José Dolores Valdivia nace en Estelí el 5 de noviembre de 1947. Se bachillera en el Instituto Ramírez Goyena. Estudia Matemáticas en la Universidad Patricio Lumumba, en Moscú.
01/06/2022.- Fallece El Comandante José Dolores Valdivia "Marvin"
Sostiene tempranos contactos con el Frente Sandinista de Liberación Nacional, y su ingreso como militante lo realiza en Moscú en 1969, donde se incorpora a un grupo que recibe entrenamiento militar en Palestina.
Valdivia entra a Nicaragua en 1971 y es ubicado en la montaña.
A finales de 1975 sale hacia Honduras, México y Venezuela.
De ahí viaja a Costa Rica en 1977 para incorporarse a la Tendencia Tercerista.
Participa en la organización del Frente Sur Benjamín Zeledón, y en la ofensiva de octubre de 1977, en el grupo que ataca el Cuartel de San Carlos, en Río San Juan, donde es herido.
Luego se reincorpora y participa en el Estado Mayor del Frente Sur hasta la ofensiva final en 1979. Después del triunfo fue Viceministro de Defensa, y cuando Edén Pastora abandona la Revolución, José Valdivia lo acompaña en su aventura, pero se separa de él en 1982, cuando, Edén se declara enemigo del proceso revolucionario.
Estuvo un tiempo en la República Democrática Alemana y después dirigió el proyecto del Ferrocarril del Pacífico. Después de 1990 se ha dedicado a actividades privadas, vinculándose esporádicamente con el FSLN.
A mediados de 1977, en San José, Costa Rica, se diseña el plan “Insurrección de Octubre”. Participan en su elaboración, Humberto Ortega, Daniel Ortega, Germán Pomares, Víctor Tirado López, Plutarco Hernández y Edén Pastora –a quien habían contactado en abril de ese mismo año–. El plan contempla la insurrección nacional para la toma del poder, lo cual requiere tomar los cuarteles enemigos, sostener posiciones y combatir a la Guardia en las vías de comunicación.
Se busca conquistar un territorio en la frontera tico-nica y, desde allí, proclamar a una Junta Revolucionaria de Gobierno que presidiría Felipe Mántica, con el respaldo de una serie de personalidades que luego integran El Grupo de los Doce. (Ortega, Humberto: La epopeya de la insurrección: pp. 318).
Para la preparación de los combatientes, se realizaron escuelas de entrenamiento en Honduras y Costa Rica, y se reclutaron y dispusieron cuadros en distintas direcciones donde deberían realizarse las operaciones, especialmente en el Frente Norte y el Frente Sur.
Las acciones en el sur consistieron en los ataques a los cuarteles de San Carlos y de Cárdenas, un pueblecito en la frontera. Con estos dos ataques se inauguró lo que sería el Frente más publicitado en toda la lucha guerrillera: el Frente Sur. En la jefatura oficial del mismo se ubicó al carismático Edén Pastora Gómez, quien contó entre sus jefes operacionales a los comandantes guerrilleros José Valdivia, Javier Pichardo y Richard Lugo, así como otros importantes jefes como Antenor Ferrey y Carlos Duarte.
Para la ofensiva final de 1979, el Frente Sur jugó un papel estratégico porque permitió empantanar a un contingente importante de las tropas élites de Somoza, y así dar espacio al despliegue de los demás frentes insurreccionales.
La agresividad de Somoza contra Costa Rica, que se expresó el 14 de octubre de 1977 al atacar la GN una lancha en la que viajaba el Ministro de Seguridad de ese país, Mario Charpentier, inició un proceso de crisis en las relaciones entre ambos países, en el que finalmente los ticos consideraron legítimo y justo apoyar a los guerrilleros que se articulaban en su territorio para atacar posiciones somocistas en el sur de Nicaragua.
Fidel Castro relata que recibió un inusual pedido de ayuda para desarrollar la capacidad anti-aérea de Costa Rica:
Carlos Andrés nos había solicitado hasta cohetes antiaéreos para proteger a Costa Rica de la aviación militar de Somoza. Nuestra disposición fue la de apoyar a Costa Rica con armas antiaéreas no coheteriles, de por sí complejas, y a la vez apoyar a los revolucionarios nicaragüenses. Esto último lo discutimos únicamente con las autoridades ticas que se sentían directamente amenazadas. En un momento oportuno, por cada tonelada de armas para Costa Rica iría otra para los revolucionarios de Nicaragua. (Castro, Fidel: pp. 128).
El 29 de mayo el Frente Sur se lanzó en una heroica ofensiva que avanzó a fuerza de nutrido fuego de fusilería por el sector de El Naranjo y El Ostional. Después de resistir diez días las violentas embestidas de las tropas de la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI), los combatientes se replegaron a Costa Rica. Para entonces, había llegado un fuerte refuerzo de armas: cañones, morteros, bazukas y fusiles, enviados directamente de Cuba a Costa Rica.
A partir del 15 de junio, los guerrilleros avanzaron sobre la Carretera Panamericana, se tomaron Peñas Blancas y Sapoá, y se detuvieron en el Río Ostayo. Fuertemente atrincherados, mantuvieron permanente presión sobre la Guardia, la que se estableció en Cibalsa. La resistencia se convirtió en guerra regular en ese espacio territorial, lo que obligó a la Guardia somocista a mantener ahí un gran tren de guerra. Esto favoreció el despliegue guerrillero insurreccional en otros frentes.
Conversamos con José Valdivia, segundo jefe del Frente Sur, para que contara las principales acciones de este Frente, del que participó desde su constitución en 1977. Fue inevitable detenernos en sus comienzos en la vida guerrillera en la montaña, y en pasajes antes no contados que ilustran el complejo proceso de lucha que tuvo que librar el FSLN desde su fundación.
Mónica: ¿De dónde surgieron tus inquietudes políticas, qué antecedentes en tu familia te llevaron a militar en el FSLN?
José: Soy de Estelí. Casi todos los Valdivia son del norte. En 1963 pasaban por la casa gentes del Frente Sandinista; conocí a Pablo Úbeda, a Marvin Guerrero y a otros que no los volví a ver1. Mi familia colaboraba con el Frente Sandinista, prestaban la casa.
Somos los hijos menores de mi papá, quien ya mayor conoció a mi mamá, que era muy joven. No llevo el apellido Hidalgo porque mi papá, siendo liberal independiente, era de pensamiento conservador. A nosotros nos trató como hijos fuera de matrimonio, no nos quiso dar el apellido, y ése era uno de los motivos de conflictos con mi mamá. Mi papá murió en 1957 siendo ya un anciano, y vivía en una casa con su hijo Ricardo Hidalgo, quien fue un abogado prominente.
Mónica: ¿Con quiénes estuviste en contacto en la primera parte de tu vinculación con el FSLN?
José: Con Leonel Rugama, estudiamos en el mismo colegio. Él era hijo de una maestra. Era chaparrito, gordito, y como todo cipote, uno no sale caminando de la escuela, sale a toda carrera; así salíamos todos en carrera para la casa a ver quién llegaba primero. Él vivía en el centro de Estelí. Me acuerdo muy bien de él y de su mamá.
También conocí a los últimos sandinistas de Sandino vivos en Estelí: Ramón Raudales y Chano Blandón, un viejo gordo, carón, que se le reventaban las venas no sé por qué, me imagino que porque era demasiado sanguíneo. Mi mamá me decía: –Mirá, éste anduvo con Sandino. Ya los últimos que quedaban. Raudales era un campesino, era negrito, halaba leña en carreta. Hizo vida legal en Estelí, allí estuvo en su finquita antes de hacer su guerrilla.
Recuerdo a Alesio Blandón, a Fausto García, zapatero, quien murió en Pancasán; a los Benavides, en especial a Oscar “El camaradita”. Oscar Benavides participó en una guerrilla que nadie la menciona: operó en Matagalpa. Y en un río, la Guardia los encontró y los balaceó; no mató a ninguno, pero todos salieron en carrera, porque se habían quitado los zapatos, y allí terminó la guerrilla. Eso fue como en el sesenta y tantos, pero no era del Frente Sandinista. Allá en Venezuela me encontré a Salvador Sánchez, un jinotepino que anduvo en ese grupo.
El personaje de Estelí, que tenía ideas marxistas y quiso educar a los jóvenes, fue Alejandro Dávila Bolaños. Era un marxista consumado, estudioso de la historia de Nicaragua, y le gustaba dar clases a los obreros.
En ese tiempo, la zapatería tenía mucho auge en Nicaragua, no sólo en Estelí; entonces, los zapateros eran el gremio más combativo. Carlos Fonseca me dijo una vez, que Estelí era una zona donde habían llegado las ideas marxistas. Tal vez se refería a Alejandro Dávila Bolaños, porque para mí fue el único en Estelí, que era verdaderamente un marxista dedicado a enseñar.
En Estelí, en el mismo sector, vivíamos nosotros, los hermanos Benavides, Juan Alberto Blandón y Filemón Rivera, quien fue uno de los primeros que empezó a andar clandestino en Estelí, metiéndose por aquí y por allá. Al jodido lo querían porque era buena gente, una persona amable, fina, educada y eso a la gente le gusta mucho.
Mónica: ¿Entonces a qué edad exactamente comenzás a realizar actividades políticas y a militar, digamos, en la causa?
José: El año 1963 nos vinimos para Managua y perdí contacto directo con el Frente. Permanezco en Managua entre 1963 y 1967. En ese tiempo, Carlos Fonseca Amador cae preso con Víctor Tirado López. Tomás Borge se quedó legal, andaba vendiendo libros, su familia vivía por El Calvario.
Fue una época de muchos contactos con gente del Frente, aunque no me metí directamente en nada. Vivía rodeado por ellos, mirá: conocí a Selim Schible y nos hicimos amigos, porque mi hermano vivió en la casa de huéspedes que tenía su mamá, doña Sofía, allí vivimos los dos. Creo que Selim estudiaba en un colegio religioso, fuera de Managua, por eso él sólo llegaba los fines de semana.
Conocí a Francisco Moreno, a “El Cuervo” Guerrero, y otro que en este momento no me acuerdo, pero que es médico y trabaja en el INSS; a ése lo agarraron, lo torturaron y le echaron ácido en las manos, y no se volvió a meter a la lucha. En el Goyena, donde estudiaba, también estaba gente del Frente. Estudiaban Roberto Amaya, y llegaba Casimiro Sotelo. El hermano de Roberto era Inspector del Goyena, y me invitaba a que participara, pero es que daba miedo ser del Frente Sandinista.
Una vez me encontré de casualidad con Pablo Úbeda –él era de Boaco– en la Iglesia de Santo Domingo, en el año 1966. De ahí nos fuimos caminando hacia mi casa. Seguramente que venía de la montaña, entonces lo llevé a la casa, y lo recibieron con alegría, pues ya lo conocían. Mi mamá, Mercedes Valdivia, aunque con miedo, siempre colaboraba.
De mi casa sale una parte del grupo que realiza el asalto a la Eskimo en 1966. Creo que llegó Axel Somarriba con dos camisas y una pistola. Allí lo tuvimos encerrado en un cuarto. A la hora del asalto, él se fue. Se dio el asalto, y por suerte no nos pasó nada.
Yo vivía del Hotel Nicaragua, media cuadra abajo. De este Hotel, una arriba y media al sur, vivían los Tejada, David y René. Allí nos conocimos de cara. Y del Hotel una cuadra arriba, a mano izquierda, estaban los Pérez Arévalo, que nos prestaban la casa para hacer las reuniones de Movilización Republicana. Allí llegaban Tomás y Oscar Turcios, quien acababa de venir de la Unión Soviética. Era un trabajo político legal.
Movilización Republicana era como una alianza con el Partido Socialista. Pero el Partido Socialista no nos veía con buenos ojos, pues nosotros siempre seguíamos hablando de la guerra de guerrillas, del Che Guevara, de Fidel Castro, y ellos eran pro-soviéticos completamente.
Allí, en esa misma cuadra, vivía Róger Deshón, quien tenía dos nombres, porque le habían cambiado el nombre. Oscar Danilo Delaney… creo, por allí va. Parece que el que lo adoptó, le puso su nombre, pero diferente del de nacimiento; la cosa es que tenía dos nombres. La mamá de Róger Deshón, doña Mina, Guillermina Argüello, quien hacía la sopa de los miércoles, era famosa esa sopa de punches, cangrejos, se llenaba, y siempre fue famoso ese negocio que era de ella y del marido. Y te puedo mencionar un montón de gente que eran vecinos. Y yo no sé por qué había tanta gente sandinista allí en ese mi barrio.
¡Ah, bueno! A Mundo Pérez también lo conocí, vivía a media cuadra de mi casa. Éramos amigos, llegaba picado a mi casa a hablar y hablar, y yo sólo lo oía, porque yo no tomaba. El papá de él era dueño de la cantina de Chico Toribio.
En 1966 se está preparando la guerrilla de Pancasán. Ya estoy de nuevo en contacto con la gente del Frente Sandinista, pero como colaborador, estaba en cuarto año de bachillerato en el Goyena. Me invitó Francisco Moreno a que fuera a Pancasán, pero yo tenía una beca para irme a la Unión Soviética.
Mónica: ¿Cómo te conseguiste la beca, militabas acaso en el Partido Socialista?
José: No, a mí me escogieron porque era buen estudiante. En el Goyena había alguna gente del Partido Socialista, estaban los Lorío, Julio Briceño, Onofre Guevara. Ruddy Lorío se graduó en la Lumumba y se fue al Brasil, era uno de los activistas. Los Lorío eran como los jerarcas del Partido, hacían viajes a la Unión Soviética todos los años, mandaban a sus hijos y tenían sus privilegios.
