Han pasado cuatro años, recordemos, desde el golpe de Estado “parlamentario” (una de las formas más novedosas, concebidas con el concurso del FMI, de reemplazar a los “marines” de otros tiempos; demasiado conspicuos. Hoy en día, cuando es posible, Washington prefiere los “golpes” light.
El presidente legítimo, elegido limpiamente, Zelaya, de la derecha moderada, fue detenido en mitad de la noche y expulsado (en pijama) del país por los amigos de Estados Unidos y del libre mercado.
El acaudalado Zelaya (con su mostacho y su sombrero de vaquero) se había arriesgado a acercarse al ALBA, después de haber tomado conciencia de la pobreza de los hondureños y de las causas de ese flagelo en absoluto natural.
Las elecciones generales del 24 de noviembre de 2013 fueron organizadas de modo que en ellas no estuviera la salsa “república bananera”. No os riáis... en nuestra tierra hay unas cosas y un clima que apestan a “república bananera”...
El candidato del golpista “partido nacional” se impuso fraudulentamente a Xiomara Castro, la esposa de Zelaya, candidata por “Libertad y refundación” (LIBRE), y Juan Orlando Hernández fue nombrado presidente –por decreto– por sus compañeros del Tribunal Supremo... con el consentimiento de la Unión Europea.
Después de esto, una plancha de plomo y silencio mediático internacional cayó sobre este pequeño país, el más pobre (junto con Haití) del continente. Las libertades y los derechos humanos fueron pisoteados, tranquilamente, en completa intimidad e impunidad.
A fines de mayo de 2014, dos defensores de los derechos humanos fueron asesinados salvajemente... no en Caracas sino en el oeste de Honduras.
Según el informe mensual de PROAH, el 28 de agosto de 2014, Margarita Murillo, del Frente Nacional de Resistencia Popular y miembro de LIBRE, fue asesinada mientras participaba en la lucha de los campesinos por la tierra.
¡Pero si es lo más normal! Los latifundios deben conservarse en manos de la oligarquía, que bien sabe mantenerlos improductivos o atiborrarlas de transgénicos... mientras que los pequeños agricultores se mueren de hambre.
Desde que Honduras se ha “liberado” del “castrochavismo”, los movimientos sociales, los trabajadores rurales y los pueblos originarios son criminalizados, perseguidos, acosados, reprimidos sin miramientos y deben pagar fuertes tributos...
La situación de los niños es cada día más terrible. Los que no se unen a las bandas violentas (los “maras”) o el crimen organizado tratan de llegar a Estados Unidos aunque sea andando. Entre octubre de 2013 y junio de 2014, más de 14.000 menores se han lanzado a esta peligrosa aventura.
Su familia paga hasta 5.000 dólares a los “pasadores” (“coyotes”, “polleros”), que a menudo no son otra cosa que mafiosos.
Derechos humanos: desde el golpe, más de 150 campesinos han pagado con su vida el haber luchado por una reforma agraria.
En cuanto a las libertades de expresión y de información, ¡están mejor que en Caracas! Veintisiete periodistas hondureños han sido víctima de los asesinos al servicio del régimen, desde luego, un régimen bananero que ahora es una sobrecogedora parte del “mundo libre”.
El orden reina en Tegucigalpa.
¡Vaya hipócritas, los antiguos y los nuevos perros guardianes!
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