La pulpa de sandía no solo es deliciosa y refrescante, sino que también es rica en vitaminas y minerales. No obstante, no todas sus partes son igual de saludables: se recomienda quitar las semillas antes de consumirla. Una nutricionista explica por qué.
Las semillas tienen la capa exterior muy dura, por lo que prácticamente no se digieren, advierte la dietista María Rózanova en una entrevista con la cadena Moskva24.
Si bien no pasa nada si te tragas un par de semillas, en grandes cantidades pueden causar problemas con el sistema digestivo y hasta algunas patologías, como la inflamación del apéndice.
También hay ciertas categorías de personas que nunca deberían comer sandía con semillas: en particular, los niños menores de tres años corren el riesgo de ahogarse o intoxicarse.
Las mujeres embarazadas también deberían tener cuidado, pues las semillas aumentan el riesgo de padecer una alergia.
La pulpa y las semillas de algunas sandías contienen altas cantidades de nitratos y el aminoácido llamado citrulina que emite el amoníaco durante su descomposición.
Si bien no representa un peligro para la mayoría de las personas, si sufres de enfermedades del sistema urinario, trata de evitar su consumo. Las sandías con semillas blancas también pueden llevar a una fuerte intoxicación.
Si eres fan de la sandía, aquí te contamos qué inesperado efecto positivo tiene en tu salud.
Y estos son los tipos de sandías capaces de provocar cáncer.
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