"Como muchos de sus predecesores en la Historia, Lumumba ha sido devorado por la revolución que él contribuyó a desencadenar."
El periódico de la clase media londinense Daily Mail
"Ved a Lumumba. Es casi un salvaje. El barniz de civilización con que le hemos cubierto se quiebra por todas partes. Es un bárbaro. Ignora lo justo y lo injusto, lo verdadero y lo falso, el bien y el mal"
Marcel de Corte, filósofo católico belga
"El Gobierno de la RAU piensa que el asesinato de Lumumba no señalará el fin de la lucha en África, sino el principio de una nueva fase de esta lucha. Lumumba no será más que un soldado en el camino de África hacia su libertad"
Gamal Abdel Nasser, Presidente de Egipto (1954-1970)
"A todos aquellos que contribuyeron a su eliminación de las formas más abyectas: Lumumba es el mártir de su país, de su pueblo, del África entera. Fue el primero que elevó la voz y rompió los intentos de infiltración del neo-colonialismo atlántico. Fue asesinado. Por este solo título se hace inmortal"
Le Martyr
Un día para la Historia
Balduino, el rey belga, está más pálido de lo habitual. Las palabras de Patrice Lumumba son las responsables del malestar real. Es 30 de junio de 1960, hace 57 años, y Balduino ha acudido con toda su buena voluntad al Congo para conceder la independencia a dicho país. Sin embargo, las cosas parecen haber cambiado. Aquella tierra que le había recibido con expectación casi religiosa en 1955 muestra ahora un gesto más hosco en boca de Lumumba, quien es ya entonces el primer presidente de Gobierno de la Historia del Congo independiente.
En el discurso previo al de Lumumba, Balduino había ensalzado la obra colonial belga, añadiendo con aire paternal: "Es a ustedes, señores, a quienes corresponde ahora demostrar que hemos tenido razón al otorgarles la confianza". Parecía el colofón al happy end en que se había convertido el proceso de negociaciones por independencia del Congo en los últimos meses. Las cosas habían ido relativamente bien. Y más teniendo en cuenta de dónde se venía: la colonización más cruenta y brutal que experimentara región alguna en África. Los congoleños habían puesto varios millones de muertos desde que el monarca Leopoldo decidiera, previo permiso de las potencias europeas reunidas en Berlín en 1884, quedarse con aquel trozo de África en el que cabía 80 veces Bélgica.
Quizás por eso, y probablemente por un cierto afán de protagonismo también, Lumumba decidió condenar de manera vehemente toda la etapa de la colonización en ese discurso histórico. Muchos criticaron esa actitud vengativa, tanto que Lumumba tuvo que rectificar horas después, en un intento por tranquilizar al rey y calmar a la población belga blanca del Congo. "Deseamos que esta política sea coronada por una colaboración fecunda entre nuestros pueblos, ahora iguales y ligados por la amistad", dirá.
Sin embargo, ese día 30 de junio será el principio del fin de Lumumba, a quien se etiquetará de enemigo público en la metrópoli belga y el resto de Occidente. Aquellos minutos de dignidad y memoria se convirtieron en la tumba simbólica del político hábil y astuto que había liderado el proceso de independencia. Para muchos congoleños, aquel discurso se convertirá en icónico: "Este minuto de verdad nos paga por ochenta años de dominación".
Un paraíso maldito
Resulta difícil encontrar noticias positivas sobre el Congo hoy en día. Ha sido un país marcado desde su independencia por la tragedia, la pobreza, la guerra civil, la dictadura de Mobutu y el expolio de su riquísimo subsuelo. En el Congo se encuentran muchas de las principales minas de algunos minerales básicos para la economía mundial: coltán, oro, diamantes, cobre y cobalto. Además, su enorme extensión – es el país más grande del África subsahariana y el undécimo del mundo– y su posición estratégica en el centro del continente con su privilegiada salida al océano Atlántico confieren un gran potencial al país congoleño. En definitiva, Congo ha sido siempre un trozo de tarta muy apetecible para las potencias occidentales y sus grandes empresas.
Mapa de las riquezas minerales del Congo
Además, y este factor tendrá su importancia en el proceso de independencia que narraremos a continuación, el Congo es, ante todo, un auténtico crisol de etnias distintas. Más de 200 etnias habitan el suelo congoleño siendo las bantú –la bakongo, la baluba y la bamongo– las más importantes. Entre algunas de ellas han existido históricamente malas relaciones cuando no abierta hostilidad y violencia. Sin embargo, la colonización belga –y las fronteras trazadas por la potencias europeas en Berlín– obligaron a convivir en un mismo estado a todas estas etnias. Un vistazo al mapa inferior nos aclara mejor este aspecto. Para más inri, un pedazo de estas etnias fueron encuadradas en lo que se denominó el Congo francés, cuya capital Brazzaville es casi un barrio de Leopoldville-Kinshasa, capital del Congo belga, hoy República Democrática del Congo.