José: No, a mí me escogieron porque era buen estudiante. En el Goyena había alguna gente del Partido Socialista, estaban los Lorío, Julio Briceño, Onofre Guevara. Ruddy Lorío se graduó en la Lumumba y se fue al Brasil, era uno de los activistas. Los Lorío eran como los jerarcas del Partido, hacían viajes a la Unión Soviética todos los años, mandaban a sus hijos y tenían sus privilegios©.
Cuando se dio el asalto a La Perfecta y capturan a Jacinto Suárez, matan a Selim Schible2. Yo anduve en el entierro de Selim Schible, y al día siguiente me fui para la Unión Soviética. Fui un poco loco, porque me podían haber agarrado preso, y no habría podido hacer el viaje.
Mónica: Entonces, te vas a la Unión Soviética. ¿Es ahí donde te vinculas más orgánicamente al FSLN?
José: Me voy como en agosto de 1967, por México; allí estaba Alejandro Pérez Bermúdez, de los viejos comunistas de Nicaragua. Su hijo, Ramiro Bermúdez, me fue a traer al aeropuerto y me movilizó en México. Ramiro fue Ministro de Minas en los años ochenta.
Don Alejandro Pérez Bermúdez tenía una gran historia, porque en Nicaragua, los hombres que habían luchado contra Somoza por el socialismo, eran ellos, diez, quince personas prominentes como Mario Flores Ortiz, los Lorío, Pérez Estrada, Chagüitillo y otros.
En la Unión Soviética, yo quise estudiar Matemática, estuve tres años. Pancasán fracasó. Me fui a principios de agosto y no me di cuenta hasta dos años después, que unos chilenos me llevan un recorte de periódico. Ahí salían la Doris Tijerino, enseñando los morados en una pierna, habían matado a Julio Buitrago. Ya habían matado a Roberto Amaya y a Mundo Pérez.
En Moscú, había asambleas de todos los estudiantes nicaragüenses, éramos más de treinta. Nos dividimos entre sandinistas y socialistas e indiferentes, que siempre hay. Recuerdo que los Lorío no iban a dejar a su Partido, que les había dado tantos privilegios. Los sandinistas eran: Filiberto Núñez, hermano de Carlos y de René, Enrique Romero Zamorán, de Managua, hijo de un camionero que murió de azúcar; Evenor Calero, que era de Masatepe y René Tejada.
Estando en Moscú, llegaron algunas veces Tomás, Oscar Turcios, y de repente se aparece Francisco Rosales, de la Dirección Nacional. Nos reúne a todos y dice que viene de Cuba, y que es una orden de la Dirección Nacional que nos tenemos que venir todos a Nicaragua. ¡Juelagranputa! Yo sentía que no sabía para dónde agarrar, porque no me quería venir.
Esa es la verdad, yo no me quería venir, porque pensaba, no hay nada en Nicaragua, un montón de jodidos en Cuba, que en esa época estaba pasando grandes dificultades. El jodido de Chicón Rosales nos engancha, ¡y eran mentiras que nos habían mandado a traer!
El primer grupo que se viene de la Lumumba, es el de “Modesto” Henry Ruiz, Róger Deshón, Denis Campbell, costeño con muchos años de vivir en Managua, pero no duró en el Frente Sandinista, se quedó en Costa Rica; Róger Vásquez y Benjamín Jirón, quien era tío de Juan de Dios Muñoz.
En el segundo grupo de Moscú estaban Tejada, Leticia Herrera, Denis Enrique Romero Zamorán, Evenor Calero y yo. Los hermanos Bendaña dicen que se vienen, pero no lo hicieron; somos cinco. Entonces ese grupo se junta con el grupo de Europa, que son René Vivas, Enrique Schmidt y Jacobo Marcos.
Chicón Rosales nos dice que vamos de viaje, y nos pregunta: – ¿Alguno tiene algún conocido en Europa? Entonces yo le digo que sí, porque había hecho un viaje a Italia y había conocido a unos anarquistas españoles a quienes les caí bien; me adoptaron y me tuvieron en su casa. Me llevaban a comer en las tardes a la Plaza Navona, en Roma, donde estaban los artistas italianos; nos presentaban como guerrilleros de Nicaragua y entonces nos invitaban a tomar vino. ¡Y no habíamos ni empezado!
Entonces, cuando preguntan si alguno tiene dónde ir, yo me voy a Italia. Estando ahí me llama Patricio Argüello, de cuya identidad me doy cuenta después. Mirá, Valdivia –me dice, estate allí, no te movás, estate quieto, no te preocupés.
Me llamaban a cada rato; claro, si acabábamos de entrar, tenían miedo de que nos zafáramos, que nos quedáramos, que nos gustara Europa y nos quedáramos allí; entonces nos llamaban para levantarnos la moral, pues. Ellos ya estaban comprometidos con el Frente Popular de Liberación de Palestina (FPL), porque no fue con Al Fatah. El FPL es la organización más de izquierda de los palestinos, lo dirigía Jorge Habash.
Después llega el resto de la gente a Italia, porque el plan, que aún no conocía, era salir de Italia hacia el Líbano, que está casi enfrente. Entonces de repente estamos el tumulto de gente: Eduardo Contreras, Pedro Aráuz, Juan José Quezada, Jacobo Marcos, Enrique Schmidt, René Vivas y nosotros que éramos cinco. Eduardo Contreras era el segundo al mando, y Francisco Rosales, pues, era el jefe, y se movía para acá y para allá, en Suiza, en Inglaterra, era el jefe. ¿Y qué anda haciendo en Inglaterra? –decía Tejada, quien era el mayor de nosotros, era malicioso. ¿Qué puta anda haciendo en Inglaterra? La verdad es que Rosales fue a Cuba, pasó un informe, y luego se quedó en Europa.
Al regreso, me tocó viajar con Tejada. Veníamos juntos porque decían que Tejadita era conflictivo y decían que yo lo calmaba, yo lo aconsejaba. Tejada me quería mucho. Decía que yo era como el sustituto de su hermano que habían asesinado. Tomaba todos los sábados y lo acompañaba en sus momentos de depresión; pero no tomando, sino hablando de cosas. Yo nunca he sido bebedor, sólo por allá, cuando había una fiesta.
Me enamoré de una chilena que estudiaba en la Lumumba. Me moría por ella, estaba súper enamorado. Era la esposa de un árabe, quien se había ido y era Ministro de Minas en Mauritania. El nombre de ella es Ana María Fuentealba, su seudónimo era “Rosita”. Fíjate cómo son las cosas: ella fue parte del comando internacionalista que rescató a Carlos Fonseca, Rufo Marín y Humberto Ortega, y que dirigió Carlos Agüero. Participaron: “Rosita”, Plutarco Hernández y Ligia Trejos. Casi nadie sabe, pero a mí me lo dijo Carlos Agüero.
Mónica: ¿Cómo fue el regreso?
José: Veníamos para México, vía Las Bahamas. Aquí pasaron otras anécdotas. Le pregunta Tejada a Rosales: – ¿Estás seguro de que no se necesita visa para entrar a México? Era desconfiado de todo. Sí, estoy seguro –le dice Chicón, ya lo pregunté varias veces a la embajada, no te preocupés. Mirá que no llevamos reales –le dice Tejada. ¿Sabés cuánto traíamos? Cincuenta dólares cada uno. Entonces nos montan en una línea aérea de aviones cuatrimotores Douglas.
Había una negrita que servía el café, y ella sólo donde Tejada llegaba a servir. ¡Jueputa, otro problema! Empieza Tejada: – ¡Que es de la CIA, seguro que es de la CIA! ¡Si es que me la tiraron estos hijueputas, nos andan siguiendo! Yo le decía: –No, hombre, no ves que la muchacha está enamorada de vos, jodido; vos sos un moreno fino que no sé qué... Pues él no aceptaba.
La cosa es que cuando nos bajamos en el aeropuerto de Las Bahamas, tuvimos que salir corriendo, porque ella iba detrás de nosotros siguiéndolo a él. Yo le decía: – ¡No jodás!, nos conviene que tengamos amistades en el avión. La cosa es que, cuando llegamos a México, nos devuelven, y volvemos a caer en Las Bahamas. – ¿Ves? ¡Te lo dije! ¡Si tuviéramos a la chavala, nos hubiera conseguido alguna casa vieja donde vivir; en cambio, estamos aquí durmiendo en el aeropuerto! En unas bancas, con un frío arrecho, ahí dormimos.
Mónica: ¿Los devolvieron porque necesitaban visa?
José: Sí, y nos sale un General, de esos mexicanos bravos: – ¿Y quiénes son ustedes? ¿De dónde vienen? Por último nos dice: – ¿Y cuánto traen de dinero? Bueno –le digo yo, tal vez unos cien dólares. – ¡Sáquelos! Era gringo, parece que era somocista. Entonces le saqué como treinta dólares, que eran los que andaba; Tejada lo mismo.
Nos dejan en un cuarto, encerrados. Entonces Tejadita dice: –Yo me voy a salir de aquí, me escapo de aquí, es fácil; ya estando en la ciudad de México, busco contacto. Y yo calmándolo: –No, hombre, vas a comprometer al Movimiento; mirá que don Edelberto está comprometido, doña Conchita Palacios y Bayardo Altamirano también. Eran los únicos tres contactos que había entonces. La cosa es que nos devolvieron y después nos mandaron a traer con visa y todo. Pasamos como cinco meses metidos en un pueblo allá en Coatlán del Río, en la carretera que va para el famoso balneario de Acapulco. Ya era 1971.
Mónica: ¿Conociste allí a Edén? Él estaba allí.
José: Como no. ¿No te contó cómo nos conocimos? Mirá, estoy en México. Antes que nos vayamos a Coatlán, nos tenían en un cuartito en la azotea de un edificio enorme. Estábamos en ese momento Evenor Calero y yo, y había un mexicano de anteojos, chaparrito, como intelectual, nada de atlético, como delicado. Edén era amigo de él, y llega: –Ajá, ¿cómo están? Yo soy Edén Pastora, ¿y ustedes? Doy el seudónimo. Empezó a hablar, hablar y hablar, y nosotros sólo oyendo. No queríamos hablar con él, porque nos habían prohibido que habláramos con nadie.
Teníamos que darle la cara pues, o íbamos a meternos al cuarto y dejarlo allí. Nosotros sin saber quién era, oyéndolo por educación. Entonces nos dice: –Miren, ahora no los dejan hablar, ni ver, ¡pero vamos a morir en la misma trinchera! Como él es, teatral.
Él andaba vendiendo relojes, porque había salido de aquí, huyendo, en 1967. Después de la masacre del 22 de enero en la Avenida Roosevelt, él sale para Suiza. Les echa la culpa a los Vargas –Oscar René y Gustavo Adolfo– de que no lo quisieron recibir porque no era de la burguesía, y que allí sólo recibían a la Dirección Nacional y a los burgueses; a los proletarios como él, no los recibían. Tuvo que ir a vender café a una cafetería, y trabajar de mesero, él cuenta toda una historia de esto. No lo quisieron mandar a Cuba, porque decían que era conservador. Él le echaba la culpa a la Dirección del Frente Sandinista de esa época, de todas las desgracias que le habían pasado.
Cuando teníamos como seis meses de estar allí en Coatlán del Río, y nunca nos mandaban para Nicaragua, entonces Tejada y yo dijimos: –Si no nos mandan ya, nosotros nos vamos a pie, a pie llegamos. Entonces ahí nomás nos dieron los pasaportes y nos mandaron de primero y llegamos a Honduras…
Mónica: Algunos de ese grupo tuvieron problemas al entrar, nos lo contó René Vivas. ¿Qué pasó con vos?
José: Mirá, lo que pasó conmigo fue lo siguiente: veníamos con la idea de que había que hacer un trabajo político antes de empezar la guerrilla, y que había que venir a Nicaragua a negociar con Oscar Turcios que ésa debía ser la línea del Frente Sandinista. Entonces Turcios, que era un gran bandido, nos dice que sí; pero manda a “Modesto” y a Tomás, quienes eran los voceros, a la montaña, son los primeros que llegan.
Cuando vengo, le digo sobre los acuerdos. Yo venía hablando como que estábamos en un partido de librepensadores. Y Oscar no me dice nada. La cosa es que me tienen encerrado allí en León, en el barrio de Sutiava. No se hablaron claras las cosas. Ni “Modesto” ni Tomás nos explicaron: miren, ya hay un arreglo, así, así, así, todos estamos de acuerdo, si no que nos mandaron como pendejos; y ellos se fueron y nosotros quedamos en el aire. Yo ya estaba aburrido porque no me decían nada, entonces me fui de vuelta para Honduras.
Después supe que cuando me salí de Sutiava, pensaron que me había desertado, y consideraron fusilarme, misión encargada a “La Gata” Munguía y a Juan de Dios Muñoz. Ellos me lo contaron después de la muerte de Oscar, estando allá en la montaña.
Entramos a Nicaragua a mediados de 1971, porque recuerdo cuando la Guardia asesina a Bernardino Díaz Ochoa, y nosotros teníamos poco tiempo de haber entrado. Entramos casi junto con Tomás. Del grupo, soy el último que entra en un período de dos meses. Al rato llegó Jonathan, pero él estaba aquí en Nicaragua,
Mónica: ¿Cómo lograste que te reincorporaran, después de ese altercado?
