Durante mucho tiempo he escuchado sobre el neoliberalismo y nunca he podido encontrarle mucho sentido. Resulta que la historia que contamos sobre el neoliberalismo es tan contradictoria como el propio neoliberalismo. Dos corrientes dentro de la crítica del neoliberalismo ofrecen diferentes análisis de la economía actual y sugieren diferentes estrategias para lidiar con la flagrante explotación, la desigualdad económica, la destrucción del clima y el control dictatorial del orden corporativo moderno.
Estas corrientes opuestas no son solamente escuelas diferentes de pensamiento representadas por pensadores que discrepan.
Más bien se manifiestan como contradicciones dentro de las críticas al neoliberalismo formuladas por algunos de los escritores más influyentes sobre el tema. Estas diferentes interpretaciones son a menudo el resultado del enfoque.
Observe la doctrina neoliberal y los intelectuales y el libre mercado saltan a la palestra. Observe la historia y la práctica de las corporaciones más grandes y los actores políticos más poderosos y el poder corporativo asumen el papel protagónico.
La corriente de pensamiento más influyente coloca al "fundamentalismo de libre mercado" (FMF, por sus siglas en ingles) en el centro de un análisis crítico del neoliberalismo.
El término fue acuñado por el ganador del Premio Nobel y ex economista en jefe del propio Banco Mundial, Joseph Stigliz. Free Market Funndamentalism (FMF), suele ser la forma como los progresistas y conservadores entienden el neoliberalismo. Según este punto de vista, un mercado libre no regulado es el culpable y la fórmula a menudo citada (desregulación, austeridad, privatización, recortes de impuestos) es el medio utilizado para socavar los bienes públicos.
A Brief History of Neoliberalism (Breve historia del neoliberalismo) de David Harvey, es quizás el libro más influyente y en el cual el autor inicia con el libre mercado. Harvey lo aborda así:
Y es con esta doctrina... con la cual estoy mayormente preocupado. El neoliberalismo es... una teoría de las prácticas económicas políticas que propone que el bienestar humano puede ser promovido de mejor manera facilitando las libertades y habilidades empresariales individuales dentro de un marco institucional caracterizado por solidos derechos de propiedad privada, libre mercado y libre comercio.
El papel del estado es crear... un marco institucional apropiado para tales prácticas. [1]
No hay ninguna mención de la enorme corporación moderna, solo aquellos individuos e instituciones del siglo XIX que son los personajes típicos del fundamentalismo de libre mercado. Pero para ser justos, Harvey aborda la "paradoja": el neoliberalismo es un proyecto político que necesita el poder del estado.
Esto crea la paradoja de las intensas intervenciones estatales y del gobierno de las élites y los "expertos" en un mundo donde se supone que el estado no debe ser intervencionista. [2]
La idea de que el "libre mercado" es una descripción precisa de la realidad o una buena base para la estrategia se ha debilitado. Lo que comenzó como la lectura menos influyente de la crítica neoliberal está ganando terreno. La economía de mercado y el estado cambiaron con el tiempo a algo bastante diferente, algo que podríamos llamar Poder Corporativo. Y eso dista mucho de un retorno fundamentalista del libre mercado liberal del siglo XIX.
En su lugar, nos enfrentamos a una nueva forma de orden capitalista: la fusión entre las corporaciones más grandes y el estado.
El poder corporativo domina a las naciones al vaciar y tomar el control de las instituciones que se suponía representaban a la población. Las decisiones económicas se toman a puerta cerrada en el Departamento del Tesoro o la Reserva Federal, donde los banqueros mandan y los ciudadanos comunes no se atreven a ir.
El mismo poder opera en el escenario global a través de instituciones internacionales y organismos reguladores que ni siquiera fingen ser democráticos, como la OMC, el FMI y el Banco Mundial.
El poder corporativo se inclina hacia el fascismo al destruir la democracia e imponer la austeridad –precisamente las condiciones que le confieren al fascismo gran aceptación entre las masas.