Mapa étnico del Congo belga y alrededores.
Estos dos factores –etnia y riqueza mineral– serán fundamentales para analizar el frustrado nacimiento de la nación congoleña. Mientras que el primer factor se usa para dividir a las masas congoleñas mediante líderes políticos tribales, el segundo factor es el verdadero motivo por el que los países occidentales actuarán cruelmente en su lucha por mantener al Congo bajo su redil. El mismo día de la Independencia la prensa neoyorquina se permitió el lujo de resumir la visión occidental ante el gran acontecimiento:
"Los intereses financieros han esperado el punto álgido en que la Independencia acarreará un caos tal, que permitirá imponer al Congo una nueva especie de 'colonialismo económico'; el hombre blanco debe continuar administrándolo todo, pero bajo el reinado de comparsas negros, cuyas necesidades materiales serán fácilmente colmadas, sea cuestión de vinos, mujeres, coches suntuosos, aparte de la cuenta en un banco suizo"
Lumumba tenía claro que el Congo debía ser un país unido –rechazando las fórmulas federalistas y secesionistas que tanto daño harían– y que sus riquezas le debían hacer más fuerte, no más pobre y débil.
Esto, sumado al evidente apego que Lumumba tenía hacia las ideas pan-africanistas, que amenazaban con obstaculizar los planes occidentales, hizo de Lumumba un personaje peligroso al que había que eliminar. Igualmente, el escenario de la Guerra Fría y la mera posibilidad de que Lumumba se convirtiera en un Fidel Castro africano causaban pavor en el seno del bloque occidental. Pero, ¿quién fue realmente Lumumba? ¿De dónde había salido aquel personaje tan carismático y sagaz? ¿Cómo fue su politización en medio de la colonización belga?
Un negro desarrollado
Lumumba nació el 2 de julio de 1925 en Katako-Kombe, una aldea al norte de Kasai, en el centro del país. El pequeño Lumumba –de etnia mutetela– será bautizado como Patrice y vivirá, como todos los niños congoleños, en un entorno de gran pobreza material.
Su padre, un modesto campesino, le obligará a ayudar en el trozo de tierra que sostiene a la familia desde muy temprana edad. Sólo gracias a las enseñanzas de los misioneros católicos conseguirá Patrice aprender a leer y a escribir. "Podría llegar a catequista si trabaja bien", dijo el cura que le bautizó. Sin embargo, la familia posee un personaje de cierto rango social.
Víctor Lundula, el tío de Patrice y sargento mayor del ejército, se empeñará en hacer de él un militar. No tendrá gran éxito en dicha tarea, aunque sí que dejará una honda huella en el sobrino, quien le nombrará jefe del Ejército nacional congoleño en 1960.
La adolescencia de Lumumba está marcada por su conversión al protestantismo, lo que suscitó consternación en su padre. "Me han dicho que eres un hombre perdido. Reflexiona, hijo mío", le espetó el campesino al Patrice de trece años. También se convierte en un voraz lector. Voltaire, Rousseau, Agatha Christie, Molière..., todo lo que le cae entre manos. Dejará sus estudios de enfermería y se empeñará en trabajar en lo que sea, por lo que se traslada a Kindu, un contraste claro para un humilde mutetela de campo. En Kindu ya vemos los rasgos de personalidad que marcarán su vida: gran capacidad y voluntad de trabajo, cierta necesidad vanidosa de halagos y reconocimiento y la determinación de formarse políticamente.
Por entonces, los jóvenes negros que buscaban formarse cultural y políticamente reciben el apelativo de desarrollados. La mayor parte de ellos aspiran a adquirir ciertos derechos reservados para blancos, ocupar profesiones liberales y coquetear con la política. Será en estos grupos donde Lumumba hará sus primeros pinitos en ese ámbito.
Al principio con gran timidez y después con mucha mayor soltura y elocuencia, Patrice se va confirmando como la gran promesa de los desarrollados. Es él quien conseguirá que en esos círculos se debatan cosas más serias y empiecen a escribir a periódicos locales tratando temas sociales.
Sin embargo, a pesar de su intrepidez, Lumumba es todavía un negro que quiere ser belga, que escribe pésimos poemas a la gloria del gran rey Leopoldo II y que sueña con conocer la metrópoli. Será en 1948 cuando empiece a dudar del estado de las cosas. "¿Por qué hay blancos que tratan menos bien a sus negros que a sus perro?", se pregunta entonces.
