Nicaragua: “Oenegé” de Javier Meléndez Quiñónez facturó C$88 millones anuales

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Nicaragua: General Ramón Raudales

Un hacendado que dio cuerpo y fortuna para ayudar al Ejército Defensor de la Soberanía Nacional (EDSN) frente a las tropas invasoras yanquis y que luego continúo la lucha hasta caer abatido el 18 de octubre de 1958 -con 68 años a tuto- empuñando el fusil ante las huestes de la Dictadura Somocista; así fue recordado el General Ramón Raudales en el Cementerio de Ciudad Antigua, departamento de Nueva Segovia, donde reposan sus restos como símbolo de los sueños de Libertad y Paz que tanto embriagaban a aquellos hombres que estuvieron luchando codo a codo junto al General Augusto C. Sandino.

Raudales fue junto a Santos López, Heriberto Reyes y Juan Gregorio Colindres, uno de los pocos combatientes sandinistas que sobrevivieron a los operativos de exterminio montados por la Guardia Nacional luego de asesinar a Sandino en febrero de 1934, de tal manera que hoy es reconocido como un eslabón fundamental entre la lucha del General de Hombres y Mujeres Libres y los movimientos guerrilleros que darían vida al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

El General Raudales fue gran amigo del General Sandino, lo cual lo demostró no solamente luchando durante los casi 8 años de existencia del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, sino también entregando los fondos necesarios para los operativos contra la Guardia y las tropas yanquis.

Cuando el poeta Rigoberto López ajusticia a Anastasio Somoza García, el general Raudales decide arreciar su lucha en Las Segovias hasta caer abatido en busca de sus sueños.

“El General Ramón Raudales significa la continuidad de la lucha sandinista, la continuidad de la lucha del General Sandino”.

“Él es el que mantuvo viva la llama de la lucha sandinista para que en el año 1979 lográramos el triunfo de la Revolución”.

Marcado por los sueños libertarios

Este héroe era respetado en todas Las Segovias, donde siempre se le valoró por ser un hombre respetuoso, honesto, valiente y firme en sus ideales libertarios.

Él pudo haberse retirado del Ejército de Sandino porque tenía mucho dinero, “pero siempre lucho hasta el final por lo que hoy es la democracia que hemos logrado”.

Se está tratando de rescatar la memoria de aquellos segovianos que estuvieron junto a Sandino como los generales Juan Gregorio Colindres, Pedro Irías, Ismael Peralta, o el coronel Rufo Marín.

“Eso no puede quedar en el olvido. Nos corresponde a nosotros salvaguardar esa historia y transmitirla a las futuras generaciones”.

Llama sigue viva

Una muestra de que la llama sandinista sigue viva y se expande en Las Segovias, lo representa precisamente el municipio de Ciudad Antigua,. Sin embargo, son muchos los muchachos (cuyos padres no tienen tradición rojinegra) que se están sumando a la causa desde su trabajo solidario bajo la bandera que entró triunfante a Managua aquel 19 de julio de 1979.

La talla revolucionaria del General Raudales se vio hasta el último instante de su vida, porque cuando muere tenía 68 años edad, y lo hizo empuñando en la montaña el fusil libertario que le dejó el General de Hombres y Mujeres Libres.

Un 18 de octubre de 1958, el General Ramón Raudales, antiguo miembro del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional (EDSN), murió por las heridas que había reportado cuatro días antes, mientras luchaba en Yaulí contra el régimen somocista.

En 1958, sin importar sus 68 años, había retomado la lucha armada, organizando dos columnas de 40 hombres que entraron desde Honduras a Nueva Segovia por Teotecacinte el 15 de septiembre.

Quien era el General Ramón Raudales?

Era un hacendado que había luchado con el General Sandino en el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, ofreciendo sus energías y sus recursos económicos a la causa de liberación, contra los invasores yanquis. 

Después del asesinato de Sandino en 1934, la Guardia Nacional intentó desaparecer a todos los combatientes sandinistas, montando operativos de exterminio. Pocos fueron los combatientes que sobrevivieron a esta masacre: entre ellos Santos López, Heriberto Reyes, Juan Gregorio Colindres y Ramón Raudales.

