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Los principales medios de comunicación internacionales se han encargado de instalar matrices de opinión falsas sobre las elecciones en Venezuela. 

Estos mensajes tienen un rápido y gran alcance gracias a la "seriedad" de esas empresas informativas. El tratamiento político comunicacional de lo que sucede en Venezuela será, en algún momento, un caso de estudio sobre el rol de los medios en esta época histórica. 

 Amparados por un sentido común hegemónico, que tiende a otorgarle credibilidad automática a lo publicado por las empresas de comunicación, los principales medios internacionales considerados “serios” ejercen una posición predominante en el mercado de la información instalando matrices de opinión con un claro sentido geopolítico. 

La velocidad de circulación de los mensajes, que tiene entre sus características el rápido pase a otro tema, colabora con la impunidad para sostener afirmaciones falsas o incurrir en graves omisiones, prácticamente sin consecuencias. 

1. El caso Luis Manuel Díaz (o cómo falsear la realidad sea como sea) Ente los muchos casos posibles de analizar en una sociedad denominada “de la información”, podemos tomar uno de extrema actualidad: el tratamiento de los principales diarios del Reino de España respecto a la situación en Venezuela. 

 Un análisis exhaustivo llevaría miles de páginas. 

Sólo abordaremos un tema, por la importancia política que le fue otorgada por estos medios, en articulación con otros poderes no periodísticos. 

Se trata del tratamiento comunicacional del asesinato del dirigente opositor venezolano Luis Manuel Díaz, la noche del 25 de noviembre de 2015, en Altagracia de Orituco, estado Guárico. Repasemos brevemente el caso: ese día, apenas culminado un acto de campaña en el que la figura central era Lilian Tintori, esposa del dirigente opositor Leopoldo López, desconocidos dispararon contra Díaz, asesinándolo. 

Luis Manuel Díaz era secretario general municipal de seguridad del partido Acción Democrática (AD). De inmediato, Henry Ramos Allup, máximo dirigente del partido, informó a través de Twitter que Díaz se encontraba en la tarima del acto junto a Lilian Tintori, y que había muerto “por disparo arma de fuego hecho por bandas armadas del PSUV desde vehículo” (sic). 

 Es decir, acusó directamente al gobierno, lo que pocas horas después fue replicado por Tintori, que incluso señaló que había sido un atentado contra su vida, afirmando: “Me salpicó la sangre”. 

Con esta frase tituló El País, de Madrid, una de sus notas informativas, un día después del hecho. 

El suceso alcanzó pronto repercusión internacional de la mano de los medios privados más poderosos. 

Como hemos referido en otros artículos, el hecho fue aludido, entre muchos otras figuras políticas de alto nivel, por el primer ministro británico, James Cameron; el secretario general del Consejo de Europa, Thorbjorn Jagland, el ex presidente de Chile Ricardo Lagos; el presidente de Gobierno español Mariano Rajoy y el ex presidente Felipe González, en una carta abierta en la que consideraron que el hecho ejemplificaba que “el ambiente electoral está dominado por la violencia, las amenazas y la intimidación a la oposición”. 

La precandidata demócrata a la presidencia de EEEUU, Hillary Clinton; el secretario general de la OEA, Luis Almagro y el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, tuvieron similares apreciaciones. 

 Con el correr de las horas, aparecieron varias contradicciones. 

Las más evidentes fueron que Luis Manuel Díaz no se encontraba en la tarima junto a Lilian Tintori y que no se le había disparado desde un vehículo. 

Nuevas informaciones revelaron que Díaz, además de su actividad política, estaba involucrado en un grupo delictivo dedicado al secuestro, la extorsión, el abigeato (robo de ganado) y el sicariato o asesinato por encargo; y que se hallaba amenazado por integrantes de una banda rival. 

Finalmente, el 30 de noviembre fueron detenidos tres implicados en el asesinato, quienes reconocieron que se trató de una disputa por negocios del hampa. 

A esa altura, la verdad no tuvo tanta repercusión como las primeras denuncias: Ramos Allup y Tintori no volvieron a comentar el hecho. Tampoco quienes habían dado por válidas las denuncias. 

Pero veamos la cobertura mediática. Como presentaremos en extenso más adelante, el diario El País, de Madrid, en los primeros cinco días posteriores al asesinato, publicó, 11 notas referidas directamente al hecho, haciéndose eco de la supuesta culpabilidad del gobierno, en el marco de la persecución a opositores**. 

