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Sharmini Peries: En el plazo de una semana, los once millones de documentos denominados papeles de Panamá, publicados por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, se han convertido en un nombre familiar para todos.

 Los documentos están relacionados con el bufete panameño de abogados Mossack Fonseca, que ayudó a abrir cuentas en el extranjero a algunos de los dirigentes más ricos y poderosos para que pudieran blanquear dinero y evadir impuestos.

El martes [12 de abril], la policía panameña registró el bufete Mossack Fonseca buscando más documentos relacionados con actividades ilícitas. 

Pero, ¿qué es lo que esperaban encontrar, puesto que desde hace ya algún tiempo sabemos que el sector bancario, especialmente los ladrones de cuello blanco, en instituciones como el Credit Suisse y otros, utilizan las cuentas en el extranjero para evadir impuestos? 

¿Quién está realmente detrás de la creación de estos mecanismos y vacíos legales para evadir impuestos?

El economista Michael Hudson expone que ciertos sectores de nuestra economía crearon Panamá como paraíso fiscal con tal objetivo. Hudson es un distinguido profesor e investigador de economía en la Universidad de Missouri, en Kansas City, y fue economista de la balanza de pagos en el Chase Manhattan Bank. 

Es autor de numerosos libros, el último que ha publicado es: “Killing the Host: How Financial Parasites and Debt Bondage Destroy the Global Economy”.

Michael, vamos a comenzar con una breve historia sobre la creación de Panamá, de cómo EE.UU. se lo compró a Colombia y su importancia actual frente a los papeles de Panamá.

Hudson: Bien, Panamá se le arrancó a Colombia ante todo para poder tener un canal. Se creó de forma muy parecida a Liberia. No es realmente un país en el sentido de tener una moneda propia y un sistema propio de impuestos. 

Panamá utiliza dólares estadounidenses. Lo mismo hace Liberia. La verdadera historia no aparece en los papeles de Panamá. 

Lógicamente, los informadores se centran en los delincuentes que blanquean dinero. Pero Panamá no se diseñó para blanquear dinero. Se diseñó para blanquear las ganancias, sobre todo las procedentes de las industrias del gas y petróleo y de la industria minera.

Panamá y Liberia se distinguieron siempre por tener “banderas de conveniencia”. Los buques dedicados a transportar petróleo y minerales se registraban bajo las banderas de Panamá y Liberia o de algún otro país que utilizara el dólar estadounidense y no su propia moneda local.

De esto me enteré hace unos cuarenta años, cuando estaba haciendo un estudio de la balanza de pagos de la industria petrolífera. Me dirigí a Standard Oil, y su tesorero me fue guiando por su hoja de balance. 

Le dije que no podía averiguar si Standard Oil y el resto de las compañías petroleras obtenían sus ganancias al final de la producción o al final de la distribución, tras el refinado y la venta. 

Y me dijo: “Conseguimos nuestras ganancias justo aquí, en Nueva York, en la oficina del Tesorero”. 

Le pregunté qué es lo que quería decir y me explicó: “El petróleo que compramos a Arabia Saudí o en Oriente Próximo se lo vendemos a precios muy bajos a la compañía de barcos petroleros que está registrada en Panamá o Liberia”. 

Son países que no tienen impuestos sobre la renta porque no son verdaderamente un país. Las compañías petroleras venden después el crudo a distribuidores intermedios en EE.UU. o Europa, con un margen inmenso de beneficios.

Los beneficios son tan altos que a las refinerías o gasolineras que venden el petróleo no les queda prácticamente margen alguno para poder conseguir ganancias. Por tanto, las compañías petroleras no pagan ningún impuesto en Europa. Ni tampoco al gobierno estadounidense. Declaran que todos sus ingresos los consiguen en los buques petroleros, que están registrados en países que no gravan los ingresos.

Le dije que había mirado los informes de la balanza de pagos de la Reserva Federal y el Boletín del Tesoro. Que veía aquí a Europa, a Latinoamérica, a África y a Asia. Y que no conseguía encontrar dónde estaban las remesas de beneficios.