José: Me fui a Honduras y hablé con Eduardo Contreras, y él me dice: –Cometiste un gran error en haberte salido. Bueno –le digo, ¿y no habíamos acordado esto y esto, y esto? Sí –me dice– pero aun así, no tenías por qué haberte salido, te hubieras quedado. La lucha hay que hacerla adentro. Entonces le digo: –Me regreso, pero con la condición de que no me maten. Entonces él habló, y dijo: –No lo maten, aquí está; él vino quejándose del trato y no sé qué, y rá, rá, rá. Y entonces Oscar Turcios dijo: –Pues que venga. Llegué de nuevo a León, y me preguntaron: – ¿Para dónde te querés ir? A la montaña –les dije.
Mónica: Vos decís que planteaste que lo primero era hacer trabajo político. Para entonces la línea era precisamente ésa, el trabajo de acumulación, las organizaciones intermedias. ¿Qué fue lo que les disgustó?
José: Creo que lo que no le gustó a Turcios fue que le cuestionáramos su mando unipersonal y que planteáramos otro estilo de mando más democrático. Acordate que después de Turcios, el mismo estilo utilizó Pedro Aráuz. Ese era un estilo de conducción que ellos tenían, el caudillo pues, el líder único.
Porque Ricardo Morales era un ayudante. Turcios tenía muchas cualidades, indudablemente, no solamente tenía cultura, sino que también tenía don de mando y tenía mucho valor; el otro era más intelectual, entonces Turcios se impone. Cuando Turcios muere, el mando lo agarra Pedro, y también tiene el mismo estilo. ¿Te acordás que hablaba muy poco? Era impositivo. Después de eso, ya es otra historia, porque vienen las divisiones.
Cuando entro a la montaña, en El Bijao me encontré con Tomás Borge; fue la única vez que lo vi. Al ratito, Tomás Borge dijo que estaba aburrido de ver verde y se vino para la ciudad. No se movía, no hacía trabajo, ¡cómo no se iba a aburrir!
Mónica: ¿Qué pasó con Edén? Él tuvo problemas y se marchó, y se reincorpora a la lucha prácticamente seis años después. ¿Cómo fue eso?
José: Había problemas personales con Henry Ruiz. A “Modesto” yo lo conozco bien, desde la Lumumba. Yo no podría emitir un criterio, si no me sintiera con la capacidad de hacerlo, y tengo la capacidad de dar una opinión de Henry Ruiz. Él se sobrevalora en sus capacidades. Él nos criticaba por autosuficientes, pero el autosuficiente era él. Henry Ruiz se quedó allí, en La Tronca, y de allí no pasaba. Edén Pastora era como un campesino que se levantaba a las cinco de la mañana, agarraba aquel saco, porque como no estábamos haciendo nada, no teníamos a dónde ir, no teníamos nada más que los cuatro o cinco colaboradores; y Edén agarraba su mochila, agarraba todas sus cosas, y pum, pum, pum, pum, las acomodaba, después las volvía a meter; y así pasaba como dos horas, haciendo lo mismo para estar ocupado.
Entonces un día le dice: –Bueno, “Modesto”, ¿y qué estamos haciendo aquí, si aquí no hacemos nada? ¿Así vamos a botar a Somoza? Mirá, autorizame a baquear Peñas Blancas. Y se fue con Tirado López. Atravesaron Peñas Blancas, y fueron a caer donde los Castro, donde Jorge Castro y Juan Castro, el papá de Raúl Castro, el que vende ropa de pacas. Tiene mucha plata. Edén quería moverse, trabajar.
Igual, una vez le digo a “Modesto”: –Estoy aburrido de estar aquí, ya no aguanto. Dejame irme con doña Tona a Yaosca. Nos fuimos de día. Al llegar donde don Pedro Castillo, a él le molestó que doña Tona me llevara, y la trató mal. Ahí hago contacto con los sindicatos campesinos. Nosotros tenemos que agradecerle al Partido Socialista que hiciera ese trabajo; ese trabajo no lo hizo Bernardino Díaz Ochoa, lo hicieron varias gentes que entraron, lograron penetrar; y yo de casualidad no agarro otra ruta, sino que fui a caer allí.
Doña Tona me presentó a Goyito, un trabajador de ellos, chiquitito, indito. ¡Ah! –me dice– yo conozco a uno aquí que es bueno, es anti somocista. Me lo presenta en un monte. Allí hablamos. Era Martiniano Aguilar.
Con Martiniano Aguilar conozco a Máximo Martínez, de los grandes dirigentes del Partido Socialista; pero ellos nos querían mil veces más a nosotros que a todos esos socialistas que vivían aquí en Managua y que llegaban una vez al año, como los curas. Cuando nos ven allí, estudiantes con las manitas todas finas, hasta lástima les dimos, creo yo. Entonces nos empezaron a apoyar, y hago un recorrido por la zona, que en ese tiempo no había carreteras allí; las hizo Somoza cuando vio que había guerrilla.
Me recorro Yaosca y me paso a Los Chiles, allí vivía Máximo Martínez, y me presenta como a diez familias más. Fijate que llego como con veinte colaboradores y “Modesto” tenía cuatro. Y teníamos ya como seis meses de estar allí. Entonces, camino toda la noche y dije, ahora que llegue ahí, voy a caer como piedra. Ve, pero de la emoción que llevaba ¡ni dormí todo el día!
“Modesto” –le digo– me he encontrado una mina de oro, me encontré con todos los sindicalistas organizados que tenía el Partido Socialista y todos están con el Frente. Entonces, vámonos de aquí –le digo, que aquí te van a matar. Ahí donde estaba “Modesto” se iba uno y llegaba el otro, sólo cambiaban las caras, nada más, pero el colaborador era el mismo. Cuando lo llevo a Yaoska, ¡preguntale! Una vez, delante de mí, “Modesto” le dijo a Paquito Díaz: –Si Valdivia siempre ha sido rompe récord, todo el tiempo. Entonces, abro el camino a Yaosca, y nos establecemos allá.
Allí llega Henry Ruiz. A Tejada lo mandan a Pantasma, y cada vez que veía un guardia se iba a esconder como a cien metros; le picaba el dedo por dispararles porque él estaba traumatizado con el asesinato atroz de su hermano David. Quería ir a matar a Moralitos, el asesino. Estaba prohibido combatir contra la Guardia, porque era la etapa de organización de los campesinos.
Edén Pastora también estuvo en Yaoska. De ahí se fue a Las Vallas, en la ladera de Zinica, donde teníamos un colaborador. Andábamos los planos del INETER, que en la época de Somoza tenía otro nombre. Entonces, sacó sus cuentas. Hizo la picada de Las Vallas a Bocaycito. Ahí nomasito contactamos a los Núñez, Daniel y Alfonso, y se conectó con Adrián Molina, Jaime Cuadra, Carlos Argüello. Eso fue más o menos cuando estaban empezando, porque esto que te estoy contando fue rápido, todo este trabajo que yo hice.
Cuando llegamos nosotros, encontramos cuatro campesinos que son la base y el apoyo nuestro: “Chico Chiquito”, Jacinto Hernández y su hermano, y Catalino Flores. De los tres se puede hablar mucho, todos tienen su historia, ellos eran los dirigentes que el Frente Sandinista tenía allí. Cuando llega “Modesto”, se convierte en el jefe, y eso le disgusta a “Chico Chiquito”, porque él se sentía guerrillero como nosotros; y aquí viene éste, me quitan y no han hecho ni mierda. La verdad es que nosotros no habíamos hecho nada, más que habernos integrado.
Yo me gané a “Chico Chiquito” y nos llevamos bien bastante tiempo. Pero en general, no supimos manejar bien la relación con los dirigentes campesinos. Es lo que pasó con Catalino Flores. El campesino es bien delicado, vos no lo podés quedar ni mal viendo; tenés que darle su lugar, su respeto, hablarle de usted. No es el mismo trato chabacán de nosotros en la ciudad.
Primero se nos va Catalino, quien decide que va a organizar una guerrilla campesina, pues él no quiere jefes de la ciudad. ¿Por qué se arrecha? No me acuerdo, pero la verdad es que él empezó a tener problemitas tontos. Yo le dije un día una babosada, que él se ofendió. Estábamos sentados y entonces estábamos bromeando. Hombré, Catalino –le digo, anoche te venías muriendo. – ¿Cómo sabés vos? –Dice Tejada que te dejó regado. Fue una bromita, que uno cree que es inocente, ¡qué va a ser! – ¡No joda ese hijueputa! No sabe lo que yo camino, que no sé cuánto…
Delicado. Yo se lo puedo decir a uno de la ciudad y nada pasa: me ganó, no me ganó, dice cualquier cosa, no tiene ninguna importancia. Para el campesino no es así. Si algo tiene, es su orgullo que se lo estás tocando. Claro que también tenían sus ambiciones de poder, y como fueron relegados completamente a baqueanos…
Ellos tenían dificultades para hablar. Fijate que fui el primero que empezó con aquella cartillita del Frente Sandinista con la que llegábamos a la casa a hablar de la reforma agraria, de la dictadura, que esto, que lo otro. Yo ponía después a “Chico Chiquito”. Ahora, háblele usted, compa. Entonces ya entró él y habló la primera vez, después la segunda… Primero ellos lo cancaneaban; pero hablarle a la gente ellos no sabían, no les habían enseñado.
Mónica: ¿Pero cómo es que Edén se sale de la montaña?
José: Edén creó algunos problemas de intrigas con Tejada, que hacen que éste casi se baje a Managua, y cuando Edén se da cuenta de las consecuencias, se va y se lleva a “Chico Chiquito”, quien como te digo, ya se sentía molesto por el desplazamiento del mando. Como Edén Pastora había sido vendedor de ganado en esa zona, conocía a la gente, conocía los caminos, y se va a meter donde Julio Molina, en Yalí.
Se van Tomás Borge y Ricardo Morales a querer detenerlo, hablan con él en Yalí, donde se dan unas situaciones típicas de esa época y de la personalidad de Edén. Pero Edén se va a Granada; no sé quién lo sacó de ahí para el Río San Juan, y se va a establecer a La Barra del Colorado. El que le da los reales para trabajar ahí es Carlos Coronel, y por eso siempre ha habido una gran amistad entre ellos.
Mónica: ¿Cuál fue el contenido esencial de tu trabajo en esa época?
José: Como te decía, cuando llego a Yaoska, tengo pues veinte, treinta colaboradores. Filemón Rivera y Juan José Quezada estaban por el lado de Pancasán; pero, por un problema con el colaborador, tienen que salir de la casa. Y mandaron a Juan José Quezada adonde mí, no me acuerdo para dónde lo mandé. Hice el trabajo desde Yaosca hasta Iyás, y de Iyás me lancé hacia el lado de Sofana y Lisawé. Hicimos una picada en todo lo que ahora ya son fincas de ganado, entonces eran pura montaña. Dilatamos tres o cuatro días para hacerlo.
Ahí le pasó una cosa divertida a Jonathan González. Decían que el cura de la iglesia era progresista y que hablaba contra Somoza. Entonces llegó y se metió a la misa para hablar con él. Esta información se la habían dado los hijos de uno de los colaboradores de Pancasán. Está oyendo el sermón y de repente el cura dice: –Por aquí, en estas comarcas, andan unos comunistas queriendo engañar a la gente para ir a la guerra… Y el pobre Jonathan, que andaba con dos muchachas… ¡Hasta allí llegamos! Y por el lado del norte, fuimos a un lugar que se llama Cerro Gacho, que luego fue pasadero de la contra en los ochenta.
Ya hacía meses que yo había metido a “Ródrigo” Carlos Agüero. Recuerdo que en las primeras caminatas se tiró al suelo, arrecho, porque decía: –Si yo soy futbolista, cómo no voy a aguantar. Tenía que caminar en el lodo con maña, pues; no es que vos llegás y en un día aprendés. Te vas pegando los cachimbazos y después aprendés a poner la bota bien puesta, vas buscando la parte más dura; y todas esas cosas uno las aprende a punto de golpes. No es que en un ratito, porque sos atleta vas a aprender. me dijo: – ¡No puedo! Yo creo que lloró. Pero Carlos Agüero era una buena persona, solidario, valiente, siempre le llevaba la contra a “Modesto”.
Ese territorio yo lo controlaba como la palma de mi mano; esto, preguntáselo a cualquiera de los que estuvieron efectivamente, como David Blanco, René Vivas, que llegó un poquito después, pero también sabe. Yo era el segundo al mando de “Modesto”, pero nunca he peleado mando. Cuando llega “Ródrigo”, y él se destaca porque agarra y arma una columna y anda emboscando Jueces de Mesta y algunas operaciones contra la Guardia, él se queda de segundo al mando. Yo nunca le discutí nada.
Nosotros tuvimos una gran discusión que, si se hubiera llevado a un nivel de más capacidad, una discusión más profunda, la historia hubiera sido diferente. Tejada, Tirado López y yo, planteamos hacer una guerrilla territorial: que si en cinco comarcas teníamos tres campesinos, les pusiéramos dos de ciudad, y ya tenían un grupo de cinco; porque el campesino no quería andar en columnas guerrilleras.
Yo estuve hablando como cuatro horas con Ana Julia Guido, y me contó lo que les pasó. Fue un desastre todo eso. Ya no había guerrilla cuando nosotros atacamos en octubre de 1977. Ya se había ido Hugo Torres con otros para Honduras, habían matado a Leonardo Real Espinal, que vos lo conociste. “Chico Chiquito” se había ido para Yalí, donde le dio lugar para vivir Félix Pedro Molina. “Chico Chiquito” era enfermo; fijate que a mí se me robó un arma, y casi me mata. Era loco, porque pasó un vehículo, lo llenó de lodo, y eso fue suficiente para que matara al hombre.
Como te decía, se dio una discusión en la que planteamos la guerrilla territorial. “Modesto” –le decía-, no te va a servir eso de una columna, porque para una guerrilla se necesita gente capaz, gente combativa, y los que andamos aquí la mayoría éramos estudiantes. Los campesinos que vos llevabas a un campamento, al ratito se regresaban, no les gustaba. –No, yo peleo allá en mi terreno, aquí no, en mi campo sí.