En Leopoldoville y Stanleyville
En esa época, a finales de los 40, las autoridades belgas anuncian la posibilidad para los negros más desarrollados de obtener la ciudadanía casi completa si cumplen con una serie de requisitos. Los círculos de desarrollados se convierten en el semillero de estos nuevos ciudadanos. El propio Lumumba obtendrá dicha honor pasando a ser un matriculado. De ahí decide abrir sus alas para ir a trabajar a la capital Leopoldville –actual Kinshasa–, donde se maravilla de la grandiosidad de la París del África negra. Podrá comparar Leo con Brazaville, la capital del Congo francés. "¡Da orgullo ser belga cuando se visita a los vecinos!", afirma un orgulloso Lumumba.
Un hecho anecdótico le abrirá los ojos con respecto a su lugar en la sociedad. Un día, paseando por los barrios blancos de Leopoldville, Lumumba chocará sin querer con una europea, quien le profiere el peor de los insultos posibles para un congoleño: "¿No puedes poner más atención, sucio macaco?" Aquello traumatiza a Lumumba, pues nunca se le había tratado de este modo en Kindu. donde era respetado y conocido por los blancos de allí. Pero en la capital la cosa cambiaba. Era un pez demasiado pequeño todavía.
Ya llegados los 50, Lumumba se casará con Pauline, con quien tendrá dos hijos. Ello coincide con su llegada a Stanleyville, la ciudad más importante de la región oriental, donde Lumumba forjará su leyenda como líder político. Será allí donde iniciará su carrera como funcionario y donde dispondrá de una bella casa. Casi parece un blanco más. Incluso será acusado de falta de moralidad en los manejos financieros.
Son años de transición para el ya maduro Lumumba, en los que empieza a picotear en política. Se convertirá en el presidente de la APIC (Asociación del Personal Indígena del Congo), lo que le da el suficiente prestigio para fundar junto a otros congoleños y europeos la sección provincial del Partido Liberal, que gobierna ya en Bruselas. 1955 se acerca y con él, la esperada visita del joven monarca Balduino. La carrera por la independencia y el nacionalismo congoleño se intuyen en el horizonte y Lumumba ya ha tomado una buena posición.
Cita con el rey
El rey Balduino junto a su esposa.
El viaje de Balduino al Congo en 1955 inaugura lo que podríamos calificar como "el lustro prodigioso de Lumumba". Durante los próximos cinco años, este hombre de aspecto elegante, de manos y dedos grandes y gafas de intelectual trabajará sin descanso y con grandes dosis de brillantez hasta convertirse en el líder más importante del nacionalismo congoleño.
Como no podía ser de otra manera, Lumumba tendrá el privilegio de saludar al rey belga durante la arrolladora gira que Balduino hace por el Congo. En su estancia en Stanleyville, ambos son presentados. Lumumba, como negro desarrollado más destacado de la región, habla con toda franqueza de los problemas de los suyos y consigue atraer la atención del monarca, quien también seduce al político en ciernes que tiene ante él. Aparentemente, Balduino trae promesas de mejora para los congoleños y, especialmente, sus principales líderes y representantes.
Son tiempos de promesas para el continente africano. El nombre de Kwame Nkrumah, el líder nacionalista de Ghana y primer gran abanderado del panafricanismo, empieza a darse a conocer; Argelia mantiene su lucha por la independencia ante Francia; en Egipto gobierna Nasser, el militar nacionalista y laico que establecerá puentes con la África negra y los países árabes. Todo ello va formando a Lumumba, quien en 1956 es invitado por las autoridades belgas a visitar la metrópoli. Un sueño cumplido para el humilde mutetela y un paso importante para el líder político.
Durante dos semanas, Lumumba viaja por todo el país belga y se reúne con empresarios, políticos, intelectuales y obreros, completando un viaje muy provechoso. Sin embargo, es detenido nada más llegar al Congo. En vistas al viaje a Bélgica, donde tenía previsto comprar muchos libros, ropas y recuerdos, Lumumba había hecho acopio de algunas sumas de dinero del trabajo. Deberá pasar dos años en la cárcel, aunque pronto se le recortará la pena a un año.
Aunque en un primer momento trata de defenderse –y su jefe en la oficina le respaldará en gran parte–, finalmente aceptará la condena con algo de rencor a los belgas. De hecho, usará este asunto para hacer demagogia ante sus seguidores congoleños: "El dinero que he tomado era de los congoleños y del Congo". Pero Lumumba se arrepentirá por siempre de ello, pues facilitará la descalificación adversaria y traiciona su verdadera personalidad: la del más honesto y trabajador de los congoleños.