Me dijo que mirara la última línea que aparecía a la derecha en las tablas de países. Figuraba con el epígrafe de “Internacional”. Le pregunté si todos esos países de Europa y alguno más eran internacional. Me explicó que “Internacional” era una categoría especial para lo que era realmente una parte de EE.UU. en el extranjero. Son los centros bancarios de los paraísos fiscales, Panamá, Liberia, etc.

Así fue como descubrí que básicamente Panamá, y por lo tanto las compañías panameñas, se habían establecido inicialmente para registrar a los buques de transporte de petróleo y de minerales, para que diera la sensación de que se llevaban todos sus beneficios en el transporte del petróleo, el cobre o cualquier otro mineral, desde los países del tercer mundo a EE.UU. y Europa.

EE.UU. estuvo de acuerdo con esta forma de actuar. Así fue como la industria petrolera quedó realmente exenta de tributar desde la década de 1920. Cuando se creó el impuesto sobre la renta en 1913-14, se hizo con la intención de captar rentas económicas. Pero los extractores de las mayores rentas, las procedentes del petróleo, gas y minerales, consiguieron evadirse.

Peries: Michael, indicabas en uno de tus artículos que se te había acercado un agente del Departamento de Estado. Cuéntanos algo más de esa experiencia.

Hudson: Se trató de una persona que había trabajado en el Departamento de Estado y que había pasado al Chase. El problema que EE.UU. tenía en la década de 1960 era la Guerra de Vietnam. La totalidad del déficit de la balanza de pagos de EE.UU. en las décadas de 1950 y 1960, hasta los primeros años setenta, estaba causado por los gastos militares en el extranjero. O bien el dólar bajaba o EE.UU. tenía que vender oro. Eso fue lo que finalmente llevó a Nixon a declarar la inconvertibilidad del dólar en oro en 1971. Pero durante muchos años, EE.UU. luchó por no hacerlo.

Por tanto, el Departamento de Estado vino al Chase y dijo que había que buscar la manera de conseguir suficientes dólares para compensar el déficit militar. Y encontraron la forma de hacerlo. Se trataba de hacer de EE.UU. la nueva Suiza del mundo. Me pidieron que hicieran un cálculo de cuánto capital criminal hay en el mundo. Las cantidades que consiguen en secreto los narcotraficantes, los criminales, los dictadores. ¿Cuándo dinero va a parar a Suiza y cómo pueden los bancos estadounidenses conseguir ese dinero delictivo en EE.UU.?

El resultado final fue que el gobierno de EE.UU. se dirigió al Chase y a otros bancos y les pidió que se comportaran como buenos ciudadanos estadounidenses e hicieran de EE.UU. un lugar seguro para los criminales del mundo, para salvaguardar su dinero y apoyar al dólar en tal proceso.

Con anterioridad, al Chase le habían pedido que creara un banco en Saigón a fin de que el ejército y otras gentes no tuvieran que utilizar bancos franceses, que enviaban el dinero de vuelta a Francia donde terminaba en manos del general De Gaulle, que lo invertía en oro. El Chase dijo OK, vamos a ayudar a crear bancos.

Otros bancos hicieron lo mismo, no para evadir la ley, no para violar inicialmente la ley, sino para ser buenos ciudadanos y atraer el capital corrupto de todo el mundo. Lo mismo sucedió con las Indias Occidentales Británicas: las islas Caimán. Habían declarado su independencia, no para convertirse en un país real sino para atraer a Inglaterra la fuga de capitales, se reunieron de nuevo con el Imperio como colonia para poder servir como intermediarios del blanqueo de dinero. La idea era hacer que todo ese dinero fuera a EE.UU. o a su aliada, Gran Bretaña.

Todo este contexto puede rastrearse fácilmente. Si miras el dinero que va a Panamá y a otros centros bancarios de paraísos fiscales en el Caribe, nada de todo ese dinero se queda en Panamá. Se convierte en “deuda de EEUU en Panamá” u otros centros bancarios, principalmente en las sucursales bancarias estadounidenses en estas regiones.