Entonces saco esa conclusión porque tengo tiempo de estar allí, estoy en contacto directo con ellos y soy el que hago el trabajo político. Me ayudaban unos pocos, no creás que todo mundo andaba haciendo trabajo político como yo. Y te digo una cosa, un detalle que te voy a dar, a pocas personas se lo he contado, porque para mí es una cosa que no tiene relevancia, estar hablando sobre la leche derramada: planteé que nosotros hiciéramos la ruta a Honduras, ya la tenía casi hecha.
Yo estaba en El Cuá, en Los Encuentros; y de allí, hago que de Wamblán la gente vaya a Honduras a comprar comida. Digo yo, lo que me hace falta es ir a Wamblán a hacer contactos allí, y de allí ya salgo a Honduras; entonces, los medicamentos, el dinero, las armas, todo entraría por Honduras, y no tendría que dar esa vuelta de Honduras a León y de León a la montaña.
Así se lo planteo a “Modesto”, éste a Pedro Aráuz, y Pedro dice que no. Bueno, dije yo, está bien; si dicen que no, pues alguna razón debe de haber. Pero ahora que tengo malicia, pienso que no quería soltar el cordón umbilical de la ciudad y la guerrilla. Eso era, porque perdía el poder político, se quedaba nada más con la estructura de la ciudad, o se tenía que haber ido a Honduras para dirigir la guerra desde allá.
Pero vos te imaginás, que si nosotros hubiéramos tenido una ruta, era fácil, porque allí no había vigilancia de la Guardia, y aunque hubiera, si las llevábamos desde León, cómo no las íbamos a poder llevar desde Honduras. No quisieron, y yo después quedé pensando por qué no quisieron, por qué no lo hicieron; y después, cuando vi toda la malicia que existe en la política, ¡eh! dije yo, esto es que no quisieron porque perdían el enlace, la llave para entrar a la montaña.
Mónica: Vos bajás como en diciembre, cuando ya está Carlos Fonseca en el país. Antes que Carlos suba a la montaña, ¿por qué te saliste de la montaña?
José: Estaba tomándome una Pepsi cola en Bocaycito, cerca de El Cuá, que entonces era puras montañas y cafetales, y de repente, ¡pum! caí. No me di cuenta y entonces, cuando Carlos Agüero viene para Managua a reunirse con Carlos Fonseca, le dice que yo me había desmayado, y que estaba mal; entonces me mandan a traer. Así es como me bajan y me mandan para Honduras.
Tenía una neurosis depresiva y un ojo caído porque ya necesitaba anteojos, y como no los andaba el único ojo que veía era el que trabajaba, y el otro no; entonces tendía a caerse. Cuando llego a Honduras, me ponen anteojos y después ya la vista se me enderezó.
Cuando se dio el asalto a la casa de Chema Castillo, bajé a la ciudad, estuve en León, en el Barrio Sutiava; allí conocí a Auxiliadora Huembes, mi mujer. Cuando vine de nuevo, estaba con ella en una casa allí en la Colonia Xolotlán. Éramos como once y Tomás Borge llegaba todos los días a las once de la mañana. Entonces yo me sentía con autoridad moral para reclamarle: –Mirá, Tomás, le dije delante de Silvio Casco, vos no deberías venir aquí a las once de la mañana. ¿No ves que nos van a matar a todos por culpa tuya?, porque a vos te andan siguiendo. Entonces me dice: –Vos no tenés por qué decirme eso. Ya te lo dije –le contesté, vos no podés seguir llegando aquí.
Entonces me llaman, me ponen unos algodones en los ojos, unos anteojos oscuros, y run, run, run, cruzo por todo Managua, y me llevan a una casa. Ahí estaba Carlos Fonseca. Al ratito siento pum, pum, pum, unos cachimbazos, y le digo: –Aunque me trajeron con los ojos vendados, aquí estamos en Piedra Quemada; aquí viene a practicar la Guardia, este lugar no es bueno para usted. Hablamos todo el día. Me preguntó de todo lo que yo sabía, de cómo podía hacer para entrar y salir de la montaña, que si fulano de tal vivía todavía, que si estaba vivo, me preguntó por Toni Castro, por Juan Castro, por todos estos ancianos que eran viejos colaboradores.
Mónica: Estaba pensando en su viaje. Él quería subir a la montaña.
José: Yo le dije, ya no me acuerdo si le decía compañero “Agatón”, como fuera: –Mire, en la montaña nosotros pensamos así, así, así; y le menciono a Tirado. Mirá –me dice, esa es una opinión que ustedes tienen y “Modesto” tiene otra opinión. Yo estoy de acuerdo con “Modesto”, porque mirá, en Cuba…
Me narró la historia de la Revolución Cubana, en China la columna, en Vietnam la columna. Entonces, ¿qué le voy a decir yo, si es un hombre convencido de hacer una columna? Pero cuando él entra a la montaña, “Rubén” dice que él dijo: –Esta es una guerra de catacumbas, todo mundo escondido. Nadie volaba un tiro, y si no volás un tiro… Cuando matan a Carlos Agüero, todo se desbarata.
Mónica: Cuando Carlos Fonseca viene, poco antes había entrado Venancio Alonso “El Trompañero”, había subido a tu sector para trabajar con vos; pero luego fue bajado a Estelí porque vos no quisiste entregarle el trabajo.
José: Venancio había estado conmigo, vivía quejándose de una operación del oído que le habían hecho en Cuba, no le gustaba la montaña, y sólo era quejarse y quejarse, hasta que lo sacamos. El otro que despaché fue al loco de Lorente. Ése fue el que después fue a enseñar el lugar donde mataron a Chicho Zepeda, lo sacóNovedades en primera plana. Yo lo agarro cuando viene huyendo del campamento de “Ródrigo”.
Mónica: Hacía meses que Omar Cabezas andaba armando la unidad Bonifacio Montoya, y como Bayardo andaba con la idea de organizar unas escuadras que operaran en el campo, entonces le parece bien que Venancio se quede al frente de eso en Estelí. Se crea la General Pedro Altamirano con Venancio a la cabeza.
Parece que la idea original de Carlos era que Venancio lo acompañara en esa subida a la montaña, porque él había trabajado en 1970-1971 como enlace con los campesinos de esas zonas, y se había encariñado con él en su estadía de más de tres años en Cuba. Pero cuando Pedro y Carlos se reúnen con Bayardo, están conformes con que Venancio se quede en ese esfuerzo. ¿No hablaste nada de eso vos con Carlos?
José: No, no, solamente hablamos de la columna; acordate que a Carlos Fonseca Amador lo matan en noviembre de 1976, no había eso, eso no existía. Acordate que Carlos Fonseca andaba con “El Zorro”, quien es el que realmente organiza la guerrilla en Estelí, se convierte en el líder de la zona. Eso tal vez, tuvieron la intención de hacerlo, pero en la realidad…
Mónica: No, eso se hizo. Si vos no te diste cuenta es porque así es la historia. No puede ser contada sólo por una o pocas personas; cuando es la historia de un pueblo son cientos los que participaron y se desarrolló durante muchos años y en distintos territorios. Uno no puede estar en todos lados y conocer todo. La General Pedro Altamirano tuvo como su primer jefe a “El Trompañero”, Venancio Alonso, y allí estuvo Baldovinos, allí sale “Charralito” Lanuza.
Venancio se va y la GPA se reestructura con Ismael Lanuza a la cabeza. En 1977, el jefe es el comandante Julio Ramos. Cuando “El Zorro” llega a Estelí a mediados del 1978, ya existían tres unidades guerrilleras que conectan Estelí con el campo y hacia las montañas. La Pedro Altamirano, la César Augusto Salinas Pinell y laBacho Montoya. Eso iba en crecimiento y desarrollo, y era también parte de la montaña, que algunos de ustedes dicen que se había desbaratado completamente.
Vos lo viste en la descripción que hacés de tu trabajo. Lo señalabas en el caso de las bases que encontraste en el trabajo de los socialistas en Yaoska.
José: Sí, pero yo te lo cuento también con la idea de que hay que hacerle el reconocimiento histórico a esa gente que hizo ese trabajo, porque tal vez no fueron ni siquiera los Lorío, esos nunca se metieron a enlodar las patas, tal vez fueron otros que ni siquiera conocemos quiénes son.
Por ejemplo, allá en la montaña, nosotros nos encontramos con el marido de la Amada Pineda; ese hombre era de los activistas. Él se emboscaba contra un juez de mesta, y nadie sabía.
Otro era el sindicato de El Bijao, donde estaba Jacinto Hernández. Ellos habían estado apoyando la guerrilla de Pancasán. Máximo Valenzuela era uno de los terratenientes de Peñas Blancas, manda a desalojar a campesinos de El Bijao, manda a la Guardia, ellos se resisten, entonces los empiezan a cachimbear, y creo que matan a algunos. Jacinto Hernández estaba haciendo su casita, las hacen amarradas con “bejuco de hombre”, que es como una cabuya fuerte, y cuando ve a la Guardia se lanza desde el techo, cae descalzo, y así huye, ya los andaban buscando para matarlos. Organizan la guerrilla de Zinica, que eso fracasó, fue otro revés.
Mónica: Volvamos al hilo. Cuando salís de la montaña, ¿qué hacés?
José: Aquí estuve poco tiempo, me reuní con Carlos Fonseca Amador y ahí nomasito me mandaron para el Perú, porque estaba vivo Esteban Pavletich, y vino a ayudar3. En esa dirección iba, llego a Honduras y estando ahí se desata el cachimbeo entre todas las tendencias.
A Jaime Wheelock y Carrión los saca Carlos Coronel para Costa Rica, Humberto Ortega ya estaba allá. Llega a Honduras Ramiro Contreras “El Llanero Solitario”, entonces me dice: –Traigo una orden de la Dirección Nacional para que vayás a la montaña y le llevés esta carta a “Modesto”. Mirá –le digo, yo salí de la montaña y juré que no volvía a entrar a la montaña, es para volverse loco, cinco años con botas de hule, con aquello lleno de moscas. Fijate que después me volví tan indiferente, que yo ponía fuego, y era prohibido; yo mismo lo había prohibido, y lo hacía. Hacía un hoyo y lo convertía en un humero, para que el humero corriera a los zancudos y dormir más tranquilo, ya no me importaba que me mataran.
Idiay, después de cinco años, estás cansado; yo llegué a cargar ochenta, noventa libras, eso cargaba, me puse bien recio allí en la montaña. Pasábamos toda la noche de camino y después nos acostábamos a las cuatro. A las cinco estábamos despiertos porque teníamos que estar vigilando que no nos fueran a rodear y matar, como jodieron al pobre Tejada. A Tejada le pegaron un balazo en un tuquito de la pelvis. Él no sacó todo el cuerpo, el guardia allí le apuntó y le dio en la pelvis y lo sacó para afuera. ¡Es una cosa horrible!
Cuando machetearon a Juan José, yo andaba con él; yo lo saqué, casi me machetean a mí también. Esa noche fue triste, estábamos cerca de la casa del colaborador. Me costó sacarlo porque era pesado, pero no es que lo saqué cargado, él caminaba, apoyado en mí y con una pistola buena; la otra llevaba un machetazo abajo y se trabó.
Entonces llega Ramiro y me dice que entre a la montaña. ¡No! –digo– ¡entrá vos! ¿Por qué no entrás vos? ¿Vos creés que es fácil entrar a la montaña desde Honduras?
Ahí estaba el poeta Rafael Mairena y Marcelo Langrand4, les di diferentes sugerencias y no me hacían caso, a mí no me tomaban en cuenta para nada… Como que si el puesto era un privilegio y eso era eterno. ¡Puta!, la experiencia del viejo, porque yo era un viejo para ellos ya, entonces la hubieran agarrado; no, ellos hacían lo que querían. Cuando me fui, descansaron. Los vivía criticando por toda mierda.
En cambio, el resto de la gente me adoraba. A Marcio Jáenz lo saqué de una casa donde lo tenían encerrado en un cuarto, y no salía porque estaba clandestino, como que estuviera en Nicaragua. No, hombre, si aquí… mirá, yo voy al estadio, yo voy al cine, voy a todos lados.
Después me dicen que no es a Perú que me voy, sino para México. ¡Vámonos, pues, a México! Pero me doy cuenta que la división se dio, la división Proletarios y GPP; entonces me voy a México, donde me contacta Herty Lewites. Luego Herty cuenta, riéndose: –Yo esperaba encontrarme con un loco, porque a mí me dijeron que era un loco el que estaba allí, que lo analizara para ver si podía trabajar, porque como estaba loco a lo mejor no podía, había que mandarlo al manicomio. Entonces yo voy de palo en palo –dice– con cuidado para que no me vaya a dar un garrotazo. Y veo a un muchacho sentado por allá, y ese jodido se parece. Y se acerca y platicamos. ¡No jodás! Si este hijueputa está mejor que todos nosotros.
Porque le conté toda la historia que te estoy contando a vos, y más. Te vas conmigo para Venezuela –me dijo Herty. Y fui a parar a Venezuela, seis meses estuve allá sacando La Gaceta Sandinista. Dos Gacetas saqué y haciendo bulla. Estando ahí me llega un folleto “La plataforma sandinista”, y lo leo. ¡No jodás, si eso es lo que me gusta a mí! Vamos a atacar ciudades, cuarteles, esto y el otro, y ruum me regreso. ¡Y no me querían en Costa Rica! ¡Humberto Ortega, no me quería, ahí me dejó… metido en una casa!