Surge la ABAKO
Kasavubu será el gran líder de la ABAKO, alianza de bakongos de corte conservador y federalista con base en el Bajo Congo.
La prisión contempla la impotencia de Lumumba al ver cómo sus adversarios políticos del nacionalismo congoleño le toman la ventaja. Joseph Kasavubu, un político calmado influenciado por el catolicismo, funda la ABAKO, una alianza de las tribus bakongo, etnia predominante en la zona del Bajo Congo, en ese trocito de tierra congoleña que une el Congo con el Atlántico. Posee una fuerte implantación en la capital Leopoldville, posición clave para liderar el movimiento nacionalista del país.
Como la inmensa mayoría de los políticos de su generación, Kasavubu no posee la amplitud de miras de Lumumba. Son simples líderes tribales que defendían el proyecto de su etnia y poco más; ansiaban el federalismo cuando no el abierto secesionismo como más adelante se verá con Tshombe y Kalonji. La lucha por la independencia no fue tanto una revuelta popular o de masas –que también–, sino una suma de proyectos particulares difícilmente compatibles entre sí que solían estar manejados por potencias occidentales.
A su salida de prisión, Lumumba tendrá que correr más que de costumbre. Para ello, entra a trabajar de comercial en una marca de cervezas con un buen sueldo mientras disecciona a sus rivales políticos. Concluye que debe acercarse a una figura emergente como Joseph Ileo, de etnia bengala –y por lo tanto enemigo de los bakongos de Kasavubu–, que acaba de publicar un manifiesto nacionalista.
Esta alianza le facilitará a Lumumba posicionarse en la capital del país, muy alejada de Stanleyville, donde todavía mantiene su gran popularidad.
Joseph Ileo se convertirá en un apoyo de Lumumba aunque acabará separándose de él.
En diciembre de 1957, las primeras elecciones organizadas por los belgas en el Congo da una gran ventaja a los líderes de la ABAKO, que empieza a incomodar a las autoridades europeas. Lumumba decide fundar el Movimiento Nacional Congoleño (MNC), que se constituye como oposición natural a la ABAKO pues su programa es más audaz y su organización aspira a ser más eficaz.
A mediados del 58, Charles de Gaulle viaja a Brazaville para ofrecer en bandeja de plata la independencia a los congoleños del Congo francés. Sus palabras resuenan en Leopoldville y, para fortuna de Kasavubu –al que se le empieza a conocer como rey Kasa–, será su primo, el abate Youlou, el que abanderará la independencia.
Pero no todo son malas noticias para Lumumba, pues las autoridades belgas prohíben a Kasa acudir a una conferencia africana que organiza Nkrumah en Accra. Aunque ésto prueba que los belgas temían más por entonces a la ABAKO que al MNC, Lumumba aprovechará el viaje a Ghana para erigirse en principal líder congoleño a ojos de África.
1959: el gran ascenso de Lumumba
Tratar de hacer una crónica de lo que ocurrió en 1959 en el Congo puede resultar un ejercicio imposible habida cuenta de lo que aconteció aquel año. La Historia es así, en un siglo pueden pasar pocas cosas, mientras que en unos meses parecen transcurrir siglos. Sin embargo, trataremos de describir y comentar los principales sucesos del momento.
A finales del 58 la tensión se palpa en el ambiente político del Congo. Desde Bruselas, el gobierno belga no es capaz de ofrecer soluciones que dinamicen la situación, por lo que los nacionalistas congoleños empiezan a impacientarse. La chispa que puede hacer arder el bosque ocurre entre el 4 y el 6 de enero, cuando unos disturbios iniciados tras la represión de una manifestación deja un saldo de 42 muertos y 257 heridos. Durante dos días, los blancos son aterrorizados por actos de pillaje, violencia y violaciones. El miedo entre la población europea jugará un papel importante a partir de entonces.
Bruselas ha enviado a Leopoldville a un gobernador de corte progresista llamado Van Hemelryck, quien reconoce la situación de miseria en que viven los congoleños y promete soluciones. Sin embargo, por otro lado, las autoridades no vacilan en disolver a la ABAKO y detener a sus dirigentes, con Kasavubu a la cabeza. Esta alternancia entre paternalismo y represión será leída de manera formidable por Lumumba, quien se está convirtiendo en el político más intrépido y apasionante del país.