En 2015, el 19 Digital dio cobertura a la Jornada del 81 Aniversario del Tránsito a la Inmortalidad de Sandino. En esta ocasión, las autoridades del Frente Sandinista en Nueva Segovia y los veteranos de la Asociación del Batallón de Lucha Irregular (BLI) “Ramón Raudales” (antigua unidad de combate del Ejército Popular Sandinista) develaron sobre su tumba una placa en reconocimiento a su sacrificio.

La lucha armada del General Ramón Raudales se configura como un eslabón esencial en la historia de la lucha sandinista. 

Se conecta con la gesta heroica del poeta Rigoberto López Pérez y precede El Chaparral y la fundación del FSLN.

En el Natalicio del Padre de la Revolución, Carlos Fonseca Amador, el Comandante Daniel Ortega había recordado que en la “ruta de Sandino hacia Carlos”, destaca la lucha del General Ramón Raudales, quien mantuvo viva la identidad de Nicaragua y mantuvo encendida la llama de la libertad.

“[…] El General Ramón Raudales, General Sandinista, descendiente de familia con muchos recursos, personas del norte del país, familia de hacendado, pero él decidió hacer a un lado esa riqueza para unirse a la batalla por la Dignidad de la Patria que encabezaba nuestro General Sandino y a nuestro General todos sabemos, lo asesinaron aquel 21 de febrero del año 1934”, detalló el Comandante Daniel.

Al General Raudales lo marcó haber conocido al General Sandino, haber luchado con él codo a codo, haber compartido vivencias y sacrificios.

El veterano General de las tropas nicaragüenses de Sandino, Ramón Raudales, se decide a reiniciar la lucha armada guerrillera en las montañas de Jalapa, en la frontera nicaragüense-hondureña. Raudales, en febrero de 1934, era el jefe Campamento de Wiwilí y, al igual que el Coronel Santos López en Managua, logró sobrevivir a la masacre de sandinistas que ejecutó la Guardia Nacional (GN) somocista en dicho año (Masacre de Wiwilí).

El General Raudales con su nueva guerrilla Sandinista (llamado así en memoria de Augusto César Calderón Sandino), incursionó en territorio nicaragüense por el paso de Teotecacinte y mantuvo una intensa actividad militar. Realizó emboscadas a la GN, causó importantes bajas y derribó un avión atacante. 

Raudales demanda instalar un gobierno de conciliación nacional que incluya a toda la oposición, reestructurar a la Guardia Nacional y expropiar a los funcionarios corruptos.

Los acompañantes de Raudales en esta invasión se destacan: el Coronel de Sandino, Heriberto Reyes, y el ex oficial ex GN Julio Alonso Leclaire, quienes junto al estudiante Manuel Baldizón Richardson, integran su mando militar y posteriormente pasaron a engrosar distintos movimientos armados. 

Otros combatientes fueron Adolfo Evertz, Adán Suárez, Virgilio Godoy Reyes, Otto Castro Wasmer, Julio Velásquez, Efraín R. Hueso, Ramón Romero y Mario Avilés Sáenz.

Nosotros llegamos a Tegucigalpa en marzo del 1956, en ese momento estaba recién pasada la ejecución de Somoza por Rigoberto López Pérez, pero muy poco saben que antes de la ejecución de Somoza y antes de la ejecución de Rigoberto López Pérez, se estaba gestando en El Salvador un movimiento revolucionario, apoyado por los propios militares salvadoreños, y ese movimiento tomó forma muy rápidamente porque tuvo un aporte militar pequeño, pero todo aporte revolucionario es importante, y da la casualidad que intervienen los ex guardias somocistas en el exilio para dirigir este movimiento armado. 

No sé si ustedes saben que la Guardia Nacional en el exilio estaba organizada con espíritu de cuerpo y que se respetaban los rangos militares. 

De manera, el que dirigía era el de mayor rango que en este caso era el Coronel Manuel Gómez. 