Para culminar el sexto día con la publicación completa de la mencionada carta de Rajoy, Felipe González, Jagland, Lagos y Cameron, denominada “Venezuela grita libertad”. 

En varias de las notas se hacía referencia a la necesidad de investigar y esclarecer rápidamente el caso. Similar comportamiento tuvieron todos los grandes medios, como si estuvieran cartelizados. 

 La propia noticia del esclarecimiento fue invisibilizada por estos mismos medios, incluyendo El País. 

En los primeros momentos, se omitió la información sobre las actividades delictivas en las que se hallaba involucrado Luis Manuel Díaz, a pesar de que inmediatamente se halló abundante evidencia de ello. 

También se omitió que Díaz se encontraba amenazado por una banda rival, que venía asesinando a sus compañeros de delitos. Todos elementos de vital importancia para comprender el contexto de su asesinato. 

 La única mención al tema realizada por El País en estos días es muy significativa: se trata de una nota titulada “El chavismo intenta liquidar la reputación del opositor asesinado”, publicada el 27 de noviembre. 

El artículo –que es uno de los pocos traducidos al portugués- plantea que “el chavismo pasó a la ofensiva (sic) para tratar de liquidar la reputación de Díaz, a quien asocian con la violenta dirigencia sindical surgida paradójicamente al amparo de la llamada Revolución Bolivariana”. 

 Es decir que brindar información sobre un tema de alto impacto político, incluso internacional, y sobre en el que se acusa al gobierno, es visualizado como “pasar a la ofensiva” para volver a matar a Díaz, esta segunda vez moralmente, al asociarlo a “la violenta dirigencia sindical amparada por la llamada (supersic) Revolución Bolivariana”, una última afirmación que es por demás discutible y que no se argumenta en lo más mínimo. 

A su vez, el artículo remata el párrafo planteando que esto fue “una respuesta a la extendida condena que ha recibido la violencia política surgida en quince días de campaña electoral”.

 En síntesis, no es que el gobierno estaba informando sobre la realidad, sino que sólo se trató de una respuesta a la condena promovida por El País y los principales medios y líderes capitalistas del mundo. Posterior a la detención de los asesinos, ningún titular de El País consignó este nuevo hecho, que había formado parte central del reclamo inicial. 

La cobertura directamente no informó ni quiénes fueron los detenidos ni lo más importante: que reconocieron haber participado del crimen, confesado sus móviles. Sencillamente, porque esos datos apuntaban en la dirección “incorrecta”, de acuerdo al objetivo político del medio en relación al hecho. 

 En sintonía con estas omisiones, ninguna de las personas que se mostraron escandalizadas inicialmente rectificaron sus opiniones, y mucho menos pidieron disculpas. Se hizo y se hace como si nada hubiera pasado, sosteniendo de este modo la matriz ya instalada, aunque sea comprobadamente falsa. 

 2. Venezuela desde la mirada del “periodismo serio” Para evaluar de un solo vistazo el sentido de la información respecto a Venezuela en general, simplemente basta repasar la secuencia de títulos que las empresas privadas de comunicación tienen en su listado de notas referidas a este país.

 La operación política es tan sistemática y evidente que se puede elegir cualquier período de referencia y prácticamente cualquier medio. Aquí tomamos solamente las notas relacionadas directamente al asesinato de Luis Manuel Díaz, porque de lo contrario sería interminable. 

A su vez, también por razones de espacio, referimos sólo a la cobertura del diario El País, considerado por el consenso general “aceptable” como uno de los medios más prestigiosos, a pesar de un largo historial de manipulación informativa que viene horadando a pasos agigantados su credibilidad. Un análisis de otros medios, como ABC, El Mundo o La Razón, del Reino de España; o de sus homólogos en América –como el Nuevo Herald de Miami, Infobae, Clarín y La Nación de Argentina, Folha de Sao Paulo de Brasil, El Mercurio de Chile, NTN24, Caracol y El Tiempo de Colombia, por citar algunos- daría un resultado muy similar, porque los intereses y los procedimientos son los mismos. Presentamos entonces un listado de títulos (en negrita) y sumarios de El País, ordenados cronológicamente, donde presenta la secuencia de hechos relacionado con el crimen de Luis Manuel Díaz. Allí, el diario destaca la siguiente información: Muere tiroteado un líder opositor regional en Venezuela / Luis Manuel Díaz recibió varios disparos mientras estaba reunido con sus simpatizantes en Altagracia de Orituco (26/11) Estados Unidos condena el asesinato de un opositor venezolano / Washington insta a Venezuela a proteger a todos los candidatos políticos (26/11) Lilian Tintori, esposa de Leopoldo López: “Me quieren matar” / 

