Hernán Cortés y otros hechos desconocidos sobre el canal de Panamá

Hernán Cortés y otros hechos desconocidos sobre el canal de Panamá

Sobre el cerco capitalista; Stalin, 1937


«¿Cuáles son pues los hechos que han olvidado o que simplemente no han captado nuestros camaradas del Partido? 

Han olvidado que el poder de los Soviets sólo ha triunfado en una sexta parte del globo y que las cinco sextas partes restantes, están en posesión de los Estados capitalistas.

 Han olvidado que la Unión Soviética se encuentra dentro del cerco capitalista. 

Entre nosotros existe la costumbre de hablar mucho sobre el cerco capitalista; pero en lo que se refiere a reflexionar sobre su significado, esto es algo que no suele hacerse. 

El cerco capitalista no es una frase hueca, es un fenómeno muy real y muy desagradable. 

El cerco capitalista, significa en concreto que existe un país, la Unión Soviética, el cual ha instaurado el orden socialista, y que por otra parte, hay, un gran número de países, países burgueses, que continúan llevando un género de vida capitalista y están cercando a la Unión Soviética, aguardando la menor oportunidad para atacarla, para abatirla o, en todo caso, para socavar su potencia y debilitarla. 

Este hecho esencial, nuestros camaradas lo han olvidado. Y es precisamente él que determina la base de las relaciones entre el cerco capitalista y la Unión Soviética. 

Tomemos, por ejemplo, los Estados burgueses. Gentes ingenuas podrían creer que sólo existen entre ellos buenas relaciones, como si de Estados de un solo e idéntico tipo se tratara. Pero, únicamente los ingenuos pueden pensar así. En realidad, las relaciones entre estos Estados distan mucho de ser unas relaciones de buena vecindad. 

Está comprobado, como dos y dos son cuatro, que los Estados burgueses se envían mutuamente hacia sus retaguardias espías, saboteadores, agentes de diversión, y a veces también asesinos, fijándoles la tarea de introducirse en las empresas e instituciones de estos Estados, de crear en ellos su propia red y, «en caso de necesidad», hacer saltar las retaguardias de estos Estados, para debilitar y socavar su potencial. Así están hoy las cosas.

 Y así han estado también en el pasado. Tomemos, por ejemplo, los Estados europeos de la época de Napoleón I. Por entonces, Francia estaba plagada de espías y agentes de diversión, procedentes del campo de los rusos, alemanes, austríacos, ingleses. 

Y a su vez, Inglaterra, los Estados de Alemania, Austria, Rusia tenían también en sus retaguardias un número no inferior de espías y agentes de diversión procedentes del campo francés. En dos ocasiones los agentes de Inglaterra atentaron contra la vida de Napoleón y sublevaron varias veces a los campesinos vandeanos, de Francia, contra el gobierno de aquél. 

Y ¿qué era el gobierno de Napoleón? Un gobierno burgués que reprimió la Revolución Francesa y sólo conservó de ésta los logros que le eran ventajosos a la gran burguesía. Ni que decir tiene que el gobierno de Napoleón no sólo no quedaba a la zaga de sus vecinos, sino que, a su vez, tomaba medidas de diversión. 

Así ocurría en aquel tiempo, hace ya ciento treinta años. Así ocurre hoy, ciento treinta años después de Napoleón I. Actualmente Francia e Inglaterra bullen de espías y agentes de diversión alemanes; e, inversamente, espías y agentes de diversión anglo-franceses actúan, también, en Alemania. 

Los Estados Unidos de América bullen de espías y agentes de diversión japoneses, y el Japón de espías y agentes de diversión norteamericanos. 

Tal es la ley de las relaciones entre Estados burgueses. 

Nos preguntamos ¿por qué los Estados burgueses deberán observar hacia el Estado soviético socialista una actitud más delicada y de mejor vecindad que hacia los Estados burgueses de mismo tipo que ellos? 

¿Por qué enviarán a la retaguardia de la Unión Soviética menos espías, saboteadores, agentes de diversión y asesinos de los que han enviado a las retaguardias de los Estados burgueses congéneres? ¿De dónde han salido tales suposiciones? 

¿No sería más justo admitir, desde el punto de vista marxista, que los Estados burgueses deben enviar a la retaguardia de la Unión Soviética hasta dos y tres veces más saboteadores, espías, agentes de diversión y asesinos de los que envían a la retaguardia de cualquier Estado burgués? 

¿No está claro que mientras exista el cerco capitalista, existirán en nuestro país los saboteadores, los espías, los agentes de diversión y los asesinos enviados a nuestra retaguardia por los agentes de los Estados extranjeros? 

Nuestros camaradas del Partido habían olvidado todo esto y por eso han sido cogidos desprevenidos. He aquí por qué la actividad de diversión y de espionaje de los agentes trotskistas de la policía secreta japonesa y alemana ha sido algo totalmente inesperado para algunos de nuestros camaradas».

 (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Sobre los defectos del trabajo del partido y sobre las medidas para liquidar a los elementos trotskistas y demás elementos de doble cara: Informe y discurso de clausura en el Pleno del Comité Central del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 3 y 5 de marzo de 1937)

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