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Desnazificar


Me llamó profundamente la atención el uso de este concepto en el discurso ruso al anunciar sus objetivos en Ucrania: Desnazificar.

Podría parecer propaganda, pero es una realidad sorprendente.

Según el monitoreo que lleva a cabo la Fundación Rosa Luxemburgo, hasta el 24 de enero de este año, existían en Europa al menos 410 grupos neonazis: “En el Estado Español hay 32. Al otro lado de los Pirineos, 105. En Reino Unido, 120. Y en toda Europa suman 410.

 Son entidades neonazis, ya sean en forma de partido político u organizaciones sociales”, refiere el informe publicado en el medio digital El Salto.

Allí explican que activistas de estos grupos “se van a Ucrania a entrenarse o incluso a pelear, comparten financiadores u organizan conciertos” donde desahogan sus consignas racistas, xenófobas y supremacistas.

Nótese que la información citada es del 24 de enero, muchos días antes de la acción rusa, y el sitio web de la Fundación Rosa Luxemburgo se inauguró el 19 de enero. 

Entonces podríamos inferir que efectivamente Ucrania era un “paraíso” para los neonazis europeos.

La investigación logró detectar que “el pasado 1 de noviembre (2021), miembros del partido alemán de extrema derecha Alternativa para Alemania viajaron a Ucrania a reunirse con Victor Medvedchuk, líder del partido anti ruso Oposición Plataforma por la Vida (OPFL)

Ese mismo mes, la Guardia Nacional ucraniana, dependiente del Ministerio de Interior de este país y que durante años tuvo bajo su mando al Batallón Azov -grupo paramilitar de extrema derecha que ha protagonizado ataques terroristas contra la población pro rusa-, le comunicó al ministro de Exteriores polaco su voluntad de visitar su país para ayudarles en la lucha contra los refugiados. 

Mientras, varios neofascistas italianos de Forza Nuova viajaron el 12 de noviembre a Varsovia para participar en la marcha anual del Día de la Independencia, una cita tintada de ideología nazi en la que se coreaban lemas como “disparad, disparad, guardias fronterizos”, en referencia a los refugiados bloqueados en la frontera con Bielorrusia.”

A este fenómeno se enfrenta Rusia, como tuvo que hacerlo la Unión Soviética hace ochenta años.

En Europa se creó, en Europa lo está reinventando, y Estados Unidos gozando.

Un reportaje del 21 de enero de 2020 presentado en el sitio web Público.es señala que “la ultraderecha tiñe el mapa europeo”: “Solo cinco países de la UE tienen parlamentos libres de partidos de este tipo: son Irlanda, Malta, Luxemburgo, Croacia, y Rumanía. Solo hay cuatro más en los que la ultraderecha haya cosechado menos del 10% de los votos en las últimas elecciones: Portugal, Grecia, Lituania, y Chipre.”

Estas organizaciones reivindican lo peor de sus antepasados políticos, como el caso de VOX en España, que se aferra con fanatismo no sólo al franquismo, sino al papel colonizador del viejo imperio.

“Vox fue la tercera fuerza en las últimas elecciones, con el 15,1% de los votos, y tiene 52 escaños en el Congreso de los Diputados. Tiene también tres eurodiputados y, además de Andalucía, sostiene el Gobierno de la Comunidad de Madrid y Murcia, junto con PP y Ciudadanos”, indica el reportaje de Público.

En esa onda, la flamante presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, del Partido Popular, sentenció el 25 de noviembre de 2021 en una conferencia ante empresarios en Estados Unidos, que el “indigenismo es el nuevo comunismo”, lo que podría considerarse una acusación peligrosa, si nos atenemos al pasado falangista-franquista de este partido español. Ayuso –que se declara ultra católica- la emprendió también contra el Papa Francisco por haberse “disculpado” con México por los “errores de la iglesia católica”.

Por esos días resonaba el escándalo de los horribles hallazgos de cientos de niñas y niños indígenas enterrados en fosas ilegales en predios de colegios y conventos religiosos.

Estados Unidos –capital mundial del racismo- aprovechó la pandemia para dejar morir un sinnúmero (literalmente) de los pocos nativos-originarios que han podido sobrevivir del exterminio sistemático prolongado aplicado por los anglosajones.

El jefe del neofascismo español, Santiago Abascal, lanzaba en su “Carta de Madrid” la noción imperial de “Iberosfera”, odiosa apología del genocidio causado por la invasión europea a las islas y al continente de Abya Yala; en simultáneo, convocaba cual virrey colonial, una cumbre ultraderechista en Bogotá, donde el gobierno súbdito de la OTAN lo permitió y aupó como era de esperarse.

 Declararon enemigos a destruir al Foro de Sao Paulo y al Grupo de Puebla. (Recordemos que en Colombia se asienta la sub-doctrina santanderista, que es, en lo internacional, servilismo pro-imperialista, y en lo interno, terrorismo de Estado contra el pueblo colombiano; y que, el uribismo, es la etapa superior del santanderismo).

En el ínterin, para adornar la velada, un grupo de policías nacionales de Colombia realizaron un desfile vestidos con trajes y símbolos nazis. ¿Una inocentada?

¿Verdad que se ve clara la relación con el proyecto neocolonial que hace rato adelantan las transnacionales gringas, europeas y españolas, como ha denunciado recientemente López Obrador, y antes lo hicieron Hugo Chávez y Evo Morales?

La marejada neofascista tiene en el Cono Sur de Nuestra América a los herederos de las dictaduras que ejecutaron la Operación Cóndor, en connivencia con sectores “progresistas” que coquetean con la brujería neoliberal, la xenofobia y el pitiyanquismo que les es propio a las derechas dependientes.

Todos se desenmascaran cuando se trata de los derechos de los pueblos originarios y la exigencia histórica de la descolonización: allí se les ve la costura racista expresa o solapada.

Los derechistas españoles y los supremacistas anglosajones niegan la catástrofe humana que significó la invasión contra los pueblos originarios de nuestra Abya Yala, como los neonazis niegan el exterminio antijudío, antigitano, anticomunista, perpetrado por la Alemania hitleriana y sus cómplices.

Seguirán al pie de la letra los principios de la propaganda nazi creados por Goebbels:

1.- Principio de simplificación y del enemigo único: “el indigenismo es el nuevo comunismo”, los rusos son los malos de la película…

2.- Principio del método de contagio: todos sus adversarios “son un peligro para la democracia”…

3.- Principio de la transposición: acusar al adversario de sus propios crímenes…

4.- Principio de la exageración y desfiguración: “el indigenismo” es una amenaza grave a la civilización occidental (y los rusos también)

5.- Principio de la vulgarización: “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”.

6.- Principio de orquestación: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.

7.- Principio de renovación: la (des) información debe emitirse a velocidad vertiginosa para que las respuestas del adversario no puedan contrarrestar las acusaciones.

8.- Principio de la verosimilitud: inventar razones desde fuentes diversas con informaciones fragmentarias...

9.- Principio de la silenciación: acallar las noticias que favorecen el adversario, matar la libertad de información (verbigracia: RT)

10.- Principio de la transfusión: difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas (mitologías prejuiciosas, odios raciales, etc....)

11.- Principio de la unanimidad: llegar a convencer a mucha gente que se piensa “como todo el mundo”.

Todos han sido puestos en práctica por la mediática hegemonista en manos de la OTAN (Pentágono-Complejo Militar-Industrial).

Pero hay una verdad en el aire a la que los pueblos del mundo deben asirse: desnazificar nuestras vidas.

Si. Desnazificar. Y descolonizar Abya Yala de Alaska a la Patagonia.

Yldefonso Finol

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