Los denominados por los militantes -sobre todo de todas las juventudes políticas- "Los héroes de Trelew", quienes fueron masacrados en una dependencia de la Marina de Guerra invocando intento de fuga.
Agosto se presenta adverso para el dictador Lanusse. Renuncia el ministro de Bienestar Social, Francisco Manrique, en términos que merecen el rechazo del presidente.
Manrique tiene ambiciones políticas y dimitió antes de la fecha fijada por el gobierno, necesita parecer en posiciones críticas.
Pero Lanusse lamenta la pérdida de un colaborador al que profesaba especial consideración.
El brigadier Rey formula críticas al “liberalismo económico” vigente y naufraga el intento de Mor Roig por arribar a una solución política acordada con los otros partidos.
Desde Madrid el Comando Superior Peronista, dice “al pueblo argentino y a las fuerzas armadas” y, partiendo de la afirmación de que el Gran Acuerdo Nacional ha fracasado, convoca a los sectores mayoritarios a participar en un proyecto de la reconstrucción nacional “que convierta la prometida institucionalización en una empresa realizable”.
Hechos vinculados a la guerrilla golpearon al gobierno militar y acrecentaron su desprestigio. El 15 de agosto, un grupo de guerrilleros detenidos en el penal de Rawson logra –recibiendo apoyo desde el edificio- apoderarse del establecimiento carcelario.
Un guardia es muerto y 25 integrantes del ERP, FAR y Montoneros consiguen fugar hasta el aeropuerto de Trelew, que queda bajo su control.
Mientras 19 guerrilleros se tirotean con las fuerzas de seguridad, los seis restantes secuestran un avión y se trasladan a Chile. En el avión viajan otros cuatro guerrilleros, provenientes de Comodoro Rivadavia.
Los evadidos lograrán del gobierno chileno un salvoconducto para viajar a Cuba. Se trata de Mario Roberto Santucho, Marcos Osatinsky, Carlos Goldemberg, Roberto Quieto, Domingo Menna, Víctor Fernández, Ana Wiessen, Fernando Vaca Narvaja, Alejandro Ferreyra Beltrán y Enrique Haroldo Gorriarán Merlo.
Los 19 que han quedado en Trelew resistirán en el aeropuerto alrededor de una hora, para rendirse luego a las fuerzas de infantería de marina. Una vez apresados, serán conducidos a la base naval Almirante Zar, donde se los alojarán provisoriamente.
Según relataría Lanusse más tarde, el comandante de la Novena Brigada –general Betti- demoraría más de lo previsto la represión del motín en la cárcel de Rawson
. Una vez lograda la recuperación del establecimiento, dicho jefe habría considerado que no estaban dadas las condiciones de seguridad como para hacer posible un inmediato reintegro al penal de los detenidos en la base Almirante Zar.
La versión es, en el mejor de los casos, dudosa, a la luz de lo ocurrió poco día después.
El 22 de agosto los 19 guerrilleros fueron ametrallados por la guardia, en circunstancias muy poco claras. Dieciséis resultaron muertos y los tres restantes heridos de gravedad.
Según la versión oficial, proporcionada por el contralmirante Hermes Quijada, el jefe de turno practicaba una requisa cuando uno de los detenidos intentó arrebatarle el arma.
Se produjo un forcejeo y la guardia disparó para controlar la situación, produciendo la muerte de la mayoría de los activistas.
Las sospechas surgieron de inmediato: era extraño que los presos estuvieran juntos fuera de las celdas, y que el jefe de guardia se arriesgara a pasearse ente ellos portando un arma.
Era insólito que la guardia necesitara acribillar a 19 personas para “controlar la situación”, cuando solamente contaría con un arma, en caso que lograran despojar de ella al oficial de guardia.
Era raro, finalmente, que dicho oficial no sufriera daño alguno durante el tiroteo, si estaba trabado en lucha con uno de los guerrilleros.
Posteriormente, uno de los sobrevivientes relataría que los guardias colocaron a los prisioneros en fila y abrieron fuego sobre ellos.
Lo cierto es que los hechos sirvieron para solidarizar a las distintas organizaciones armadas –las víctimas pertenecían a grupos diferentes- y provocaron una repulsa hacia el gobierno.
Si los métodos violentos que empleaban los guerrilleros provocaban rechazo en buena parte de la población, el régimen militar aparecía ejerciendo la represión con una brutalidad equiparable.
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