La mujer de Leopoldo López, condenado a 14 años de prisión, vivió de cerca el asesinato de un dirigente de su coalición (26/11) Lilian Tintori: “Me salpicó la sangre” /

 La mujer de Leopoldo López, líder encarcelado de la oposición en Venezuela, relata el asesinato de Luis Manuel Díaz en un mitin (26/11) Muerte en Venezuela / 

El régimen tiene que investigar el asesinato de un opositor en un mitin (27/11) 

La violencia irrumpe en la campaña electoral venezolana / La oposición ha denunciado cinco ataques, dos de ellos armados, a sus aspirantes en los primeros 13 días de la campaña electoral (27/11) Santos: “Lo sucedido en Venezuela merece la condena del mundo entero” / El presidente colombiano se pronuncia contra el asesinato del dirigente opositor venezolano y rompe su silencio con el país vecino (27/11) Margallo condena el asesinato del dirigente opositor venezolano / 

El ministro de Exteriores se reune con su homólogo paraguayo, que ostenta la presidencia temporal de Mercosur (27/11) 

El chavismo intenta liquidar la reputación del opositor asesinado / Los altos cargos del Gobierno se han pronunciado para rechazar que la oposición presente la muerte de Luis Manuel Díaz como un homicidio político, e insisten en la tesis del hampa común (27/11) 

No es ser basura, señor Maduro, condenar el asesinato de un político / 

El secretario general de la OEA dedica una carta abierta al Gobierno de Venezuela a una semana de las elecciones legislativas (29/11) Lilian Tintori: “¿Ahora los que me persiguen me van a cuidar?” / 

La esposa de Leopoldo López rechaza la seguridad que le ha ofrecido el Gobierno y pide que le apliquen las medidas cautelares a su favor que dictó la Corte Interamericana de Derechos Humanos (30/11) 

Venezuela grita libertad / Cinco mandatarios y exmandatarios internacionales condenan los excesos del Gobierno y el acorralamiento de la oposición (1/12) 

Esta cobertura informativa se complementa con notas donde Luis Manuel Díaz -una oscura figura que apenas unos meses atrás se había convertido en un dirigente de segunda línea de un pequeño pueblo del interior- pasa a convertirse, de pronto, en “el líder de la oposición”. 

Así lo expresa, por ejemplo, la columna de opinión titulada “6D: Elecciones en Estado de excepción” (http://internacional.elpais.com/internacional/2015/11/27/actualidad/1448653990_601211.html), publicada el sábado 5 de diciembre, es decir, varios días después del esclarecimiento del asesinato. 

Lo cual no fue un obstáculo para que la autora, Diana Calderón, directora de Informativos y de Hora 20 de Caracol Radio Colombia, insista con la misma matriz, apenas un día antes de las elecciones. “En su destaque inicial señala que “Maduro cree que es un juego de rufianes, como él, y se niega a aceptar que su popularidad no llega al 23 por ciento”. 

Para afirmar poco después que “el país de 26 millones de ciudadanos (…) ha tenido que ver cómo en las calles, a la vista de todos, un sicario le quita la vida al líder de la oposición (sic), Luis Manuel Díaz, y la sangre salpica la cara a Lilian Tintori, la esposa del preso político Leopoldo López condenado por un sistema judicial fraudulento a 14 años de cárcel”. 

 Es decir, la nota da por hecho varias opiniones que son -como mínimo- discutibles, cuando no directamente falsas: 

 1. Que Díaz es “el” líder de la oposición; 

 2. Que la sangre salpicó la cara a Lilian Tintori; 

 3. Que Leopoldo López es un preso político (y no un político preso, que no es exactamente lo mismo); 

4. Que López fue condenado por un sistema judicial fraudulento. Todo expresado sin siquiera tomarse el trabajo de argumentar nada. 

Total, para qué hacerlo, si puede apoyarse en la construcción de sentido previa, hecha por este y otros medios. 

Así, el público lector no hace más que corroborar una vez más lo que “ya sabía” e indignarse junto a la periodista (¿o publicista?). 

