En vísperas del incendio
Ya en 1916, luego de tres años de guerra, la situación de Rusia se había tornado desesperante. Habían muerto en las trincheras 1.800.000 soldados, 2.000.000 habían sido hechos prisioneros de guerra, 1.000.000 más había desaparecido....
Y el Alto Mando (Stavka) insistía en ordenar operaciones que terminaban en reiterados desastres y mayores pérdidas.
A la soberbia e incompetencia del Zar Nicolás II, se sumaban los escándalos e intrigas en la Corte, y el completo desorden gubernamental. La Nobleza, los grandes capitalistas y los Gobiernos Aliados, cada vez más alarmados, no encontraban cómo modificar tal situación: las conspiraciones palaciegas sólo incrementaban la sensación de estar en un laberinto sin salida.
Sin enfrentar al zar, pero buscando mayor protagonismo, la burguesía impulsó el Bloque Progresista de la Duma (integrado por los diputados Octubristas -monárquicos -y los del partido Constitucional Democrático -liberales) y la conformación de Comités de la Industria de Guerra.
El descontento popular ya no podía ser acallado por la represión, reaparecieron las protestas obreras con huelgas y una creciente actividad política "subversiva" en las fábricas y barrios populares, especialmente en Petrogrado...
Los Mencheviques consideraban que se debía apoyar el esfuerzo de guerra de Rusia y "los Aliados" y eran partidarios de aliarse con la burguesía para enfrentar al zarismo.
Cuando en 1915 se crearon los Comités de la Industria de Guerra en los que se dejaba lugar a una representación de los obreros, ellos aprovecharon la oportunidad y el Grupo Obrero Central conducido por Guozdev se lanzó a impulsar la elección de delegados que deberían, en una segunda votación, escoger el grupo que los representara en esos Comités.
También los Bolcheviques y los Mencheviques internacionalistas impulsaron la elección de delegados, porque eso permitía discutir y organizar en las fábricas, pero se oponían a la participación en los Comités organizados por la burguesía para respaldar la guerra.
Las asambleas convocadas para resolver el diferendo terminaron en definitiva divididas por la mitad. En 1916 en algunas fábricas se retomó también la práctica de elegir obreros antiguos como representantes (starost) y comenzaban a discutirse posibles formas de coordinación...
A principios de 1917 la situación se tornaba insoportable: a la carestía, se sumaba la falta de de harina, pan y carbón (en un invierno excepcionalmente riguroso),. El Grupo Obrero Central intentaba organizar una manifestación contra la autocracia y por la democratización del país cuando la Ojrana los metió presos, el 26 de enero.
Los días 13 y 14 de febrero hubo pequeñas manifestaciones agitando banderas rojas y cantando La Marsellesa. El 18 de febrero entraron en huelga los obreros de la Putilov, la mayor fábrica metalúrgica de San Petersburgo donde tenían gran influencia los bolcheviques... Nadie preveía, sin embargo, lo que ocurriría pocos días después. [ Ver Anexo 1 "El movimiento obrero durante la guerra"]
Febrero: comienza la Revolución
En el clima enrarecido ya descripto, las obreras de Petrogrado, que constituían el 47% de la fuerza laboral y eran el sector menos organizado y politizado del proletariado, decidieron conmemorar Día Internacional de la Mujer (23 de Febrero / 8 de Marzo) protestando por la falta de alimentos y la carestía.
En la mañana del 23 hubo asambleas y manifestaciones en las zonas fabriles, pero después del mediodía las textiles del populoso y combativo barrio de Viborg se dirigieron en manifestación hacia el centro de la ciudad, logrando el respaldo de los metalúrgicos y "sacando" al paro a trabajadores de otras fábricas. "Queremos pan" era el cántico más generalizado.
En día 24 por la mañana las obreras en asamblea decidieron continuar en huelga y las/los manifestantes ascienden a 200.000, provenientes de todos los barrios.
Los enfrentamientos con la policía se hicieron más violentos, pero los cosacos y los soldados de algunas unidades desplegadas evitaron reprimir y la protesta llegó hasta el centro de la ciudad y las inmediaciones de la Duma.
