“La arcilla fundamental de nuestra obra es la juventud, en ella depositamos nuestra esperanza y la preparamos para tomar de nuestras manos la bandera”
Comandante Ernesto “Ché” Guevara.
5 de Noviembre de 1976 , caen en combate en Zinica , Municipio de Waslala -Zelaya Central (hoy Región Autónoma del Caribe Norte-RAAN) los Combatientes Sandinistas , el Jinotepino Jorge Matus Téllez y el Chinandegano Leonardo Real Espinales . Ambos combatientes eran miembros de la Brigada "Pablo Úbeda" .
Desde los primeros tiempos cuando el hombre se convirtió en un ente racional y social, formando civilizaciones y creando su propia historia, los jóvenes (guiados por la experiencia y sabiduría de los viejos) han impulsado el progreso, logrando con su energía, capacidad de soñar y sobre todo, su innata rebeldía, alcanzar nuevas fronteras y nuevos paradigmas.
Nació el 25 de Octubre del año 1955, sus Padres Manuel Matus Rodríguez y Lidia Téllez. Agricultor y comercianta del mercado municipal de Jinotepe.
Los jóvenes han hecho todas las revoluciones.
Fueron jóvenes los aborígenes que llegando desde la lejanía habitaron por primera vez estas tierras en que ahora, nosotros los nicaragüenses habitamos.
Fueron jóvenes los que se enfrentaron con sus macanas de piedra y sus venablos a los conquistadores, sus cañones y sus dioses; fueron jóvenes los humildes soldados que se enfrentaron a Walker
Fueron jóvenes los guerrilleros campesinos que lucharon, murieron y vencieron al lado de su General Sandino;
Fueron jóvenes los que encabezados por el poeta Rigoberto iniciaron el fin de la dictadura somocista
Fueron jóvenes los que fundaron el Frente Sandinista y también fueron y son jóvenes en su mayoría, los que continuaron la lucha.
Joven, también era a la hora de su último combate y para siempre, mi hermano Jorge.
En otras ocasiones he escrito sobre mi hermano Jorge Matus Téllez, el hijo de una vivandera del mercado de Jinotepe y un agricultor, que creció entre frutas y verduras y cuando sintió la necesidad de cambiar las cosas en favor de los pobres, se fue para siempre con el FSLN a la guerrilla.
Hoy Jorge está dentro de esa especie de panteón de héroes y mártires a los que los sandinistas y nuestro pueblo rinden homenaje, que conocen su biografía y su enorme sacrificio por el pueblo ha puesto su nombre a escuelas, mercados y calles.
En 1980 se recuperaron sus restos de aquel paraje montañoso, enclavado entre las comarcas de Zinica y El Plátano donde el cinco de noviembre de 1976 (tres días antes que en la misma zona, en un lugar llamado Boca de piedra) cayera el Comandante Carlos Fonseca), sitio montañoso donde entonces los cuerpos de los dos muchachos guerrilleros fueron apresuradamente cubiertos con algunas piedras por los lugareños, luego de aquél fatídico y desigual combate contra la guardia somocista.
Sin embargo, entonces ignorábamos algunos importantes detalles que rodearon su muerte y la de su compañero Leonardo Real Espinales, también guerrillero de la legendaria Columna “Pablo Úbeda”.
No sabíamos que fueron primero heridos en una emboscada de patrullas de la guardia, para luego caer en combate junto a su compañero de lucha, Leonardo, mientras ambos cubrían la retirada de otros guerrilleros.
La guardia en esos meses había sido alertada por un traidor y los jueces de mesta y cañada somocistas de la presencia de guerrilleros (y del propio Comandante en jefe) en la zona, que en realidad eran muy pocos.
Diezmados por la inclemencia de la montaña, las enfermedades, el hambre, un cerco feroz del enemigo e –tristemente- un tanto relegados por la propia Organización que atravesaba por entonces un proceso de sectarización y división interna.
Ignorábamos que los esbirros de la dictadura militar somocista, inmediatamente después del combate, tomaron fotos a los cadáveres de los dos guerrilleros para ser enviadas a sus mandos en Managua y que posteriormente descargaron sin piedad sus armas hasta desbaratar los cuerpos.
En la prisa de la cobarde desbandada el 19 de julio de 1979 ante, los archivos de los órganos de seguridad y la guardia del régimen fueron abandonados en el antiguo bunker del tirano.
Miles de expedientes de ciudadanos anti-somocistas y de miembros del Frente Sandinista recopilados durante décadas por el régimen fueron encontrados y clasificados por las fuerzas guerrilleras victoriosas del FSLN, con la esperanza de encontrar el paradero de miles de desaparecidos y asesinados por la GN y por supuesto, reconstruir a través de esos documentos parte de la historia de cincuenta años de represión y terror.
En el 2015 a mi familia le llegó una comunicación oficial del Ejército de Nicaragua. Su Jefe, el General de Ejército Julio Cesar Avilés Castillo había encontrado unos archivos con fotos descritos por los archivadores como “desconocidos”, sin embargo, gracias a qué el General Avilés es también jinotepino y antiguo estudiante del Instituto “Juan José Rodríguez”, logró reconocer en las fotos a mi hermano Jorge, aquél chinito de ojos azules, también exalumno de ese famoso centros de estudios, cuna de muchísimos militantes del FSLN.
Debo confesarles que cuando mi sobrino Norlan me mostró las fotos, no pude evitar llorar otra vez por mi hermano y por esos misterios de la razón, asocié a Jorge con aquél hombre que después de ser asesinado, fue mostrado al mundo casi desnudo sobre una mesa de escuela en un caserío sudamericano entonces desconocido, llamado La higuera en el valle de Ñancahuazu.
Tal vez por el parecido físico en ese momento, tal vez por su lastimoso estado físico de guerrillero asediado o tal vez porque ambos vivieron y murieron por los mismos ideales.
Con el permiso de mi familia y para que no sea olvidada la enorme cuota de sacrificio que nuestro partido y sus militantes han tenido que pagar por la liberación de Nicaragua y el amor a nuestro pueblo, hoy hago públicas algunas de estas fotos (a excepción de las más crueles y las correspondientes al compañero Real Espinales por no estar yo autorizado para ello) y otros documentos ajenos a aquel dossier enviado amablemente por nuestro Ejército, pero que tienen relación con la vida de Jorge.
Nuestro agradecimiento al Ejército de Nicaragua y muy especialmente a su jefe, nuestro legendario coterráneo y pariente, General de Ejército Julio Cesar Avilés Castillo.
Edelberto Matus.