 A su vez, un detalle nada trivial es comprobar quiénes son, de acuerdo a El País, las voceras y los voceros autorizados para comentar los hechos, según surge de los propios artículos: los dirigentes venezolanos de oposición, el gobierno de EEUU, el gobierno del Reino de España, el secretario general de la OEA –organismo históricamente subordinando a EEUU desde su fundación, en los últimos años desplazado relativamente por Unasur y CELAC, plenamente latinoamericanos- y medios derechistas de Colombia. 

 Así, con estas estrategias, se construye un imaginario dirigido a objetivos políticos muy concretos: instalar la ilegitimidad de las próximas elecciones, legitimar a determinados interlocutores para intervenir en la política interna de Venezuela. En este marco, cabe la pregunta sobre qué harán estos actores, con este acumulado ideológico, en caso de que no ganen las elecciones. En la tercera y última parte arriesgamos algunas hipótesis sobre esto. 3. 

Y luego, ¿qué? Naturalmente, cualquier persona que preste credibilidad a estos medios, algunos de los cuales incluso son presentados como las referencias del periodismo hispanohablante, puede dudar de las conclusiones que surgen de este informe: simplemente, puede tratarse de un error en la esforzada e intensa tarea periodística. 

Sin embargo, el grado de exposición involucrado, en este caso, no da licencia para la ingenuidad ni para el debate meramente analítico. Aunque debemos partir de algunos conceptos generales. 

No se trata aquí de una exigencia de objetividad en la producción y circulación de noticias, entendida como neutralidad valorativa, algo por demás imposible desde el momento en que cada persona que ejerce el periodismo lo hace situado en una posición económica, social y geográfica concreta, que determina en gran medida su visión del mundo. 

 No está de más recordar que el nacimiento del periodismo en América está indudablemente asociado a luchas políticas y necesidades concretas de sus actores involucrados. 

Por citar apenas unos ejemplos, los medios fundantes del periodismo en Venezuela expresaron a los dos bloques en disputa en torno a dos objetivos políticos antagónicos: la independencia del Reino de España o la sujeción del territorio a la situación colonial. La Gaceta de Caracas cambió de manos varias veces de acuerdo a la relación de fuerzas entre patriotas y realistas.

 Estos eran conscientes del rol de los medios de comunicación en la batalla política e incluso de uno de sus directores, José Domingo Díaz, se decía que "para dañar la Revolución mutila, desfigura e inventa noticias". Frente a quienes pretendían conservar el estatus quo colonial, nace el Correo del Orinoco, a iniciativa de Simón Bolívar. Idénticas preocupaciones tenía Mariano Moreno cuando fundó La Gazeta de Buenos Aires en la misma época histórica. 

De allí que el Día del periodista, en Argentina, se celebre el 7 de junio, fecha de publicación del primer número de este medio de comunicación, que venía a promover la circulación de las ideas liberadoras, legitimando el proceso revolucionario. 

 Recién en el siglo XX se consolidó como sentido común la idea de pretendida objetividad e imparcialidad de los medios. 

Pero no es que los dueños de los medios se creyeran esta idea, sino que sencillamente estaba destinada a encubrir sus posiciones políticas para darle mayor efectividad a su función: hacer pasar como interés general los intereses particulares de una clase o sector. 

Es decir, para que resto de la población lo creyera y así aportar a construir hegemonía político-ideológica, moral, cultural, lo cual, en esencia, es el objetivo de las clases sociales que aspiran a dirigir la sociedad en su propio beneficio. 

En este marco, los cánones del periodismo liberal señalan que la función del oficio se ejerce “libremente”, en función de “la verdad”, con “imparcialidad”, con “integridad” y un adecuado chequeo de “fuentes confiables”. 

Pero esta operación está dirigida precisamente a velar su rol, determinante en el cuerpo de ideas que se establece como “aceptable” y fuera de cuyos límites el sentido político de las ideas expresadas queda deslegitimado por “parcial” o sesgado. 

Para su legitimación, esta operación necesita de interlocutores “externos” que validen la credibilidad de los medios. 

En esta tarea confluyen las cámaras de empresarios de la información (como la SIP, por ejemplo), asociaciones de periodistas y otros actores, entre ellos, figuras políticas, ONG y los mismos medios, que otorgan o quitan prestigio en función de su adecuación a los parámetros que convienen. 