Cuento esto porque los militares habían dado orden; Manuel Gómez, les hace a todos los militares de la guardia en Centroamérica, me refiero a exiliados, a no moverse mientras no fueran convocados, pero da la casualidad que en San Salvador vivía un ex guardia, el pelón Alonso, le decíamos todos, yo era tan joven que él me decía ñiño, con dos ñ, y a fines de diciembre o en diciembre del 1956, me invita a ir a Tegucigalpa. 

Cuento todo este cuento porque aparte de lo anecdótico tiene una gran proporción histórica, y cuando llegamos a Tegucigalpa que habrá sido en marzo del 1957, Manuel Gómez lo repudia y nos quedamos colgados, tan sencillo como eso, porque Manuel Gómez repudia al pelón Alonso, Julio Alonso Leclair.

Dice Sinfonía Salvatierra que cuando estaba negociando la paz, lo recibe Julio Alonso Leclair, y tiene expresiones extraordinariamente favorables a Julio Alonso Leclair, después deserta por Muelle de los Muelles y finalmente llega a El Salvador, pero da la casualidad que también había otro núcleo distinto a la Guardia Nacional en Tegucigalpa, que también estaba trabajando por su propia cuenta en un movimiento revolucionario, y ese grupo tenía dos pilares.

 Un pilar conservador que dirigía Fernando Agüero, que entonces tenía una posición completamente distinta a la posterior, el otro pilar era Ramón Raudales.

No sé qué tanto conocemos nosotros a Ramón Raudales, otro gran olvidado de la historia y siempre le reclamo yo a los militares que todavía le regatean el grado de General, ahora creo que es menos, porque antes le obligaban a decirle a uno que solamente era Coronel, pero bueno, quiero leerles lo que dijo Ramón de Belausteguigoitia sobre Ramón Raudales en 1933:

“Seco y estirado el aire nervioso y ardiente, sus bigotes levantados y tocado de un amplio sombrero de fieltro. No haría mal papel colocado entre los tercio del cuadro de las lanzas de Velázquez”.

Porque a Ramón Raudales, podríamos calificarlo de acaudalado en aquella época y en aquella región, porque era un minero que se ganaba la vida explotando las minas y negociando con Honduras. 

Ese es el papel importantísimo de Ramón Raudales en el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional en la parte primera de 1926 a 1927, porque es él quien compra los primeros 300 fusiles para Sandino precisamente en Honduras.

Entonces conocemos a Ramón Raudales, nos acogen de una manera maravillosa tanto a Julio Alonso y a mí, yo no tenía ni la menor idea de que había habido, digamos, suficientes razones para que los sobrevivientes del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, nos recibieran como se recibió a Alonso Leclair, 50 años después, echando la película para atrás me pongo a pensar que a lo mejor Ramón Raudales y Julio Alonso se conocieron al momento de la negociación de la paz, o si no se conocieron por lo menos tuvieron conocimiento el uno del otro, estando los dos en bandos completamente contrarios, porque como ustedes saben Sandino nombró a Raudales para hacerse cargo de las tropas que estaban en Wiwilí

Heriberto era las manos segundas de Raudales, pero era una mano segunda operativa, eficientemente operativa, después de la muerte de ambos, hasta entonces Santos López, apoya al incipiente movimiento de la Revolución Sandinista en Raití y Bocay; méritos de Carlos Fonseca, mea culpa de Santos López, ambas cosas, probablemente ambas cosas.

El tiempo pasa, ya habíamos fracasado dos veces con Raudales en abril del 1958, que tenemos un enfrentamiento con el Ejército Hondureño y muere un joven que nunca se ha reivindicado y nunca hemos rescatado sus restos, Jorge Rodríguez Wasmer. Debe ser pariente doble de Edwin por Rodríguez y por Wasmer. 

Quedo ahí, en un sitio que se llama creo las Orquesta en los llanos de Santa María, del departamento del Paraíso de Honduras. Después fracasamos en octubre del 1958, con la muerte del propio General Raudales. Honor y gloria a nuestros héroes y mártires 

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