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****Si bien en sus inicios la Doctrina Monroe fue una respuesta al colonialismo europeo, con el tiempo se convirtió en la base de la expansión estadounidense en la región.
Ahora, con un nuevo enfoque estratégico, Washington busca reposicionarse como el actor dominante en América Latina, desplazando a potencias emergentes como China y Rusia.
Por José Luis Preciado
Como he explicado antes, lo que estamos observando con la nueva administración de Trump indica que la oligarquía ocultista de Occidente está respondiendo a una serie de cambios fundamentales que deben realizarse para mantener a Estados Unidos en la lucha por la supremacía mundial, ahora en un orden multipolar e hipertecnológico.
Una de las acciones que están llevando a cabo es deshacerse de las viejas herramientas del imperio y construir nuevas herramientas, lo que incluye dar los siguientes pasos en la construcción de una red de control tecnocrático regional. Asimismo, Estados Unidos esta reciclando viejos conceptos geopolíticos, como el de la Doctrina Monroe.
Desde la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, la política exterior ha experimentado un giro significativo.
Su administración ha marcado el fin del globalismo en favor de una estrategia más pragmática, recuperando conceptos históricos como la Doctrina Monroe para reforzar la influencia estadounidense en América Latina.
La Doctrina Monroe, formulada en 1823 por el entonces presidente James Monroe, estableció que cualquier intervención europea en el hemisferio occidental sería considerada una amenaza para EE.UU.
Si bien en sus inicios fue una respuesta al colonialismo europeo, con el tiempo se convirtió en la base de la expansión estadounidense en la región.
Ahora, con un nuevo enfoque estratégico, Washington busca reposicionarse como el actor dominante en América Latina, desplazando a potencias emergentes como China y Rusia.
Un cambio de paradigma en la política exterior de EE.UU.
El fin del ultraglobalismo implica una redefinición de las prioridades geopolíticas de EE.UU. Trump ha dejado claro que América Latina vuelve a ser una región de interés prioritario, especialmente en un contexto donde los BRICS han aumentado su presencia en la zona.
El objetivo de Washington es frenar la creciente influencia de China en sectores clave como la infraestructura, el comercio y la tecnología.
El presidente estadounidense ya ha comenzado a maniobrar en este sentido.
Un claro ejemplo es la reciente aproximación a Brasil, con el fin de distanciarlo del bloque BRICS, y su intención de recuperar el Canal de Panamá y sacar a la nación centroamericana de la Iniciativa china de la Franja y la Ruta.
De igual manera, con el presidente Javier Milei, Argentina cambió su orientación política, alineándose nuevamente con Washington.
Estas estrategias responden a la intención de reconstruir una alianza regional sólida bajo la premisa de la Doctrina Monroe.
Estrategia de control económico y militar
En un informe del 12 de enero de 2023, titulado “El papel estratégico de América Latina en un conflicto global por Taiwán”, el investigador de la Escuela de Guerra del Ejército de Estados Unidos, Evan Ellis, propuso que Estados Unidos tiene que asegurarse los recursos de Iberoamérica y el Caribe para su uso exclusivo en una próxima guerra contra China.
El 20 de julio del 2022, la jefa del Comando Sur de Estados Unidos, la generala Laura Richardson, describió esa política de acaparamiento de recursos del ejército estadounidense para la región exactamente en los mismos términos, en una conferencia que impartió en el Foro del Instituto Aspen.
La aplicación moderna de la Doctrina Monroe no solo busca una hegemonía política, sino también un dominio económico y militar en la región.
Para ello, EE.UU. ha implementado diversas tácticas, entre ellas:Acuerdos comerciales estratégicos: Washington está reforzando sus relaciones comerciales con países clave para reducir la dependencia de estos de China y Rusia.
Bases militares y cooperación en seguridad: A través de asistencia militar y tratados de defensa, EE.UU. fortalece su presencia en América Latina, especialmente en zonas donde la influencia de potencias extranjeras es creciente.
Inversión en tecnología y recursos naturales: La competencia por minerales estratégicos, como el litio, ha llevado a EE.UU. a impulsar acuerdos con gobiernos de la región para garantizar el acceso a estos recursos.
Consecuencias para América Latina
El resurgimiento de la Doctrina Monroe genera tanto oportunidades como desafíos para los países latinoamericanos.
Por un lado, pueden beneficiarse de nuevas inversiones y acuerdos comerciales con EE.UU. que impulsen su desarrollo. Por otro, aumenta la presión para alinearse con Washington y reducir su relación con otras potencias globales.
Los gobiernos de la región deberán evaluar cuidadosamente sus estrategias para no quedar atrapados en una nueva dinámica de dependencia.
La diversificación de alianzas sigue siendo clave para garantizar la autonomía en un escenario geopolítico cada vez más polarizado.
La Doctrina Monroe ha vuelto a ocupar un lugar central en la política exterior de EE.UU.
Con el abandono del ultraglobalismo, Washington apuesta por una mayor influencia en América Latina como parte de su estrategia para mantener su liderazgo en un mundo multipolar.
En este nuevo escenario, los países latinoamericanos se enfrentan al reto de equilibrar sus relaciones internacionales para maximizar su desarrollo sin comprometer su soberanía ni permitir que se vuelva a intentar implementar el Tecnato de Norteamérica que soñó el abuelo materno del dogo Elon Musk.
https://www.mentealternativa.com/tras-el-fracaso-del-ultraglobalismo-la-doctrina-monroe-resurge-como-el-nuevo-pilar-estrategico-de-ee-uu-para-consolidar-su-influencia-en-america-latina/