Las instituciones nacionales y globales que han sido tan esenciales para la creación del orden neoliberal proporcionan una rica evidencia en el sentido de que ya no podemos decir dónde terminan los gobiernos y dónde comienzan las corporaciones.
El libro de Naomi Klein, The Shock Doctrine, sigue siendo muy influyente y hace referencia a ambas críticas. Sin embargo, entre más se aproxima la autora al complejo militar-industrial y la guerra -las funciones centrales del estado- más claro se vuelve el argumento del poder corporativo.
Las historias sobre corrupción y puertas giratorias dejan una falsa impresión. Implican que todavía hay una línea clara entre el estado y el complejo, cuando de hecho esa línea desapareció hace mucho tiempo. La innovación de los años de Bush no radica en la rapidez con la que los políticos se mueven de un mundo a otro, sino en cuántos de ellos se sienten con derecho a ocupar ambos mundos simultáneamente....
Ellos representan el máximo logro de la misión corporativa: una fusión total de las élites políticas y corporativas en nombre de la seguridad, con el estado desempeñando el papel de presidente del gremio empresarial -así como la mayor fuente de oportunidades de negocios... [3]
Precisamente. Pero, el fundamentalismo de libre mercado y “una fusión total de las elites políticas y corporativas” están en total contradicción entre sí. Otro autor ampliamente leído lo explica de esta manera:
"Aquí existe una profunda ironía: en el hecho que se suponía que el neoliberalismo sacaría al estado del medio, pero el neoliberalismo requiere una intensa participación del estado para funcionar". - George Monbiot
No importaría demasiado si las ideas contrapuestas del fundamentalismo del libre mercado y el poder corporativo fueran estrictamente académicas, pero no vamos a desarrollar una estrategia exitosa para contrarrestar el poder corporativo sin saber cuáles son las condiciones materiales reales.
Si bien el fundamentalismo de libre mercado nubla el estado actual de nuestra economía, el poder corporativo nos ayuda a ver, a través del hecho aparentemente irónico, que el llamado libre mercado depende de las intervenciones y el apoyo frecuente del gobierno.
Estamos lidiando con la ironía o la paradoja solo en la medida en que estamos lidiando con la mitología moderna. Los mitos perduran porque sus historias resuelven contradicciones que la lógica, la razón y los hechos no pueden.
Dejemos de repetir la propaganda de los jerarcas.
El énfasis en el fundamentalismo del libro mercado ha contribuido inadvertidamente al aura mítica profundamente arraigada de los mercados libres. Adam Smith, el primer filósofo de los mercados, tuvo que recurrir a una misteriosa "Mano Invisible" para argumentar que el capitalismo era bueno para todos. Esta fe está siempre presente en la representación neoliberal de los mercados globales como fuerzas omnipotentes e inescrutables que funcionan de manera misteriosa. Si eso suena como el dios del capital, lo es.
Pero tenemos que aceptar el hecho de que la naturaleza mítica y mística de los mercados libres es precisamente la razón por la que captiva tanto la imaginación popular -y la nuestra. Si creemos que los mercados libres en realidad existen, entonces hasta nuestras críticas son ofrendas a su poder divino. Cuando decimos "libre mercado" esto funciona como un conjuro que invoca la aparición de una cosmovisión plena.
Por ejemplo, las críticas al libre mercado muy a menudo internalizan la afirmación neoliberal de que es la forma natural de intercambio y producción humana. Según esta opinión, el mercado existe de forma independiente en algún lugar "por ahí", en la naturaleza humana o en la sociedad.
La falta de regulación permite que la libertad del mercado llegue a su conclusión lógica o natural, incluso si es propenso al exceso y la crisis. Por lo tanto, el papel del estado regulador, en este argumento, es controlar la libertad natural y el impulso de los actores del mercado.
Sin embargo, el poder corporativo impone su ideología por la fuerza y, a menudo, con violencia. Explota a las personas de acuerdo con la ley. Saquea recursos y envenena el agua sin consecuencias. Esto no es libertad.
