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No existe en Latinoamérica y quizá en la historia de la humanidad un asedio político, militar y económico más prolongado que el que ha sufrido la Republica Socialista de Cuba de parte del Imperialismo yanqui.
Si bien es cierto que en la Edad Media, tanto en Europa como en Asia (principalmente entre Francia e Inglaterra o la Invasión tártara-mongola contra los antiguos principados rusos) se dieron larguísimos conflictos militares, estos asumieron un carácter episódico o suma en el tiempo de grandes y pequeñas batallas que dieron chance a los agredidos a seguir construyendo sus sociedades, mientras que generaciones enteras de esos países en conflicto vivieron en relativa normalidad.
Mientras tanto los gringos, intolerantes ante cualquier forma de desarrollo socio-económico que otros países soberanos han intentado o intentan construir dejando a un lado la barbarie capitalista, inmediatamente después del triunfo de la Revolución cubana asumieron contra ella una actitud, primero de desconfianza y poco después, de franca hostilidad.
La Revolución cubana fue inmediatamente incluida por los líderes del capitalismo global y el “Estado profundo” yanqui en la confrontación Este-Oeste, en la Guerra Fría, dando como resultada que tempranamente, en enero de 1961, Estados Unidos rompe unilateralmente sus relaciones diplomáticas con el joven gobierno revolucionario cubano y en febrero del año siguiente, mediante ley expresa impongan un bloqueo contra la Isla que aun hoy persiste.
Este asedio a la Revolución cubana ha sido permanente y cada vez más cruel en desprecio de los principios básicos de los Derechos Humanos (que precisamente ellos, los gringos, dicen defender como “campeones de la libertad y la democracia”), continuó con el financiamiento a contra-revolucionaros batistianos en el Escambray y la Sierra Maestra, el patrocinio de innumerables actos de sabotaje a la industria y servicios vitales del país y otros actos terroristas, el desarrollo casi descarado de operaciones de los servicios de inteligencia gringos para reclutar ciudadanos cubanos para distintas tareas de zapa, principalmente el asesinato de líderes de la Revolución, en primer lugar de su comandante en Jefe, Fidel Castro Rus y se atrevieron en esos años a organizar y ejecutar la derrotada invasión mercenaria a Playa Girón.
El bloqueo criminal extendido durante casi sesenta años es acompañado siempre de lo que con el tiempo se ha convertido en un cuerpo de leyes infame, lesivo al Derecho Internacional, extraterritorial que se inicia con la reglamentos de prohibición selectiva de importación y exportación de productos cubanos que dieron origen a la nefasta Ley Torricelli y más tarde a la Helms-Burton que con el tiempo irán siendo ampliadas, reformadas o complementadas con más de 250 prohibiciones de todo tipo dirigidas a boicotear el desarrollo económico y científico de la Isla y al final, intentar provocar un explosión social y un “cambio régimen desde adentro”, ante la demostrada incapacidad de doblegar por la fuerza al heroico pueblo cubano.
Sin embargo, pese a este asedio permanente que ha costado cerca de ciento cincuenta mil millones de dólares en perjuicio a la economía nacional del país y que ha frenado el mejoramiento de la calidad de vida de los cubanos, provocando un daño irreparable a la competitividad y posicionamiento del Cuba dentro de la economía mundial, la Republica Socialista de Cuba ha logrado importantísimos logros en el campo bio-médico y otros campos de las tecnologías, en la organización de su economía y su sociedad, la producción de alimentos, bienes y servicios a partir de la innovación, ha alcanzado grandes hazañas en los deportes, la cultura y el arte, la industria del turismo y (hasta antes de empezar está nueva arremetida del imperio utilizando de manera canalla las dificultades ocasionadas por la pan*demia del co*id-19), logrado un gran desempeño relativo de sus exportaciones y lo más importante:
Manteniendo aun en medio de las dificultades creadas por sus enemigos justicia, equidad y paz entre el pueblo cubano.
Pero aunque todo lo anterior nos parezca increíble e insuperable, pues aún hay espacio para el asombro:
Cuba -si relativizamos sus posibilidades y limitaciones- es el país más solidario del mundo. Una solidaridad demostrada desde los primeros años de la Revolución cubana cuando se aprestó a apoyar a los combatientes revolucionarios de toda América Latina, para que estos lucharan contra los regímenes dictatoriales de cada uno de sus países. Los cubanos regaron su sangre en Nicaragua, Bolivia y otros países de la región en un tiempo en que parecía imposible desafiar a las oligarquías y al Imperialismo yanqui militarmente.
La Cuba socialista que envió, en distintos momentos de la lucha de liberación nacional de África, a más de medio millón de soldados (sin contar los cientos de miles de maestros, médicos, asesores y personal de apoyo) apertrechados y equipados para apoyar a las jóvenes republicas de Argelia, al Congo belga, Guinea Bissau, Cabo Verde, Etiopía, Angola y Namibia y que libró con valentía grandes combates contra las fuerzas más reaccionarias del Continente, infringiendo memorables derrotas a los lacayos del imperialismo como el entonces poderoso ejército de la Sudáfrica del apartheid.
La Cuba socialista que envió y sigue enviando brigadas médicas y contingentes de educadores a todos los rincones del mundo, aún a países del llamado “primer mundo” cuando estos lo solicitaron.
