“La lucha de este movimiento estudiantil es política”, dice
Camila Vallejo Dowling, presidenta de la Federación de Estudiantes de la
Universidad de Chile (Fech) y principal portavoz de las protestas que buscan cambiar por completo el panorama educacional chileno.
En conversación con El Ciudadano, la dirigenta habla sobre
el conflicto, pero también aborda el papel de la Izquierda en su
conducción y cómo hacer para que desemboque en cambios constitucionales.
¿Qué respuesta concreta esperan del Gobierno para sentirse satisfechos con las movilizaciones?
Creo que lo primero es demostrar una voluntad por cambiar el
paradigma que constituye a la Educación como una inversión individual y
no como una inversión social.
Con base en eso, necesitamos un cambio
constitucional, que el Estado no sea garante, sino que sea responsable y
se dedique a proveer educación pública para todos.
Entre los
principales puntos de nuestras demandas, está el cómo avanzamos en un
financiamiento para que las familias no sean las que costeen la
educación. Pero entendemos que debe ser parte de un proceso.
¿Buscan un sistema de financiamiento estudiantil como el arancel diferenciado?
Ahí hay una discusión de fondo, porque el objetivo político es la
gratuidad y el arancel diferenciado es un paso para llegar a ella.
Esa
fue una propuesta que se barajó cuando no estaba la demanda de reforma
tributaria, pero ahora es distinto porque el movimiento alcanzó un nivel
de masividad y complejidad importante que nos permite pedir cambios más
estructurales para que esto se pueda financiar adecuadamente.
Los
recursos están y dependen de cómo se distribuyan para garantizar en una
primera instancia, por ejemplo, la gratuidad para los siete primeros
deciles de la población.
¿Esa búsqueda de gratuidad pretende abarcar toda la educación superior o sólo la pública?
Si utilizáramos las ganancias que tiene una sola gran minera,
lograríamos financiar toda la educación superior. Todo podría ser
gratuito, porque tiene un costo de 2,2 billones de pesos ($2.200
millones), que es la utilidad que tiene una gran minera.
“Escondida”
logró utilidades de 4,3 billones de pesos en 2010. Entonces,
evidentemente los recursos están, pero con el Gobierno que tenemos eso
no va a pasar.
Lo que queremos es asegurar la gratuidad para las universidades que
pertenecen al Consejo de Rectores -24 instituciones-. Para las
universidades privadas, buscamos un sistema de financiamiento más
amigable, como un Fondo Solidario, eliminando completamente a la banca
privada porque el Estado también debe hacerse cargo de los estudiantes
que no optaron por el sistema público.
¿Te parece prudente que un estudiante de los estratos más altos cuente con educación gratis también?
Si hay una reforma tributaria previa, a mí no me importa, porque
finalmente son los más ricos los que estarían pagando esto. Creo que es
lo mejor, finalmente se asumiría a la Educación como un derecho, más
allá de la situación socioeconómica de una persona.
¿Cómo convertir estas demandas estudiantiles, que en un
inicio se plantearon sólo como económicas, en la punta de lanza de un
movimiento político más amplio?
Yo creo que el movimiento ha sido bastante político, más allá de que
efectivamente hay gente que tiene una demanda netamente económica.
También hay quienes están por una lucha más política en el tema
Educación y otros que van por algo más largo, por la disputa del poder.
Con todas estas personas, nuestro reto es impedir que este movimiento se
vuelva algo testimonial, evitar también el aprovechamiento político de
la Concertación para que luego salgan como los victoriosos, y por
último, lograr efectivamente un nivel de organización y articulación que
permita configurar un programa político, es decir, que la gente dispute
el poder.
¿Cómo el movimiento estudiantil puede contagiar a otros
sectores de la sociedad que viven problemas similares derivados del
modelo?
Eso está sucediendo, es parte de nuestros objetivos, pero es un
desafío muy grande porque hoy no existe la masa crítica, ni un pueblo
suficientemente consciente.
Sin embargo, hay demandas que a primera
vista parecieran ser gremiales, pero finalmente hacen a la gente palpar
lo malo del modelo.
Entonces, se está entendiendo que la Educación es un
problema social, pero como parte de una crisis mayor que tiene que ver
con un modelo de mercado que nos rige.