Peries: Michael, quiero hacerte una pregunta. En los días siguientes se han planteado muchas preguntas sobre por qué en los documentos filtrados no aparecen los nombres de estadounidenses o canadienses. Algunos especulan en que se debe a que EE.UU no necesitaba paraísos fiscales porque ya son un paraíso fiscal. Estados como Nevada, Wyoming y Dakota del Sur son considerados la nueva Suiza de la evasión de impuestos. Explica cómo funciona el proceso, porque todo eso está interrelacionado.

Hudson: Normalmente no hay sólo uno o dos, sino que a menudo aparecen tres o cuatro centros como un “velo con varios niveles”. La idea es no poner dinero de forma directa en EE.UU. Imagina que eres un cleptócrata ruso o ucraniano y que quieres poner mil millones de dólares en un lugar seguro. No vas a ir a colocarlo directamente en una corporación de Delaware o de Wyoming. Aunque el dinero va a acabar allí. Pero si lo pones directamente, entonces el gobierno estadounidense y el banco dirían: “Espera un segundo. Aquí tenemos al presidente de Ucrania con mil millones de dólares, justo en nuestro sistema bancario”.

Así pues, lo que tienes que hacer es blanquear el dinero. Igual pasa con el cartel de la droga colombiano. No van a poner el balance del cartel a su nombre en un banco de Delaware. Tiene que pasar por muchas etapas. Por ejemplo, el dinero que sale de Ucrania y de Rusia va a Letonia, sobre todo a través de los bancos de Riga. Me he encontrados a tipos en Riga, estadounidenses, que prestan el servicio de montar quizá hasta 30 firmas para blanquear dinero. Después enviarán el dinero a las Indias Occidentales Británicas. De aquí pasará a Panamá, ya con identidad oculta, para acabar en una corporación de Delaware en su fase final.

Puedes mirar en las estadísticas de la balanza de pagos y encontrar deuda de sucursales bancarias, en Panamá, las Indias Occidentales Británicas o donde sea, que se adeudan a la oficina central en EE.UU. Puedes mirar y ver la cantidad de valores estadounidenses, de bonos estadounidenses, de depósitos bancarios estadounidenses que proceden todos de esas islas. La magnitud es tan enorme que esto es lo que ha servido para apoyar al dólar.

El Congreso está precisamente detrás de todo esto. En la década de 1960 reconoció que, básicamente, los delincuentes son la gente que más líquido tiene del mundo. No quieren vincular su dinero con las propiedades, porque las propiedades son algo que se ve, algo visible. En las balanzas de pagos, las finanzas se llaman “Invisibles”. Si eres un delincuente, quieres que tus finanzas sean invisibles para mantenerlas a salvo. Y la inversión más segura es en bonos del Tesoro de EE.UU.

Por lo tanto, en la década de 1960 hubo la siguiente discusión en el Congreso: ¿Queremos imponer una retención de impuestos del 15% sobre los bonos del Tesoro, especialmente a los extranjeros? Señalándose que la mayoría de los extranjeros que tienen bonos del Tesoro son en realidad delincuentes. Así que el Congreso dijo: necesitamos el dinero de la delincuencia. No vamos a retener impuestos criminales. Vamos a hacer que el delito quede libre de impuestos. Vamos a gravar la industria estadounidense, vamos a gravar la mano de obra estadounidense, pero no a los delincuentes extranjeros porque necesitamos su dinero. Así pues, no vamos a retener lo que consiguen a través de sus cuentas fiduciarias en Delaware, que era el punto principal en aquella época, o en las sucursales de Nueva York o Londres de los bancos estadounidenses. Las sucursales londinenses de los bancos de EE.UU. eran los principales depositantes y la fuente de ingresos para el crecimiento del Chase, el Citibank y otros. Se llamaban eurodólares. Los eurodólares que fluían hacia esas sucursales procedían en gran medida del narcotráfico y del tráfico de armas y de los dictadores del tercer mundo en África y otros lugares.

