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El epitafio involuntario del New York Times para la energía nuclear


En apoyo a la agonizante industria de la energía nuclear, el consejo editorial del New York Times ha escrito un epitafio involuntario.

Publicado en la edición del 2 de mayo, “Las lecciones correctas de Chernóbil” se retuerce y da traspiés alrededor de la propia información del periódico. 
Aunque de manera involuntaria, finalmente presenta un “prudente” mensaje de abandono esencial.

The Times concede que “El mundo debe hacer lo que pueda por aumentar la eficiencia energética y aprovechar el sol, el viento, las corrientes oceánicas y otras fuentes renovables para satisfacer nuestras necesidades de energía en expansión permanente”.

El texto atrajo 288 comentarios antes que los limitasen. He colocado uno de ellos en NukeFree.org. En general son muy variados y vale la pena leerlos.

Como el Times sigue siendo el periódico de referencia, el editorial es una declaración definitiva sobre una industria en peligroso deterioro.

Analicemos:

El editorial comienza citando la nueva coraza de “contención segura” que se está construyendo sobre los restos hirvientes de la unidad 4 de Chernóbil. “Con casi una década de retraso”, su terminación es “una carrera contra el tiempo” debido al “estado decrépito del “sarcófago” construido para contener la radiación.

El hecho de que todavía debamos temer a Chernóbil más de 28 años después que de que fusionara y estallara subraya el “lado de pesadilla de la energía nuclear”.

El hecho de que el “vasto escudo de acero” no pueda terminarse a tiempo o que posiblemente ni siguiera pueda acabar con el problema, es aterrador, especialmente a la luz de la “casi-bancarrota de Ucrania”, por no mencionar una inestabilidad política que evoca imágenes horrendas de dos guerras calientes y una fría.

En medio de las crecientes tensiones entre Ucrania, Rusia y Occidente, los medios corporativos evitan cuidadosamente hablar de Chernóbil. Pero Belorusia y Ucrania estimaron hace tiempo su coste para sus países en 250.000 millones de dólares para cada uno. Un estudio importante fija las víctimas globales en más de un millón de seres humanos.

The Times dice que el terror de Chernóbil es “más poderoso que Three Mile Island antes o Fukushima después”.

Three Mile Island sufrió una explosión y fusión accidental del núcleo en 1979. Todavía no se sabe cuánta radiación escapó y a quiénes dañó. La industria niega vehementemente que alguien haya muerto, exactamente cómo negó que hubiera una fusión hasta que una cámara robótica probó lo contrario.

En Fukushima no hay final a la vista. Por malo que haya sido, Chernóbil fue la fusión y explosión de un núcleo en un solo reactor soviético en un área relativamente poco poblada. Fukushima son tres fusiones de núcleos y cuatro explosiones en reactores General Electric diseñados en EE.UU., de los cuales hay unas dos docenas de réplicas exactas que ahora operan en EE.UU., junto a construcciones muy parecidas.

El combustible gastado sigue situado peligrosamente en piscinas dañadas en lo alto en el aire de Fukushima. Miles de varas están esparcidas por el lugar.

 Todavía se ignora la ubicación exacta de los tres núcleos fusionados. Por lo menos 300 toneladas de líquido altamente radiactivo se vierten diariamente al Pacífico y los primeros isótopos están llegando a nuestra costa oeste. Inmensos tanques de almacenamiento filtran constantemente más radiación. La fuerza laboral del lugar está mal entrenada y fuertemente infiltrada por el crimen organizado.

El propio The Times ha informado de que a una población desesperada y aterrorizada están obligándola a volver a áreas fuertemente contaminadas. 

Los niños están expuestos en masa a significativas dosis de radiación. A la vista de los horribles impactos en la salud de los jóvenes en el lado del viento de Chernóbil hay muchos motivos para temer algo todavía peor en los alrededores de Fukushima.