Es hegemonía y supremacía que nos coloca en el camino de la destrucción del medio ambiente, oligarquía, tal vez incluso el fascismo. Si tu "libertad" es mi explotación, entonces tu eres mi amo, yo tu esclavo, pero ninguno de nosotros es libre. El poder corporativo es lo opuesto a la libertad.
La ideología del mercado siempre ha ocultado la autoridad, el poder y la responsabilidad detrás de una cortina de libertad individual y acciones anónimas. Si el mercado libre es el resultado de millones de interacciones entre individuos libres, y nadie está realmente a cargo, pues bien, ¿qué tiene de malo?
Mucho, comenzando con el hecho de que este ideal utópico de ninguna manera describe la forma dominante del capitalismo en nuestro tiempo -si es que alguna vez lo ha hecho.
Y si creemos que hay un libre mercado, ¿cómo lidiamos con la creencia generalizada en la moralidad del mercado? Millones todavía creen que la economía es moral porque funciona como un verdadero y transparente regulador del mérito.
El bueno prospera, el débil sucumbe. La ética protestante del trabajo sigue siendo la creencia espiritual más poderosa que apuntala el capitalismo. Si aceptamos el mercado como la base real de nuestra economía, entonces ¿cómo podemos oponernos a la idea de que el trabajo duro de hecho es justamente recompensado?
No es de extrañar que millones de trabajadores estadounidenses no acepten o no puedan entender la crítica neoliberal: ¿quién puede realmente oponerse a la naturaleza, a la sociedad, a la libertad o a la moral? Pero a diferencia del "libre mercado", que la gente común suele asociar con pequeños empresarios y con negocios familiares, millones de personas pueden oponerse al poder corporativo.
Al abordar la idea del poder corporativo, podemos sostener que de acuerdo con la experiencia cotidiana de la clase trabajadora: el trabajo no tiene que ver con libertad sino con compulsión y coerción; la economía no se basa en el mérito, sino que está diseñada para favorecer a los poderosos.
La opinión generalizada de que la economía está amañada ha superado las opiniones ofrecidas y aceptadas por muchos progresistas. La gente está a la cabeza , vamos a ponernos al día.
No existe el mercado en forma pura o natural. En cambio, las fuerzas del mercado y el poder político interactúan para crear la economía, en otras palabras, tenemos una economía política. Las corporaciones son actores políticos desde sus orígenes. Y el poder corporativo, no el libre mercado, es la única forma de capitalismo que vale la pena derribar.
¿Importa la historia?
La ironía o la paradoja en el centro de la crítica del fundamentalismo del libre mercado es realmente un fracaso a la hora de dar a la historia el crédito que merece.
Cuando las sociedades alcanzan esta suerte de etapa final, el lenguaje que utilizan para describir su propia realidad económica, política, social y cultural no guarda relación con esa realidad….
El lenguaje del capitalismo de libre mercado es con lo que alimentan a los estudiantes de economía y al público en general, pero es una ideología que no guarda ninguna semejanza con esa realidad.... En una sociedad de libre mercado, todas esas compañías como Goldman-Sachs se habrían ido a la bancarrota pero no vivimos en el llamado mercado libre…. Chris Hedges
¿Y entonces, a dónde se mudó el libre mercado? La corporación moderna en sí superó las muchas ineficiencias del capitalismo de libre mercado del siglo XIX; reemplazó la "competencia despiadada" con la coordinación, la cooperación y las economías de escala para destruir la empresas más pequeñas o consolidarlas en monopolios.
Con el tiempo, la competencia dio lugar al poder del monopolio. Los empresarios individuales fueron reducidos por el inmenso poder de la riqueza concentrada.
El libre mercado fue reemplazado por una combinación público/privado donde las políticas públicas y las señales del mercado regulaban y promovían la actividad económica. [4]
Esta enorme e histórica transición de los mercados libres al poder corporativo ha dejado un rastro de evidencias tan claro que resulta sorprendente que no sea obvio.