¿Atribuyes la masividad de las actuales manifestaciones a una
pérdida del miedo de esta generación o al colapso del sistema
económico?
Yo creo que son muchos factores, pero el más fuerte tiene que ver con
el agotamiento del modelo. Ya nadie cree en las falsas promesas y la
gente siente ese abuso.
El caso La Polar fue un claro ejemplo. ¿Qué va a
pasar con esos ejecutivos? Impunes van a quedar o sólo pagarán un bajo
costo.
Entonces, la gente sabe que en otras áreas también, en buen
chileno, se los están cagando.
Se aguantó por mucho tiempo esta
situación, pero ya no más, y eso se mezcla con una generación que
efectivamente no le tiene miedo a protestar ni a la dictadura. Estamos
cansados de un modelo que oprime y roba a la gente.
¿La izquierda está a la altura de conducir un descontento social como este?
No todavía. En particular, el Partido Comunista (PC) se ha mantenido
muy al margen y no ha tratado de mostrarse como el conductor de este
proceso, porque tampoco lo es.
En general, pienso que en la Izquierda
aún hay muchas desconfianzas, aunque no divisiones, pues sabemos que nos
encontramos siempre y vamos unidos.
Lo que nos falta como Izquierda es
la capacidad de generar alianzas y construir bases programáticas en
conjunto.
¿Y eso a qué responde?
Veo a una parte de la Izquierda aún muy prematura, que le falta
construir más base social, más alternativa programática, una Izquierda
que se ha construido mucho sobre la negación no sólo de la clase
política, sino también del mismo Partido Comunista.
Ahí el desafío es
construir confianza, hacer alianza y construir programa entre todos.
¿Crees que esa desconfianza de parte de la Izquierda con el
PC no radica, por ejemplo, en acuerdos como el pacto instrumental con la
Concertación?
Eso fue determinante, incluso dentro del PC. Pero creo que el Partido
ha asumido esos costos políticos, que son característicos de un
periodo, y no creo que aquello haya sido perjudicial.
Es decir, no hemos
logrado grandes cosas teniendo tres disputados, pero sí se están
discutiendo proyectos de ley que benefician al pueblo.
¿Ese es el camino que debería seguir la Izquierda y el PC en particular?
Es que el PC no lo puede hacer sólo. Nosotros tenemos dirigencia en
todos los sectores, pero falta comenzar a articular más base social a
partir de esa dirigencia y eso necesariamente requiere el trabajo de los
otros sectores de izquierda.
¿Crees que la desconfianza de algunos sectores de la Izquierda con el PC es justificada?
Creo que sí tiene justificación. De alguna manera se ve desde afuera
que el acercamiento a la Concertación -que todos sabemos que fueron los
cómplices que administraron este modelo- es como una traición a la
Izquierda. Pero el PC jamás ha tenido esa disposición ni ha traicionado
al pueblo ni a la Izquierda por ese acercamiento.
El proyecto del PC no
es ser parte de la Concertación, sino tensionar para el otro lado y
evidentemente ahí no van a poder estar todos esos sectores más
reaccionarios de la Concertación.
¿Cómo ves una candidatura de Michelle Bachelet para las próximas presidenciales?
No me gustaría volver atrás, sería como un retroceso con ella, volver
a cosas como la LGE en el ámbito estudiantil. Para ser realmente un
avance, tendría que demostrarse a través de un programa político
distinto, radicalmente distinto, donde se vean voluntades más allá del
oportunismo que caracteriza a muchos dirigentes de la Concertación.
¿Con quién crees que estarán los comunistas en las próximas elecciones?
No he llegado a esa discusión aún, pero hay nuevos referentes que
están naciendo y se ven interesantes. Por otro lado, hay que esperar qué
pasa con la Concertación, que como alianza política ya no existe y debe
asumirlo.
Tienen que definir si van a seguir avalando el modelo o van a
iniciar un proceso de alianza con otros sectores para crear una
alternativa real.
¿Apuestas a que la Concertación decante y a que la Izquierda se organice desde esa base?
No, yo creo que la Izquierda debe formar su propia base. Pero a nivel
de clase política, hay que ver qué pasa porque la Izquierda aún no es
capaz de tener figuras para disputar el poder.
