Ante el sensible fallecimiento del Comandante Guerrillero Raúl Venerio Granera, quien fungía como secretario ejecutivo de la Comisión de Verificación, Reconciliación y Paz que presidió el cardenal Miguel Obando, Redvolución retoma este artículo de Visión Sandinista, que resume la vida del comandante Venerio.
El comándante Raúl Venerio, tras el triunfo de la Revolución Popular Sandinista fue el primer jefe de la Fuerza Aérea, vicepresidente de la Junta Interamericana de Defensa y coronel del Ejército de Nicaragua.
DE HIPPIE A GUERRILLERO
Ser incluyentes de todos los sectores sociales, clave de la convivencia y la victoria
Dirigió con otros compañeros el Repliegue Táctico en junio de 1979
De niño recibió castigo junto a los hermanos Daniel y Humberto por vagar en el Xolotlán
Piloto de profesión, fue primer jefe de la Fuerza Aérea Sandinista
Fue un verdadero hippie. De los que se sentaban en las aceras de la famosa calle Haight-Ashbury de San Francisco, California, la cuna de ese movimiento cuya filosofía es la armonía con la naturaleza, fomentando amor y paz, rechazando las guerras.
Pero la vida lo convirtió en un comandante guerrillero del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
David Gutiérrez López
Raúl Venerio Granera, en los años 70 viajó a los Estados Unidos para concluir estudios secundarios e iniciar la carrera de Historia, la que le apasiona como le apasionó el movimiento hippie con los que convivió y compartió disfrutando de la música en vivo y de otros placeres, hasta que en 1974 lo reclutó Casimiro José Sotelo (que vive todavía en EE.UU.), iniciándose en una oficina que captaba la solidaridad de la lucha del FSLN contra la dictadura de Anastasio Somoza.
El joven Raúl asumió la dirección de la Gaceta Sandinista, periódico que divulgaba las atrocidades de la Guardia Nacional (GN), brazo armado de la dictadura de Somoza, y que los medios internacionales no publicaban. Cuando la oficina cobró notoriedad, sus integrantes, entre los que se encontraban Casimiro Sotelo, Walter Ferrety “Chombo”, Roberto Vargas y Harold Solano fueron investigados por el Buró Federal de Investigaciones (FBI).
El FBI le pasaba información a la seguridad de Somoza de la actividad de los sandinistas en Estados Unidos. “Y estábamos quemados, en una ocasión nos catearon la oficina en busca de armas”, relata Venerio, quien concluyó estudiando aviación civil, graduándose de piloto.
Por estar plenamente identificado por la GN, Raúl a inicios de 1977 ingresó clandestinamente al país para ubicarse en Granada, ciudad donde se contacta con el comandante Camilo Ortega Saavedra y pronto va estableciendo contacto con otros combatientes como Hilario Sánchez “camión”, Oscar Perezcassar, Dionisio “Nicho” Marenco, entre otros, con los que iniciaron las acciones del Frente Interno en Managua.
La vieja concepción de solo involucrar a las clases desposeídas en la lucha por la liberación, fue cambiada cuando la Dirección Nacional del FSLN dirigida por los hermanos Daniel y Humberto Ortega Saavedra, orientaron involucrar a todos los sectores como el grupo de los 12, donde había empresarios, intelectuales, religiosos, productores. La inclusión fue la clave para la victoria, expresa Raúl Venerio, 40 años después de esa notable decisión.
En Granada llegó a vivir al barrio el Domingazo, uno de los mayormente marginados de la Gran Sultana, donde dormía sobre un cartón en un piso de tierra, y tenía que pasar encerrado porque su presencia de “chelito” lo delataba a la cuadra.
En cambio, cuando se logró incluir a nuevos colaboradores, la seguridad somocista no sospechaba que en la casa de doña Julia Benard, en la calle Atravesada, se refugiaban los guerrilleros.
EN EL OPERATIVO CONTRA EL “PERRO” VEGA
El asesinato de Camilo Ortega y sus compañeros, además de la masacre del pueblo de Monimbó reclamaban del Frente Sandinista (tercerista) asestar un golpe a la dictadura. Venerio participó en el operativo de secuestro del G. N1 (jefe del Estado Mayor), el general somocista Reynaldo Pérez Vega, apodado el “perro” en las filas de la guardia por su agresividad en el trato a las personas.
Se trataba de canjearlo por presos políticos y sacarle un rescate en dinero al dictador, pero el “perro” se resistió y tuvo que ser ajusticiado dentro de un cuarto en Altamira, donde había llegado a una “cita amorosa” con la militante sandinista Nora Astorga, (q.e.p.d).
LA ÚLTIMA NOCHE CON CAMILO
La noche del 25 de febrero en una casa en las afueras de Masaya, Raúl Venerio participaba de una reunión que sería la última con el comandante Camilo Ortega y otros combatientes. “Esa noche le insistí que no se quedara en Masaya, que se fuera a Granada donde teníamos mayor apoyo y seguridad. Le insistí, pero él se fue a Los Sabogales”, recuerda Venerio.