¿De qué otra manera podemos interpretar la corporatización de la guerra y las fuerzas armadas y los miles de millones en subsidios directos e indirectos a las corporaciones? El gobierno protege a los bancos, garantizando préstamos e hipotecas y rescatando a los estúpidos inversionistas. [5]
La riqueza se redistribuye al segmento más alto a través de masivas reducciones de impuestos y recortes a los programas sociales. Los salarios de hambre legalmente impuestos empujan a los trabajadores hacia la asistencia pública que básicamente es un subsidio a sus jefes.
Los códigos tributarios alientan a los ricos a resguardar billones en paraísos fiscales, mientras que las masas sin representación cubren la diferencia.
Programas federales como la "flexibilización cuantitativa" inyectan dinero gratis en el sistema financiero. Mientras la aplicación de la ley ha sido suspendida para los delincuentes corporativos de todo tipo a nosotros nos toca lidiar con los riesgos y las pérdidas de la destrucción del medio ambiente.
Casi en la totalidad las decisiones económicas importantes han migrado de los gobiernos nacionales a organismos globales aún más dictatoriales. El FMI, la OMC y el Banco Mundial obedecen a las corporaciones más grandes que son el fundamento de la alianza imperial de Estados Unidos.
Pero esta historia también ofrece oportunidades. Esta es la situación que estamos experimentando:
Las formas privadas de propiedad corporativa son "simplemente una ficción legal". * Los requerimientos económicos de la corporación moderna ya no justifican su control privado en absoluto, ya que "cuando vemos la propiedad como la criatura del estado, la esfera privada ya no se ve tan privada.”**…. En este sentido, la propiedad reasume la forma que tomó en los albores de la era capitalista cuando “el concepto de propiedad al margen del gobierno carecía de sentido”. *** [6]
Al fusionarse con el estado, las corporaciones más grandes se han convertido en una nueva forma de propiedad social y pública. De nosotros depende tomar lo que es nuestro.
Todo vive y todo muere. La lección más importante de la historia del capitalismo es esta: ha sembrado las semillas de su propia destrucción.
La crítica del neoliberalismo como fundamentalismo de libre mercado inconscientemente promueve lo que intenta criticar precisamente porque imagina que el sistema actual es esencialmente el mismo sistema que existía en el siglo XIX. Esta crítica se cuela por la falta de razonamiento histórico que es tan esencial para mantener la cultura dominante en los Estados Unidos.
El Fundamentalismo de Libre Mercado es una forma de excepcionalismo estadounidense. Si la economía actual es esencialmente la misma que hace más de un siglo, entonces es verdaderamente excepcional y está al margen de la historia, al igual que los Estados Unidos. ¿No es así? ¿El capitalismo tiene una historia o no? En general, la falta de conciencia histórica constituye el alma del excepcionalismo estadounidense. Limita nuestra capacidad de pensar y actuar. Esta negación de la historia es la mitología de los amos y señores, no la nuestra. El poder corporativo no es eterno sino histórico. También pasará, pero solo si hacemos que eso sea así.
Notas.
[1] Harvey, A Brief History of Neoliberalism, p. 2.
[2] Harvey, p.69 Over time Harvey has tended to highlight the political not doctrinal aspects. See Neoliberalism as a Political Project
[3] Naomi Klein, Shock Doctrine, p. 398-399.
[4] I borrow the idea of a public/private mix from the work of the under-appreciated New Left historian Martin Sklar see: United States as a Developing Country. For more on Sklar look here or Jim Livingston’s essay here.
[5] Nomi Prins All The Presidents Bankers, see p. 372-375 for an account of the so-called Mexican bailout and the role of former Goldman-Sachs executive Robert Rubin in saving the bankers.
[6] Richard Moser, Autoworkers at Lordstown: Workplace Democracy and American Citizenship” in The World the 60s Made, p. 307 *Bell, The Coming of Post-industrial Society, p. 294. **Jennifer Nedelsky, Private Property and the Limits of American Constitutionalism, p. 263. ***Arthur Porter, Job Property Rights, p. l.