Pero el consejo editorial del Times dice a continuación: “Sin embargo también es notable que esos desastres nucleares civiles no hayan superado el atractivo de la energía nuclear como fuente de energía limpia y abundante”.

¿“Atractivo” para quién? Ciertamente las corporaciones con inmensas inversiones en energía atómica siguen participando. La industria de los combustibles fósiles invierte en todo y por todo. 

Y se ha dedicado un extraordinario acceso corporativo a los medios para impulsar la extraña creencia de que la energía nuclear puede ayudar a mitigar el calentamiento global.

Pero la vasta masa del movimiento ecologista global sigue siendo firmemente antinuclear. La oposición básica a la reapertura de cualquier reactor japonés es más que vehemente. 

En medio de una revolución extremadamente popular de las tecnologías verdes, la opinión pública estadounidense exige que se recorten los subsidios nucleares, lo que significa la muerte para una industria que no puede vivir sin ellos.

En este punto el editorial cae al agua: “Solo Alemania sucumbió al pánico después del desastre de Fukushima y comenzó a eliminar por etapas toda la energía nuclear a favor de inmensas inversiones en fuentes renovables como el viento y el sol”.

La transición verde de Alemania se ha discutido durante décadas y aumentó hace tiempo gracias a Chernóbil. Con un fuerte respaldo popular, la eliminación progresiva, como en Suecia, Italia y nmuchas otras naciones europeas (Dinamarca nunca construyó reactores) ha estado sobre la mesa durante mucho tiempo. 

El Gobierno de centroderecha de Merkel finalmente la apoyó no solo debido a Fukushima, sino porque el establishment corporativo alemán decidió que el camino verde sería bueno para los negocios.

 Como ha mostrado el periodista energético Charles Komanoff, se ha comprobado que tenían razón. A pesar de las críticas predecibles de algunos grupos de resistencia fósiles/nucleares, Alemania cerrará sus reactores, como lo harán, en última instancia, todas las demás naciones. El editorial dice que puede haber “un aumento de emisiones de gas invernadero”, pero será “temporario”.

Pero como señalan algunos en la sección de comentarios, el Times ignora los propios impactos invernadero de la energía nuclear, especialmente en la minería, transformación y enriquecimiento de combustible radiactivo. Por no hablar de las emisiones de calor hacia el aire y el agua de operaciones regulares y periódicas fusiones accidentales y estallidos. O las involucradas en el manejo todavía sin resolver de los desechos radiactivos, tanto en sitios explosionados y donde todavía se encuentran miles de toneladas de varas de combustible gastado y otros desechos.

The Times concede que “El mundo debe hacer lo que pueda para aumentar la eficiencia energética y utilizar el sol, el viento, las corrientes oceánicas y otras fuentes renovables para satisfacer nuestras crecientes necesidades de energía”. Pero la visión de una Tierra con energía verde ya no es la propiedad de un movimiento de "solartopia".

 Como han informado desde hace tiempo el Times y otras publicaciones importantes, Wall Street ha rechazado exhaustivamente la energía atómica y está invirtiendo miles de millones de dólares en energías renovables, especialmente la fotovoltaica (PV), que convierten la energía solar en electricidad.

Una revolución tecnológica, financiera y ecológica está en vías de ejecución. Tal vez el consejo editorial del Times debería consultar su sección financiera.

El editorial cita después un informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) como motivo para mantener la energía nuclear como “parte de la mezcla”.

Pero el informe del IPCC enfatiza los aspectos negativos de la energía atómica, sobre todo seguridad, economía, desperdicios y oportunidad. No plantea lastres paralelos en la transición a las renovables, que dice que es asequible y realizable dentro del tiempo necesario para salvar el planeta.

Incluso si la oposición pública se disolviera de alguna manera, las perspectivas técnicas y económicas de pequeñas plantas nucleares modulares u otras de “cuarta generación” se han derrumbado. Con la historia de colosales excesos de presupuestos e interminables retrasos de la industria, este editorial no se preocupa de argumentar a su favor.

