Coincidiendo con los 70 años de existencia de las armas nucleares, el famoso analista político Noam Chomsky nos ofrece una perspectiva de cómo la operación de captura de Bin Laden podría haber desencadenado la aniquilación nuclear de la humanidad.
»Analizando las numerosas situaciones en que la humanidad estuvo al borde de un cataclismo nuclear, el conocido analista político, prolífico autor y excatedrático del Instituto Tecnológico de Massachusetts Noam Chomsky nos acerca la sombría perspectiva del precio que podría haber pagado la humanidad por la operación de la cacería de Bin Laden.
Y para hacerlo se remite a las opiniones del general Lee Butler, exjefe del Comando Estratégico de EE.UU., responsable del armamento y la estrategia nuclear estadounidenses.
Hace veinte años, el general Butler escribió que la humanidad había ido sobreviviendo a los posibles cataclismos "gracias a una combinación de habilidad, suerte e intervención divina, y sospecho que en mayor proporción gracias a este último factor", recuerda Chomsky en su extenso artículo dedicado a los peligros que ha afrontado el hombre durante los 70 años de existencia de las armas nucleares, publicado en el portal Salon.
Tras varias décadas bajo el peligro de una aniquilación nuclear, el poder en Estados Unidos fue asumido por Barack Obama. El presidente demócrata compaginó un discurso amable sobre la necesidad de trabajar para abolir las armas nucleares con los planes de invertir un billón de dólares en los arsenales nucleares del país en los próximos 30 años.
Al igual que los anteriores presidentes de la mayor potencia militar del mundo, "Obama tampoco ha dudado en jugar con fuego para obtener beneficios políticos. Un ejemplo de ello es la operación de captura y asesinato de Osama bin Laden por parte de los Navy SEALs", indica el escritor.
Obama se refirió con orgullo a esa acción en un importante discurso sobre seguridad nacional pronunciado en mayo de 2013. Los medios dieron amplia cobertura a sus palabras, pero desatendieron un párrafo crucial.
Durante su elogio de la operación, el presidente añadió que ese tipo de episodios no deberían ser la norma. La razón, dijo, es que los riesgos que conllevan "son inmensos." Los comandos podrían haberse visto "envueltos en un tiroteo prolongado". A pesar de que, por un golpe de suerte, eso no sucedió, "el costo para nuestras relaciones con Pakistán y la reacción de la ciudadanía pakistaní ante la violación de su territorio era... muy grande".
Veamos ahora algunos detalles. Los efectivos estadounidenses tenían órdenes de entrar en combate si eran atacados. De haberse "visto envueltos en un tiroteo prolongado" no habrían sido abandonados a su suerte, puesto que se habría utilizado todo el poderío militar de EE.UU. para liberarlos. Por su parte, Pakistán tiene un Ejército poderoso, bien entrenado y altamente motivado para defender la soberanía estatal. Cuenta también con armas nucleares, motivo por el cual a los militares pakistaníes les preocupa la posibilidad de que elementos yihadistas penetren en su sistema de seguridad nuclear.
Tampoco es ningún secreto que el terror que siembran en el país los drones asesinos y otras políticas de EE.UU. ha creado resentimiento entre la población pakistaní y la ha radicalizado.
Cuando los comandos se encontraban todavía en la casa de Bin Laden, el jefe del Estado Mayor pakistaní, Ashfaq Parvez Kayani, fue informado de que estaba teniendo lugar una incursión y ordenó a los militares interceptar "cualquier aeronave no identificada", con la suposición de que el aparato sería de procedencia india. Mientras tanto, el comandante del contingente de EE.UU. en Afganistán, el general David Petraeus, ordenó a sus aviones de combate que "respondieran" si despegaban los cazas de la Fuerza Aérea pakistaní. Según Obama, no ocurrió lo peor por pura suerte, aunque la situación "podría haberse puesto bastante fea", señala Chomsky.
Pero cabe destacar que el Gobierno estadounidense asumió esos enormes riesgos sin notable preocupación.
Como observó el general Butler, es "casi un milagro" que la humanidad haya escapado la destrucción total hasta el momento; "pero, cuanto más tentemos a la suerte, menos probable será que la intervención divina perpetúe el milagro", concluye Chomsky.