Masaya se encontraba insurreccionada desde el 20 de febrero de 1978. El pueblo de Monimbó se sublevó cuando la GN reprimió una marcha de mujeres y niños después de una misa.
El domingo 26 de febrero combatientes populares colocaron tranques sobre la carretera cerca de los Sabogales, para boicotear una caravana de buses que asistiría a una concentración en apoyo a Somoza, tropas élites de la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI) realizaron un operativo sorprendiendo a Camilo Ortega, Moisés Rivera Maltes y Arnoldo Quant Ponce, que se encontraban en una humilde vivienda de madera, actualmente casa museo en restauración.
A los hermanos Daniel y Humberto Ortega, Raúl Venerio los conoció desde niños.
Una anécdota que no puede olvidar es cuando estudiaban en segundo grado de primaria en el Colegio Calasanz de Managua.
Raúl había llegado procedente de Chinandega y los hermanos Ortega de La Libertad, Chontales. Tendrían entre 7 y 8 años, cuando cierto día Daniel le dijo: Raúl vos conoces el lago Xolotlán.
El flaco y espigadito chinandegano le respondió que solo conocía la “poza de la Rosa Díaz, en Chinandega”.
Sin pensarla mucho dejaron de asistir ese día a clases y se fueron de vagancia a orillas del lago de Managua, pero fueron sorprendidos por los inspectores escolares cuya misión era garantizar que no hubiese chavalos vagando en las calles.
Una vez llevados frente al director, el religioso español Rómulo Martínez severamente les aplicó el castigo físico de tres chilillazos a los tres niños; Daniel, Humberto y Raúl. Posteriormente los Ortegas pasaron al Instituto Pedagógico y Venerio continuó en el Calasanz, pero se siguieron viendo porque Raúl vivía en el barrio San Antonio, el mismo de la familia Ortega Saavedra.
La vida los juntaría años más tarde en la lucha contra la dictadura de Somoza.
Raúl recuerda que para ese operativo donde participaba en una escuadra de apoyo, habían instruido a Norita que si el G.N1 llegaba con un solo escolta diría: Reynaldo nos tomamos un trago; si eran dos, ella diría nos tomamos dos tragos.
Pero esa noche el GN1 llegó discretamente acompañado de un chofer escolta de apellido Pao, que fue enviado por Norita a buscar una botella de licor, tiempo que utilizaron los combatientes que se encontraban dentro de un armario para realizar el operativo.
El comunicado del secuestro que estaba listo fue cambiado y divulgado por Raúl y Nicho, anunciando el ajusticiamiento.
La acción se realizó en saludo a las mujeres nicaragüenses el 8 de marzo de 1978 y en respuesta al asesinato del apóstol de la unidad Camilo Ortega. El cuerpo del militar fue encontrado al día siguiente al mediodía desnudo sobre una cama matrimonial cubierto con una bandera roja y negra.
El chofer y escolta Pao, al observar que su jefe no salía de la casa, comunicó a sus superiores y ordenaron irrumpir en la vivienda, la que fue desalojada esa noche por el comando junto con Norita, quien días después apareció en traje verde olivo y armada de un fusil en el Frente Sur.
Tras el asalto al Palacio Nacional el 22 de agosto de 1978, el pueblo perdió el miedo a la guardia, el FSLN capitalizó ese contexto y orientó una serie de ataques en septiembre.
El día 9, cuando los relojes marcaban las seis de la tarde, se comenzó los ataques en Managua a las “sierras”, llamadas así a las estaciones de policías y se extendió por Masaya, León, Estelí y Chinandega.
A Raúl, que estaba al frente del regional de Managua le correspondió atacar una estación ubicada en las cercanías de la nueva y actual Catedral.
Cuando se dio luz verde para el asalto al Palacio fue a Raúl que le llegó la orden de la Dirección Nacional, a través de un correo personal que lo citó en el antiguo restaurante de comidas rápidas Sandys, a orillas de carretera a Masaya.
El emisario era José María “Chema” Alvarado, quien le dijo que la orden era escoger a los combatientes y el armamento.
Y…ESTALLÓ LA RUNGA
La ofensiva final en Managua establecía controlar los barrios occidentales, Monseñor Lezcano, Las Brisas, Colonia Morazán, Acahualinca y otros, a fin de mantener un corredor con León y Chinandega, convencidos que la guerrilla dominaría en poco tiempo esas ciudades que contaban con menor cantidad de efectivos militares y considerando que la mayoría de fuerzas somocistas estaban empantanadas en la frontera sur, deteniendo a las fuerzas sandinistas con mayor capacidad de combate en hombres, logística y armamento.