El que se reunió conmigo fue Plutarco Hernández, que había salido huyendo de aquí, e Israel Lewites, que yo lo había metido a la montaña y yo lo saqué también, allá por 1974. Fue él quien dijo: –Cómo vas a dejar a Valdivia así, metido en una casa, si Valdivia tiene experiencia de guerrilla, de esto, del otro, sabe… es instructor, es aquí, es allá, ha hecho acciones en la montaña…
Entonces ya me empieza a tomar en cuenta Humberto Ortega. Ya me encontré con otro ambiente, con otra gente que sabíamos dialogar, que sabíamos plantear las cosas; allí no había ningún verticalismo, aunque Humberto Ortega era el que mandaba pues, pero se reunía con nosotros y discutíamos las cosas; en ese sentido, era amplio. Con “Pin” Oscar Pérezcassar, tuvo muchos problemas; conmigo no. “Pin” era arrecho a contradecir y a pelearse con la gente. Entonces yo planteo que hay que hacer un trabajo en la frontera, siempre anduve con esa idea.
Empezamos a hacer trabajo en la frontera, había barbaridad de gente anti-somocista, nicaragüenses que vivían allá, familiares de otros. En Costa Rica, el movimiento de izquierda nos apoya, consigo un jeep de esos Land Rover, que eran los que estaban de moda en ese tiempo. Consigo un montón de cosas y entonces ya me van tomando en cuenta.
Mónica: ¿Cómo fue el proceso de formación del Frente Sur?
José: El Frente Sur se va creando poco a poco, a partir del ataque a San Carlos. Bueno, en realidad, ¿vos sabés cómo se formó el Frente Sur?
Te quiero contar una cosa que es bien bonita, es hasta cómica. Viene Humberto Ortega a Costa Rica, andaba en bus, venía cubano, cubano. En bus, hecho mierda, con que había que ahorrar, que no sé qué, un montón de babosadas. Entonces lo agarra Carlos Coronel: – ¿Cómo va a andar en bus un miembro de la Dirección Nacional? Te vamos a conseguir un carro. Y bam, bam, bam, le van creando otro mundo. – ¿Cómo no vas a poder hablar por teléfono a Nicaragua?, si nosotros hablamos todos los días, si nada pasa. ¿Vos crees que todos los teléfonos en Nicaragua están intervenidos? Y después nos dimos cuenta que a lo sumo eran seis u ocho teléfonos los que estaban intervenidos en Nicaragua, y no se hablaba por teléfono porque podían estar intervenidos. Es decir, le fueron quitando un montón de ideas de la cabeza.
Después él llamaba y hablaba por teléfono con todo mundo aquí, en algunas casas, no en cualquier casa. Éstos decían, llamanos a tal número, una casa de alguien que no había sospecha de nada. Entonces él fue cambiando, fue cambiando la revolución que nosotros pensábamos que íbamos a hacer cuando entramos a la montaña; en Costa Rica se nos quitan todas esas ideas. Qué revolución ni qué nada, si lo que queremos es botar a Somoza.
Llegué a ese convencimiento después de haber estado tanto tiempo en la montaña, de todos los que habían muerto y de ver una posibilidad real de derrotar a Somoza por otros medios, aliado de la burguesía, aliado de lo que fuera.
Humberto fue vivo. “Marraqueta”, así le decíamos a Humberto Ortega, fue tan inteligente que él no se dejó quitar la conducción, y Daniel aprendió de Humberto. Humberto estuvo solo. Y, ¿quiénes eran los colaboradores de Humberto Ortega? Herty Lewites, un pelón vivísimo, inteligentísimo. A mí me lo dijo la María Teresa Otero: –Miren, yo no he conocido a un hombre más persistente que ése, me llamaba todos los días a las ocho de la mañana. Los Otero Silva son archi-millonarios, con apartamentos en Nueva York, con un castillo en Italia, que lo saca García Márquez en un cuento, platales pues. Entonces dice ella: –Qué hombre más persistente para hacer relaciones y después pedir. Al comienzo era pura amistad, y contarle cuentos y hablar de Nicaragua, hablar locuras… Era chistoso el jodido.
A mí me dejaron ese contacto y yo la veía en El Ateneo de Caracas. Mirá cómo se conseguían reales. Me contaba Herty Lewites, que una vez hicieron una reunión donde estaba Alejandro Ruiz. –Mirá, Alejandro, no tenemos reales, necesitamos que nos apoyés, y para eso hemos decidido hacer una colecta. Hacen un plan entre ellos. En la rueda estaba Sergio Ramírez, y dice: –Yo no tengo reales ahorita, pero tomen la llave de mi carro, vale veinte mil dólares. Después Carlos Coronel: –Bueno, yo tengo unos ahorros, les voy a dar diez mil dólares, aquí están, tomá. Y van dando la vuelta, la vuelta hasta que llegan donde Urcuyo, que es el único que va a dar de verdad5. Bueno –dice, y empieza a regatear, pero al fin dice: –Miren, pero por ser ustedes les vamos a dar cincuenta mil dólares. Todo lo demás era pura pluma, la carne la tenía el Urcuyo. Lo que te quiero decir es que eran truqueros y bandidos entonces.
Herty Lewites era experto para sacar reales. Nos fuimos donde Rolando, el comerciante más grande que hay en Cartago, el apellido ahorita no me acuerdo. Necesitábamos comprar una bazuca, porque Figueres nos regaló ochenta fusiles y nos regaló noventa proyectiles 3.5 de la Segunda Guerra Mundial, pero no tenía bazuca. Entonces, necesitábamos diez mil dólares.
Todos le hablamos, que necesitamos plata, hombre, fijate que estamos en problemas, tenemos la munición, pero no tenemos el arma. – ¿Y cuánto vale eso? Decimos: –Diez mil dólares, como si pedíamos maní. Sentado en su escritorio, el hombre está duro. Entonces le dice Herty: – Mirá Rolando, ¡yo te me arrodillo, te beso los pies, pero danos los reales por favor! Y yo asustado porque, qué bandido este jodido, ¡es capaz de besarle las patas al hombre! Entonces aquel hombre, conmovido, dice: –Sí, hombre, se los voy a dar; vengan mañana por los diez mil dólares. Esas bandidencias y todas esas mañas, las aprendió Humberto Ortega con todo ese montón de bandidos que había allí.
Como te digo, ese es el Humberto que me encuentro cuando llego a Costa Rica, y después vamos al ataque de San Carlos.
Mónica: Contamos de eso.
José: Cuando el ataque a San Carlos, el plan era tomarse el poder, parece locura, pero ése era el plan. El plan era tomarse San Carlos; Daniel entraba por la frontera norte con Tirado López y “El Danto”, con un montón de gente muy buena; Edén Pastora se tomaba Cárdenas; Gaspar García Laviana y Silvio Casco se tomaban Rivas; Lenin y Jorge Sinforoso iban a Chinandega; y en Masaya era Israel Lewites con Álvaro Baltodano.
El ataque a San Carlos lo iba a dirigir Edén, pero lo termina dirigiendo Plutarco Hernández, que al final se corrió con Bosco Centeno. Vos sabés que la política son mentiras y verdades, fantasías y realidades revueltas. Todo eso te crea una idea y así unos van engañados y otros van viendo la realidad. Humberto estaba claro de lo que podía pasar, y a mí me rempujan a San Carlos, y yo voy como buen soldado.
Antes de salir, llegan Gladys Zalaquett, la esposa de Jaime Wheelock, y Manuel Morales “Pelota” a convencerme de que no fuera, porque eran putchistas esos que andan de locos, que la guerra no era así, que primero los trabajadores con los trabajadores vamos hasta el final. Yolanda Huembes, mi cuñada, era de ellos, y estaban organizando a los zapateros nicaragüenses en Costa Rica; eso era lo que estaban haciendo, y nosotros pensando en la guerra, y que cómo atacábamos los cuarteles.
En ese ataque participa gente poco conocida, porque todos eran nuevos. Fijate que el único que había estado en misiones de guerra era yo, después nadie. Y mi experiencia había sido más bien contra Jueces de Mesta, porque ahí en la montaña, el que hizo una buena emboscada contra la Guardia fue Tirado López, en Kuskawás. Pero inexpertos y todo, la gente que ataca San Carlos era buena, eran campesinos valientes. Sólo de Solentiname llegaron como nueve o diez.
Salgo herido y además nos matan al “Chato” Medrano. Yo le decía: –No hagás eso, “Chato”, estás loco, estás cometiendo un grave error, te metés y no podés salir; si te metés, metete debajo de una piedra y desde allí les comenzás a disparar de cerca, pero no podés estarte metiendo y saliendo. –No, así es como yo peleo. En una de las entradas y salidas, le dieron un balazo en el muslo, todo el hueso se le desbarató, se le veía el hueso y le agarra la femoral… ¡Y te fuiste! Allí pidió que le pegaran un balazo, y a Julio Ramón le dio lástima, no lo mató. Ahí lo hallaron debajo de una casa, pues, todavía se arrastró.
Nunca se rindieron los guardias jodidos, y eso que les tiramos de todo, les tiramos bombas de mostaza y se cagaron todos; a mí me lo contó José Antonio Robleto Siles, que aquello era una cosa nauseabunda6.
Dieciséis muertos hubo y muere el jefe Político, quien era un Fonseca, hermano de Miriam Fonseca y Gloria Fonseca, la esposa de Wilfredo Navarro. Eran puros somocistas. Nos volamos a un Delgadillo, que era teniente coronel. A ése lo mata Richard Lugo, y después, todo el resto de guardias mueren dentro del cuartel.
A mí me pegan el balazo a las seis y cuarto; ya es de día y no había lanchas. Nosotros teníamos que salir con el montón de gente y con las armas que habíamos capturado en el cuartel. Me saca “Chop Chop” Antenor Ferrey en una lancha. Del miedo sólo encendió un motor, y en vez de apagarlo y volver a encender, para que encendieran los dos, se fue sólo con un motor. Hubiéramos salido balazo. Veníamos lento, con los aviones arriba, y yo desangrándome. Me puse un torniquete fuerte, me lo iba ajustando, llegué bien y me salvé.
Los pobres de Solentiname salen por tierra, por aquellos fangales que le llaman ahora la Reserva de Los Guatuzos. En esos lodazales quedaron, y como a los tres días sin dormir, estaban ya delirando. Ellos lo cuentan y te cagás de la risa oyéndolos. El hermano menor de los Guevara veía una pistolita chiquita, así, colgada en el aire. Andaban alucinando y no sabían para dónde iban. Las mujeres ya habían perdido el pudor y se orinaban paradas, venían locas. El único que iba normal era Julio Ramón, el más viejo, el más fuerte de todos, el único que iba normal, todos iban locos, todos los Guevara veían guardias por todos lados.
Iban Alejandro, Nubia, Gloria, Julio Ramón y el menor, estamos hablando como de seis, siete personas. Uno de los que iban ahí, en la desesperación se pegó un balazo, se suicidó, uno de apellido González.
Fue una cosa trágica. Lo horrible que es no dormir y querer dormir y no poder dormir, porque no te dejan el zancudero, los animales y el miedo a la Guardia.
Comentario de la autora: El ataque al Cuartel San Carlos estaba bajo la responsabilidad de Plutarco Hernández. Se involucraron unos treinta compañeros, la mayoría de ellos había recibido unos días antes los elementos básicos de manejo de armas. Se concentraron en la hacienda La Loma y se acercaron en un vehículo en la madrugada del 13 de octubre.
Eran tres unidades: Unidad Norte, donde estaban Bosco Centeno, Elvis Chavarría, Nubia Arcia, los hermanos Iván, Donald y Gloria Guevara. Esta unidad dispararía al Cuartel por un costado. La Unidad Principal, al este, encargada del asalto al cuartel, al mando de José Valdivia “Marvin” y “El Chato” Medrano, como segundo. Participan de este grupo los hermanos Alejandro, Julio, Ramón y Miriam Guevara, Laureano Mairena, Felipe Peña, Álvaro Ferrey y Emiliano Torres. La Escuadra Sur, al mando de Richard Lugo y William Ferrey, realizaría acciones de aniquilamiento de guardias fuera del Comando. El grupo del sur aniquiló al sub-comandante Delgadillo y al jefe político de San Carlos, de apellido Fonseca, y a otros guardias que estaban fuera del Comando. Esta escuadra se retiró por su cuenta.
El ataque al cuartel fue exitoso, pero la unidad central no pudo culminar el asalto en donde fue herido mortalmente “El Chato” Medrano. José Valdivia “Marvin”, era el segundo de la operación general, y también salió herido, replegándose de inmediato a Costa Rica en una panga conducida por Antenor Ferrey “Chop Chop”, conocedor del lugar. Plutarco Hernández también se retiró, pero sin avisar, supuestamente buscando una panga para sacar al “Chato” Medrano, y se llevó a Bosco Centeno de la Unidad Norte, dejando abandonado al resto de esa unidad y de la Unidad central, pues no dio orden de retirada al resto de noveles combatientes.
Se había afirmado que el ataque era parte de un plan de toma del poder, y no existía plan ni voz de retirada. Esto provocó una retirada desordenada de los que quedaron, y vieron que estaban sin jefatura. En esta retirada fueron capturados Elvis Chavarría y Donald Guevara, y nunca más se supo de ellos. El último grupo en retirarse estaba conformado por Felipe Peña7 y Roberto Pichardo. Éste cae heroicamente, mientras capturan a Felipe Peña. Laureano Mairena8 y Emiliano Torres salen por el sector de la pista de aterrizaje; y otro grupo, donde se concentran los campesinos de Solentiname, cruza el Río San Juan en cayucos y caen a los suampos, teniendo que hacer una terrible travesía de varios días en la cual “El Chacal” se suicida. (Agudelo, William: El Asalto a San Carlos).
