Carlos Muñiz Varela |
RAUL ALZAGA MANRESA – Desde principios de la década de 1960, y luego de la llegada de los primeros exiliados cubanos, Puerto Rico se convirtió en su santuario y retaguardia.
Aquí se inscribieron en el 1962, ante el Departamento de Estado, como organizaciones “sin fines de lucro” las agrupaciones Alpha 66, Comandos L y el JURE, esta última dirigida por el ingeniero Manolo Ray Rivero, al cual se le otorgó un trabajo por varios años durante la gobernación de Luis Muñoz Marín.
Las tres organizaciones fueron responsables de innumerables acciones violentas contra Cuba a lo largo de la década de 1960.
En Puerto Rico se entrenaron, en la isla de Vieques, los “hombres ranas” que desembarcaron en Playa Girón aquella madrugada del 16 de abril de 1961.
En Puerto Rico se entrenaron, en la isla de Vieques, los “hombres ranas” que desembarcaron en Playa Girón aquella madrugada del 16 de abril de 1961.
Igualmente, unidades navales de la Marina de Guerra estadounidense zarparon desde aquí rumbo a Cuba, como parte del apoyo a la invasión mercenaria de Playa Girón.
No es casual que el jefe de la CIA, Allan Dulles, estuviera reunido ese día en La Fortaleza con el gobernador Luis Muñoz Marín.
El desarrollo de la invasión lo obligó a abandonar precipitadamente el almuerzo en la residencia del gobernador. Así lo testifica el entonces secretario de Estado, y luego gobernador de Puerto Rico (1964-1968), Roberto Sánchez Vilella. (1)
Hasta 1965 estas organizaciones recibieron el respaldo político y económico del gobierno puertorriqueño, al igual que de importantes figuras del mundo empresarial, como Luis A. Ferré, quien llegó a ser gobernador de la Isla entre 1968 y 1972.
Hasta 1965 estas organizaciones recibieron el respaldo político y económico del gobierno puertorriqueño, al igual que de importantes figuras del mundo empresarial, como Luis A. Ferré, quien llegó a ser gobernador de la Isla entre 1968 y 1972.
Esto sin contar las repetidas ocasiones en que dichas organizaciones violaron algunas leyes sin que las autoridades del país las molestaran o procesaran (2). Hasta 1965 también existió una estación de la CIA en San Juan.
A partir de 1965, Puerto Rico, además de ser refugio de estas organizaciones exiliadas, se convirtió en un campo de batalla. Ya no se organizarían acciones violentas desde Puerto Rico contra Cuba, sino que la violencia se empezaría a ejercer dentro del territorio puertorriqueño.
A partir de 1965, Puerto Rico, además de ser refugio de estas organizaciones exiliadas, se convirtió en un campo de batalla. Ya no se organizarían acciones violentas desde Puerto Rico contra Cuba, sino que la violencia se empezaría a ejercer dentro del territorio puertorriqueño.
En la madrugada del 9 de octubre de 1965, el barco mercante de bandera española Satrustegui sería objeto de un atentado dinamitero con el propósito de hundirlo en la bahía de San Juan.
En esos momentos la organización MIRR, dirigida por Orlando Bosch Ávila -el mismo que años más tarde sería uno de los autores intelectuales del criminal derribo de un avión de Cubana de Aviación en octubre de 1976-, desarrollaba una campaña violenta contra todo aquel país que comerciara con Cuba con artículos básicos como medicinas y alimentos.
Eran momentos en que el bloqueo económico a Cuba se recrudecía por Estados Unidos y algunos países como México, España e Inglaterra, mantenían comercio con la Isla. En ese incidente, y como excepción, fue arrestado el cubano exiliado José Rodríguez Pérez, quien cumplió una breve sentencia de cárcel de apenas unos meses.
El 12 de septiembre de 1968, un segundo barco mercante, el SS Koromoto, con iguales características que el Satrustegui, era dinamitado por el Cuban Power, organización clandestina dirigida también por Orlando Bosch Ávila.
El 9 de enero de 1969 se entrega a Prensa Unida Internacional (UPI) un comunicado de la organización clandestina Cuban Power, donde se le declaraba la guerra al MPI (Movimiento Pro Independencia), por sus vínculos con la Revolución Cubana. En menos de 24 horas una potente bomba destruía el carro del dirigente independentista Juan Mari Brás. (3)
El 12 de septiembre de 1968, un segundo barco mercante, el SS Koromoto, con iguales características que el Satrustegui, era dinamitado por el Cuban Power, organización clandestina dirigida también por Orlando Bosch Ávila.
