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El Imperialismo y la Revolución (extracto)


A modo de preámbulo he aquí un esbozo de la obra referida del "albanés" que ahora mismo el camarada NG -miembro de este espacio- está traduciendo para ponerlo a vuestra disposición. Esperamos pues que el lector lo tome como una invitación a la lectura que desde ya anunciamos resultará de fácil comprensión para el marxista-leninista bien formado, pero igualmente extremamente necesaria.



El documento:


Por Enver Hoxha
Traducción de NG


"(...) Hoy vivimos en la época de la sustitución de la vieja sociedad explotadora, insoportable para la mayoría de la humanidad, para los oprimidos y los explotados, por una sociedad nueva, donde desaparece de una vez y para siempre la explotación del hombre por el hombre.
 Nuestro Partido, se ha basado precisamente en estas enseñanzas fundamentales y reflejó todo ello con cuidado y esmero en el análisis marxista-leninista de la actual evolución mundial presentando en su VIIº Congreso; análisis que contenía la tesis de que el mundo se encuentra en una fase en que la causa de la revolución y de la liberación de los pueblos es un problema planteado que espera solución.

La lucha del proletariado contra la burguesía es dura, inexorable y se desarrolla de continuo.
 Frente a frente se encuentran dos grandes fuerzas sociales. 
De un lado, la burguesía capitalista imperialista, que es la clase más salvaje, más embaucadora y más sanguinaria que haya conocido la historia. 
De otro lado, está el proletariado, la clase totalmente despojada de los medios de producción, la clase oprimida y explotada despiadadamente por la burguesía, y, al mismo tiempo, la clase más avanzada de la sociedad, que piensa, crea, trabaja, produce, y que, sin embargo, no goza de los frutos de su trabajo.

Ambas clases intentan, cada una por su parte, agrupar fuerzas a su alrededor y prepararlas para conseguir sus objetivos: el proletariado para alcanzar la liberación nacional y social, para hacer la revolución; la burguesía para conservar su dominación y aplastarla revolución.
 Mientras la burguesía agrupa en torno suyo a las fuerzas más negras, más regresivas y criminales, el proletariado se esfuerza por ganar para su causa a todas las fuerzas revolucionarias y progresistas (...)"

Sobre las condiciones objetivas y subjetivas de la revolución

"(...) El marxismo-leninismo nos enseña, y la experiencia de todas las revoluciones ha confirmado que, para que estalle y triunfe la revolución, deben existir los factores objetivos y subjetivos como decimos, como prueba irrefutable de dicha afirmación se puede revisar como Lenin ha formulado esta enseñanza en su obra «La bancarrota de la II Internacional» y como la desarrolló posteriormente en «La enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo» y otros escritos de similares temas y de las que podemos aprender similares cosas.

Considerando la situación revolucionaria como el factor objetivo de la revolución, Lenin la caracteriza de este modo:

«A un marxista no le cabe duda de que la revolución es imposible sin una situación revolucionaria; además, no toda situación revolucionaria desemboca en revolución.
 ¿Cuáles son los términos generales, los síntomas distintivos para una situación revolucionaria?
 1) La imposibilidad para las clases dominantes de mantener su dominio en forma «inmutable» debido a la profunda crisis que ha afectado a estas clases, crisis que provoca el descontento y la indignación de las clases oprimidas. 
Para que estalle la revolución ordinariamente no basta que «los de abajo no quieran vivir» como antes, sino que hace falta también que «los de arriba no puedan vivir» como hasta entonces.
 2) Una agravación fuera de lo común, de la miseria y de los sufrimientos de las clases oprimidas. 
3) Una intensificación considerable, por estas causas, de la actividad de las masas, que en tiempos de «paz» se dejan expoliar tranquilamente, pero que en épocas turbulentas son empujadas, tanto por toda la situación de crisis, como por los de arriba, a una acción histórica independiente.
 Sin estos cambios objetivos, no sólo independientes de la voluntad de los distintos grupos y partidos, sino también de la voluntad de las diferentes clases, la revolución es, por regla general, imposible.
 El conjunto de estos cambios objetivos es precisamente lo que se denomina situación revolucionaria». (1) (Lenin, La bancarrota de la II Internacional, 1915)