José: El plan era llegar hasta Managua. Después pasa octubre y quedamos encachimbados todos, porque nos habían hecho creer que veníamos hasta Managua.
Los otros grupos no sabían el día y la hora del ataque. El hombre que vino con la información se cagó, se regresó para Costa Rica y no dijo nada, tuvo miedo. Era un tico miembro del Partido Comunista; era camionero, él entraba y salía. Se le mandó especialmente y tal vez no los encontró, o tuvo mucho miedo; pero la cosa es que llega allá y dice que sí, que les había dicho, y no les había dicho nada9.
La simultaneidad era importante. El ataque a Masaya se hace después, y fue lo peor que nos pasó. Porque en San Carlos por lo menos tuvimos heridos, tuvimos muertos, pero tuvieron más muertos ellos y tuvo un impacto increíble en La Prensa. Los ticos nos empezaron a apreciar, fue un cambio completo, y también fue una manera de oxigenar a la guerrilla que estaba en la montaña y levantarle la moral a la gente, porque aquí la gente estaba decepcionada y no hallaba qué hacer.
Esa fue una cosa totalmente sorpresiva y exitosa; lo que pasa es que nosotros no lo entendimos en el momento, porque vimos que habíamos tenido muertos. Por esa razón se realiza una reunión; yo todavía estaba en el hospital y le empiezan a volar pija a Humberto Ortega. Toda la mierda la habían hecho mal, que a Israel lo matan, que no hubo coordinación, que no hubo esto, que no hubo el otro, bam, bam, bam. Entonces Humberto, con sus salidas que tiene, dice: –Antes estábamos aquí, que era San José, y ahora estamos aquí, que es la frontera, ¿de qué se quejan?
Tuvimos problemas de comunicación. Se perdió el contacto con Daniel porque usábamos radios de onda corta. Todo eso se junta. A la hora llegada, el Grupo de los Doce viene para acá, se les descomponen los jeep que los trasladaban, y don Emilio Baltodano, don Joaquín Cuadra y Sergio Ramírez, tuvieron que empujar un vehículo para ver si en una bajada encendía. En eso estaban cuando les dicen: – ¡Devuélvanse, que la chochada fracasó!
Mónica: A Edén le correspondía tomar Cárdenas, ¿lo logra?
José: ¡Claro! ¡Si sólo había dos guardias!10 Pero mirá lo que pasó. Cuando Somoza ataca a Charpentier, el Ministro de Seguridad tico, en el Río Frío, donde iba un cachimbo de periodistas, ése fue el momento en el que se define la guerra. Todo Costa Rica cambia. Antes nos veían como terroristas por la acción de Humberto donde matan a un guardia tico11. Ahí la opinión cambia completamente, y se vuelven amigos, aliados de nosotros.
Mónica: Efectivamente, con este ataque se voltea totalmente la conducta oficial tica, que hasta ese momento había sido hostil con el sandinismo, se produce un quiebre histórico. En febrero de 1978, el Frente Sur ataca Peñas Blancas y Rivas, ¿tuviste algo que ver en esa parte?
José: Sí, yo la organicé. Conseguimos una casa en playa Los Cocos, que en ese tiempo no existía, era una playa abandonada. Allí conseguimos una casa donde metimos a la gente. Como yo estaba mal de uno de los brazos, me pusieron a que coordinara, pero el jefe era Plutarco Hernández, el mismo que se había corrido en San Carlos. Humberto era bandido, él mandaba a Plutarco Hernández a esas operaciones porque se quería deshacer de él. Cuando Laureano Mairena y todos ellos le dicen a Humberto: –A ese hijueputa hay que matarlo porque es un cobarde que nos dejó botados a todos. Entonces él da una explicación: –Miren, él es tico; si lo matamos, nos corren mañana mismo; así que déjenlo tranquilo. Sabía, era muy vivo, rápido te daba las respuestas, las razones.
Entonces Plutarco estaba allí, era una casa con corredores, como las de aquí, campesinas, estaba sentado afuera. Es que estoy vigilando –me dice– porque yo tengo acento tico. Era irresponsable, porque lo podían reconocer, pues era el que más había salido en los periódicos.
De repente llega un mensaje del Frente Interno diciendo que no había condiciones para un ataque en febrero. Pero ya había pasado la muerte de Pedro Joaquín Chamorro y nosotros pensábamos que teníamos que capitalizar la arrechura. La gente aquí en Managua se levanta y hace barbaridades en las calles y le pega fuego a Plasmaféresis. Entonces queremos que también el Frente Sandinista actúe.
Plutarco se aparece con un yeso puesto, dice que se había quebrado la mano y con un papel en la otra mano me dice: –Ve, el Frente Interno no va a entrar. Enseñámelo –le digo. Lo leo, y le digo: –Dejámelo. Él no quería ir. Entonces, me dice: –Yo no puedo entrar porque tengo la mano quebrada. Bueno –le digo, pero no le digás nada a nadie, quedate callado, yo voy a ver qué es lo que voy a hacer. Me voy en carrera a buscar un teléfono, y le informo todo a Humberto. Mirá –me dice– ustedes sigan adelante, que el ataque a Rivas va. No le hagan caso a Plutarco, lo vamos a mandar a traer.
Ahí Plutarco desapareció, no se volvió a meter en nada; y el ataque a Rivas lo dirigieron Edén Pastora y el Padre Gaspar García Laviana. Fue exitoso. Estaba aquel coronel que era chinandegano, le cayó un cohete en las patas, nada más que era de prueba12. Los otros que eran legítimos, estallaban y reventaban en las gruesas paredes, no las atravesaban. Pero que se llegó a Rivas y se atacó el cuartel, se atacó. Ahí se nos quedaron perdidos como ocho jodidos que después salieron por montes. En el ataque cayó “Chico”, “Pancho” Francisco Gutiérrez, de Carazo.
En la toma de Rivas participaron unos treinta combatientes. Después se pasó por La Virgen, donde Gaspar García Laviana fue reconocido por gente del lugar, y así empezó a conocerse masivamente de su participación en el Frente Sandinista.
Mónica: Según las cronologías del IES, también cayó Humberto Cruz Guevara, en el ataque a Peñas Blancas.
José: Humberto Cruz era un guardia de Wiwilí que yo recluté; llegó a Costa Rica, y yo lo recogí.
En septiembre de 1978 son los ataques a Estelí, y nosotros atacamos Peñas Blancas. Allí es donde veo a Daniel por primera vez en el Sur. Estaban “El Danto”, Adán Luis Talavera, Álvaro Diroy Méndez “Ezequiel”, Oscar Benavides, Víctor Tirado. Edén Pastora y yo nos metemos para atacar Rivas. Vieras qué cosa más espantosa, porque “Ezequiel” se perdió; pasamos caminando todo el día y nos tocó dormir en un lugar que se llama Sota Caballo, en el lodo. Si no querías enlodarte tenías que dormir parado, porque llegamos a una finca donde había cuatro bancas y éramos como ochenta hombres.
Decidimos regresarnos. Quisimos dejar a Oscar Benavides en ese lugar, pero ahí nomás les cayó la Guardia con rocket y morteros. Al regresarnos, atacamos Peñas Blancas13. Ese ataque fue largo, duró como seis horas. En uno de estos ataques a Peñas Blancas participó Norita Astorga. Ella sale en una filmación que hicieron los periodistas en esa fecha.
Entonces se forma el Estado Mayor del Frente Sur, y me nombran jefe del Estado Mayor. Estaban Benedicto Meneses, Álvaro Ferrey. De repente teníamos trescientos, quinientos, seiscientos hombres en distintas fincas, cien en cada finca, y voy pasando yo, ando como haciendo una revisión, y me llama alguien, y me dice: –“Silvestre”. Y lo quedo viendo, digo yo, ¿y quién es? ¡Iván Montenegro! Flaco, flaco, flaco14.
En un charral me lo encontré. –Y no jodás, ¿vos sos Iván? Lo habían mandado de Panamá, porque cuando estaban en la cárcel, ellos se identificaron con el Tercerismo; entonces les declararon la ley del hielo. Cuando llegaron a Panamá, se fueron a Costa Rica, pero ni siquiera mandaron a decir quiénes eran. Ellos llegaron con seudónimos pues, sin decir éste es Iván, éste otro es fulano, sin diferenciarlos del resto de la gente.
Como yo los conozco, y claro, le tenía un gran cariño a Iván Montenegro, lo conocí en León, y sea como sea, era suplente de la Dirección Nacional. Entonces me lo llevo, y me dice: –Yo ando con Javier Pichardo. – ¿Y quién es Javier Pichardo? Un compañero bueno –me dice, fue catedrático de la universidad. Los dos ellos se volaron dos años presos. Entonces me los llevo al Estado Mayor, los presento y les doy un currículo más o menos de lo que yo sabía de ellos, y los reciben con gran cariño.
Mónica: En ese momento, ¿quiénes conformaban el Estado Mayor?
José: Del Frente Sur eran Edén Pastora y Gaspar García Laviana…
Mónica: El 23 de noviembre, el Frente Sur realiza los ataques a los Cuarteles de la GN de Pueblo Nuevo y Valle Guadalupe. El 8 de diciembre una columna del Frente Sur se toma la Hacienda Los Sábalos, propiedad de Liliam Somoza; el 11 de diciembre muere Gaspar García Laviana en la región de Punta Orosí; caen también Luis Arroyo y Ricardo Cárdenas. ¿Sabés de esas muertes, tuviste alguna información?
José: Gaspar cae en un movimiento de su columna guerrillera. Ahí iba Javier Pichardo, pero éste se había quedado a un lado, cuando de repente se toparon con la Guardia. Fue un choque de sorpresa, imprevisto. En cuanto se vieron, se tiraron al suelo. Gaspar quedó mal colocado, seguramente sacó mucho la cabeza, porque le dieron un balazo en la quijada. Ahí logran escapar vivos, pues estaban a la par de Gaspar, Alejandro Guevara y Abraham Rojas. Este último había sido de la Guardia, y ahora trabaja de chofer en la Corte Suprema de Justicia.
Un panameño que iba allí, comentó que la unidad de la EEBI con la que se toparon estaba conformada por chavalos muy ágiles, que rápidamente se tendieron y tomaron posiciones. Gaspar era un compañero muy valiente y arrojado en la lucha.
Breve biografía de Gaspar García, el cura sandinista:
Gaspar García Laviana nace en 1941 en Les Roces, Pueblito de Asturias. Estudia Bachillerato en Valladolid; Filosofía y Teología en Logroño, donde se ordena sacerdote en la orden del Sagrado Corazón. Posteriormente se traslada a Madrid donde termina un cursillo de Sociología, y siendo sacerdote de la parroquia de San Federico, trabaja como obrero en una carpintería del barrio. Mientras estaba en Madrid, realiza trabajo de organización de jóvenes, mostrando sensibilidad frente a los problemas sociales.
En 1969 viaja a Nicaragua para trabajar como misionero en Tola, entrando en contacto con los campesinos de las comunidades y conociendo directamente los problemas de exclusión social de las mayorías en nuestro país. En muchas ocasiones se expresó públicamente sobre esta situación y en particular mostró indignación frente a la represión que sufría el pueblo por parte del somocismo.
Su denuncia de la situación de los marginados nicaragüenses está recogida en poemas publicados en 1979 con el título Las Canciones de Amor y Guerra, siendo éste el primer libro publicado por el Ministerio de Cultura del recién estrenado gobierno sandinista.
Desde 1976, García Laviana, empezó a colaborar con el FSLN haciendo labores de correo y transporte de guerrilleros clandestinos. Pero su tarea principal seguía siendo el trabajo de concientización a los campesinos, muchos de los cuales se comprometieron luego en la lucha por la liberación de Nicaragua. Para entonces, cientos de cristianos y una docena de sacerdotes nicaragüenses, abrazando la Teología de la Liberación, ya estaban totalmente comprometidos en la lucha armada, al comprender que no había otra manera de acabar con un régimen injusto y criminal que oprimía en especial a los más pobres.
En 1977 forma parte de la estructura de trabajo de la Tendencia Tercerista en Rivas, con Silvio Casco, Carlos Brenes, Edgard Guerrero y otros. (Ortega, Humberto: pp. 323).
Debido a que para entonces García Laviana recibía amenazas telefónicas y era seguido por agentes de Somoza para comprobar sus actividades, tiene que pasar a la clandestinidad a mediados de ese año.
En octubre de 1977 forma parte de la columna que ataca Cárdenas, bajo la dirección de Edén Pastora, y posteriormente participa en otros operativos, incluyendo la incursión a La Virgen, donde es reconocido por gente del pueblo.
El lugar exacto donde es asesinado, después de ser herido en combate en la Hacienda El Disparate, es en el sitio llamado El Infierno, al este del Río Mena, buscando el Lago Cocibolca, al norte de la Hacienda Santa Helena, municipio de Cárdenas. Tenía entonces 37 años y era miembro del Estado Mayor del Frente Sur Benjamín Zeledón15.
José: Mirá, hubo montones de ataques en el Frente Sur. No me gusta hablar en primera persona, pero yo los organicé todos.
Edén Pastora planteaba que había que poner matoneros. Matoneros significa un hombre detrás de un matón, con un saco con pinol y azúcar y con agua, y que estuvieran matando guardias. Si matan un guardia diario –decía– son trescientos sesenta y cinco guardias al año, y rumrumrum te hacía una historia de que matábamos miles de guardias al año.
Yo planteé que formáramos grupos por zonas. Me quedo en la Base Once, pegada a Peñas Blancas, la Diez era de Peñas Blancas al Pacífico, después la Doce quedaba más hacia el este, la Base Trece quedaba casi pegada a Colón.