Al día siguiente, la ciudad está paralizada por la Huelga General. Se suman a las manifestaciones artesanos, empleados y la intelligentsia.
La muy violenta represión policial no logra impedir la ocupación de la Perspectiva Nevsky. Cediendo a los reclamos de la gente, los cosacos y algunos soldados intervienen para contener la brutalidad policíaca.
Es visible la participación de los socialistas por la proliferación de banderas rojas y pasan al primer plano las consignas "Abajo la Guerra" y "Abajo el Gobierno". Esa misma noche el Zar ordena que el Ejército restablezca el orden y que la Stanvka envíe tropas desde el frente.
El domingo 26, a pesar del despliegue militar los manifestantes ocupan el espacio público y estaban reclamando el apoyo de los soldados, cuando el regimiento Pavlovsky acató la orden de disparar, provocando 40 muertos y muchos heridos.
La multitud enardecida rodeó los cuarteles y algunos regimientos (incluido el que había ocasionado la masacre) comienzan a amotinarse. Ocurrió lo mismo en la cercana Base Naval de Kronstadt y en la Escuadra del Báltico.
El 27 de Febrero el pueblo festeja la incorporación de soldados y marineros a lo que es ya una revolución. Se generaliza la sublevación de los regimientos, se ocupan los puntos estratégicos de la ciudad, se combate contra la policía y los francotiradores que ametrallan a los manifestantes desde los techos, se asaltan las Comisarías y se saca de la cárcel a los presos políticos.
Los activistas socialistas, con la decisiva participación de los regimientos sublevados, están en la primera línea de combate. La insurrección se hace dueña de la ciudad....
Hasta aquí, un resumen de lo que narra (con mucho más detalle, testimonio de protagonistas y datos de archivo) el canadiense David Mandel inequívocamente identificado con los revolucionarios en su magnífico libro sobre Los Sóviets de Petrogrado. Pero no es muy distinto la descripción de otro historiador que no es izquierdista:
(..) el motín de la guarnición de Petrogrado convirtió los disturbios de los cuatro días anteriores en una revolución a gran escala.
Las autoridades zaristas se vieron prácticamente privadas de poder militar en la capital. (…) Además, la salida de los soldados a las calles aportó fortaleza militar y organización a las masas revolucionarias.
En lugar de la protesta vaga y sin propósito fijo, se centraron en la captura de objetivos estratégicos y la lucha armada contra el régimen. Soldados y trabajadores lucharon juntos para capturar el arsenal, donde se armaron con cuarenta mil fusiles y treinta mil revólveres, seguido de las principales fábricas de armas, donde por lo menos otros cien mil fusiles cayeron en sus manos.
Ocuparon el departamento de artillería, la central telefónica y algunas (aunque no todas) las estaciones de ferrocarril. Extendieron el motín a los restantes cuarteles (…) muchos de los soldados también se mantuvieron ocupados con la tarea de atacar, a veces aporreándolos o incluso asesinándolos, a sus comandantes.
Era una revolución en las filas. Pero la atención de los insurgentes estaba centrada principalmente en la sangrienta guerra callejera contra la policía. (Figes, 2017: 364).
Las mujeres que hicieron punta y salieron el 23 de Febrero a gritar "Paz, Pan y Libertad", "Abajo la carestía", "Basta de Guerra" y "Abajo el Zar" seguramente no tenían ni idea de que hubiera existido un periódico subversivo llamado Iskra (La Chispa) cuya bajada de título anticipaba: "de la chispa nacerá la llama". Pero ellas fueron la chispa que encendió la llama de la revolución.
Ningún partido las dirigió, los militantes experimentados habían recomendado cautela y acumular fuerzas para una gran movilización el 1 de Mayo...