A propósito de todo lo ocurrido con estas movilizaciones, ¿crees que hay un núcleo duro de pinochetismo en el país?
Sí, claro. Cuando murió Pinochet todos los vimos. Me caí de poto al
ver toda esa gente romántica por el pinochetismo.
Y hoy día se ve
también en ciertos sectores, y hablo precisamente de la gente que está
en el poder, en el Gobierno. En la calle, por suerte, me he pillado a
pocos, pero cuando uno ve en el Twitter, se encuentra con comentarios de
corte fascista.
Cuando revisas tu cuenta de Twitter ¿con qué tipo de mensajes opositores te encuentras?
La mayoría son fascistas y machistas, sin mucho argumento, sin altura
de miras, sin discusión, sólo discriminación y un odio que me
sorprende.
Es gente capaz de hacer cualquier cosa. Igualmente, en el
Gobierno te encuentras pronunciamientos similares, de corte fascista, de
invocar a la dictadura…
Como cuando una funcionaria dijo ‘matando la perra se acaba la leva’…
Ese fue uno, pero te encuentras con otros como: ‘Si siguen así, vamos
a tener una nueva detenida desaparecida’. Hasta se planteó sacar al
Ejército a las calles…
En 2010 estábamos hablando de la lucha mapuche y ahora nadie
la menciona ¿Chile es un país de corta memoria? ¿Temes que el tema de la
Educación sufra algo similar?
Todos tenemos el temor de que esto sea una gran explosión y luego se
olvide, aunque creo que hay un nivel de apertura de la gente y del
movimiento, de tener mucha fe y que a partir de esto no sólo se geste un
cambio en Educación, sino también un país distinto.
La gente siente ese
espíritu y esas cosas no mueren tan fácilmente.
¿Consideras que la prensa está reflejando eso?
Yo sé donde estoy parada. Sé que es una sociedad machista, que los
medios de comunicación son un poder fáctico muy importante, que disponen
según lo que se determine en el poder por detrás.
Es un escenario donde
muchos medios como La Tercera, La Segunda y El Mercurio, tergiversan
todo, se enfocan sólo en la violencia, en las divisiones internas de la
Confech y tratan de manejar la opinión pública.
Yo no doy más
entrevistas a La Tercera, es una cuestión espantosa cómo ha manejado la
información. Ese diario miente, no como El Mercurio, que creo da la
opinión de la derecha simplemente.
¿Y en el caso de Las Últimas Noticias (LUN)?
LUN utiliza la estrategia de la superficialidad, no ir al fondo. Hoy
me utilizan a mí, después puede ser otra persona. Ellos banalizan la
información para que la gente vea lo superficial solamente y no lo que
sucede realmente en los movimientos.
Por ejemplo, cuando pusieron
‘Camila Vallejo no quiso mover la colita’ ¿Qué nivel periodístico hay
ahí?
¿Cómo te planteas ante reformas políticas como una asamblea constituyente?
La asamblea constituyente es una proyección, no es una demanda en
estos momentos. Instalarlo como demanda es una cuestión política, y
sabemos que si la exigimos ahora, serán los mismos de siempre los que
participen de ella y la redacten.
Eso pasa porque la gente de las
poblaciones, la base social, aún no está empoderada de ese tema.
En
cuanto a proyección política, ahí hay un desafío muy importante: generar
poder constituyente.
¿A mediano plazo dices?
Sí, creo que es algo a mediano plazo. Por ejemplo, hoy se está
hablando mucho de asambleas territoriales o populares.
A partir de esas
instancias que se están creando y le permiten a la gente que no está en
política participar, debe instalarse la idea de una nueva Constitución.
Si todos nos ponemos a trabajar en esa dirección, tanto comunistas como
la Izquierda en general y las bases de la Concertación, se puede dar
algo muy potente.
¿Te vas a presentar a un nuevo período en la Fech?
Lo estamos discutiendo. Podría
presentarme nuevamente, estoy dispuesta. Pero debo resolver mi situación
académica. Es algo que no descarto, dependerá de las necesidades del
movimiento estudiantil.
En términos de país, ¿estás viendo alguna candidatura?
No estoy pensando en eso. Me lo han pedido en la calle, pero no.
Sergio Jara Román / El Ciudadano