Pero como también se demostró en la praxis, no toda situación revolucionaria da lugar a la revolución como indica correctamente Lenin.
 En muchos casos como las situaciones revolucionarias como las de 1860-1870 en Alemania, o en 1859-1861 y 1879-1880 en Rusia que cita Lenin en su obra y muchas otras situaciones parecidas, no se han transformado en revoluciones, ¿debido a qué en concreto? porque no ha existido el factor subjetivo, es decir, una elevada conciencia por parte de las masas, su disposición para hacer la revolución:

«No toda situación revolucionaria origina una revolución, sino tan sólo la situación en que a los cambios objetivos arriba enumerados se agrega un cambio subjetivo, a saber: la capacidad de la clase revolucionaria de llevar a cabo acciones revolucionarias de masas lo suficientemente fuertes para romper –o quebrantar– el viejo gobierno, que nunca, ni siquiera en las épocas de crisis, «caerá», sino se le hace caer». (2) (Lenin, La bancarrota de la II Internacional, 1915)

Como ha escrito Lenin ya en sus primeras obras, el partido revolucionario de la clase obrera, su función de dirección, educación y movilización de las masas revolucionarias, desempeñan un papel determinante en la preparación del factor subjetivo. 
El partido logra esto tanto elaborando una correcta línea política que responda a las condiciones concretas, a los deseos y a las exigencias revolucionarias de las masas, como realizando un trabajo muy grande junto a acciones revolucionarias frecuentes y bien estudiadas en el plano político que hagan tomar conciencia al proletariado y a las masas trabajadoras de la situación en que viven; de la opresión, la explotación y las bárbaras leyes de la burguesía, y por supuesto de la necesidad de hacer la revolución como el medio para derrocar al régimen esclavizador.

De este modo las capas pobres reaccionarán con tal intensidad que a los ricos, o sea a la burguesía en el poder, conmocionada también por las otras contradicciones internas y externas, le será difícil seguir dominando como antes.
 Cuándo estos requisitos se cumplen, cuando existen los factores objetivos y subjetivos, los cuales están entrelazados, entonces no sólo puede estallar la revolución, sino también triunfar.

En todo momento, los revolucionarios reflexionan hondamente sobre estas geniales tesis de Lenin y no sólo reflexiona, sino que además analizan las situaciones de modo concreto y en todos sus aspectos. 
Actúan con la vista puesta en no dejarse sorprender jamás por las situaciones revolucionarias, de forma que no se encuentren desarmados en esos momentos decisivos, sino que sepan aprovecharlas con la finalidad de preparar el estallido de la revolución. (...)"

Sobre la dependencia económica de la Latinoamérica respecto al imperialismo

"(...) Los países de América Latina en general tienen un desarrollo capitalista superior a los países de África y Asia. 
Pero el grado de dependencia de los países latinoamericanos respecto al capital extranjero no es menor que el de la gran mayoría de los países africanos y asiáticos.

La mayor parte de los países de América Latina, a diferencia de los países africanos y asiáticos, se proclamaron estados independientes mucho más temprano, a partir de la primera mitad del siglo XIX, como resultado de las guerras de liberación de sus pueblos en contra de los colonizadores españoles y portugueses. 
Estos países habrían avanzado mucho más si no hubieran caído, inmediatamente después de la supresión del yugo colonial español y portugués, bajo otro yugo semicolonial proveniente del capital extranjero, inglés, francés, alemán, norteamericano, etc. 
Hasta principios de este siglo, los colonialistas ingleses eran quienes dominaban la situación en América Latina. 
Saqueaban colosales cantidades de materias primas, construían puertos, ferrocarriles, centrales eléctricas, exclusivamente al servicio de sus propias sociedades concesionarias, y comerciaban con sus artículos industriales producidos en Gran Bretaña.