Entonces en la Base Once, con Hugo Spadáfora y Álvaro Ferrey “La Rebusca”, desde un lugar que le dicen El Valle, les pusimos morteros y una ametralladora desde una posición ventajosa. Había una loma que parecía la cabeza de un caballo, y desde ahí se veía bien Peñas Blancas. Pero, para que te tiraran a vos, era bien difícil que pasara el tiro por ese ángulo, como que le pasaba a la orilla a la cabeza del caballo. Entonces, estuvimos como once días. Paramos Peñas Blancas una semana, sólo con morteros de 70 milímetros.
Mónica: Esos ataques obligaron al cierre de la frontera de Peñas Blancas durante una semana del 22 de diciembre de 1978.
José: Les disparábamos sólo con morteros de 70 milímetros y la Guardia nos atacó y los rechazamos. Llegó la Organización de Estados Americanos y nos hicimos al lado de Nicaragua, y de este lado, los hostigamos, para que vieran los de la OEA que era del lado de Nicaragua que estábamos peleando. La cosa es que Somoza amenazó con invadir Costa Rica.
Entonces una noche, Edén Pastora y Eddy Espinales, que era el mejor colaborador que teníamos allí en Liberia, llegaron y nos dijeron seriamente: –Mirá, Valdivia, tenemos órdenes de quitar esta base de aquí. Somoza ha amenazado con invadir Costa Rica, si no paramos esto. Cuando vos pasás por Peñas Blancas, hacia la izquierda queda un cerro, seguro que está igual porque los ticos cuidan sus bosques, allí estábamos metidos nosotros, ciento y pico de hombres.
Mónica: Para la ofensiva de junio de 1979, ¿cuál fue el papel asignado al Frente Sur en el plan general de la insurrección? ¿Qué movimientos hicieron?
José: Nosotros teníamos las bases en Costa Rica, el Gobierno lo permitía; pero llegó un punto en que nos dijeron: –Ésta es la última vez. Edén dice que él fue quien organizó el plan de ataque, la ofensiva final. Eso no es cierto, fui yo, y te lo puede confirmar Jaime Wheelock.
Mirá, cuando llegamos al 79, ¿sabés lo que Edén quería, cuál era su idea, su plan? Que formáramos grupos de cincuenta hombres y que nos metiéramos. Después le dijo Pichardo: –No me jodás, si nos hemos metido así, de grupo en grupo, nos matan a todos. Teníamos a Pablo Emilio Salazar y a la EEBI en frente, bien equipada, bien armada, y además, eran asesinos. Entonces me llaman de San José y me reúno con la Dirección Nacional; estaban Daniel, Wheelock, Humberto y me dicen: – ¿Qué planteás, qué podemos hacer?
Edén tiene mucha más riqueza de pensamientos, porque el jodido estaba directamente trabajando con ellos; a mí me llamaban sólo de vez en cuando. Edén entonces tiene además una visión más integral, más completa de cómo andaban las cosas. Por ejemplo, está informado de los golpes que nos habían dado, golpes duros, nos hacen mierda la columna de Jacinto Hernández, ahí perdimos a cien hombres; nos matan a la gente de Veracruz y el Estado Mayor Interno se queda casi sólo con Joaquín y con la Dora. Nos matan al “Danto” en Jinotega.
Pero lo que se necesitaba era la insurrección en las ciudades. ¿Qué podemos hacer? Bueno –les digo– yo tengo un plan. De El Naranjo para adelante, nosotros metemos trescientos hombres y nos tomamos las alturas, las posiciones ventajosas, y desde allí nos sostenemos hasta que la ciudad se levante. Además de eso, vamos a meter ciento veinte hombres bien armados, con bastantes municiones, para que ataquen Rivas, eso lo va a hacer “Ezequiel”. Y así como te lo estoy diciendo, así se hizo.
¿Qué pasó? La primera columna que va entrando viene al mando de Mario Avilés, que ese se ha desaparecido, se raja y entra la tropa sola. Despuesito del triunfo, él se dedicó a pastor evangélico.
Entonces Pichardo agarra el mando y es él quien comienza a avanzar con las tropas; evaden El Naranjo y se lo dejan a otro grupo que viene atrás. Venía “El Chaparro” Emiliano, cuñado de Edén, con un FAL mira telescópica, y los agarró pim pim pim, y se los voló a casi todos los guardias, cuando iban desparramándose, retrocediendo. Eso es lo que hace la Guardia cuando se da cuenta que no éramos pocos los que veníamos entrando. De esa manera, nuestras fuerzas avanzan hasta El Ostional.
Todavía no nos había venido el armamento de Cuba, estábamos peleando con fusiles FAL, algunas ametralladoras 50 y 30, y sólo teníamos un mortero de 82 milímetros. Así es como nosotros entramos y nos mantenemos desde el 28 de mayo hasta el 9 de junio. Nuestra misión es empantanar a la Guardia y dar lugar a que los otros frentes se levanten. Ya Managua en esos días se levanta.
Mónica: También León, Estelí, Matagalpa y Chinandega, con los reveses que tiene, Masaya, Diriamba, Managua, las fuerzas militares entran y los milicianos y las estructuras políticas levantan a la gente a cooperar.
José: Yo estoy en el Frente Sur. Edén se movía por todos lados porque en México, Venezuela, Panamá, adoraban a Edén, lo querían para presidente de Nicaragua, y sólo a él lo llamaban. Carlos Andrés Pérez, Torrijos, todos eran con Edén, honestamente te lo digo, ahí no era la Dirección del Frente, era Edén.
Mientras Edén anda en esos viajes, a mí me toca esta parte de la historia, ese avance hasta El Ostional, y ahí nos paramos: sin armas pesadas, puros fusiles FAL, pero eso sí, millones de tiros. Nosotros entramos el 28 de mayo y salimos el 9 de junio, perdimos un cachimbo de gente. Allí murió mi hermano Félix Valdivia. En El Ostional nos paramos haciendo las trincheras y la Guardia volándonos reata. Hacemos guerra de posiciones.
¿Qué es lo que pasa? La Guardia cree que nosotros somos pendejos, que los que vienen allí son chavalitos babosos. ¡No! Los que llevábamos tenían un fogueo de años, y nombrábamos a los mejores como jefes. No íbamos escogiendo gente de dedo; los mejores, ésos iban de jefes.
Comentario de la autora: Según las cronologías del IES:
El 22 de noviembre de 1978 la Guardia Nacional de Nicaragua mata a dos guardias civiles ticos y captura a dos más. Costa Rica pide ayuda militar a Venezuela y Panamá y rompe relaciones con Nicaragua.
Entre el 16 y 17 de diciembre de 1978 se produce un combate cerca del Río El Naranjo, por la población de Los Mojones, donde caen nicaragüenses y algunos internacionalistas: José Francisco Gaitán Muñoz, Ramón Escoto Escobar, Ildefonso Montoya, Roberto Lara Pineda, Oriel Sánchez y Danilo Ponce Zavala.
El 27 de diciembre el gobierno de Costa Rica pide a la OEA la aplicación del TIAR, Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, ante una posible invasión de la Guardia somocista.
El 10 de enero 1979, una unidad guerrillera se posicionó del territorio de la Finca El Disparate, en el municipio de Cárdenas, para recuperar el cadáver de Gaspar García Laviana “Martín”.
El 13 de enero la Escuadra Ramón Raudales realiza hostigamiento al Comando de Cárdenas, y logra averiar un avión Push and Pull. El 14 de enero se da otro ataque a Peñas Blancas.
El 16 de enero de 1979 la escuadra al mando de Santiago Morales, fue aniquilada en una operación sorpresa de la Guardia, que penetró a rastras al campamento, descuartizando a todos los combatientes a punta de cuchillo. En las cronologías del IES se recoge el nombre de Carlos Romero Vega.
El 8 de febrero muere valientemente Pedro José “Peché” Chamorro Argüello, mientras instalaba minas vietnamitas. La unidad de la Guardia que llegó al lugar sufrió estragos al estallar el campo minado.
Se da un proceso de reconcentración de fuerzas del Frente Sur, se realiza una actividad febril de reorganización de las unidades para la ofensiva final, estimada para principios de junio. El Estado Mayor de la ofensiva final para entonces está integrado por: Edén Pastora, José Valdivia, Richard Lugo, Álvaro Ferrey Pernudi, Javier Pichardo y Sebastián Escobar.
A la columna Francisco Gutiérrez, dirigida por Álvaro Diroy Méndez, le corresponde penetrar hasta Rivas y emboscarse en las carreteras.
El día 27 de mayo empiezan a avanzar unos trescientos combatientes, hombres y mujeres valientes, por la franja que queda entre las colinas y la playa, hacia El Naranjo y El Ostional, donde conforme los planes, se detienen y se atrincheran.
Van organizados en columnas, siendo la primera, la que dirige Javier Pichardo “Emilio”. Combaten fieramente contra la Guardia, que utiliza artillería montada en barcos de Mamenic Line y patrulleras. Desde la Bahía de Salinas les disparan obuses de 150 milímetros. (Crónicas inéditas de El Cóndor Legendario: pp. 211).
Les lanzan rockets desde aviones Push and Pull y también ametrallan y dejan caer bombas de 500 libras desde aviones T-33 y DC 47. La Guardia tiene baterías de 75, 81, 105 y 120 milímetros, y la poderosa Yarara III, que es una lanzadera múltiple de cohetes, con los que causan grandes daños a los guerrilleros, pero la heroicidad de éstos los hace mantenerse en sus posiciones.
Los combatientes se apoderan de distintas colinas y entre ellos se destacan:
Columna Eduardo Contreras que dirige Javier Pichardo en la colina 155, en El Ostional, que resiste más de veintisiete ataques de infantería en los trece días de resistencia. Tiene como segundo al mando a Carlos Duarte “Jerónimo”.
Columna Ricardo Talavera que dirige Álvaro Ferrey “Andrés Rebusca”, combate en El Naranjo.
Se destacan en los fieros combates y así son reconocidos: Laureano Mairena, Carlos Duarte “Jerónimo”, Orient Bolívar Juárez “Baltasar”, Alejandro Guevara “Fernando”, Vladimir Andino “Lenin”, Ricardo Vargas “Róger”, Orlando Aguilera “Benito”. Todos ellos son puestos al mando de columnas para la siguiente fase de la guerra, que comienza el 15 de junio y que concluye con la victoria. (Datos de los mandos, obtenidos en conversación con Carlos Duarte “Jerónimo”, octubre de 2009).
Mientras, inicia la insurrección en Chinandega, León, Estelí, Matagalpa, Masaya, el 4 de junio “Ezequiel” combate a escasos metros del Comando de Rivas. Se insurreccionan en Managua los barrios occidentales, y el 10 de junio los barrios orientales, con presencia del Estado Mayor de Managua.
El 9 de junio se realiza la retirada en la que se producen violentos combates y los sandinistas sufren importantes bajas, debido a la desproporción en la calidad del armamento. En toda la operación, se estima que hubo cientos de bajas de la Guardia, pero también de los guerrilleros, quienes han cumplido exitosamente su misión de atraer fuerzas del enemigo, mientras se abren los fuegos en los otros frentes de combate.
José: El 9 de junio estamos de vuelta en Costa Rica, pero esos días de resistencia permiten que la Guardia se debilite en el resto del país. Entonces “El Zorro” en Estelí aprovecha para volver a atacar, y ya León se levanta, igual aquí en Managua, Masaya con Monimbó que se mantuvo alzado todo el tiempo; entonces ya la Guardia tiene que dispersarse completamente por todos lados, porque está pegada en el Sur. La táctica de ellos era agarrar a la EEBI y trasladarla de un lado para otro, aplastar aquí, aplastar allá, con todos los medios; pero cuando queda pegada allí, se les complica todo.
Mónica: Cuando ustedes entran hasta El Ostional, “Ezequiel” logra entrar parcialmente a Rivas. Se produce también la toma de otros pueblos. Belén es tomado el 13 de junio, por ejemplo.
José: Él ataca Rivas y se repliega hacia el lado de Tola, y allí se mantiene, emboscando, atacando, y nosotros por avión le tirábamos municiones. Ya en ese tiempo había un tren de avituallamiento por aviones.
Mirá, nosotros nos salimos en retirada para Costa Rica, para Puerto Soley, que queda de La Cruz para abajo; allí descansó la gente, se quitaron los zapatos, llevaban todos los pies rajados, las manos rajadas, porque fue una llovedera tan terrible, que las aguas se nos llevaban los cables de radio; de las grandes correntadas que hubo, casi se nos llevan los vehículos. Ahí nomasito hizo el sol. Todo mundo se quitó las botas.
Me mandan a llamar. Nos vemos en la Hacienda El Hacha, que era ganadera, la manejaba un italiano de apellido Ceferelli. ¡Y voy viendo aquello! Cañones de 75 milímetros, los cañones chinos, ametralladoras, fusiles, bazucas. ¡Lo que quisieras! Entonces dije yo: – ¡Esto se acabó!, ¡ya ganamos! Entonces organizamos el ataque a Peñas Blancas, y a los cuatro días la estábamos atacando.
Mónica: ¡Eran las armas que mandaba Fidel!
José: Exactamente, sí, las armas que mandó Fidel Castro, en aviones. Entonces cuando yo vi eso, ¡no! ¡La Guardia no aguanta ni la arrancada! Y ahí también viene la brigada chilena, que son sesenta hombres, creo; entre ellos, diez médicos.