Es imposible pensar en solidaridad internacional, en efectividad y entrega durante esta última emergencia sanitaria mundial impuesta por la pan*demia, sin tener en cuenta el enorme esfuerzo humanista y solidario del gobierno y pueblo de Cuba que demuestra una vez más la preeminencia de la moral socialista sobre la rapiña y egoísmo del Capitalismo y el liberalismo burgués.
Su economía, su tecnología de resistencia, su ciencia innovadora y su gobierno y partidos inclaudicables harían y hacen ingentes esfuerzos por superar el cerco a las importaciones, de financiamiento, medicinas, insumos médicos y equipos para enfrentar a lo interno la pa*demia, y ante la negativa, logrando lo impensable:
Inventar con sus pocos recursos los equipos necesarios para dar atención de emergencia a su población afectada y… desarrollar cinco prototipos de vacunas contra el cov*id-19, todas ellas hoy aprobadas y puesta a disposición de la humanidad.
Pero si todo lo anterior parece increíble cuando hablamos de un país asediado durante seis décadas y atacado de mil formas por sus enemigos, es todavía más grande su aporte a la búsqueda de un modelo alternativo socio-económico, más humano e inclusivo no solo para los pueblos de Latinoamérica, sino de todo el mundo.
La Revolución cubana ha sido una antorcha de fuego inextinguible, que ha iluminado los caminos de los grandes luchadores sociales y de los pueblos combatientes durante seis décadas de triunfos y derrotas y vueltas al combate. La Revolución cubana ha sido fuente de moralidad revolucionaria y ejemplo claro de que los pueblos aguerridos y valientes pueden tumbar dictaduras, doblegar oligarquías y humillar al Imperialismo yanqui en cualquier parte del mundo.
Si bien los pueblos del mundo admiraban a la Gran Revolución Bolchevique de Octubre, fue Fidel y la Revolución Cubana los que nos "tradujeron" los encendidos discursos de Lenin frente a los obreros de las fabricas y los soldados al guajiro y de allí a todas las lenguas y dialectos del "Tercer mundo": "Proletarios de todos los …", significó para nosotros "!Revolución o muerte, Venceremos!" y que "tomar el poder para los soviets" significaba, "subir a las montañas, hacer la guerrilla y bajar por los llanos combatiendo hasta conquistar el poder en las ciudades". Y de esta manera se hizo Revolución en todos lados.
Desde las altas tribunas o desde los campos de batalla, el brazo fuerte de Cuba y su pueblo han estado junto a los pueblos.
Los nicaragüenses tenemos una deuda histórica impagable con la Revolución cubana. A ella le debemos algunas de las tempranas definiciones del FSLN, como la adhesión de a la teoría revolucionaria del Marxismo-leninismo, las doctrinas, tácticas y estrategias asumidas en buena parte de la historia de la organización por los dirigentes fundadores del Frente Sandinista. Sus dirigentes y su Partido siempre han sido modelos a seguir y quienes respetuosamente han estado prestos a aconsejarnos, a guiarnos o acompañarnos en las decisiones políticas más trascendentales.
En Cuba se formaron gran parte de nuestros cuadros históricos y tanto durante la Insurrección final como en los años ochenta el gobierno y el Partido Comunista de Cuba estuvieron fortaleciendo nuestra retaguardia, nuestras capacidades de combate, entrenando y luchando al lado de nuestros guerrilleros y soldado, dando ejemplo de valor y hermandad en todos los campos.
Cuba compartió lo poco que tenía con nuestro gobierno revolucionario en los álgidos años de agresión contrarrevolucionaria y la consolidación del poder revolucionario. Nos trajo maestros, especialistas en todas las ramas de la economía, construyo toda clase de infraestructura pública y nos proveyó (junto con la URSS y los países socialistas de Europa) de una generación de profesionales, técnicos civiles y militares de clase mundial, que deberían haber sido la base tecno—científica y el puño defensivo de la RPS y nuestro país.
Hemos compartido y compartimos con nuestra hermana República de Cuba, el amor a nuestra tierra y la disposición a defender la soberanía y un nacionalismo no-chovinista llegado a nosotros de los héroes Antonio Maceo y Benjamín Zeledón, el antiimperialismo de Martí y de Sandino y al igual que Fidel y Carlos Fonseca compartimos los sueños de construir una patria socialista.
La guerra contra Cuba y Nicaragua continua hoy en día por medio de tácticas hibridas que combinan la guerra convencional con las de baja intensidad, las doctrinas de “golpe suave” y la utilización del poder “blando”, económico y político del imperialismo yanqui para agredir a las naciones para ellos indeseables con todo tipo de “sanciones” y prohibiciones al margen del Derecho Internacional, en busca de minar la moral de los pueblos y conseguir con rapidez sus objetivos perversos.
Son días difíciles para nuestro país y para Cuba, pero no nos doblegarán.
Por eso nos alegramos, que utilizando la experiencia alcanzada por el FSLN en la derrota del golpismo, hoy el gobierno y el PCC hayan ordenado a los comunistas y al pueblo patriótico cubano la defensa de las calles, que al final es la defensa de la Revolución.
Porque ese en el pueblo que reside el poder revolucionario, siempre organizado y dirigido correctamente por su partido de vanguardia.
¡VIVA CUBA!
¡VIVA LA REVOLUCION CUBANA!
¡VIVA FIDEL!
¡VIVA EL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA!
Edelberto Matus.