Por encima de cálculos y tácticas, a ellas el hartazgo y la indignación las impulsó a la acción. Lo demás llegó por añadidura, con y en la auto-actividad de las masas: entrando a las fábricas para arengar y sacar al paro a los trabajadores remisos, poniendo el pecho a los caballos y fusiles de la policía, fusionando espontaneidad y organización, experiencia y audacia, reivindicaciones económicas y exigencias políticas...
El ejemplo de dignidad y determinación de las trabajadoras de Petrogrado, maltratadas hasta lo inenarrable por la autocracia, por la patronal y por la brutalidad del patriarcado imperante, constituía en sí mismo una revolución. Parafraseando a Marx: no sabían que la hacían, pero la hicieron.
El poder dual
En la noche del 27 de febrero, los dirigentes del Grupo Obrero Central, arrancados de la cárcel por la multitud, junto con los mencheviques Chejeidze y Skobelev (ex diputados de la Duma), social-demócratas independientes como Sujanov y Sokolov y representantes de los otros grupos socialistas (Trudovikes, Eseristas, Bolcheviques, Grupo Interdistrital, Bundistas...), unos cuarenta en total, constituyeron el Comité Ejecutivo Provisional del Sóviet de Diputados Obreros de Petrogrado (con amplia mayoría de socialistas "moderados").
La elección de los diputados obreros y soldados se hizo a mano alzada en tumultuosas asambleas de fábrica, en los barrios obreros y las unidades militares sublevadas. Desde la noche del 28 de Febrero aquellos desarrapados y bulliciosos diputados del pueblo comenzaron a sesionar, sin protocolo alguno, en la Sala Catalina del Palacio de la Táuride, que había sido sede de la Duma.
La cuarta Duma no se había atrevido a desafiar el receso dispuesto por Nicolás II, pero el curso de los acontecimientos y el desmoronamiento de la autoridad del Zar llevó a que algunos integrantes del Bloque Progresista se auto-designaran Comisión Provisoria de miembros de la Duma para restaurar el orden y mantener contactos con personas e instituciones.
Reunidos en el ala derecha del Palacio de la Táuride se apuraron a negociar con los dirigentes del Sóviet instalados en el ala izquierda del mismo Palacio la constitución de un Gobierno Provisional:
En la noche del 28 febrero al 1 marzo, estos dos grupos, uno en nombre de la "democracia revolucionaria" (las clases populares), el otro en nombre de la Rusia censitaria, acordaron la formación de un Gobierno Provisorio, constituido exclusivamente por diputados de las clases poseedoras en la Duma.
La Comisión de la Duma, por su lado, aceptó el programa del Soviet (...) El 2 marzo, el plenario del Soviet aprobó el acuerdo por amplia mayoría, aunque condicionó su apoyo al gobierno provisorio a la concienzuda ejecución del programa del Soviets. El plenario decidió también formar un "Comité de vigilancia" (kontrolivat's) para controlar las actividades del gobierno. (Mandel, 2017: 94).
Los Sóviets, un producto directo de la revolución, eran la plena expresión de la democracia revolucionaria y, por añadidura, tenían fuerza militar, al menos en la capital, en Moscú y algunos otros centros importantes. A pesar de ello, el Ejecutivo del Sóviet no quiso conformar un Gobierno revolucionario, dejó en manos del Bloque Progresista la designación de un Gobierno Provisional (burgués) y se negó a asumir cargos en el mismo.
Se esgrimieron razones doctrinarias: los Mencheviques, los SR y algunos bolcheviques (antes del regreso a Rusia de Lenin) coincidían en que estaba en curso una revolución burguesa que debía democratizar y modernizar Rusia, que el gobierno correspondía a la burguesía y los socialistas no debían comprometerse en el mismo.
También se dijo que la burguesía liberal tenía conocimientos y experiencias de gestión que los trabajadores rusos estaban lejos de poseer. Y el argumento decisivo era que, siendo los obreros una pequeña minoría, en la inmensa Rusia nada podía conseguirse sin el impulso conjunto de "todas las fuerzas vivas de la sociedad" para lo cual era imprescindible acordar con la burguesía y la intelligentsia.
