Los nicaragüenses sobrevivientes del crimen perpetrado por efectivos de la Fuerza Pública de Costa Rica, llegaron a su comunidad de Colón en Cárdenas, Rivas, esta mañana, totalmente devastados por la tragedia que les tocó vivir cuando a bordo de cinco lanchas regresaban por el sector del río Niño en zona fronteriza y fueron atacados a balazos, donde murió desangrado don Henry Ruiz López de 45 años.
Los testimonios de los sobrevivientes son estremecedores por la saña y el odio con que fueron atacados por los policías costarricenses, que no se limitaron al momento de disparar, a pesar de que las víctimas estaban con sus manos alzadas en señal de respetar la orden de alto que previamente habían recibido de los uniformados.
Llegaron a Colón a bordo de una pequeña panga, fueron liberados después de permanecer detenidos en Upala por casi 48 horas.
Sus rostros denotaban cansancio, tristeza y afirman que solo la protección de Dios pudo haber hecho posible el milagro de salir con vida ante tanta bala que les dispararon.
No pudieron evitar las lágrimas cuando relataban los cerca de 20 minutos que estuvieron bajo la lluvia de balas, la forma como fueron detenidos, esposados y tirados al piso con total odio.
Minutos antes la gran mayoría de la población de Colón se aglomeró en el pequeño puerto para esperar que la panga llegara a las costas y abrazar a los sobrevivientes.
El primero en bajar del bote fue Elmer Enoc Ruiz Ramos que rápidamente fue abrazado por su mamá y su padre Freddy Ruiz López.
Las lágrimas estaban a flor de piel y todos daban gracias a Dios por salvarles la vida al tiempo que exigían justicia por el cobarde asesinato de don Henry Ruiz López.
Fue ráfaga de balas
"La balacera fue intensa, a mí me lograron agarrar y ya mi tío estaba muerto", cuenta Ruiz quien señaló que la policía tica los acusaba de que iban huyendo.
"No nos dieron explicación alguna, ellos abrieron fuego así fue todo. Fueron momentos terribles como 20 minutos", añade en su desgarrador relato.
"Solo llevábamos sopas Maggi, pasta de dientes y desodorantes, solo eso llevábamos. Estábamos detenidos y solo nos alumbraron y empezaron a volar tiro sin decir nada, fueron ráfagas fueron demasiado, un montón.
No podíamos hacer nada, ellos tiraban balazos y nosotros nos agachábamos y si levantábamos las manos nos tiraban, don Henry pedía que no lo mataran que andaba ganándose la vida, clamó por su vida pero ya lo habían fregado.
Ya gracias a Dios estamos bien aquí", dijo Henry Ramito Ramos Barahona, otro de los sobrevivientes.
Añadió que "a don Henry ya no lo pudimos ver, nos enchacharon, nos tiraron al suelo y nos pusieron las botas en la espalda".
Francisco también vivió esos momentos de terror y relató que cuando la policía costarricense se estaba acercando "por puro gusto comenzaron a disparar.
Nosotros no andábamos armas, la versión de ellos es que les contestamos con balas, pero no andábamos armados".
"Nosotros estábamos acatando las órdenes que ellos decían, estaba cumpliendo la orden de pararme e irme hacia ellos, pero abrieron fuego, parecía como cuando uno va a San José o a Managua y ve el lucerío (luces), eran los cañones que se iluminan de noche", relató.
En ese momento pidió a Dios por su vida y "don Henry decía 'no me maten mamita, no me maten mamita que ando ganándome la vida' y con las manos arriba, yo mire que él se recostó y ahí se quedó en la pared del bote, ahí se quedó".
Los sobrevivientes manifestaron que los policías costarricenses actuaron con alevosía y con odio porque no había ningún motivo que los hiciera actuar de esa manera porque todos ya habían acatado la orden dada por los uniformados.
Cada uno de los sobrevivientes y la familia de don Henry exigen justicia y además que les devuelvan las cinco pangas que les retuvieron, dado que son sus herramientas de subsistencia.
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