Es en 1959 cuando Lumumba empieza a manejar diferentes discursos según el público al que hable. Ante los negros, se muestra intensamente antibelga; ante los belgas, defiende que los congoleños seguirán necesitando de los técnicos blancos tras la independencia y propugna relaciones de hermandad con Bélgica; ante públicos mixtos, tiende puentes y luce su mejor sonrisa.
Se ha convertido en un político maquiavélico, en el sentido positivo del término. Alguien que sabe más de política que todos sus adversarios.
De manera brillante y un tanto cínica, defenderá a los líderes de la ABAKO que han sido desterrados a Bruselas.
En abril de 1959 tiene lugar en Luluabourg un congreso de partidos políticos que ve triunfar las tesis lumumbistas de mantener unido al país bajo el lema "¡Congo unido, país fuerte"! En este ascenso, muchos intentan acercarse a Lumumba. Algunos con buenas y humildes intenciones, y otros con ganas de trepar y tomar el poder. Será el caso de dos personajes despreciables: Albert Kalonji, un baluba que ha hecho de anfitrión en el congreso de Luluabourg y forma parte del MNC; y Joseph Desiré Mobutu, quien alterna su trabajo de periodista con un puesto como colaborador en los servicios de información belgas.
Kalonji con la bandera de Kasai al fondo. Será colaborador de Lumumba aunque acabará traicionándolo y participando en la secesión de Kasai en 1960.
Las tesis en favor de la división del Congo, animadas por potencias extranjeras y por líderes étnicos en busca de su trozo de pastel, reciben un fuerte espaldarazo en verano del 59.
De un lado, en junio, Kasavubu declara que su región por excelencia, el Bajo Congo, está listo para independizarse ya mismo; por otro lado, el MNC sufre una escisión de su ala conservadora liderada por Kalonji, ese hombre infame que empieza a mostrar su verdadera cara.
El propio Kalonji será detenido en agosto. En ese momento del proceso, a los belgas no les atraía en absoluto las ideas secesionistas puesto que imaginaban que un Congo dividido sería más fácil de penetrar por parte de otras potencias occidentales.
Mientras, Lumumba redobla sus ataques retóricos contra los belgas a la vez que su partido se robustece a lo largo y ancho del país.
Muchos de los nuevos militantes son jóvenes exaltados que acostumbran a usar la extorsión para captar nuevos fieles al MNC, aspecto que es usado por los enemigos de Lumumba para atacarle.
Él se defenderá comparándose con Gandhi y rechazando toda violencia.
También sufre un intento de golpe dentro de MNC a manos de Ileo y otros pseudointelectuales, los cuales, tras ser derrotados por Lumumba, abandonan el partido. Lumumba no los necesita aunque sean las mejores cabezas del MNC.
Los belgas andan confusos.
No sólo son incapaces de calmar la tensa situación de un país que empieza a entrar en una espiral de violencia entre etnias, sino que fracasan al crear un partido nacionalista moderado liderado por Bolikango, el más mimado de los políticos de la época.
Esto contrasta con la fuerza exhibida por Lumumba y el MNC en su primer Congreso en Stanleyville, donde pide independencia inmediata y el inicio de las negociaciones. Fiel a su discurso punzante, Lumumba insiste en un lema: "La independencia no se recibe, se conquista. Se arranca".
Martirio en prisión y victoria en la negociación
Si algo le falta a Lumumba para redondear su perfil de líder congoleño es una pequeña dosis de martirio que le igualara a Kalonji y Kasavubu, que sí han sido encarcelados por los belgas.
Por aquel entonces, Lumumba es todavía un hombre con suerte acostumbrado a que todo le venga rodado.
Tras una jornada de represión que deja 30 muertos, el 31 de octubre, en Stanleyville, el líder del MNC es detenido.
Durante dos meses, Lumumba toma aire y fuerza antes de encarar el tramo final de la independencia.
En ese lapso de tiempo, las elecciones sonríen al MNC, que se confirma como primer partido nacional, a pesar de la ausencia de Lumumba.
Por su parte, Bruselas traza una nueva línea a seguir. A mediados de diciembre, Balduino embarca rumbo a la colonia para convocar una mesa redonda que tendrá lugar en Bruselas durante el mes de enero de 1960.
La recepción del pueblo congoleño al monarca vuelve a ser notable, especialmente gracias al rumor extendido por el MNC que afirma que la visita real tiene como objetivo liberar al líder panafricano: "Balduino viene a liberar a Lumumba".
La mesa redonda se celebrará entre el 20 de enero y el 20 de febrero. Sin embargo, Lumumba no será liberado hasta el 26 de enero, gracias, en parte, a un abogado facilitado por Mobutu, un hombre todavía fiable para el MNC.