Desde un ángulo más pragmático, se argumentó también que "desde afuera se podrá controlar mejor" el cumplimiento de lo acordado (y se conformó una comisión para hacerlo). [Ver Anexo 2 "El surgimiento de los sóviets"].
Así surgió en los primeros días de marzo el primer Gobierno Provisional encabezado por el Príncipe Lvov y con preponderancia de los Kadetes, cuyo líder Miliukov quedó a cargo de Relaciones Exteriores. Guchkov, un empresario Octubrista enriquecido con la guerra, quedó precisamente al frente del ministerio de Guerra.
El Comité Ejecutivo del Soviet presentó al gobierno una serie de exigencias y se comprometió a respaldarlo desde afuera en tanto y en cuanto cumpliera con ellas. Se trataba de un gobierno "flojo de papeles" en cuanto a su legitimidad y, sobre todo, carente de autoridad. Como escribió uno de los ministros:
El Gobierno Provisional no tiene poder real de ninguna clase, y sus órdenes se aplican sólo en la medida en que lo permite el Soviet de diputados de trabajadores y soldados.
Este último controla las fuerzas más esenciales del poder, pues las tropas, los ferrocarriles y los servicios postales y telegráficos están en sus manos. Se puede afirmar con franqueza que el Gobierno Provisional existe sólo en la medida en que se lo permite el Soviet. (Carta de Guchkov a Alexeev, citado en Figes, 2017: 407).
Extraña situación, por cuanto los sóviets ejercían de hecho cierto poder (vlast). Habían liberado a los presos políticos y disuelto la Ojrana, dispusieron la legalización de los sindicatos, tomaron a su cargo el transporte y abastecimiento en la ciudad, instaban a extender la organización soviética a toda Rusia... Y como si todo ello fuera poco, el 1 de marzo, el Sóviet de Petrogrado había impartido la famosa Orden 1 (Prikaz I):
En ella el Soviet dispuso que se eligieran comités de soldados en todas las unidades militares a partir del nivel de compañía, la subordinación al Sóviet de todas las unidades militares en cuestiones políticas y finalmente libertades cívicas para todos los soldados.
Las órdenes de la comisión militar organizada por el Comité de la Duma para comandar la guarnición, sólo debían ser obedecidas cuando no fuesen contradictorias con los decretos y resoluciones del sóviet. Con esto el Sóviet de Diputados Obreros y Soldados de Petrogrado asumió de hecho el poder sobre la guarnición (Anweiler, 1974: 106)
El Gobierno se comprometió a satisfacer las demandas planteadas por el Sóviet, pero el compromiso alcanzado era extremadamente impreciso: no ponía plazo para convocar la Constituyente y nada decía sobre las cuestiones más importantes e inaplazables: el fin de la guerra que exigían los soldados, la jornada laboral de 8 horas que reclamaban los obreros y la entrega de tierras que demandaba el campesinado.
Esta equívoca e inestable arquitectura institucional posterior a la caída del Zar fue denominada diarquia o, más popularmente, doble poder (dvoevlatie). Uno de los dirigentes del Soviet resumió la situación con una frase que se hizo famosa: "Apoyamos al Gobierno Provisional en tanto y en cuanto (postol'ku poskol'ku) cumpla con los principios planteados por el Soviet y vigilaremos para que así lo haga".
Se trataba de un acuerdo cojo por ambos lados. El gobierno burgués quería terminar rápidamente con el desorden revolucionario para relanzar la guerra imperialista y salvaguardar sus intereses y privilegios, pero no podía hacerlo sin la colaboración de los socialistas "moderados" que estaban al frente del órgano nacido de la revolución.
Por el otro lado, la dinámica expansiva y radical de los sóviets escapaba al control del Comité Ejecutivo (Ispolnitel'nyj Komitet) de Petrogrado y del Comité Ejecutivo Central Panruso de los Sóviets (Vserossijskij Tsentraluyj lspolnitelnij Komitet) cuya sigla era VTsIK.
