En un artículo que leí hace poco, el autor trataba el tema de las enormes desigualdades económicas existentes en el mundo.
La información publicada en un video por Yahoo.com, se basaba en los datos estadísticos recopilados en el 2014 por la página digital Nationmaster.com (una empresa especializada en estadísticas) la que comparaba los sueldos mensuales netos de la población mundial tomando como divisa principal el dólar.
De acuerdo a esta investigación, Suiza con 6.300 dólares mensuales, es el país donde se devengaban superiores salarios, seguida por Luxemburgo (4.479 dólares).
Estados Unidos ocupaba el lugar 13 con 3.258 dólares. El informe se convierte en caricaturesco al señalar que Cuba era la nación del mundo donde menos salario se recibía cada mes. En ese escalafón, la Isla, con el número 176, ocupaba el último lugar del mundo al presentar un salario mensual de 25 dólares.
Al comparar a Cuba con sus vecinos caribeños se señalaba a Haití. De acuerdo al artículo los haitianos ganaban 712 dólares anuales, para una mensualidad media de 59,33 dólares. Con marcada intención agregaban que en “Angola, en cuya guerra civil murieron más de 2.000 soldados cubanos, el ingreso promedio por mes era de 2.650”.
A todas luces con estas comparaciones se quería denigrar a Cuba y a su sistema socialista. Cualquiera, sin ser un especialista en economía, de inmediato se percata de que esta información era falsa. El paralelo con la hermana Haití es irracional. Este pequeño y heroico país, sumido en la mayor miseria, es el más pobre del continente americano. El mundo desarrollado, comenzando por Francia (su ex metrópoli) y los Estados Unidos le hicieron y le hacen pagar muy caro la hazaña de haber realizado la primera y única revolución en la historia triunfante de esclavos, y de negros por añadidura.
Las estadísticas que muestran los salarios per cápita de las naciones capitalistas no reflejan la realidad. Desconocen la dispar distribución de la riqueza entre la población, en la que unos pocos poseen amplias riquezas y la generalidad no. En estas estadísticas anuales, se suman los ingresos que reciben los más privilegiados económicamente, con los salarios de todos los trabajadores del país, y el resultado se divide entre el número de habitantes. Con este engañoso promedio se oculta el bajo nivel de las entradas salariales de los más desfavorecidos.
Para un observador juicioso las pruebas evidentes de la miseria de la población de una nación son, entre otras, el hambre y la pobreza, visibles en ciudades en los que deambulan ancianos, mujeres y niños descalzos, con ropas raídas y a veces sin siquiera un sitio modesto para dormir; un analfabetismo generalizado y niños que no tienen escuelas; la falta de atención médica y las aterradoras epidemias que matan impunemente a miles de personas desvalidas; poblaciones enteras que sin protección estatal, caen en la indigencia más espantosa cuando ocurren graves fenómenos climáticos, sísmicos o de otra índole; los hombres y mujeres sin trabajo; la baja esperanza de vida de la población y la elevada mortalidad infantil. Este triste escenario de la sufrida Haití y el de muchos otros países, no es el de Cuba.
Estas comparaciones con la que intentan demeritar a Cuba y a su sistema social, forman parte de la permanente campaña contra nuestro país. Estas supuestas investigaciones son disparatadas y difamatorias, pues establecen paralelos sin explicar las diferencias que existen entre lo que se denomina como el salario nominal y el salario real.
En primer término, no negaré el bajo nivel salarial de los trabajadores cubanos, ni tampoco los elevados precios de los productos del campo y los de las tiendas de divisas (CUC) (1), muchos de ellos gravados exageradamente por las grandes empresas comercializadoras cubanas. Son patentes las insuficiencias, falta de organización y la no generalización del inmenso caudal de innovaciones tecnológicas que ofrece la ciencia cubana, para que la agricultura produzca más. Igualmente es preciso perfeccionar el control del trasiego de los intermediarios, mejorar el mercadeo de los productos y abaratar los precios. Pese las amplias subvenciones estatales, un segmento de la población cubana no logra satisfacer convenientemente sus necesidades. Los Lineamientos del 7mo Congreso del PCC van dirigidos a corregir y a enmendar estos problemas. Solo pretendo ser objetivo, e intentar mostrar cuales son las indudables particularidades que nos desigualan en relación a las naciones del resto del planeta.