El 12 de mayo de 1979 cuando asesinaron a Cristian Pérez Leiva y Omar Hassan en la masacre de Xiloá, la guardia capturó los planos elaborados de la insurrección. Los barrios orientales a partir del 9 de junio se convirtieron en el núcleo de la resistencia armada, porque la gente se quedó en las calles levantando barricadas con los adoquines que vendía Somoza, para adoquinar las calles y que fueron símbolo de la lucha insurreccional.
Raúl Venerio, uno de los jefes de la insurrección en Managua rememora a sus 73 años que tenían previsto que se tomarían Managua al menos una semana, para restarle fuerzas y presión a la guardia en el sur, pero se convirtió en una lucha de 18 días con sus noches combatiendo con ingenio, con limitadas armas de guerra y cacería, pero con el corazón y la voluntad popular de derrocar a la dictadura.
La insurrección comenzó el 9 de junio y concluyó a medianoche del 27 del mismo mes, cuando se comenzó con el famoso repliegue táctico de Managua a Masaya, una proeza audaz en la historia de los movimientos guerrilleros.
Durante los 18 días recibieron abastecimiento en municiones y algunas armas que fueron dejadas caer desde una avioneta piloteada por Modesto Rojas.
Las municiones no fueron suficientes y se determinó realizar el repliegue hacia Masaya, ciudad que se encontraba controlada por las fuerzas rebeldes.
EL RECUERDO DE “PAYO RUNGA” Y EL “MANCHADO
Raúl tiene un infinito agradecimiento a Dios y a la vida por haberle dado la oportunidad de haber participado en la lucha del FSLN y en la liberación de Nicaragua, haber visto el triunfo de la Revolución, y entrar a Managua el 19 de julio directo al bunker de Somoza, en la loma de Tiscapa.
Pero también recuerda con dolor a extraordinarios combatientes como “Payo runga”, Marco Antonio Solano, el “Manchado” Rolando Orozco, El flaco, Carlos Orozco, “Toto”, Dean Paget Benard y -como él dice- miles que murieron y no tuvieron una plegaria, pero que cayeron con la esperanza de ver el triunfo y abrazarse con sus seres queridos en una patria libre.
“Payo runga” era el jefe de escuadra en el sector de la pista el Dorado. Una mañana brumosa seguida de una pertinaz llovizna, las tropas de la EEBI comenzaron a utilizar fuego graneado con morteros de 81 milímetros. Uno de los morteros pegó en el centro de una endeble trinchera, donde se encontraba un grupo de combatientes.
El impacto dejó de inmediato 4 muertos y 12 heridos de gravedad, entre ellos “Payo runga”, descrito por Raúl Venerio como “extraordinario” por sus cualidades de militante disciplinado, valiente, arrojado, con un gran don de amigo y fraterno compañero.
Cuando Raúl llegó hasta el lugar de la tragedia encontró a “Payo runga” gravemente herido, le tomó la mano y la tenía fría.
Lo llevaron a un improvisado hospital en el barrio Ducualí, donde le comenzaron a atender y después de una intervención quirúrgica y los cuidados del doctor Donoso Montealegre, médico y combatiente, Payito comenzó a recobrar su salud.
Como era un riesgo llevarlo en el repliegue a Masaya, Raúl y otros compañeros acordaron entregarlo bajo la protección de la Cruz Roja, el combatiente fue llevado hacia la sede del cuerpo de socorros en Belmonte, donde un día en un acto de cobardía y violatorio de todas las leyes, la Guardia Nacional interrumpió en el local asesinando a los que se encontraban heridos y otros refugiados, muchos de los cuales nunca se supo sus nombres ni dónde quedaron enterrados.
EL PERSONAJE
Raúl Venerio Granera nació en Chinandega el 24 de mayo de 1945.
02/06/2019: Fallece el Comandante Guerrillero, Raúl Venerio Granera
Después del triunfo de la Revolución Popular Sandinista recibió el grado honorifico de Comandante Guerrillero. Es hijo de Raúl Venerio Montealegre y doña María Luisa Granera (fallecidos). Fue el primer jefe de la naciente Fuerza Aérea Sandinista.
Un día el general Humberto Ortega preguntó quién hablaba inglés, podía colocarse la corbata y usar el tenedor y cuchillo, y alguien lo señaló y lo enviaron a Washington, ocupando la vicepresidencia de la Junta Interamericana de Defensa, en 1986.
Está casado desde hace 41 años con María Félix Fernández. Procreó 7 hijos. Raúl, Norita y Carolina de un primer matrimonio. Del segundo matrimonio tiene 4 hijas: Inti Morena, María Félix, Indira e Irana. Es abuelo de muchos nietos.
Se retiró honrosamente del Ejército Nacional con el grado de coronel en 1990.
Actualmente es el secretario ejecutivo de la Comisión de Verificación, Reconciliación y Paz, que presidió el cardenal Miguel Obando.
Durante la lucha sandinista uso los seudónimos de Oscar López López y en la insurrección final “Willy”.
Es descendiente de italianos por los Venerio, pero entre risas me dice que no cambia una pizza napolitana por un nacatamal chinandegano.
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