Entre Febrero y Octubre, la revolución avanzaría, se estancaría, retrocedería y volvería a avanzar "a saltos", poniendo en evidencia el fracaso de los sucesivos Gobiernos Provisionales burgueses, sometiendo a todos los partidos (con diversas estrategias, tácticas, enfrentamientos y alianzas) a dura prueba y, sobre todo, modelando las experiencias y opciones de las clases enfrentadas.
La burguesía y los remanentes del antiguo régimen, pretendían que Gobierno pusiera fin a la agitación revolucionaria, para continuar con la guerra hasta ganarla y retomar los negocios.
Los Mencheviques y Socialistas Revolucionarios que inicialmente eran mayoritarios tanto en los Ejecutivo de los Soviets de Petrogrado y de Moscú, como en el Comité Ejecutivo Central de los Sóviets de toda Rusia, insistían en que era necesario e inevitable acordar con la burguesía y alentaban "ilusiones constitucionalistas" que la realidad fue desmintiendo una y otra vez.
Los Bolcheviques y otros grupos de izquierda revolucionaria, como los Mezrayonka (Inter-distritos), algunos Mencheviques internacionalistas, los Eseristas de izquierda (que tenían su propio periódico, pero recién en Octubre rompieron orgánicamente con el PSR), los Anarquistas y revolucionarios "sin partido" reclamaban ya desde Abril el traspaso de todo el poder a los Sóviets para que la clase obrera, los soldados y el campesinado hicieran realidad las demandas de Paz, Pan y Tierra.
La Revolución de Febrero sacó a las calles y lanzó a una intensa disputa política a multitudes hasta entonces explotadas, subyugadas y despreciadas.
La plebe, el pueblo (Narod) pasó a ser sujeto de una colosal revolución. Existen detalladas investigaciones sobre las características del "proletariado consciente" en Petrogrado, Moscú y los grandes centros industriales, también sobre los jóvenes campesinos incorporados al ejército (en algunos casos como suboficiales) que organizaron a los soviets y comités de soldados e inicialmente se identificaron con los SR.
Pero no se ha prestado suficiente atención a la magnitud que llegó a tener la participación de la población tradicionalmente más rezagada y alejada de la política, movilizada con viceral hostilidad hacia la la élite: los tsenzoviki (la gente censada, con propiedades) la Nobleza y la vieja burocracia, los pomeshchiki (latifundistas) y los burzhooi (burgueses).
La idea de que los Días de Febrero fueron una «revolución sin sangre», y que la violencia de las masas realmente no empezó hasta octubre, fue un mito liberal (...) la multitud mató a muchas más personas en febrero que las que murieron en el golpe de octubre de los bolcheviques. La Revolución de Febrero fue especialmente violenta en Helsingfors y Kronstadt, donde cientos de oficiales de la Marina fueron horriblemente asesinados por los marineros.
Según las cifras oficiales del Gobierno provisional, mil cuatrocientas cuarenta y tres personas fueron asesinadas o heridas sólo en Petrogrado.[...] La violencia de la muchedumbre en los Días de Febrero no fue dirigida por ningún partido revolucionario o movimiento. Fue, en su mayor parte, una reacción espontánea a las represiones sangrientas del día 26, y fue una expresión del odio que el pueblo había sentido durante largo tiempo hacia el antiguo régimen.
Los símbolos del antiguo poder estatal fueron destruidos. Las estatuas zaristas fueron destrozadas o decapitadas. (...) Las comisarías de policía, los edificios judiciales y las prisiones fueron atacados. La multitud exigió una venganza violenta contra los oficiales del antiguo régimen. Los policías fueron perseguidos, linchados y asesinados brutalmente. (Figes, 2017: 480-482).
Comenzaron siendo decenas de miles, pero llegaron a ser millones esos imprevistos protagonistas, mal vestidos y peor alimentados, que se sacudieron el hábito de mirar hacia abajo y callar ante "los de arriba", pasaron a ocupar ruidosamente los espacios públicos y comenzaron a tomar posición ¡y decidir! sobre todo tipo de cuestiones, desde las referidas a las condiciones de trabajo y vivienda o qué hacer con las tierras arrancadas a la Nobleza, hasta los complejos problemas planteados por la guerra y la lucha de clases internacional, amén de las directamente relacionadas con los objetivos, prioridades e instituciones de la revolución.