Para que la energía nuclear “juegue un papel” en la lucha contra el cambio climático, la industria debe mantener en línea sus antiguos reactores cada vez más deteriorados. Pero muchas de las 400 plantas nucleares comerciales del planeta son más viejas que el sarcófago que se desmorona en Chernóbil.

El régimen de Abe en Japón quiere reabrir los 48 reactores desconectados desde el accidente de Fukushima. Pero como han informado Reuters y otros, 30 o más no pueden cumplir los actuales estándares de seguridad o se enfrantan a demasiadas barreras técnicas para reiniciar operaciones en condiciones de seguridad o económicamente.

¿Con más del doble de reactores licenciados en EE.UU., es posible que la cantidad de plantas nucleares en este país sea de unas 60?

Cuatro de esas decrépitas plantas nucleares cerraron el año pasado y por lo menos una más –Vermont Yankee– debe cerrar en 2014. Por razones de salud, seguridad, economía y ecología muchas de esas plantas peligrosamente deterioradas están abocadas a cerrar.

Pero el editorial del Times defiende precisamente esas plantas:

Las razones de los cierres varían. En algunos casos, la competencia de gas natural barato y de cercanas granjas eólicas ha obligado a los reactores a operar con pérdidas. 

En otros casos, la viabilidad económica marginal de la planta ha sido puesta en peligro por el coste de reemplazar generadores de vapor para extender la vida de una planta o por el coste de actualizar sistemas de seguridad para cumplir con nuevos requerimientos impuestos después del desastre en Fukushima.

Como pide “prudencia” antes de cerrar más reactores, tenemos que preguntar:

¿Quiere realmente el Consejo Editorial del Times que ignoremos la necesidad de reemplazar generadores de vapor inseguros (como en San Onofre de California) y que solo los operemos en el estado que están?

¿Deberíamos realmente ignorar los “nuevos requerimientos impuestos después del desastre en Fukushima?

¿Deberíamos olvidar también que la Unión de Científicos Preocupados y otros informan de que muchas de esas viejas plantas nucleares no pueden cumplir los estándares básicos de protección contra incendios?

¿Y qué nos dicen de los reactores estadounidenses que siguen siendo peligrosamente vulnerables por los terremotos… incluyendo los dos de Indian Point, justo al norte de la sala de redacción del Times?

Y esos río abajo de grandes represas cuya falla podría liberar inundaciones parecidas al tsunami que anegó Fukushima.

¿Aprueban todo esto los editores el Times? ¿Proveerá ahora la Dama Gris el seguro de desastre radiactivo que falta desde 1957?

El editorial nos ahorra más exageración sobre el “renacimiento nuclear”. Después de una década en la que nos impulsaron a comprar una nueva flota, ahora nos piden que seamos “prudentes” en cuanto al cierre de los viejos remolcadores.

Después de todo, no nos van a “asustar” para que desconfiemos de una industria que dijo durante décadas que los reactores no podían explosionar, pero que ahora ha hecho estallar cinco y fusionado cinco.

Para la apoteosis de este editorial simbólico, se nos dice que “el gran escudo de Chernóbil también debería sepultar los temores infundados de utilizar energía nuclear en el futuro”.

Bueno, ya basta.

Con una década de atraso, millones de dólares de excesos de presupuesto, sin comprobación tecnológica, amenazada por la inestabilidad política, rodeada de muertos y agonizantes, el único propósito de la cubierta es contener de alguna manera los futuros daños de un reactor fallido que ya ha irradiado el planeta, a la gente viento abajo, el futuro ecológico y económico de la región.

Si el New York Times quiere ungir la segunda mortaja inconclusa de Chernóbil como el mejor símbolo de la actual industria atómica, este editorial es ciertamente un epitafio adecuado.

Harvey Wasserman es el editor de Nukefree.org y el autor del libro Solartopia! Our Green-Powered Earth.

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