A su llegada a la capital belga, Lumumba dirá con tono presuntuoso: "He sido golpeado y torturado, pero perdono a los belgas".
Tshombe, el líder del secesionismo de Katanga se convertirá en un factor decisivo del fracaso del proceso de independencia. Su figura está controlada por el capital minero belga y por los propios EEUU.
Además, su retraso no influye en absoluto en el papel de Lumumba en la mesa redonda ya que sus tesis de un Congo unido son bien recibidas y resultan exitosas. Incluso se permite el lujo de descalificar a los consejeros blancos que manejan cual marionetas a ciertos líderes tribales, especialmente en el caso del líder katangués Tshombe, un mercader metido a político cuyo partido está creado y sostenido por la empresa belga Unión Minera.
Será Tshombe quien acuse con fuerza y mala voluntad a Lumumba de "comunista", algo que era sinónimo de enemigo a destruir por parte de Occidente en aquellos años de Guerra Fría.
Para mayor agrado de Lumumba, el frío Kasavubu comete un error de cálculo. En medio de las negociaciones, abandona Bruselas y marcha a París para ofrecer una rueda de prensa criticando el proceso. No sólo no tiene ninguna repercusión en el Congo, sino que allana el camino a Lumumba, que se confirma como el único hombre con proyecto de país. Se convocan elecciones legislativas y se pone fecha a la independencia para el 30 de junio.
Elecciones y proclamación de independencia
Todas estas sensaciones se plasman en las elecciones de mayo de 1960, donde el MNC y sus aliados arrasan.
El resto de líderes de la independencia se conforman con obtener buenos resultados entre sus gentes, pero Lumumba es el único que vertebra el país.
Aquí la tabla con los resultados de las elecciones.
Aunque las fuentes varíen en el resultado exacto de las elecciones, queda claro que Lumumba y sus aliados (color rojo) son los indicados para liderar el país. Especial mención a Gizenga, quien se convertirá en el sucesor de Lumumba a la muerte de éste, liderando a la región oriental contra el giro de la política congoleña.
La aritmética electoral dejaba en Kashamura, que tenía su base en la región oriental de Kivu, la decisión final de quién contaría con apoyos suficientes para formar gobierno.
El líder de la CEREA se inclina de manera natural hacia el lado de Lumumba, aunque en un principio los belgas tratan de obviar este hecho proponiendo a Kasavubu configurar un gobierno imposible. Finalmente, será Lumumba el primer presidente de Gobierno del Congo mientras que deja la presidencia de la República al rey Kasa. Con este movimiento, se concreta la alianza de Lumumba con el escorpión, encarnado por el líder de la ABAKO, en cuya naturaleza está picar a la rana que le ha ayudado a cruzar el río como en la famosa fábula.
La ciudad de Leopoldville se engalanará, pues, para recibir una vez más al rey Balduino. Es el fin de una época. Para finales de 1960, casi todo África ha conseguido la independencia, pero es bien sabido que el trozo de tierra que toma el nombre de Congo sigue siendo muy apetitoso. Y ello ya se ve nítidamente en los días previos a la proclamación de la independencia.
Los belgas han enviado más tropas al país para proteger a los asustados blancos, han dificultado el gobierno de Lumumba, la secesión de Katanga está al caer... Incluso Ileo, otrora colaborador del MNC, se suma a la incipiente campaña anti-Lumumba. "Él es el fin de la democracia y usted lo sabe. Si no le retiráis las misión de formar gobierno, lo matamos en 48 horas", le dirá Ileo al ministro belga del Congo, Ganshof Van de Meersch.
Crisis de gobierno
La polémica en torno al discurso de Lumumba el día de la proclamación de la independencia comentado al inicio del artículo no será nada comparado a lo que ocurrirá los próximos días. Una semana después de los fastos, estallará una revuelta de militares congoleños irritados por la preponderancia y los salarios de los parlamentarios.
El Ejército empieza a quebrar el frágil Estado congoleño. Hay que añadir que muchas de estas protestas estaban incentivadas por multitud de agentes extranjeros llegados al país con el objetivo de desestabilizarlo.
Por todo el país, escuadrones de paramilitares belgas toman posiciones, especialmente en el estado de Katanga. Los belgas descubren bien pronto sus cartas cuando intervienen militarmente Elisabethville, capital de Katanga, el 9 de julio. Tshombe les extiende una alfombra de sumisión y agradecimiento. Tanto es así que dos días después proclama la secesión de Katanga, para agradar a la Unión Minera belga, que no está de acuerdo son eso de repartir las riquezas del Congo entre los congoleños.