La auto-actividad de las masas en las ciudades, de los soldados en las guarniciones y en el frente, terminó por llegar a las más remotas aldeas y se desplegó con cambiantes formas y niveles de auto-organización, articulándose o chocando con las demandas de autonomía o independencia las nacionalidades no-rusas y con las protestas contra la guerra en el resto de Europa, sobre todo Alemania.
Una red de organizaciones cubrió toda Rusia: Sóviets de obreros, soldados y barrios (sesionando conjuntamente o por separado), Comités agrarios, Soviets campesinos, Comités de fábrica, Sindicatos, Comités de soldados, organizaciones como Trud i Svet (Trabajo y Luz) que llegó a agrupar a unos 50.000 jóvenes, con funcionamiento autónomo por barrios y reivindicaciones tanto económicas como políticas y pujantes organizaciones culturales y educativas proletarias3 e innumerables comisiones y comités ad hoc para discutir y hacer de todo.
Lo que primero hicieron los soldados, una vez que arreglaron cuentas con los oficiales más odiados y obligaron a que se los tratase con respeto, fue suspender las hostilidades, "clavar en tierra las bayonetas" e intentar confraternizar con los alemanes o austríacos que estaban en las trincheras de enfrente.
Medio millón de trabajadores (sólo en Petrogrado) hicieron huelgas entre mediados de abril y principios de julio, imponiendo de hecho, en muchas empresas, la jornada de 8 hs. Después, el descalabro económico, la falta de combustible y materias primas, el sabotaje de las patronales, el intento de deslocalizar la industria instalada en Petrogrado, obligaron a que sóviets y comités de fábrica dispusieran diversos tipos de control obrero y llegado el caso asumir la gestión de empresas abandonadas por sus dueños.
Las noticias, organización y movilización demoraron más en llegar a la Rusia profunda, pero una vez iniciada la revolución campesina se tornó imparable, y se prolongaría a lo largo de todo el año 1918:
En la Rusia de 1917 la gente ordinaria del campo tomó acción directa para cambiar su mundo (...) los campesinos cambiaron las reglas del juego.
Ellos definieron las respuestas de los políticos a los retos nacionales; producían, controlaban y dictaban el suministro de alimentos; campesinos armados y uniformados sirvieron de soldados, haciendo y quebrando el poder político; y, como mayoría de la población urbana de Rusia, desempeñaron papeles claves en los levantamientos urbanos. Sin embargo, cuando hablamos de revoluciones campesinas generalmente nos referimos a batallas rurales por el uso y la posesión de la tierra.
Y, aunque más del 80 por ciento de la población de Rusia en 1917 vivía en áreas no-urbanas, los estudiosos a menudo marginan las experiencias y la participación de los campesinos en la revolución rusa, fijándose más bien en los trabajadores urbanos y en la intelligentsia.
La diversidad y complejidad de los alzamientos rurales disipan cualquier presunción que podamos tener acerca de la naturaleza de la acción campesina. También revelan la extraordinaria creatividad y la naturaleza transformativa de la revolución. (Badcock, 2017).
[Continuará...]
Anexo 1
El movimiento obrero durante la guerra
Durante el invierno 1916 -1917, los obreros sintieron cada vez más las consecuencias de la guerra y la crisis económica: interrupciones de la producción por falta de combustible y materias primas; caída del nivel de vida a causa de la inflación galopante, pero también por las sanciones contra las huelgas; penuria de bienes de consumo que generaba largas filas de espera en panaderías y almacenes. También se habían agravado las condiciones de trabajo. […]
Las patronales, prácticamente sin restricciones legales y con el apoyo directo del aparato represivo del Estado, respondía a los reclamos obreros con la muy real amenaza del envío al frente, a la prisión o el exilio.