El 9 de enero de 1969 se entrega a Prensa Unida Internacional (UPI) un comunicado de la organización clandestina Cuban Power, donde se le declaraba la guerra al MPI (Movimiento Pro Independencia), por sus vínculos con la Revolución Cubana. En menos de 24 horas una potente bomba destruía el carro del dirigente independentista Juan Mari Brás. (3)
Ese mismo año la organización Cuban Power, dirigida por Orlando Bosch Ávila, continuó atacando barcos mercantes en las costas de la Florida. Bosch fue arrestado y condenado en 1968 a varios años de prisión, siendo liberado bajo palabra en 1974.
Era tanto el poder de influencia y relaciones que tenían dichas organizaciones en Puerto Rico que, cuando el primer arresto en 1965 de José Rodríguez Pérez, usaron sus influencias para llegar al entonces gobernador Sánchez Vilella y solicitarle que intercediera por el acusado (4).
Cuando el arresto en 1968 de Orlando Bosch, desarrollaron una campaña de cartas al presidente de Estados Unidos (EEUU) Richard Nixon, solicitando su clemencia. Para lograr esto se acercaron al exgobernador Muñoz Marín para que facilitara la entrega de dichas cartas al entonces presidente Nixon.
Documentos desclasificados indican que Muñoz dio instrucciones a Santiago “Chaguín” Polanco Abreu para que cumpliera con la petición de los exiliados. (5)
Corría el año de 1972 y en la OEA (Organización de Estados Americanos) se discutía la posibilidad de eliminar la prohibición a los países latinoamericanos para que pudieran restablecer relaciones diplomáticas con Cuba.
Esto provocó la histeria del exilio y ya para 1974 empezaban a explotar bombas en representaciones diplomáticas, líneas aéreas y negocios pertenecientes a los países que decidieron restablecer relaciones diplomáticas y comerciales con Cuba. Países como Venezuela, Argentina y Perú empezaron a recibir los ataques terroristas de las organizaciones exiliadas. Puerto Rico no estuvo al margen de esos actos terroristas porque, a pesar de que no tenía nada que ver con esa decisión de la OEA, en su territorio sí había representación de esos países.
El 11 de septiembre de 1973, el general Augusto Pinochet organizó un golpe de estado contra el legítimo presidente chileno Salvador Allende y en muy breve tiempo dicha dictadura se convierte en un importante aliado de los exiliados cubanos, con el beneplácito del gobierno estadounidense y la Agencia Central de Inteligencia. Orlando Bosch Ávila es puesto en libertad bajo palabra y visita Puerto Rico en marzo del 1974. En esa ocasión fue recibido por el principal líder exiliado de la época, Enrique Núñez Álvarez, director del semanario Réplica, versión de Puerto Rico.
El 11 de septiembre de 1973, el general Augusto Pinochet organizó un golpe de estado contra el legítimo presidente chileno Salvador Allende y en muy breve tiempo dicha dictadura se convierte en un importante aliado de los exiliados cubanos, con el beneplácito del gobierno estadounidense y la Agencia Central de Inteligencia. Orlando Bosch Ávila es puesto en libertad bajo palabra y visita Puerto Rico en marzo del 1974. En esa ocasión fue recibido por el principal líder exiliado de la época, Enrique Núñez Álvarez, director del semanario Réplica, versión de Puerto Rico.
En su paso por Puerto Rico estableció contactos, recogió dinero y siguió rumbo a Chile, Costa Rica y Venezuela, en donde fue finalmente arrestado por su participación en la conspiración y planificación de la voladura del avión de Cubana de Aviación en octubre de 1976.
En 1974 se organiza también en la ciudad de Miami el FLNC (Frente de Liberación Nacional Cubano), organización clandestina cuyos miembros se nutren de tres organizaciones públicas: Halcones Dorados, Acción Sindical Independiente (ASI) y la Agrupación Abdala. En Puerto Rico dicha organización sería responsable de innumerables actos terroristas durante esos años de 1974 al 1980.
En 1974 se organiza también en la ciudad de Miami el FLNC (Frente de Liberación Nacional Cubano), organización clandestina cuyos miembros se nutren de tres organizaciones públicas: Halcones Dorados, Acción Sindical Independiente (ASI) y la Agrupación Abdala. En Puerto Rico dicha organización sería responsable de innumerables actos terroristas durante esos años de 1974 al 1980.
El objetivo principal era impedir, ya no la venta de medicinas y alimentos como en la década de 1960, sino el comercio entre los primeros países latinoamericanos que decidían normalizar sus relaciones con Cuba, además de golpear a todos aquellos que fueran solidarios con Cuba, entiéndase el movimiento independentista y socialista puertorriqueño.
De acuerdo a documentos desclasificados, entre los miembros fundadores se encontraban Enrique Núñez Álvarez, del semanario Réplica; Reynol Rodríguez González, Frank Eulalio Castro Paz, con residencia en República Dominicana; Luis Alberto Crespo del Valle y Humberto López, en Miami.