El mundo actual se compone de casi una treintena de países capitalistas ricos integrados por Estados Unidos, Canadá, la mayoría de los europeos, Japón, Australia, cuyos PIB nacional y per cápita son altos. En los últimos años se les han incorporado varios estados, casi todos asiáticos. En el otro extremo se hallan más de 150 países también capitalistas–salvo las conocidas excepciones–cuyos PIB en general son mucho más bajos. Estas naciones que algunos denominan como países en desarrollo, emergentes o subdesarrollados, casi siempre han sufrido históricamente el colonialismo, la explotación y el saqueo, primero por parte de los imperios colonialistas y ahora por los estados capitalistas hegemónicos.
En ese pequeño grupo de naciones del 1er Mundo, los salarios son altos, lo que les permite a sus habitantes en general, recibir diversos beneficios (2). Por supuesto, la población del resto del planeta mayoritariamente pobre no los puede disfrutar. Son significativos los gastos en que incurren los ciudadanos de las capas medias y pobres de esos países ricos para pagar los alquileres de sus viviendas, y los servicios (privados) de educación de sus hijos y los de salud de la familia. La suma de los tres egresos antes señalados, puede representar para un habitante promedio la mitad o más de sus ingresos mensuales.
En Cuba a diferencia de la generalidad de las naciones del planeta, más del 85 % de las viviendas habitadas pertenecen a sus propietarios, o sea, los que viven en sus casas son dueños de ellas y no pagan ningún alquiler, ni impuesto sobre ellas, ni tampoco sobre el suelo en que están asentadas. Y los que no son propietarios de sus inmuebles le pagan al Estado no más de un 10% de sus ingresos. En Cuba no ocurren los inhumanos “desalojos” por no pago de los alquileres de las viviendas tan comunes en el resto del mundo.
La salud, uno de los Derechos Humanos esenciales, en Cuba es pública y gratuita, tiene cobertura universal, y algo primordial, en contraste con la generalidad de los sistemas de salud en el mundo, el de Cuba prioriza la “prevención” de las enfermedades por medio de campañas médicas contra numerosas enfermedades, lo que incluye la vacunación masiva de la ciudadanía. El sistema de salud pública cubana contempla la atención primaria, el ingreso y permanencia en hospitales, las operaciones quirúrgicas y todos los tratamientos posteriores sin excepción. Decenas de miles de médicos cubanos han prestado y prestan servicios en más de 60 países, en la mayoría de ellos de manera gratuita. Aunque la salud pública cubana se ha visto dañada por espacio de más de 25 años a causa de la severa crisis económica (Periodo Especial) y del bloqueo por parte de Estados Unidos, cuenta con médicos, enfermeros y personal técnico muy capacitados y una alta sensibilidad humana, en los últimos años ha comenzado a reactivarse el sistema con nuevas inversiones y equipos de última generación, remozamiento de locales, etc.
En otros países existen conjuntamente la salud privada y la pública (la tendencia neoliberal imperante en el mundo es relegar a esta a un segundo plano), por ello, para muchos, resultan muy costosos los servicios médicos. En los Estados Unidos, con la comercialización de la salud, no tener un seguro médico es una verdadera tragedia para la familia. Podemos resaltar que aún para no pocos de los “asegurados”, ese convenio no cubre todo tipo de enfermedades y a veces las empresas aseguradoras con argucias legales tratan de evadir responsabilizarse cuando las dolencias son muy graves y requieren gastos superiores. Una muestra gráfica e irrebatible de esto, es el gran número de cubanos con residencia permanente en el exterior que aprovechan sus visitas a Cuba para recibir atención médica.
La educación, otro de los obligatorios Derechos Humanos, en nuestro país es también pública y gratuita para todo tipo de instrucción hasta el nivel universitario. Es sabido que se requiere pagar elevadas sumas de dinero para cursar una carrera universitaria en el resto del mundo. De igual forma el sistema de enseñanza fue seriamente dañado en estos años de severa crisis económica en Cuba y ahora se realiza un intenso trabajo de revisión y reordenamiento para elevar su calidad. El país presenta uno de los niveles de escolaridad e instrucción más altos del mundo. Cuba ha ofrecido y ofrece becas gratuitas a miles de jóvenes de otros países para cursar diferentes estudios.
Nuestra Isla es una de las naciones del orbe que mayor por ciento de su presupuesto invierte en los sectores de la salud y la educación. Pese a las reconocidas deficiencias en los sistemas públicos de salud y educación cubana, causadas principalmente por la intensa crisis económica padecida por espacio de más de dos decenas de años, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización para la Educación, la Ciencia y la Cultura de las Naciones Unidas (UNESCO), en reiteradas ocasiones los han valorado altamente como ejemplos a seguir.