La prensa obrera, los sindicatos y la mayor parte de las distintas organizaciones obreras estaban proscriptas casi desde el comienzo de la guerra. Los diputados bolcheviques de la Duma habían sido enviados al exilio en Siberia por su agitación contra la guerra. La represión era tan eficaz que se calculaba que, en promedio, bastaban tres meses para que un militante obrero fuese detectado y detenido.
[...] En 1916, la mitad de los 196.039 días de paro tuvieron motivos políticos. El 9 Enero de 1916, 100.000 obrero pararon en Petrogrado con motivo del aniversario del "Domingo Sangriento". Al mes siguiente, los obreros de la fábrica Putilov iniciaron una huelga económica, a la que rápidamente sumaron las revindicaciones del programa mínimo de la social-democracia: República democrática, jornada laboral de ocho horas, confiscación y entrega de las tierras de la aristocracia a los campesinos. Más de 100.000 obreros se solidarizaron con ellos.
El movimiento huelguista siguió acelerándose durante el otoño de 1916 (…). Culminó con un paro de 120.000 obreros protestando contra la condena por una Corte Marcial a marineros de la Flota Báltica acusado de adherir a una organización bolchevique clandestina.
La patronal reaccionó disponiendo un lock-out al que los obreros respondieron con otra huelga. Finalmente, la mayor huelga de la guerra, antes del estallido de la revolución, se produjo en el aniversario del Domingo Sangriento en enero de 1917: de 200.000 a 300.000 participantes. (…)
En seis meses, desde Septiembre de 1916 hasta el desencadenamiento de la revolución de Febrero, más de un millón de días de trabajo se perdieron en Petrogrado por acciones colectivas, en su mayoría políticas. (Mandel, 2017: 88-90).
Anexo 2
El surgimiento de los sóviets
El Comité Ejecutivo Provisional desplegó una actividad febril. Aún existía el peligro de que la fuese derrotada por tropas fieles al gobierno mandadas desde afuera a Petersburgo. Por eso el Comité Ejecutivo organizó un equipo militar integrado por soldados y oficiales revolucionarios que con rápidos desplazamientos ocupó los puntos estratégicos más importantes de la capital con fuerzas revolucionarias.
En su primera reunión se decidió enviar a las distintas zonas de la ciudad comisarios que debían fundar comités revolucionarios de barrio y milicias obreras armadas.
El Comité Ejecutivo fue ampliado con miembros de los partidos socialistas. Se repartieron las tareas en varias comisiones, entre ellas la de aprovisionamiento, la de publicaciones y la de finanzas.
En la mañana del 28 de febrero apareció el primer número de Izvestia (lzvestija Petrogradskogo soveta rabocich i soldatskich deputatov) con un llamamiento programático del soviet a la población de Petersburgo y de toda Rusia: "Para culminar exitosamente la lucha por la democracia, el pueblo debe organizar su poder. Ayer, el 27 de febrero, se ha fundado en la capital el Soviet de Diputados Obreros, constituido por representantes elegidos en las fábricas, en las unidades militares y de los partidos y grupos socialistas y democráticos.
El Soviet de Diputados Obreros (...) considera que su función básica debe ser: organizar las fuerzas populares para luchar por la libertad política y la soberanía del pueblo en Rusia (...) Debemos luchar, todos juntos, por la aniquilación del viejo régimen y por la convocatoria de una asamblea nacional constituyente, que debe ser electa por medio del sufragio universal, imparcial, directo y secreto". (Anweiler, 1974: 104-105).
Bibliografía
Anweiler, Oskar (1974): The Soviets: The Russian Workers, Peasants, and SoIdiers Counceils, 1905-1921. Nueva York, Pantheon Books.
Badcock, Sarah (2017): "Las revoluciones campesinas de 1917" en Jacobin, 23 agosto 2017
Figues, Orlando (2017): La Revolución Rusa (1891-1924) La tragedia de un pueblo. Buenos Aires, Edhasa, edición en e-book.
Mandel, David (2017): Les Soviets de Petrograd. París, Lausana, Quebec, Éditions Syllepse, Page 2, M.
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