Texto de Fidel Castro, tomado del libro La Paz en Colombia:
Una brigada de apoyo fue organizada rápidamente con revolucionarios nicaragüenses, salvadoreños, hondureños, guatemaltecos y uruguayos que se entrenaban entonces en Cuba, y 51 oficiales del Partido Comunista de Chile, 20 del Partido Socialista de ese país y ocho del Partido Comunista Uruguayo, formado durante años en nuestras academias militares, que fueron integrados a esa fuerza con autorización previa de sus respectivas organizaciones políticas.
Diez médicas y dos médicos chilenos, militares todos, formados igualmente en Cuba, fueron enviados al Frente Sur para atender a los heridos de guerra.
Los Sandinista habían promovido un levantamiento en el sur de su país, próximo a la frontera de Costa Rica. Después de más de diez días de combate, se habían replegado hacia territorio tico. Por diversas vías legales se movieron los hombres que fueron en su apoyo.
En un viejo cuatrimotor DC-6 que podía cargar 14 toneladas, se enviaron las armas pertinentes, que eran desembarcadas en el aeropuerto de Liberia, a pocos kilómetros de la frontera con Nicaragua. Se portaron valientes las autoridades de Costa Rica que suscribieron el acuerdo. Las armas asignadas a los nicaragüenses iban para el Frente Sur y otros puntos en rebeldía.
En uno de esos vuelos viajó el Teniente Coronel de Tropas Especiales Alejandro Ronda Marrero, entonces jefe de operaciones de esa importante Unidad, como asesor del Frente Sur. (Pp. 128-129).
José: Mandamos a las tropas adelante, a los mejores hombres, en pelotones con sus buenos jefes. Me acuerdo de uno de ellos que llegó a ser el segundo de la Policía, Orlando Aguilera, y eran hombrones que cargaban fácil una ametralladora cincuenta16. Se seleccionaron los mejores, para las distintas misiones. Recuerdo a Carlos Duarte y otros compañeros. Detrás, la artillería debía ablandar a la Guardia. Los chilenos recién llegados eran los artilleros y, en un primer momento, estaban tirando muy cerca de la infantería y casi nos matan a alguna gente.
Comentario de la autora: Carlos Duarte Tablada es hijo de uno de los opositores a Somoza que participó en los sucesos de abril de 1954; por esta razón tuvieron que emigrar cuando Carlos apenas tenía 12 años. Desde muy joven empezó a colaborar con el FSLN. Estuvo un tiempo detenido en Honduras y de ahí lo deportaron a Venezuela. Se integra como combatiente del Frente Sur en 1978 y participa en los combates de El Disparate, El Balsamito, Orosí y la colina 155. Después de la retirada estratégica, fue jefe de columna y le correspondió dirigir la toma de Peñas Blancas y el control de los territorios ocupados de La Calera, Sapoá y Sotacaballos.
José: Laureano Mairena iba adelante con un RPG-2 y se vuela un camión. De eso salió una foto de un guardia inflado que le dio la vuelta al mundo. ¡Empieza un cachimbeo de guerra de posiciones brutal! ¡Nos tiraron con todo!, pero ya estábamos mejor armados. A Pichardo le cayó una bomba de quinientas libras y el bombazo le pasó raspando el pelo porque él estaba abajo. A un asesor cubano que llevaban, le arrancó todo el pellejo17.
Nosotros ya venimos con armamento salvaje, pero ellos tienen tres piezas de artillería, cañón, obuses 105 milímetros, que eran caballos. Nosotros sólo oíamos pum y ahí nomás estaba el vergazo. Nos mató un montón de gente. También usaron aviones. ¡Se arma pues!, y los periodistas de todo el mundo pasando noticias, y entonces todo eso ya te da otra dimensión.
Fidel:
El Frente Sur, con la mitad aproximadamente de los soldados élites de la Guardia Nacional, sumaba alrededor de 400 hombres. Se enfrentaban, además, a dos aviones T-33 a reacción, que lanzaban sus cohetes y disparaban con sus ametralladoras de proa, aviones de ataque Push and Pull, C-47 y helicópteros que ametrallaban y lanzaban bombas de hasta 500 libras sobre las posiciones de ese Frente, cuyos hombres disparaban sus armas automáticas para impedir que la aviación enemiga intentara volar a baja altura buscando precisión.
Las fuerzas revolucionarias disponían, por su parte, de fusiles automáticos FAL, decenas de ametralladoras MAG del mismo calibre, ametralladoras pesadas calibre 50, usadas también como antiaéreas, bazucas RPG-2, cañones sin retroceso de 75 milímetros y morteros de calibre 82 y 120, respectivamente. Recuerdo que en el viejo DC-6 podían cargarse 5 morteros de este último calibre, con 100 proyectiles cada uno. En general, los soldados y los oficiales, formados en nuestras academias militares, estaban especialmente preparados en el empleo de esas armas. (Ídem).
Sergio Rodríguez Gelfenstein, venezolano incorporado en esta ofensiva, en un artículo escrito en julio de 2009, relata:
La ofensiva se profundizó hasta que el enemigo se atrincheró en una línea al norte del Río Ostayo a unos 8 kilómetros de la frontera, teniendo en su flanco izquierdo el lago de Nicaragua y en su flanco derecho una línea protegida por colinas de mediana altitud en las cuales establecieron una línea de trincheras.
El FSLN dislocó sus columnas guerrilleras en una línea aproximadamente a 800 metros al sur del Río Ostayo, pasando por alrededor de un kilómetros al oeste de Sotacaballo y La Calera, ubicada en el camino que va de Sapoá hacia el Pacífico, siguiendo una línea hacia el sur hasta la frontera con Costa Rica.
El territorio conquistado y liberado por el FSLN en el cual nos debíamos atrincherar, mantener, consolidar y resistir todos los posibles embates del enemigo encaminados a su captura y aniquilamiento, tenía aproximadamente 40 kilómetros cuadrados.
El Frente Sur tenía además como misión alterna el abastecimiento logístico de las columnas que operaban en la cercanía de la ciudad de Rivas y –si las circunstancias lo permitían– avanzar hacia el norte y tratar de juntarse con estas fuerzas, pero sin arriesgar la estabilidad del territorio ocupado.
José: En estos días llega José Figueres al Frente Sur y dice que quiere hablar con un comunista, entonces le digo a un chileno: –Vos decís que sos del Partido Comunista. ¡Andá hablá con Figueres! Mire –dice Figueres– quiero que usted le transmita un mensaje a Fidel Castro; dígale que yo nunca lo quise ofender cuando en La Habana, en el año tal… Y explica todas las circunstancias de aquella vez que, estando en La Habana, le arrebataron el micrófono18. Y nos dice: –El 16 se va Somoza.
Entonces Jaime Wheelock me manda a decir: –Metele todo lo que tengás a esa colina hijueputa y tomate esa colina ya. No me dice por qué, pero yo dije, no joda, ya ha muerto un turcazal de gente, ¿y sólo por llegar de primero a Managua, vamos a sacrificar cincuenta, cien vida más?
No valía la pena. Cuando Somoza se va, todo se desmorona y nosotros tenemos las fuerzas frescas; en cambio, las de ellos están desgastadas completamente. Entonces ya era un desfile, el 17 nos vamos a asomar y empezamos a avanzar poco a poco.
Fidel: Los combatientes del Frente Sur avanzaron por la carretera Panamericana sin encontrar resistencia alguna, como no fueron las multitudes enardecidas aplaudiendo la victoria. Encabezando la marcha iban los Comandantes Edén Pastora, José Valdivia y Javier Pichardo. El asesor cubano de este último, Mayor Elso Oria Borroto, de Tropas Especiales, había sido gravemente herido el 12 de julio, a las 13:30 horas, por una bomba de 500 libras lanzada desde un helicóptero a mil metros de altura. La misma explosión mató a ocho combatientes nicaragüenses del Frente Sur. ¡Habían combatido como leones! (Ídem).
José: Le digo a “Ezequiel”: –Andate a la salida de San Juan del Sur, porque por ahí van a salir los guardias. No quiso ir. Ya había problemas con “Ezequiel”, ya le hacía más caso al Frente Interno que a mí. ¡Se lo habían robado los del Frente Interno!
Mónica: Sí, yo recuerdo que entró en contacto con nosotros, cuando estábamos en Carazo. Nos reunimos con él. Estaban también Carlos Núñez, Joaquín Cuadra y no recuerdo quién más.
José: Como nosotros éramos el frente social demócrata, donde estaban los burgueses, entonces ya lo habían convencido de que nosotros veníamos a imponer la burguesía a Nicaragua. Entonces les hacía más caso a ustedes.
Fidel: El régimen creado y sostenido por Estados Unidos desde los años gloriosos de Sandino, General de Hombres Libres, se había desplomado como el de Batista en Cuba el primero de enero de 1959. Nicaragua iniciaba el difícil camino de la Revolución, igual que lo hizo nuestra patria, en pleno apogeo del dominio imperialista. (Ídem).
21 de septiembre de 2009
NOTAS
1 Marvin Guerrero fue asesinado en 1966. En la Cronología del IES, se afirma que fue torturado brutalmente por la “Patrulla Fatídica” en Chinandega.
2 Selim cayó el 6 de agosto de 1967.
3 Novelista y poeta peruano y, ante todo, luchador anti-imperialista. Se unió en 1928 al Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua (EDSNN) del General Augusto C. Sandino, y fungió como su Secretario durante unos dos años.
4 Marcelo Langrand, formó parte del equipo de retaguardia en Honduras.
5 Se refiere al hacendado nicaragüense Carlos Urcuyo, a quien menciona Humberto Ortega en La Epopeya de la Insurrección. (Pp. 320).
6 José Antonio Robleto Siles, graduado en la Academia Militar de la Guardia Nacional del gobierno de Anastasio Somoza en 1973, con el grado de Teniente Primero, desertó de esas filas, denunció las masacres contra los campesinos y luego se asiló en la Embajada de Costa Rica.
En 1978, escribió el libro Yo deserté de la Guardia Nacional; en 1981, ingresa al PLI; en 1996, apoya la candidatura de Arnoldo Alemán; luego lo expulsan del PLC por criticar a los delegados departamentales. En el 2001, apoya a Daniel Ortega.
7 Felipe Peña sale libre en la “Operación Chanchera”, y luego forma parte de la columna de Nueva Guinea donde cae en combate.
8 Laureano Mairena cae después del triunfo de la Revolución en lucha contra las bandas contrarrevolucionarias.
9 Según Humberto Ortega, el mensajero no logró hacer contacto y se regresó a San José; no obstante, se reportó días después de los ataques, y devolvió tanto el dinero como la correspondencia.
10 En la operación contra el Comando de Cárdenas, participan además de Edén Pastora y Gaspar García Laviana, José María Chema Alvarado, Walter Ferreti, Guillermo Tejada y los hermanos Adán Luis y Ricardo Talavera.
11 Se refiere a la operación mediante la cual Humberto Ortega y Rufo Marín intentan liberar a Carlos Fonseca.
12 El Comandante de Rivas era el Coronel Aurelio Somarriba, quien fue sustituido poco después por el Mayor General Gonzalo Evertz, seguramente por sus éxitos como Comandante de la Zona Norte, donde estuvo a cargo de campos de concentración en Waslala y dirigió la brutal represión contra los campesinos. Después, Evertz fue enviado a León.
13 Este intento de ataque a Rivas y luego a Peñas Blancas, no aparece en ninguna cronología del IES.
14 Iván Montenegro había salido de la cárcel con el asalto al Palacio. Luego cae en la masacre de Nueva Guinea.
15 El Mayor GN Mario Morales, a cargo del Cuartel de Peñas Blancas, fue quien asesinó a sangre fría a Gaspar.
En la ofensiva final, el combatiente de Masaya, José Trinidad Picado López “Chito Brujo”, en compañía del costarricense Justo Wilmer, hirieron y capturaron al Mayor Morales, lo evacuaron y lo atendieron; luego, lo entregaron a la Cruz Roja.
Se conserva una foto de Yadira Baltodano, dándole de beber agua a este Mayor, quien disfrutó de la generosidad de muchos de los sandinistas que creyeron en el mensaje de “implacables en el combate, generosos en la victoria”. (Conversación con Carlos Duarte “Jerónimo” en octubre de 2009).
16 Orlando Aguilera llegó a ser Comisionado General. Pasó a retiro en el año 2006.
17 Fidel Castro dice que era el Mayor Elso Oria Borroto, de Tropas Especiales, quien fue gravemente herido el 12 de julio, a las 13:30 horas, por una bomba de 500 libras lanzada desde un helicóptero a mil metros de altura.
18 Se refiere a la ocasión en que Figueres presidió una delegación de nicaragüenses en la que estaba Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, quien le solicitó ayuda a Cuba para Olama y Mollejones, en 1959. En esa oportunidad, se dieron divergencias entre Figueres y los revolucionarios cubanos.
© Comentario de Onofre Guevara: En este punto José Valdivia hace una gran confusión, y da datos falsos porque:
a) Yo nunca estudié en el Goyena ni en ningún otro Instituto de secundaria;
b) “los Lorío”, tampoco estudiaron allí (eran mucho más viejos que yo, y lo eran aún más viejos que Julio Briceño);
c) Solo el hijo de Augusto, Rudy y el sobrino de ambos, Ariel Bravo Lorío, estudiaron en la Lumunba;
d) “los Lorío” eran fundadores del PSN, no “jerarcas”;
e) Es mentira que ellos viajaban a la URSS todos los años;
f) El resto de muchachos que estudiaron allá –que fueron muchísimos—, lo hicieron por la vía del PSN, incluyendo al mismo Valdivia, y de ellos ninguno era su pariente.
Yo tuve una ruptura política con los Lorío en1967, pero no por eso voy a aceptar esas mentiras, porque faltaría a la ética y a la verdad.
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