Es esta misma organización la que se plantea por idea de Reynol Rodríguez González, planificar, a partir de noviembre de 1975, la eliminación física de Juan Mari Brás, dirigente independentista y socialista de Puerto Rico (6). En 1975, también se forma un comando compuesto por Frank Castro Paz, Annie Dewindt, René Fernández del Valle y su esposa Gloria Cordero Haydon, el americano Jimmy Everett, con el apoyo de Reynol Rodríguez González, para intentar volar un avión cubano en la isla de Trinidad y Tobago, un año antes de que desde Venezuela se realizara el mismo objetivo. (7)
En junio de 1976, Orlando Bosch Ávila y Frank Castro Paz, entre otros, fundan en República Dominicana el C.O.R.U. (Coordinadora de Organizaciones Revolucionarias Unidas). El C.O.R.U. es una organización terrorista de exiliados cubanos bajo la cual se agrupan cinco organizaciones exiliadas, entre ellas el FLNC, dirigidas en Puerto Rico por Reynol Rodríguez González y entre cuyos miembros, según descubrimos recientemente por documentos desclasificados del FBI (29 de febrero de 2012) se encuentra Julio Labatut Escarra, sospechoso principal en la conspiración para asesinar a Carlos Muñiz Varela en abril de 1979.
En junio de 1976, Orlando Bosch Ávila y Frank Castro Paz, entre otros, fundan en República Dominicana el C.O.R.U. (Coordinadora de Organizaciones Revolucionarias Unidas). El C.O.R.U. es una organización terrorista de exiliados cubanos bajo la cual se agrupan cinco organizaciones exiliadas, entre ellas el FLNC, dirigidas en Puerto Rico por Reynol Rodríguez González y entre cuyos miembros, según descubrimos recientemente por documentos desclasificados del FBI (29 de febrero de 2012) se encuentra Julio Labatut Escarra, sospechoso principal en la conspiración para asesinar a Carlos Muñiz Varela en abril de 1979.
El C.O.R.U intentaba fortalecer su campaña terrorista basada en el concepto de “La Guerra por los Caminos del Mundo” desarrollada por José Miró Cardona.
La estrategia consistía en golpear todo objetivo cubano y sus aliados en el mundo. La voladura del avión de Cubana de Aviación fue uno de sus actos terroristas más destacados.
En cuanto a este punto, los miembro del FLNC en Puerto Rico tenían la misión de ayudar a uno de los complotados, Hernán Ricardo, a recibirlo en San Juan y darle protección luego de los hechos. Frank Castro había llegado a San Juan el 3 de octubre desde Venezuela unos días antes del 6 de octubre para impartir las últimas instrucciones.
Hernán Ricardo hacía gestiones nada menos que con el representante del FBI (legat) en la embajada norteamericana de Caracas, Joe Leo, para entrar como periodista por San Juan el 1 de octubre. Al menos eso era lo que él alegaba.
A finales de 1978 se comenzaba una nueva relación entre los cubanos residentes fuera de Cuba y el gobierno y pueblo de Cuba, que permitió la liberación de casi todos los presos que se encontraban en cárceles cubanas. Igualmente, se abrió la posibilidad de que los cubanos que vivían fuera de la isla viajaran a Cuba y se reencontraran con sus familiares. Ahora las organizaciones exiliadas y sus organizaciones armadas, entraban en una nueva etapa: evitar que los cubanos exiliados viajaran a Cuba.
A finales de 1978 se comenzaba una nueva relación entre los cubanos residentes fuera de Cuba y el gobierno y pueblo de Cuba, que permitió la liberación de casi todos los presos que se encontraban en cárceles cubanas. Igualmente, se abrió la posibilidad de que los cubanos que vivían fuera de la isla viajaran a Cuba y se reencontraran con sus familiares. Ahora las organizaciones exiliadas y sus organizaciones armadas, entraban en una nueva etapa: evitar que los cubanos exiliados viajaran a Cuba.
Ya no sería para impedir que llegaran barcos de alimentos y medicina, o evitar que países latinoamericanos decidieran restablecer sus relaciones diplomáticas y comerciales con Cuba, ahora se enfrentaban a sus aliados naturales, los exiliados cubanos. En cierta forma, y visto como proceso histórico, era una prueba de su debilidad política y hegemónica, a pesar de la peligrosidad de sus actos.
Carlos Muñiz Varela fue instrumental en llevar a la práctica esos cambios que se desarrollaban entre los cubanos de adentro y los de afuera, por lo tanto el odio contra él no se hizo esperar y la primera bomba era colocada en su pequeña oficina de Viajes Varadero el 4 de enero de 1979.
