España no permitirá que la residencia del embajador español en Caracas sea utilizada para hacer oposición política al Gobierno de Nicolás Maduro, manifestó ayer en Beirut el ministro de Exteriores español, Josep Borrell. “España no permitirá que la embajada se convierta en un centro de actividad política por parte del señor López ni de cualquier otra persona” declaró Borrell.
Por ello, España limitará la actividad de Leopoldo López , líder junto a Juan Guaidó de la oposición venezolana, que el martes fue acogido en la residencia diplomática. Borrell explicó que López está “en una figura práctica de huésped o acogido en la embajada”. Esto, “naturalmente, implica también una limitación de su actividad política”.
Leopoldo López se refugió el martes junto con su mujer y una de sus hijas en la residencia del embajador. Horas antes había sido “liberado” de su arresto domiciliario por Guaidó y una docena de militares en el contexto del levantamiento protagonizado por el autoproclamado presidente de Venezuela. López optó por la residencia española después de haber probado suerte en la embajada de Chile.
La presencia de López en la residencia del embajador ha colocado en situación compleja a la diplomacia española. Más cuando el Ministerio de Justicia ordenó el jueves la detención de López. España se ha visto obligada a salir al paso del anuncio de las autoridades venezolanas afirmando que garantiza la seguridad de López. Sin embargo, la frenética actividad mediática de López a lo largo del jueves no hizo más que complicar las cosas.
El líder opositor concedió media docena de entrevistas y celebró una rueda de prensa frente a la residencia del embajador. En sus declaraciones, López habló de la presencia de militares en el levantamiento del martes y señaló que el entorno inmediato de Maduro quería desprenderse de él.
Las reacciones venezolanas no se hicieron esperar. El mismo jueves, la situación de López fue tratada en conversaciones entre el embajador español, Jesús Silva, y el propio Borrell con su homólogo venezolano, Jorge Arreaza.
La actividad de López incomoda al gobierno español, en funciones desde el pasado 28 de abril, cuanto más avanzan las horas y el pequeño golpe de Guaidó parece no prosperar. López no ha solicitado asilo porque no ha pisado territorio español, y el Gobierno de Pedro Sánchez sigue a la espera de cómo evolucionan los acontecimientos.
El caso López ha dado munición a la alicaída oposición española a Sánchez. Tanto el PP como Ciudadanos pidieron ayer a Sánchez que no condiciones “la libertad de los venezolanos”,
La llamada Operación Libertad anunciada por Juan Guaidó el martes, al inicio de un fracasado intento de golpe, ya se entiende con sorna en círculos gubernamentales como la “Operación libertad de Leopoldo López”.
Lo cierto es que España puede haber hecho un favor al Gobierno de Maduro al lograr que el arresto domiciliario –bajo el cual el polémico opositor se encontraba desde el año 2017– se traslade a la residencia del embajador español: ya no es preso político sino huésped del gobierno español.
De no tratarse de un político tan radical en su oposición a los gobiernos venezolanos desde el año 2000, López tal vez podría seguir usando su permanencia en la residencia para apoyar, como hizo ayer en una serie de entrevistas, sus ideas políticas.
Pero López defiende no sólo más intentos de golpe sino también una intervención armada. Es imposible que el gobierno español, que pretende impulsar la vía del dialogo, permita que siga haciendo esta clase de declaraciones.
La decisión de convertir la puesta en libertad de López en el foco principal del fracasado golpe puede resultar otro error en el largo catálogo de deslices que ha caracterizado la operación contra Maduro. A fin de cuentas, el atractivo de Guaidó ha sido para millones de venezolanos sus orígenes relativamente humildes y personalidad discreta.
Es mas, es demasiado joven para ser acusado de ser cómplice de los intentos de golpe contra Hugo Chávez, aún admirado en gran parte de Venezuela.
López, en cambio, pertenece a una familia de la vieja oligarquía venezolana nada querida por las clases populares venezolanas.
Es hijo de una ejecutiva del grupo Cisneros y de un empresario –ahora diputado del Partido Popular en España– que participó en el notorio golpe del líder empresarial Pedro Carmona contra Chávez en abril del 2002, que iniciaría una larga serie de acciones contra gobiernos elegidos democráticamente.
“Yo pertenezco a 1% más privilegiado”, se jactó López al desplazarse de joven a Estados Unidos, donde fue formado en una escuela privada de élite en Princeton y luego en la Universidad de Harvard. Regresó y en el año 2000 fue elegido alcalde del opulento distrito caraqueño de Chacao.
López jamás reconoció la legitimidad de los gobiernos chavistas.
Para quienes piensen que lo ocurrido esta semana en Venezuela es novedoso conviene recordar las declaraciones de López durante la manifestación anti chavista frente al palacio de Miraflores en el 2002. “O Chávez se retira del poder o habrá un golpe de estado”, dijo horas antes del golpe de Carmona.
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