Pablo Gonzalez

Se acabaron los sondeos electorales, comienza el ‘big data’

Una empresa canadiense, Filteris, ya trabaja con las redes sociales y no con sondeos para realizar pronósticos electorales. En Estados Unidos les fue bien, acertaron con la victoria de Trump y ahora apuestan en Francia por François Fillon, al menos en la primera vuelta.

“¡Oh tempora, oh mores!”, escribió Cicerón en su primera Catilinaria. Pero no sólo las costumbres cambian con el tiempo, sino incluso la manera de hacer la estadísticas.


Lo más importante de todo es destacar —una vez más— la influencia de lo virtual sobre lo real (sobre las elecciones) porque eso da un punto de vista muy diferente sobre la gran piedra basal (“primarii lapidis”) de la democracia: las votaciones no son la causa sino la consecuencia.

El postulado del que parten los canadienses es que los resultados electorales dependen de la presencia del candidato en las redes sociales. 

No importante que hablen bien o mal; lo importante es que hablen. “Ladran luego cabalgamos”, dice el poema de Goethe.

Naturalmente esto tiene una relación inmediata con ese famoso aumento del voto fascista en Europa. Los medios de comunicción critican e incluso desprecian a la “ultraderecha” pero la han convertido en la comidilla. Todo el mundo habla de ello, aunque sea mal, porque es la mejor manera en que se les puede apoyar.

Los canadienses utilizan los mecanismos del “big data”, el tratamiento informatizado del tráfico de contenidos que circulan por las redes sociales, para evaluar el peso cuantitativo de cada candidato. Tratan de medir el volumen de comentarios que circulan sobre cada uno de ellos.

Ya no hay muestras ni preguntas a “la ciudadanía”. Eso es pasado. De ahí hemos pasado a la ciencia del cotilleo, al análisis minucioso de la charlatanería, de lo que en la jerga moderna se llama “trolls”, ese típico sujeto que pone en internet lo primero que le viene a la cabeza (si es que tiene cabeza).

El “big data” necesita tipos así, gente como Inda y Marhuenda, provocadores que lancen polémicas interminables para que luego salten a la palestra, siempre a la defensiva, sus simétricos, los cabecillas de Podemos y sus secuaces. 

Unos y otros se retroalimentan mutuamente, algo que forma parte del mismo método de la telebasura. ¡Qué sería de Podemos sin esos apocalípticos ataques de Inda!

Una vez que los millones de cotilleos están sobre la mesa de análisis, todo es cuestión de afinar el algoritmo y tener potentes ordenadores para procesar la (des)información.

Pues bien, el cotilleo digital predice que Le Pen, la famosa “ultraderechista”, no estará en la segunda vuelta; luego, a pesar de las sobredosis (des)informativa, el fascismo no crece tanto como dicen. 

El duelo final, según los canadienses, será entre Fillon (“la derecha”) y Mélenchon (“la izquierda”). 

El candidato del Partido Socialista, Benoît Hamon, sacará un 7,5 por ciento y la del PCF, Nathalie Arthaud, un 0,7.

Publicado por Resistencia Popular

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