Carlos Muñiz Varela fue instrumental en llevar a la práctica esos cambios que se desarrollaban entre los cubanos de adentro y los de afuera, por lo tanto el odio contra él no se hizo esperar y la primera bomba era colocada en su pequeña oficina de Viajes Varadero el 4 de enero de 1979.
Las organizaciones exiliadas casi siempre tuvieron el respaldo de las autoridades puertorriqueñas y federales tanto en sus acciones legales como ilegales. El FBI se dedicó a monitorear todas las acciones terroristas de estos grupos pero sin ningún interés en reprimirlos salvo en contadas ocasiones, como en el caso del asesinato del excanciller chileno Orlando Letelier en Washington. Muchos documentos desclasificados lo demuestran.
El 24 de enero de 1979, el Senado de Puerto Rico, a petición del senador Nicolás Nogueras, aprobaba una resolución que se oponía al diálogo iniciado con el gobierno cubano y los viajes a Cuba.
Uno de los Resuélvase leía así: “Rechazar y repudiar enérgicamente todo tipo de diálogo, componenda o transacción con el régimen comunista de Fidel Castro” y “Exhortar al exilio cubano a mantener su unidad en la lucha por la liberación de Cuba y evitar toda división y conflicto dentro de su liderato y militancia”.
La mesa estaba servida, ya no solo contaban con el apoyo de la División de Inteligencia de la Policía de Puerto Rico, con el de los elementos corruptos dentro de la División de Homicidios de Puerto Rico -encabezada por el coronel Alejo Maldonado Medina- con la tolerancia y complicidad del FBI, sino que ahora tenían, al igual que en años anteriores, el aval del estamento político del país a través del propio Senado de Puerto Rico.
El camino estaba abierto para lo que les diera la gana hacer, como también las posibilidades de encubrir, entorpecer y demorar cualquier gestión encaminada al esclarecimiento del asesinato de Carlos Muñiz Varela.
Situaciones desarrolladas en el país a partir del arresto del Coronel Alejo Maldonado Medina y su grupo de oficiales corruptos (1982-1985); la investigación llevada a cabo por el Senado de Puerto Rico en 1984 sobre los asesinatos de los 2 jóvenes independentistas en el Cerro Maravilla el 25 de julio de 1978, y la posterior convicción de los agentes de la División de Inteligencia de la Policía vinculados a dichos crímenes; la investigación llevada a cabo por la Comisión de Derechos Civiles en cuanto a la persecución a independentistas o “carpeteo” y el desmantelamiento de la División de Inteligencia en 1987, abrieron unos espacios en el país que permitieron, por primera vez, que se iniciara algún tipo de investigación en cuanto al caso de Carlos Muñiz Varela y Santiago Mari Pesquera. Los exiliados cubanos empezaron a perder aliados en el país.
Sólo el empeño, la tenacidad y la consistencia de un puñado de hombres y mujeres, más de 200, de lo mejor del país -puertorriqueños y cubanos- han logrado a lo largo de estos 33 años ir rompiendo el muro del secretismo y lograr que empiece a brotar la verdad.
Situaciones desarrolladas en el país a partir del arresto del Coronel Alejo Maldonado Medina y su grupo de oficiales corruptos (1982-1985); la investigación llevada a cabo por el Senado de Puerto Rico en 1984 sobre los asesinatos de los 2 jóvenes independentistas en el Cerro Maravilla el 25 de julio de 1978, y la posterior convicción de los agentes de la División de Inteligencia de la Policía vinculados a dichos crímenes; la investigación llevada a cabo por la Comisión de Derechos Civiles en cuanto a la persecución a independentistas o “carpeteo” y el desmantelamiento de la División de Inteligencia en 1987, abrieron unos espacios en el país que permitieron, por primera vez, que se iniciara algún tipo de investigación en cuanto al caso de Carlos Muñiz Varela y Santiago Mari Pesquera. Los exiliados cubanos empezaron a perder aliados en el país.
Sólo el empeño, la tenacidad y la consistencia de un puñado de hombres y mujeres, más de 200, de lo mejor del país -puertorriqueños y cubanos- han logrado a lo largo de estos 33 años ir rompiendo el muro del secretismo y lograr que empiece a brotar la verdad.
Las recientes desclasificaciones de documentos de Viajes Varadero y Carlos Muñiz Varela, más las que vienen en camino, harán imposible seguir escondiendo la verdad y seguirán restándole excusas al Estado para no actuar.
En eso estamos comprometidas muchas más personas de las que se imaginan y será al final el mejor homenaje a la memoria no sólo de Carlos Muñiz Varela y Santiago Mari Pesquera, sino de todos aquellos que fueron víctimas del terror y la violencia.