Pablo Gonzalez

Hippismo; Terminológico, 2016


«Es una corriente nacida en lo albores de los años 60. Nace como un intento –fallido– de escapar a los males del capitalismo como la guerra, el desempleo masivo o las leyes jurídicas opresivas, pero la falta de un tronco filosófico correcto para analizar estos fenómenos desde un prisma científico lleva a esta corriente implantar una metodología insuficiente para combatir estas lacras del capitalismo: promueve la resistencia pasiva como manifestaciones y sentadas pacíficas y/o directamente el aislacionismo de los núcleos de la sociedad creando pequeños reductos aislados antes estos fenómenos.

Se caracteriza por la abogacía incoherente de la búsqueda de una «paz y convivencia social» entre los seres humanos, y entre las personas y la naturaleza, pero plantean lo primero desde más allá de la lucha de clases, y lo segundo sin considerar tampoco la insostenibilidad de esa tesis ecologista dentro del sistema económico capitalista y sus leyes, a veces incluso se plantea la cuestión ecológista –cuestión de según orden– por delante de la cuestión de la lucha de clases –sin entender que sin la resolución de la cuestión del poder político burgués y la destrucción del sistema económico capitalista no hay posibilidad de plantear esta cuestión con eficacia–. 

En caso de mostrar un mínimo de interés por la política es a través de métodos pacifistas y reformistas. 

En caso de cuestionar el orden económico es para promover un liberalismo y una descentralización económica típica del periodo capitalista premonopolista, teorizando por tanto una vuelta al mercantilismo del artesano, con lo que estos planteamientos se aproximan al anarquismo, o mejor dicho: el hippismo es la versión evolucionada y pacifista del anarquismo. 

De toda esta visión político-económica se concluye que hippies como norma general eludan la cuestión de la toma del poder político o que jamás ponga en duda la validez del régimen económico imperante y muestren un desconocimiento, una apatía o incluso un rechazo del conocimiento e interés en lo económico-político. 

En la cuestión cultural los hippies se destacan por un rechazo a ciertos valores de la cultura burguesa como el consumismo, el racismo, el militarismo o el machismo, pero al ser unos nihilistas del axioma de que las relaciones sociales entre las personas –como las relaciones económicas– rigen la cultura y psicología de los hombres no comprenden cómo acabar con dichos fenómenos culturales. 

El concepto cultural propio del hippismo es la exaltación de un extremo individualismo y la negación de la cultura con carácter e interés de clase, siendo válidas todas interpretaciones del mundo y todas las costumbres siempre que respeten el amparo a la libertad individual. 

Se ha solido dar la bienvenida a varias de las peores teorías y costumbres de la sociedad burguesa como el consumo de drogas –como forma de ocio o de evasión de los problemas de la sociedad– o la aceptación de las teorías sexuales que fomentan el concepto burgués «de amor libre» –en el sentido de libertad de despreocuparse de los hijos nacidos de esas relaciones, del adulterio y sus consecuencias psicológicas, etc.–, siendo el hippismo un nudo cultural del mundo ideológico burgués».

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