El nefasto papel jugado por la ONU y su secretario general, el señor Hammarskjold, sellará el destino de Lumumba y su gobierno.
A partir de aquí, se va a producir un teatro aborrecible entre los actores internos y externos del Congo.
Entra en escena la ONU, con su secretario general Hammarskjold a la cabeza, que se dedicará a entorpecer y torpedear al gobierno legítimo de Lumumba en su lucha por la unidad territorial. Lumumba se enfrentará ante la conducta hipócrita de la ONU y rompe relaciones con Bélgica a mediados de julio.
El propio líder congoleño empieza a sentirse cansado y a agriar su carácter. Junto a Kasavubu inicia una gira por el país para reconducir la situación y pacificar a la población, que empieza a perseguir a todo lo que parezca belga. A su llegada a Elisabethville, su avión no podrá tomar suelo a petición del vil ministro del Interior de Katanga, Munongo. Aturdido e impotente, Lumumba espetará al piloto: "¡Ponga rumbo ahora mismo a Moscú!"
Entre el 23 de julio y el 8 de agosto, Lumumba inicia una gira por varios países del mundo –Ghana, Túnez, Marruecos, Guinea, Reino Unido, EEUU, Canadá...– que se salda de manera positiva.
Es recibido con honores de presidente de un país y multitudes le aclaman allá donde va. Es un chute de optimismo para encarar la que será su última batalla. Sin embargo, a escondidas, cual cobardes, EEUU va a decidir dar el visto bueno a la eliminación de Lumumba y envía a un agente reputado para la misión, Frank Carlucci, quien llegaría a ser secretario de Defensa con Reagan.
A imitación de Katanga, el 8 de julio, el abyecto Kalonji funda el Estado minero del Kasai del Sur, un minúsculo trozo de tierra al norte de Katanga repleto de diamantes.
Durante el mes de agosto, el gobierno mantiene el rifirrafe con la ONU a cuenta de los soldados blancos que pueblan los cascos azules, ya que Lumumba tan solo confía en los cascos azules ghaneses y marroquíes, países que siguen apoyándole.
Tras concluir la conferencia panafricana organizada en Leopoldville a finales de agosto, llega septiembre. La conferencia ha sido el último gran acto de masas de Lumumba, que recibe cinco días más tarde, el 5 de septiembre, la picadura envenenada del escorpión Kasavubu.
El líder bakongo ha acudido a la radio principal del país a anunciar la destitución de Lumumba y le da su puesto al arribista Ileo, que cumple su sueño de dirigir el Congo. Poco le durará la alegría al pobre. Un golpe mayor se acerca por detrás y viene uniformado y con fusil.
Dos imágenes de Mobutu, quien dará la puñalada definitiva a Lumumba, que había sido su adalid. "No tengo nada personal contra él", dirá tras el golpe de septiembre.
Mobutu y el Ejército entran en escena
A la destitución de Lumumba por Kasavubu le sigue una intervención temeraria del legítimo presidente, quien se enfrenta a los militares que ocupan la radio desde la que ha hablado Kasa. Ahí, Lumumba tilda de traidor al jefe de Estado.
Seguirán unos días tensos pero sin noticias. Kasavubu se ha refugiado con su primo en el Congo francés, bien resguardado también por la potencia francesa, que sigue manejando al abate Youlou. El 14 de septiembre, Mobutu, ascendido previamente por Lumumba a coronel del ejército, neutraliza las instituciones políticas: "Opero una revolución pacífica, para dejar a todos tiempo de reflexión y se apacigüe la situación".
Mobutu sigue órdenes de agentes extranjeros al servicio de los occidentales. Él no posee el coraje ni el talento para llevar a cabo semejante operación, aunque, eso sí, tiene influencia en el ejército nacional, que no es poco.
En un principio, se puede pensar que Mobutu no tenía malas intenciones personales contra Lumumba, tal y como alegará, pero lo cierto es que acaba de ponerle a su antiguo líder las esposas que llevará hasta su muerte, que se intuye próxima. Más tarde, cuando sea dictador del país y sienta su conciencia carcomida, Mobutu se intentará apropiar de la imagen de Lumumba poniéndole su nombre a Elisabethville, la actual Lumumbashi
En Leopoldville se constituye un Colegio de comisarios generales para dirigir el país. En un principio, tratan de acercarse a Lumumba, pero éste rechaza semejante falsedad.
Todavía vive en su residencia vigilado por soldados de la ONU y del ejército congoleño, aunque ocasionalmente sale a la calle a sentir el apoyo de gran parte de la población. Mientras, en el resto del país, los distintos bandos se configuran en lo que es ya una guerra civil.
