Pablo Gonzalez

Madres de Plaza de Mayo: 37 años de lucha ininterrumpida


El sábado 30 de abril de 1977, un grupo de 14 mujeres -madres de familia- decidió enfrentarse a la férrea dictadura que gobernaba en Argentina (1976-1983), para exigir información sobre hijos y familiares desaparecidos.
Las féminas, lideradas por Azucena Villaflor, cansadas de reclamar por sus seres queridos en oficinas y cuarteles sin obtener ninguna respuesta, tomaron la decisión de ir a la Plaza de Mayo, situada frente a la Casa Rosada, sede del Gobierno central argentino.

Ese último día de abril, con los pañales blancos de sus hijos en la cabeza (luego pasaron a ser pañuelos), las madres se concentraron en la plaza. Su objetivo inicial era poder tener una audiencia con el presidente de facto argentino Jorge Videla.

La policía se les acercó y les ordenó que se retiraran, argumentando que un decreto establecía el estado de sitio y estaban prohibidas las reuniones. Los uniformados les dijeron: “Circulen, circulen”, y ellas circularon: comenzaron a dar vueltas alrededor de la Pirámide de Mayo, ubicada en el centro de la plaza.

La segunda vuelta la realizaron el viernes siguiente y la tercera se cambió para un jueves. Las madres acordaron que la marcha sería de 3:30 a 4:00 de la tarde, por ser una hora de alta afluencia de gente por la plaza.

La presencia de las madres en la plaza era conocida por comentarios de boca en boca. Para la prensa, esta lucha era invisible, al igual que lo eran los desaparecidos.

La manifestación fue creciendo, hasta ser habitualmente de 300 a 400 madres los jueves en la plaza, incorporándose los padres, hermanos, esposas, hijos, nietos de los desaparecidos. También fueron formándose grupos de madres en el interior de Argentina.
Persecución

La dictadura no les dio respuesta sobre el paradero de sus hijos, sino que comenzó la persecución a las madres para hacer callar su demanda.

El 8 de diciembre de 1977, fueron secuestradas y posteriormente asesinadas las madres Esther Ballestrino y María Ponce, tras salir de una reunión con otras luchadoras en la que delineaban detalles para publicar en la prensa el primer mensaje con los nombres de sus familiares desaparecidos.

Azucena Villaflor fue secuestrada en la esquina de su casa dos días después, cuando volvía de comprar el diario donde las madres habían publicado su primer anuncio.

Las tres fueron víctimas de los vuelos de la muerte, siniestro método de la dictadura para hacer desaparecer las personas que habían asesinado, llevando a bordo de aeronaves sus cadáveres y lanzándolos al mar. Sus restos fueron encontrados en las costas de Santa Teresita y de San Bernardo, partido de La Costa, provincia de Buenos Aires.

Luego de permanecer enterradas como NN (No Identificado) en el Cementerio de General Lavalle, sus restos pudieron ser identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense en 2005.

Pese a esta acción de la dictadura en su contra, las madres continuaron la lucha. Se dieron a conocer a nivel mundial durante la realización del Mundial de Fútbol de 1978 en Argentina, cuando periodistas internacionales empezaron a entrevistarlas y publicaron sobre su movimiento.

El pañuelo blanco se constituyó entonces en un símbolo mundial de defensa de los derechos humanos.
Contra leyes de amnistía

Una vez que Argentina retornó a la democracia, con la elección del presidente Raúl Alfonsín en 1983, éste promulgó las leyes de amnistía Punto Final y Obediencia Debida, en 1986 y 1987, respectivamente. Estas normativas establecían la prescripción de los delitos cometidos durante la dictadura como desapariciones forzadas, tortura y ejecuciones extrajudiciales e impedían el enjuiciamiento de los represores.

Posteriormente, el entonces presidente Carlos Menem (1989-1999) otorgó indultos a los pocos responsables de la última dictadura militar que habían sido juzgados y condenados.

En 2003, tras la larga lucha, las Madres de Plaza de Mayo se ven respaldadas por primera vez desde el Ejecutivo, con la llegada de Néstor Kirchner al poder.

Kirchner derogó las leyes de Punto Final y Obediencia Debida y los indultos que hasta ese momento constituían la garantía de la impunidad de los represores.

En 2007 se retomaron los juicios contra los responsables e implicados en la represión política, torturas, desapariciones y ejecuciones sumarias. Estos procesos judiciales se llevan a cabo hasta la fecha en todo el país suramericano y han permitido la condena de los violadores de derechos humanos.
La lucha no ha sido en vano

“Qué ejemplo más grande que han dado al mundo”, expresó el líder de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez, en agosto de 2003, durante una visita de cinco días a Argentina.

Chávez les dijo además: “Siéntanse madres de todos nosotros, de Argentina y de América Latina, orgullosas de lo que son, de sus hijos y sobre todo de la dignidad con la que han vivido”.

“Ustedes, madres, son vanguardia en esta tarea, la de parir un nuevo tiempo, eso es lo que vemos en América Latina”, dijo Chávez, al tiempo que agregó: “No sientan para nada que la lucha ha sido en vano”.

Las Madres de Plaza de Mayo aún realizan su caminata cada jueves de 3:30 a 4:00 de la tarde. Mantienen viva la esperanza. 

Estas mujeres dejan sembrado en Argentina y el mundo una marca, un sentido de lucha para que crímenes, como los ocurridos durante la última dictadura militar en el país suramericano, no se repitan.

Edgar Romero / AVN

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