En otros países, los trabajadores sujetos a la “precariedad laboral” y los denominados como “informales” no tienen el derecho a pensiones. En contraste, los trabajadores cubanos, tanto los de las entidades estatales, como los de las privadas, al alcanzar la vejez pueden, debido a este sistema público, beneficiarse de la Seguridad Social con pensiones y aquellos que por diversas razones nunca trabajaron o se encuentran desamparados reciben atención por la Asistencia Social. Es preciso señalar que las actuales pensiones no garantizan todas las necesidades de los jubilados, lo que se prevé atender en la medida que se fortalezca la economía. En cuanto a la Asistencia Social, unas 80 mil familias con situación precaria reciben ayuda económica. Solo una veintena de los estados desarrollados puede enorgullecerse de contar con un sistema así, pese a las limitaciones lógicas, dada la difícil situación económica de nuestra nación.
De igual manera esta implementado desde los primeros años de la Revolución el sistema que le garantiza a cada familia al mes una cuota alimenticia. El Estado gasta miles de millones de dólares para comprar parte de esos alimentos en el extranjero y ofrecerlos a la población a precios ínfimos. Los alimentos que se ofrecen subvencionados, si bien significan una manera innegable de recibir ingresos (en productos) para la familia cubana, solo satisfacen un por ciento del consumo lo que obliga a comprar la otra parte más caros, en las tiendas que venden en la moneda convertible (CUC) y en los mercados creados para la venta de productos liberados en la llamada moneda nacional (MN). Se ha planteado que cuando las condiciones económicas lo permitan se eliminará este sistema y la ayuda económica se realizará de modo directo a las familias más desfavorecidas.
Debemos referirnos también a la importante subvención por el Estado de un alto por ciento de los gastos que realiza cada familia en: la electricidad, el teléfono, el agua, el gas, el transporte público, los círculos infantiles, los asilos para ancianos, los servicios fúnebres…Son también gastos en que incurre el Estado para beneficiar a la población cubana los realizados en el amplio desarrollo de la cultura, el deporte y la ciencia, así como en la oferta de eventos y espectáculos artísticos, recreativos y deportivos con entradas a precios muy bajos (comparados con otros países).
Es indiscutible que el salario de una parte considerable de los cubanos no satisface todas sus necesidades y existe un reclamo general por elevarlos. Pero no se puede olvidar y echar a un lado lo antes señalado. A precios medios de países subdesarrollados, los ingresos salariales y los servicios que reciben los cubanos equivaldrían a varias veces la supuesta paga mensual de 25 dólares. Si al “salario nominal” que reciben directamente los trabajadores cubanos por su labor realizada en un año, le sumáramos todos los servicios subvencionados por el Estado que la población recibe y a esta suma la dividiéramos entre los 11 millones de cubanos, nos daría, para sorpresa de muchos, un per cápita de ingresos o sea un “salario real” mucho más alto. Faltaría por agregar, que la inmensa mayoría de los cubanos, como son dueños de sus viviendas no pagan alquileres.
Por estas razones se puede asegurar con absoluta certeza que los cubanos no ganan solamente los 25 dólares mensuales que señala el escalafón antes nombrado. Si esto fuera así, imperaría una miseria más atroz que la sufrida actualmente por Haití, cuyos trabajadores reciben 59,33 dólares cada mes, o sea, 34,33 dólares más que los cubanos. ¿Cómo explicar entonces que con un salario de solo 25 dólares mensuales, existan en Cuba, sobre una población de unos 11 millones de habitantes, más de un millón y medio de graduados universitarios y casi 2 millones de técnicos medios? Cualquier familia cubana cuenta entre sus hijos a ingenieros, médicos, científicos. ¿Cómo explicar qué todos los niños, jóvenes (sin tener en cuenta su raza, sexo, posiciones políticas, ideológicas o religiosas de ellos o de sus familias) tienen garantizados la enseñanza y la atención medica? ¿Cómo explicar el alto número de intelectuales, artistas y una intensa y variada vida cultural? ¿Cómo explicar que no hay un solo niño cubano sin maestro o un rincón de la Isla que no cuente con una escuela? ¿Cómo explicar que toda la población cubana reciba atención médica y como consecuencia de ello haya alcanzado un promedio de 78 años de vida? ¿Cómo explicar que Cuba muestra uno de los más bajos índices de mortalidad infantil y materna del mundo? ¿Cómo explicar el extraordinario nivel alcanzado por la ciencia cubana, especialmente en la esfera de la ingeniería genética y la biotecnología? ¿Cómo explicar que por las calles cubanas no vagan ancianos, niños, mujeres y enfermos pidiendo limosnas, como sucede en casi todos los países del orbe, incluyendo a los más desarrollados?