De ahí, por ejemplo, el otorgamiento de premios a la claridad periodística, a los diversos reconocimientos al rol de “defensa de la libertad de expresión” (y sus contrarios: los señalamientos quienes “atacan la libertad de expresión) y otras instancias tan subjetivas como las que más, pero dotados de una autoridad consensual nada inocente. En síntesis, las operaciones de prensa, en particular las que reunen actores de semejante nivel, se realizan por algo y para algo. 

Analizando este tema en particular respecto a las elecciones del 6 de diciembre, de nuevo, podemos rastrear en el diario El País el desarrollo y la culminación posible para la jugada. 

Recordemos: entre el momento del asesinato de Luis Manuel Díaz (26 de noviembre en Madrid) y el 1° de diciembre, tenemos un total de 12 notas que se refieren al hecho. De estas, 12 (el 100% de las notas) culpabilizan al gobierno. 

Luego, ninguna noticia se refiere al hecho, a excepción de las columnas de opinión que refuerzan la misma idea, a pesar de ser escritas varios días después de la detención y confesión de los culpables. 

De ellas, una es la nota editorial del propio diario, escrita el 5 de diciembre, un día antes de las decisivas elecciones parlamentarias. 

Sobre esta volveremos al final. Ninguna de las notas (repetimos: ninguna) señala quiénes fueron los detenidos y lo más importante, que reconocieron haber participado del crimen, confesando sus móviles. 

A su vez, no son los únicos artículos sobre Venezuela, sino que la matriz construida en torno al caso Díaz se articula con otros artículos publicados en esos mismos días y en los siguientes. 

Citamos el título de algunos de ellos, con la aclaración de que las comillas son colocadas por el propio medio, y refieren a una voz hipotéticamente autorizada para emitir la opinión, que en estos casos es de un/a intelectual o de un/a artista, excepto en uno (“En los países del ALBA no existe verdadera democracia”, que es una entrevista al ex presidente de Chile, Sebastián Piñera, integrante de la fuerza política resultante del pinochetismo).

 El listado seleccionado es el siguiente:

 "El gobierno de Maduro se está desmoronando" (28/11) Artistas latinoamericanos y españoles, contra Maduro (28/11) “En Venezuela nos estamos consumiendo hacia dentro” (28/11) Almagro a Maduro: a Venezuela le haría bien despojar a la política de las armas (29/11) 

El chavismo, ante el riesgo de perder el control total de Venezuela (29/11) La oposición venezolana insta a los militares a garantizar los resultados (1/12) ¡Maduro a las barricadas! (2/12) César Miguel Rondón: “El reto de Venezuela es conciliarse de nuevo” (2/12) 

Votos sí, balas no (3/12) Maduro critica a un alcalde que viaja por la leucemia de un hijo (3/12) “El chavismo se convirtió en una estafa monumental” (3/12)

 La inseguridad colapsa Venezuela (4/12) El 85% de los venezolanos no está satisfecho con la situación del país (4/12) “El apego al chavismo se está rompiendo” (4/12)

 “Hay descontento pero no adhesión a un modelo alternativo al chavismo” (4/12) Votar puede más que las balas (4/12) Inquietud en Venezuela por la reacción de Maduro ante una derrota (4/12)

 “En los países del ALBA no existen verdaderas democracias” (5/12) Las maniobras del chavismo para retener el Congreso (5/12) Caracas frena las misiones de observación independientes (5/12) 

 ¿Se apaga el chavismo? (5/12) Como vemos, muy objetivo e imparcial todo. 

Apenas una de ellas le otorga la palabra al chavismo. Se trata de la entrevista a Temir Porras, titulada “Hay descontento pero no adhesión a un modelo alternativo al chavismo”. Porras es presentado allí como “ex vicecanciller de Venezuela”. 

El sumario agrega la siguiente información: “El exfuncionario venezolano se identifica aún (sic) como una de las cabezas pensantes del bando (sic) bolivariano”. 

 Respecto a esta nota, cumple una doble función: por un lado -aunque muy limitadamente- “demuestra” que El País no escucha una sola campana, sino que es pluralista: cada 20 o 30 artículos, entrevista a un militante del chavismo.

 Casualidad o no, esto sucede cuando está fuera del gobierno y disiente en algunos aspectos de la política económica. 

 Por otro lado, incluso esa única concesión la integra en su estrategia, desde el título, que destaca que “hay descontento”. Podría haber titulado con otras frases, también expresadas en la entrevista. 

