El sulfato de cobre (sulfato cúprico) se utiliza para matar a los hongos, las plantas acuáticas y las raíces de las plantas, las infecciones parasitarias en los peces de acuario y caracoles, así como algas y bacterias como Escherichia coli.
El sulfato de cobre no suena para el consumo humano, y mucho menos para los niños.
Se clasifica, de acuerdo con la Directiva de Sustancias Peligrosas (una de las principales leyes de la Unión Europea relativas a la seguridad química), como “Nocivo (Xn) Irritante (Xi) y Peligroso para el medio ambiente (N).”
Por otra parte, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de EE.UU. requiere que la señal de advertencia “PELIGRO” aparezca en las etiquetas de todos los productos que contienen sulfato de cobre como ingrediente activo en el 99% de forma cristalina.
“Posibles efectos agudos para la salud: Peligroso en caso de contacto cutáneo (irritante), de contacto con los ojos (irritante), de ingestión, de inhalación.
Posibles efectos de salud crónicos:
Efectos carcinogénicos: No disponible.
EFECTOS MUTAGÉNICOS: mutagénico de células somáticas de mamíferos.
EFECTOS TERATROGÉNICOS: No disponible.
TOXICIDAD DE DESARROLLO: No disponible.
La sustancia puede ser tóxica para los riñones, el hígado. La exposición repetida o prolongada a la sustancia puede causar daños en órganos”.
En la sección 7: Manejo y Almacenamiento, dice: “deberán tomarse las precauciones siguientes:
“No ingerir. No respirar polvo.
Use ropa protectora adecuada.
En caso de ventilación insuficiente, úsese equipo respiratorio adecuado.
En caso de ingestión, acuda inmediatamente al médico y mostrar el recipiente o la etiqueta.
Evite el contacto con la piel y los ojos.
Mantenga distancia de materiales incompatibles examinados como los metales, los álcalis.”