El respetado Silvio Rodríguez en su blogs Segunda Cita señaló unos años atrás: «En los 65 barrios “jodidos” de Cuba en los que he actuado, aún no he visto a un sólo niño sin escuela, zapatos o asistencia médica.» Y todo esto ocurre en un pequeño país pobre, sin recursos naturales, sometido al bloqueo más largo de la historia por la nación más poderosa del mundo.
Para tratar de comprender la situación actual de Cuba hay que valorar entre otros aspectos, la enorme crisis económica a partir de 1990, provocada por la desaparición de la URSS, al tiempo que Estados Unidos de manera paralela redobló su inhumano bloqueo, a los que se le añadieron los errores y las faltas que se cometieron. Ha sido una dilatada etapa casi apocalíptica, de épica resistencia. El objetivo esencial de la sociedad socialista cubana es lograr el mayor bienestar posible, tanto material como espiritual de la población. Los Lineamientos de la política económica y social del Séptimo Congreso del PCC, han proyectado restituirle a los salarios su valor como instrumento motivador para el desarrollo de una economía sana.
Está previsto que el crecimiento de los ingresos de los trabajadores de las nuevas empresas estatales estará en proporción directa y proporcional a las utilidades que alcancen cada año esas entidades. Se requiere que echen a un lado todo aquello que las frena y se conviertan lo más rápidamente posible, en empresas de nuevo tipo, capaces de obtener óptimos resultados económicos. El desarrollo integral de las cooperativas (de todo tipo), debe permitir el acrecentamiento progresivo de los ingresos de sus miembros. En el caso de los “cuentapropistas” sus entradas financieras, dependerán de las ganancias obtenidas en el desempeño de sus oficios, rentas o pequeños negocios. En el caso de los empleados que laboran en este sector, sus salarios obedecerán a los resultados económicos del centro en que se hallen y de las regulaciones que se establezcan.
El ansiado e imprescindible aumento de los salarios del amplio sector administrativo público, así como de las pensiones, en general, deberá seguir al acrecentamiento de la producción y los servicios del país y al mejoramiento de las finanzas internas. De todos, el crecimiento de los ingresos en este segmento laboral constituye el más complejo a solucionar, pues incluye, entre otros, a los sectores de la administración pública, a los de la salud, y educación, a los de orden interior y defensa.
Elevar la masa salarial de todo el sector público sin un correspondiente respaldo productivo en el país, provocaría la subida de la inflación con graves consecuencias. La ineludible disminución del excesivo número de trabajadores de la administración pública cubana, podría permitir el aumento de los salarios de los que permanezcan en estos centros. Por otra parte, el Estado, con la disminución del número de funcionarios administrativos y una mejor organización, podría ser menos burocrático, más ágil y eficiente, y contribuiría a eliminar las muchas trabas burocráticas centralizadoras que impiden acelerar el desarrollo del país, así como enfrentar de manera resuelta la corrupción y evitar su crecimiento.
Notas:
(1) Es criterio general que sobrepasadas las circunstancias que obligaron a imponer los gravámenes a las -mercancías de vital importancia para la canasta familiar- en las tiendas de divisas (CUC), se debe aprobar una nueva y mayor rebaja de esos precios, permitiendo un acertado margen de ganancia a las empresas estatales. Esto contribuiría a mejorar el nivel adquisitivo de la población y a motivar el espíritu de trabajo. Esta rebaja de precios en las tiendas que venden en CUC, podría contribuir, cuando ocurra la “unificación de las monedas”, a aliviar posibles fenómenos como el de la inflación, que afectaría a las capas más vulnerables de nuestra sociedad. Por otra parte es indispensable el aumento de la producción agropecuaria, la eliminación de la generalizada extensión del monopolio ejercido por los intermediarios y la consiguiente rebaja de sus precios en el mercado.
(2) Muchos observadores consideran que “el sueño americano” de los estadounidenses y “el estado de bienestar social” de los europeos occidentales que imperó en estos países a partir de la culminación de la II Guerra Mundial, parecen haber llegado a su fin a causa de las políticas neoliberales de sus gobiernos, sometidos al sector financiero mundial. Se advierte un paulatino e irreversible retroceso de las conquistas sociales y los derechos civiles logrados por sus pueblos a través de cientos de años de luchas.
Ernesto Escobar Soto. Escritor y periodista cubano. Autor de la novela El largo regreso de José publicada por la editorial Letras Cubanas en 2014.
Fuente: La Polilla Cubana
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=225989