Es decir, que bajo las presiones de EE.UU., el sistema bancario internacional se creó para facilitar el blanqueo de dinero del capital procedente de la droga. La razón de que los estadounidenses y los canadienses no aparecieran de forma destacada en los registros del bufete panameño era porque su papel fue el de facilitar el blanqueo de dinero a los extranjeros y el de servir para que ocultaran la forma en que hacían dinero. Pero la industria petrolera no lo oculta. La industria petrolera declara todos los ingresos que consigue, y la industria minera declara todos los ingresos que consigue de las compañías panameñas, o liberianas, de transporte marítimo. Porque Panamá y Liberia no tienen impuestos sobre los ingresos, no hay obligaciones tributarias para los mismos. Se le roban con todas las de la ley al recaudador de impuestos, como lo puso de manifiesto el senador Hayakawa por California al decir que EE.UU. le había robado Panamá a Colombia con todas las de la ley.

Peries: ¡Guau! La gran pregunta que cabe hacer en todas estas discusiones y filtraciones es, ¿qué soluciones hay para este problema? ¿Puede ponerse algo en marcha que las facilite?

Hudson: Bien, la solución es gravar los ingresos de las empresas por todo el mundo. Si sabes que una compañía estadounidense como Standard Oil, Exxon ahora, consigue hacer X miles de millones de beneficios, tienes sencillamente que legislar que no importa dónde los declares, si en Panamá o en EE.UU. Vamos a tratar los ingresos que declaras de tus compañías panameñas de transporte marítimo como si los hubieras ganado en EE.UU. y vamos a gravarlos con las tasas de EE.UU.

Sin embargo, esto explica por qué no va a haber una solución para el blanqueo de dinero. Si resolvieras el problema del blanqueo de dinero y gravaras a las empresas y sus beneficios mundiales, tendrías que gravar a Apple por todos los ingresos por los que está exento de tributar en Irlanda al utilizar ese país como centro de evasión fiscal, y tendrías que enfrentarte a los mayores intereses creados en EE.UU.: los del petróleo, el gas y los monopolios.

No creo que ningún político sea lo suficientemente fuerte como para atraer aportaciones para su campaña de estos principales contribuyentes y al mismo tiempo imponerles impuestos. Van a ir a por el tipo sin importancia que se mueve entre los resquicios creados hace un siglo por la industria petrolera. 

Pero es difícil ir tras el tipo sin importancia y los pequeños evasores de impuestos sin atrapar al pez grande. Y el pez grande son las grandes corporaciones en EE.UU.

Esa es la razón de que el problema no se resuelva. Y no va a resolverse porque lo que quiere en gran medida EE.UU. es apoyar al dólar atrayendo todo este dinero fraudulento, al igual que Inglaterra quiere apoyar a la libra esterlina convirtiéndose en el centro de la fuga de capitales de los mayores delincuentes del mundo, desde los cleptócratas rusos a los dictadores africanos a los blanqueadores de dinero asiáticos.

Todo el sistema financiero se ha ido convirtiendo básicamente en un sistema criminal mientras iba militarizándose para subvencionar el hecho de que países como EE.UU. y el Reino Unido tienen unos presupuestos militares enormes. Así es como financian su presupuesto militar, con el dinero blanqueado por los criminales de todo el mundo. La consecuencia es dejar que, a todas luces, las mayores compañías del mundo queden exentas de tributar, desde Apple a Exxon. 

Michael Hudson fue economista en Wall Street. En la actualidad es un destacado profesor e investigador de la Universidad de Missouri, Kansas (UMKC) y autor de muchos libros, entre ellos: “Super Imperialism: The Economic Strategy of American Empire” (Pluto Press, 2002). Su último libro es: “Killing the Host: How Financial Parasites and Debt Bondage Destroy the Global Economy” (en edición digital de CounterPunch).

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