Por ejemplo: “El chavismo tiene una cultura democrática que la oposición venezolana no tiene”; o “Si la oposición controla la Asamblea Nacional no debe ser para pedir la renuncia del Gobierno”; o “La sociedad venezolana ha mostrado una madurez que pocas veces se le reconoce”. 

Pero no, sería demasiado. 

Para ir cerrando, por razones de espacio apenas mencionaremos otros tres temas, totalmente invisibilizados de la agenda mediática: a. 

El asesinato del estudiante chavista Eleazar Hernández, a manos de grupos estudiantiles de derecha, ocurrido el 30 de octubre en Maracaibo, estado Zulia. b. El atentado fallido contra el referente social, diputado del PSUV y actual candidato a la reelección, Orlando Zambrano, ocurrido el 27 de noviembre en San Fernando de Apure. c. 

La detención de Manuel Furelos, el jefe de la Policía del municipio Sucre, que actúa bajo las órdenes del alcalde opositor Carlos Ocariz. Furelos fue detenido el martes 1° de diciembre tras una investigación que determinó que existen suficientes evidencias sobre su participación activa en el amedrentamiento al también opositor Miguel Pizarro, ocurrido en Petare, el 22 de noviembre, cuando encapuchados vestidos de rojo y portando armas largas, amenazaron la caravana proselitista. 

Este último hecho sí había tenido su conveniente difusión pública. La detención del presunto responsable –y el escándalo político que ello supone-, no. Ninguno de estos hechos mereció una línea en El País, ni en los discursos de los políticos “preocupados por la violencia en Venezuela”. 

 Pero es en la nota editorial del sábado 5 de noviembre, en vísperas de las elecciones, cuando El País remata la tarea y le agrega total claridad al asunto. 

 El artículo en cuestión, llamado “Hora de la verdad en Venezuela”, plantea desde el sumario que “Maduro debe tener presente que nadie va a cerrar los ojos si se altera el resultado de las elecciones legislativas”. 

Por la importancia que tiene para el análisis, vale la pena reproducirlo en forma completa. 

“Venezuela vota mañana en las que probablemente sean las elecciones más importantes de su historia reciente”, comienza, para pasar a delimitar claramente el marco de buen sentido. 

“Los venezolanos están en disposición (sic) de otorgar la mayoría parlamentaria a representantes que hagan volver el país a la senda que nunca debió abandonar: la de la normalidad institucional, la seguridad jurídica, las prácticas democráticas y la libertad de expresión”. 

 “No son por tanto unas elecciones normales, ni por su significado ni por el escenario”, agrega. 

Es imposible pasar por alto que varios representantes de la oposición se encuentran encarcelados, con Leopoldo López como máximo ejemplo de los atropellos cometidos por el régimen; la prisión injustificada, las acusaciones fabricadas y los juicios plagados de irregularidades no son precisamente un ejemplo de trato democrático hacia los rivales”. 

 Para insistir, ¡nuevamente!, como si nada hubiera pasado: “Tampoco se puede olvidar el asesinato durante un mitin del opositor Luis Manuel Díaz —atribuido rápidamente por las autoridades al “sicariato” y al “paramilitarismo”— ni el hostigamiento permanente que ha sufrido Lilian Tintori, esposa de López, ni los ataques violentos hacia Henrique Capriles”. 

“La oposición ha sido intimidada físicamente desde un poder que se arroga el derecho exclusivo a hablar en nombre de los venezolanos. Con estos antecedentes es fundamental vigilar y denunciar cualquier tipo de irregularidad durante el proceso de votaciones y en el recuento. 

El presidente Maduro —cuya escalada de declaraciones sobre lo que podría ocurrir en caso de derrota del oficialismo es más que preocupante— tiene que tener muy presente que ni dentro ni fuera de Venezuela se van a cerrar los ojos ante eventuales intentos de alterar el resultado real de la votación. En el cierre, de paso, El País no se priva de reclamarle al PSOE que no haya acompañado al PP en el Europarlamento. 

Apuntando ahora a la política doméstica del Reino de España, quince días antes de sus elecciones presidenciales, finaliza: “Es lamentable, por todo ello, que el Parlamento Europeo, tan presente en muchos otros lugares arriesgados, no se haya atrevido, por ‘motivos de seguridad’, a enviar una misión observadora a estas elecciones”.