Esta situación cambió, pero no en provecho de los pueblos latinoamericanos con la penetración en América Latina de los Estados Unidos, que estaba en la etapa de su desarrollo imperialista.
 El imperialismo de los Estados Unidos empleó el lema de «América para los americanos», que estaba encarnado en la «Doctrina Monroe» (7) (Fue proclamada por el Presidente americano James Monroe, en el mensaje sobre el estado de la Unión, el 2 de diciembre de 1823. 
Esta doctrina de carácter expansionista tendía a camuflar los planes de los Estados Unidos orientados a poner a América Latina bajo la dominación norteamericana.
 Tampoco tras la Segunda Guerra Mundial, el imperialismo norteamericano renunció a dicha política. En el espíritu de esta doctrina, ha llevado a cabo decenas de intervenciones abiertas y encubiertas: 11 veces en Panamá, 10 veces en Nicaragua, 9 veces en la República Dominicana, 7 veces en Honduras, 2 veces en Guatemala, etc.)

Dicha doctrina se introdujo como excusa continental para sentar su dominación exclusiva en todo el hemisferio occidental. 
La penetración económica de los Estados Unidos de América en este hemisferio se llevó a cabo tanto a través de la fuerza militar y del chantaje político, como de la diplomacia del dólar, por medio del garrote y la zanahoria. 
Así, en 1930 las inversiones de capitales norteamericanos e ingleses en América Latina se igualaron, mientras que después de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos de América se convirtieron en los verdaderos dueños de la economía de esta parte del globo. 
Sus grandes monopolios se apoderaron de las ramas clave de la economía latinoamericana. 
Los países de esta región entraron a formar parte del imperio «invisible» del imperialismo norteamericano, que empezó a hacer la ley en todos ellos, a cambiar a su antojo jefes de Estado y gobiernos, a dictarles su propia política económica y militar, interior y exterior.

Las sociedades monopolistas de los Estados Unidos sacaban fabulosas ganancias explotando las ricas fuentes naturales, el trabajo, el sudor y la sangre de los pueblos latinoamericanos. Por cada dólar invertido en los diversos países del continente, se embolsaban cuatro o cinco. 
Y esta situación ha seguido inalterable hasta nuestros días.

A pesar de que las inversiones de capitales en América Latina por parte de los Estados imperialistas llevaron a la creación de una cierta industria moderna, especialmente la industria de extracción, y también la industria ligera y alimenticia, estas inversiones han frenado sobremanera el desarrollo económico general de sus países. 
Los monopolios extranjeros y la política neocolonialista de los Estados imperialistas deformaron monstruosamente el desarrollo económico de estos países, le dieron un carácter unilateral, de monocultivo, los convirtieron en simples abastecedores de materias primas: Venezuela se especializó en el petróleo, Bolivia en el estaño, Chile en el cobre, Brasil y Colombia en el café, Cuba, Haití y la República Dominicana en el azúcar, Uruguay y Argentina en productos ganaderos, Ecuador en plátanos y así sucesivamente.

El carácter unilateral de la economía de estos países hacía que ella fuera totalmente inestable, totalmente incapaz de desarrollarse de manera acelerada y en todos sus aspectos, completamente dependiente de las coyunturas y las fluctuaciones de los precios en el mercado capitalista mundial. 
Cualquier descenso de la producción, cualquier síntoma de crisis económica en los Estados Unidos y en los otros países capitalistas, necesariamente se reflejaría de manera negativa, e incluso en mayor medida, también en la economía de los países de América Latina.
 Después de la Segunda Guerra Mundial, las metrópolis imperialistas comenzaron a hacer grandes inversiones directas en las diversas ramas de la industria, en las minas, la agricultura, a comprar empresas nacionales, etc. 
Dominaron sectores enteros de la producción, extremaron la expoliación de los países latinoamericanos.
Al mismo tiempo, estimularon la concesión de empréstitos y las financiaciones con una elevada tasa de interés, sometiendo aún más dichos países a la dominación extranjera y, en primer lugar, a la de los Estados Unidos de América.
 Sólo Brasil y México deben a los bancos extranjeros respectivamente casi 40.000 y 30.000 millones de dólares. (8) (Según datos publicados en 1984, la deuda externa de Brasil ascendía a 100 mil millones de dólares, convirtiéndose así en el país más endeudado del mundo. 
En 1983, México tenía una deuda externa de unos 85 mil millones de dólares) (...)"

Enver Hoxha
El Imperialismo y la Revolución, 1978
http://bitacoradeunnicaraguense.blogspot.com/2013/09/el-imperialismo-y-la-revolucion-extracto.html

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