libre expresión.30 Todo estos millones de dólares de la USAID y la NED, además de otras agencias externas que financian ONG y campañas opositoras en el Ecuador, fomentan y alimentan conflictos en el país. 

La táctica de subversión a través de las ONG y la llamada “sociedad civil” forma parte de una estrategia más amplia de debilitar al Estado o al líder del país poco a poco, con el objetivo de neutralizar su base de apoyo y finalmente, derrotarlo. 

EL GOLPE SUAVE 

Una revolución de colores, un golpe suave, un coup d’etat o simplemente un cambio de régimen, no existe ninguna duda que detrás de la estrategia de la supuesta “no violencia” o la “promoción de la democracia” están los intereses de Washington. Fue en el año 1983 que éste concepto fue creado que luego ha instalado gobiernos subordinados al poder imperial desde Suramérica al Cáucaso y al Asia. 

A través de la creación de una serie de “fundaciones” cuasi-privadas, como el Instituto Albert Einstein (AEI), la National Endowment for Democracy (NED), el Instituto Republicano Internacional (IRI), el Instituto Demócrata Nacional (NDI) y Freedom House, entre otras, el gobierno de Estados Unidos comenzaba a filtrar financiamiento y asesoría estratégica a partidos políticos y organizaciones sociales que promovían su agenda en países con gobiernos no alineados con los intereses estratégicos de Washington.31 

Alrededor de todas estas “fundaciones”, siempre está la USAID que hoy en día funciona como parte del eje de seguridad y defensa de Washington. El Pentágono se encarga de las acciones tradicionales militares, el Departamento de Estado ejerce la diplomacia y la USAID penetra, infiltra y controla a las poblaciones civiles. La USAID funciona para promover a los intereses económicos y estratégicos de Estados Unidos en casi todo el planeta. 

Sus departamentos dedicados a transición, reconstrucción, gerencia de conflictos, desarrollo económico, gobernabilidad y democracia son los principales viaductos a través de los cuales filtran los miles de millones de dólares que desde Washington se envía a los partidos políticos, ONG, grupos juveniles y sociales que promueven sus intereses en el mundo.

En cualquier país donde ha habido un golpe de Estado, una revolución de colores o un cambio de régimen favorable a los intereses de Estados Unidos, se encuentra la USAID y su lluvia de dólares. 

En los casos de Serbia (antes Yugoslavia), Ucrania, Georgia y Kirguistán, donde primero fueron enseñadas la estrategia de las “revoluciones de colores”, siempre había un factor en común: recursos estratégicos. Gas, petróleo, gaseoductos, oleoductos, bases militares, fronteras estratégicas – todos estos son factores presentes en estos países. 

Serbia tiene gas natural y petróleo; Georgia, comparte bases militares con Rusia y Estados Unidos y está en la vía de los gaseoductos más importantes del Medio Oriente hacia el mundo Occidental; Ucrania está ubicada estratégicamente entre los productores más grandes de energía en Rusia y la región del Mar Caspio, y los consumidores en Eurasia; y Kirguistán tiene una frontera estratégica con China, bases militares de Rusia y Estados Unidos y también está ubicada en la vía de estos importantes gaseoductos que Washington y sus empresas del Complejo Militar Industrial quisieran controlar. 

A parte de los intereses estratégicos, dentro de esta estrategia hay un enfoque ideológico. Los movimientos detrás del golpe suave son principalmente anti-comunistas, anti-socialistas, pro-capitalistas y pro-imperialistas. Donde hay un gobierno con tendencia socialista anti-imperialista en un país con recursos estratégicos y naturales, sin duda habrá un plan de golpe suave para derrocarlo. 

En todos los países donde se ha ejecutado esta estrategia, los grupos que la han dirigido emplean las mismas recetas. Involucran a estudiantes y jóvenes para dar una cara fresca a su movimiento y también para hacer el trabajo de las fuerzas de seguridad más dificil (a la hora de arrestar un niño de 14 años por una acción ilegal de calle, el Estado parece el ente represor) y realizan un proceso de marketing para diseñar un logo del movimiento y/o un color (en Serbia fue el puño cerrado en blanco con negro del OTPOR32 , en Ucrania, el mismo logo pero con el color naranja, en Georgia, también el mismo puño pero con rosa, en Kirguistán, rosada, y en Venezuela, en lugar del puño de OTPOR utilizan la mano blanca con fondo negro).

Se planifican las acciones cerca de un proceso electoral en el país, donde preparan una red de observadores, una organización electoral paralelo (Súmate33 , en el caso de Venezuela) y operaciones psicológicas para crear un escenario de fraude y rechazo de los resultados en caso de perder. Utilizan el mismo material de formación del ideólogo anti-comunista estadounidense Gene Sharp y su Instituto Albert Einstein, y siempre reciben fondos y asesoría estratégica y política de las agencias de Washington, incluyendo la USAID, la NED, el IRI, el NDI y Freedom House.


 La estrategia consiste en un intento de debilitar y desorganizar a los pilares del poder y neutralizar las fuerzas de seguridad, normalmente en el contexto de un proceso electoral. 

Según el Coronel Robert Helvey del Instituto Albert Einstein, uno de los diseñadores de esta estrategia, su objetivo no se trata de destruir las fuerzas armadas y cuerpos policiales, sino convertirlos – convencerlos de dejar al gobierno actual y hacerles entender que hay lugar para ellos en el gobierno de mañana.34 

Utilizan a los jóvenes para intentar debilitar al ánimo de las fuerzas de seguridad y para cambiar su sumisión al régimen. 

Realizan contactos con los militares para intentar negociar, ejecutando operaciones psicológicas en su contra. Según Srdja Popovic, uno de los fundadores de OTPOR en Serbia, Helvey les enseñó “…cómo seleccionar personas dentro del sistema como policías y mandarles constantemente el mensaje que todos somos víctimas, tanto ellos como nosotros, porque no es el trabajo de la Policía arrestar un niño de 13 años, por ejemplo…”35 

Esta estrategia está dirigida hacia las Fuerzas Armadas, la Policía, los funcionarios públicos y el público en general, a través de una guerra psicológica, la subversión y una presencia en la calle que da la impresión de un inminente estallido social.

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