De un lado, tenemos a la dupla Mobutu-Kasavubu dirigiendo lo que queda de gobierno central; luego están las regiones secesionistas del sur –Katanga y Kasai del Sur–, donde se están produciendo limpiezas étnicas de manera descontrolada; y por el este tenemos al gobierno de Gizenga, que desde Stanleyville trata de continuar el legado de Lumumba junto al tío de éste, Víctor Lundula, ahora jefe del Ejército oriental.
Situación del país desde finales de 1960 hasta entrado 1961. El gobierno de Gizenga va a obtener importantes triunfos que darán esperanza a Lumumba, que sabe que su vida depende de poder llegar zona roja.
Ello motiva a Lumumba a emprender su última aventura. Decide huir de noche junto a su familia y dos colaboradores suyos, Okito y M´Polo.
Por unos días parece posible la hazaña pero, finalmente, el 1 de diciembre, será detenido. Tiene el tiempo necesario para poner a salvo a sus familiares, aceptar su negro destino y preguntarse sobre el futuro de sus hijos: "¿Dónde irán a hacer sus estudios? Me gustaría que aprendieran inglés. ¡Me hubiera gustado tanto conversar más con ellos!"
Muerte de Lumumba
Es encerrado en la prisión de Thysville, cercana a la capital. Tratado con cierto respeto por la soldadesca, Lumumba sigue teniendo algo que le hace peligroso. Su prestigio se mantiene intacto, y sus sucesores Gizenga y Lundula siguen cosechando éxitos militares para vergüenza de Mobutu, que se revela como un pésimo estratega.
Incluso se insinúa un motín en la prisión que le puede abrir las puertas de la libertad, pero el levantamiento es apaciguado por los políticos capitalinos.
Poco a poco, Lumumba acepta su destino: "Si muero será porque un hombre blanco habrá armado a un hombre negro".
Lumumba detenido junto a Okito, a la derecha de la imagen.
En Lepoldville están nerviosos.
Quieren quitarse de en medio a Lumumba pero no quieren mancharse las manos con sangre de héroe.
Así, optan por enviarlo a Katanga en un siniestro vuelo donde él y sus compañeros son apalizados hasta casi morir.
Al llegar a Elisabethville, el matón de Tshombe, Godofredo Munongo, tendrá la oportunidad de saciar su sed de sadismo.
Ante un hombre medio muerto, pero aún digno según los testigos, Munongo vocea palabras de odio:
"Y bien, ¿sigues siendo invulnerable? ¿Sigues escupiendo las balas?".
A continuación, hunde la bayoneta lentamente entre las costillas.
Un agente belga –uno de los muchos que había en Katanga– le da el tiro de gracia.
Mucho se especuló sobre las circunstancias exactas de su asesinato.
De hecho, pasó un mes antes de que se confirmara la muerte de Lumumba, Okito y M´Polo.
Tshombe, que no dejaba de ser un simple vendedor sin escrúpulos, tampoco quería jactarse de haber asesinado a un líder tan reconocido, por lo que contó la historia de que los tres arrestados habían permanecido en prisión hasta que un mal día lograron escapar, siendo linchados y asesinados por los lugareños del primer pueblo al que llegaron.
Nadie lo creyó, pero algo había que inventar.
Según la versión más extendida, los asesinos de Lumumba disolvieron el cuerpo en ácido y esparcieron los restos para que nunca ningún congoleño o africano pudiera visitar la tumba del más importante padre del país y de uno de los hermanos más destacados del continente.
En el año 2001, el parlamento belga reconoció su responsabilidad en el final de Lumumba y esbozó una leve petición de perdón. Un poco tarde, quizás.
Todavía resuenan las palabras llenas de tristeza del egipcio Nasser, del filósofo francés Sartre o del líder argelino Ben Bella, quienes creían que la muerte de Lumumba daría más fuerzas a la lucha por la uhuru (libertad , en swahili) del Congo y África, que la victoria era inevitable. No fue del todo cierto.
A veces, una personalidad concreta puede y debe cambiar el rumbo de la Historia. De igual manera, una muerte puede esfumar todas las esperanzas. Ese fue el caso de aquel Congo brillante y prometedor que nunca fue. Y esta ha sido, a grandes rasgos, la historia de quien más luchó por lograrlo.
"No me llores, compañera. Yo sé que mi país, que tanto sufre, sabrá defender su independencia y su libertad. ¡Viva el Congo! ¡Viva África!"
Carta de despedida de Lumumba a su mujer Pauline
http://undebateenmicabeza.blogspot.com.es/2017/07/el-congo-de-lumumba-el-frustrado.html?m=1