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Nicaragua: Somocistas, MRS, curas, periodistas y otros, fueron reclutas del narco-estafador


El narco-estafador Gerardo Sánchez y el piloto genocida Roberto Amador.

No solo engañó a gente humilde el narco-estafador Gerardo Sánchez, quien ha regresado a Costa Rica para tratar de “reclutar” a los golpistas que huyeron de Nicaragua en 2018.
  En su lista de la “Coordinadora Guerrillera Nicaragüense” (CGN), había políticos, sacerdotes, periodistas, ingenieros, médicos, exoficiales somocistas de alta graduación, excontras, sandinistas resentidos, medios de comunicación, el CENIDH, la CPDH y otras ONG opositoras.

Tenía un buen anzuelo para sus prosélitos: les garantizaba el retorno de la dictadura somocista, y sus nuevos adeptos del MRS que anhelaban volver a esos tiempos cuando, según ellos, vivían en una sociedad feliz que era un paraíso comparado con el sandinismo, le compraron el para ellos fabuloso sueño.

La CGN vivió varios años en la computadora de Sánchez, quien exprimió al máximo el antisandinismo de la oposición local y en el exilio.

Este compulsivo estafador hizo además contacto con algunos grupos de delincuentes comunes que aún merodean en zonas montañosas y fronterizas con Honduras, los que le informaban de imaginarios combates con el Ejército o la Policía de Nicaragua, atribuyéndoles numerosas bajas.

A fin de darle un marco de credibilidad a su patraña, reclutó a periodistas de La Prensa y Radio Corporación, a quienes convirtió en voceros oficiosos de sus comunicados sobre inexistentes choques armados.

En febriles jornadas frente a su laptop, contactó y reclutó a sujetos como el ex-mayor GN y asesino piloto somocista Roberto Amador; Iveth Blandón, alias “Sol de libertad”, del Movimiento por el Rescate al Sandinismo; a Ruth Montenegro, orgullosa hija del coronel somocista Alfonso Montenegro Sáenz y hermana del también coronel GN, Franklin Montenegro Alarcón, el criminal “Sagitario”.

A Gerardo Sánchez no le costó mucho convencer a sus reclutas. Los escogió con el mismo perfil: connotados antisandinistas, unos de estirpe somocista, otros de nueva laya corroídos por resentimientos y envidias.

Y mientras él traficaba drogas y peleaba con Byron de Jesús López Zeledón, alias “comandante Sheriff” por manejar la distribución de las mismas, pedía dinero como desesperado a somocistas viejos y nuevos dispuestos a recuperar el poder para las familias oligárquicas.

El “Sheriff”, también reivindicado por La Prensa y Radio Corporación como “rearmado” en contra del gobierno, tuvo una seria disputa con el “comandante Palacios” debido a que ambos se acusaban de narcotraficantes y por la pérdida de 17 mil dólares que habían recibido como donación. 

Al final, López Zeledón fue asesinado en Honduras en un pleito de drogas.

Cuando fue detenido en 2015, Gerardo Sánchez Montalbán, quien aparte de “comandante Roberto Palacios” se hacía llamar “Cindy Lauper” (¿?) entre sus más íntimos, reconoció ante la jueza Fátima Rosales, del Juzgado Décimo Tercero de Distrito Penal de Juicio de Managua, que traficó con drogas de forma internacional y local.

Y pidió disculpas al Estado de Nicaragua. No lo hizo con sus decenas de reclutas, entre ellos los de La Prensa y Radio Corporación.

 En ambos medios los jefes conocían que sus periodistas usaban como fuente de los presuntos grupos rearmados a un delincuente que antes había sido señalado por estafa a los migrantes.

Al final, sin embargo, tuvo más entereza que los de La Prensa, que aún no reconocen que durante largo tiempo tuvieron como fuente a un estafador y narcotraficante.

El contubernio del CENIDH

El colmo fue que al verse descubiertos por Nicaleaks, los de La Prensa estallaron en cólera y realizaron ridículas y falsas acusaciones. 

El desgarro de vestiduras fue total. Hubo llantos, descalificaciones, notas en encomendadas “letras pequeñas” y grandes, en ociosos editoriales y hasta conferencias de prensa patrocinadas por el CENIDH de Vilma Núñez.

Las amenazas trascendieron las fronteras. El entonces presidente del CENIDH, designado (de facto) por la vitalicia señora Núñez, dijo que llevaría el caso de Nicaleaks contra una periodista de La Prensa, ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

Vale decir que hubo promotores del CENIDH que también fueron reclutados.

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