 Qué más se puede agregar. Sumando estas evidencias -y muchas otras que por razones de espacios no han podido incorporarse a este trabajo- a la situación política actual, podemos sintetizar que:

 1. Dentro pocas horas se desarrollarán unas trascendentales elecciones, en el país con las mayores reservas petroleras del mundo; 

2. Como hemos afirmado en otras ocasiones, los estudios más serios señalan que las características de estos comicios –y los procedimientos empleados por las consultoras- hacen dudar de la efectividad de las encuestas; 

 3. El sistema electoral venezolano está considerado uno de los mejores del mundo, incluso por voces como la del Centro Carter; 

 4. La Misión de acompañamiento electoral de Unasur, formada por más de 40 expertos de diversos países, y otros observadores internacionales reconocidamente no favorables al chavismo, coinciden en señalar que no hay manera de hacer fraude; 

 5. La alianza opositora han participado en todas las auditorías que tiene el sistema, totalmente informatizado, y sus técnicos han manifestado conformidad plena al funcionamiento. 

 6. La MUD se ha negado a suscribir un compromiso de reconocimiento de los resultados, que ha sido firmado por el chavismo. 7. El chavismo ha reconocido la única elección nacional que perdió, por escaso margen, al igual que otras similares como la elección de Henrique Capriles como gobernador de Miranda, en diciembre de 2012, por apenas 45 mil votos; 

8. La oposición venezolana ha dado repetidas y contundentes muestras de no respetar las formas democráticas si se trata de retomar el poder, como por ejemplo sucedió en 2002 (golpe de Estado consumado y revertido mediante la movilización popular y la acción de sectores democráticos del ejército), 2002/2003 (paro petrolero pidiendo al caída del gobierno), 2004 (intento de ataque paramilitar a Miraflores), 2007 (guarimbas para que caiga el gobierno), 2013 (desconocimiento del resultado, posterior “descarga de arrechera” y asesinato de 11 personas, incluidos un niño y una niña) y 2014 (guarimbas para derrocar al gobierno: violencia callejera, francotiradores y un saldo de al menos 43 personas asesinadas) 

9. Pese a todo, la matriz mediática construida a partir de dar crédito a falsedades y graves omisiones presenta en modo absolutamente inverso la situación, asegurando que el chavismo es antidemocrático y la oposición resiste pacíficamente una persecución despiadada, incluso a costa de su libertad y su propia vida. 

 10. Se encuentran en el país, como invitados de la MUD, aunque sin reconocimiento oficial por parte del órgano electoral, varios ex presidentes y políticos de segunda categoría que pueden hacer el trabajo sucio de calentar la jornada. Como señaló el coordinador internacional de la MUD -y también candidato a diputado-, Timoteo Zambrano, “a lo mejor quieren entrar” a los centros de votación, aunque sea ilegal que lo hagan. A lo mejor sea funcional a algún objetivo o escándalo de ese tipo. En tal sentido, cabe preguntarse: 

 A. ¿Por qué razón (con qué lógica) medios tan importantes como El País se exponen a través de prácticas tan descaradas -que conspiran abiertamente contra su apariencia de objetivos e imparciales en que se funda su legitimidad- para construir un imaginario donde se plantea un “seguro” triunfo de la oposición, “excepto que Maduro no quiera reconocer su amplia derrota y haga fraude”? 

 B. ¿Qué pasa si, como es posible, el ganador es nuevamente el chavismo?  ¿Qué eventos se preparan que es necesario justificar de antemano, de esta forma? En tal caso, la respuesta la darán los mismos actores involucrados en la estrategia en el terreno. 

Y más que con palabras, acaso lo hagan con acciones concretas. 

Por los antecedentes históricos y el desarrollo presente, nada puede descartarse. Habrá que estar preparado para cualquier hecho de violencia. 

Y para romper el cerco mediático apelando a la conciencia, la solidaridad y el espíritu democrático de los pueblos. Fernando Vicente Prieto, desde Caracas / @FVicentePrieto 6 de diciembre de 2015 * 

Este informe surge a partir de una investigación periodística realizada para el diario digital Notas – Periodismo Popular, de Argentina. 

 En particular, es una ampliación del artículo “Crímenes mediáticos: omisiones y falsos positivos en torno a Venezuela”, que se encuentra disponible en http://notas.org.ar/2015/12/05/crimenes-mediaticos-omisiones-falsos-positivos-venezuela/ 

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