
La hoy desacreditada Scotland Yard, no pudo sostener su versión del episodio, según la cual se sindicaba a Duggan
como el causante de un enfrentamiento que motivó la réplica policial
que terminó con su vida.
Los exámenes balísticos han revelado que un
proyectil impactado en un equipo de radio que portaba un agente habría
sido disparado por la propia policía y no por el joven asesinado.
Este hecho policial motivó que el sábado 6 de agosto, se hiciera una marcha frente a la comisaría de Tottenham, en la que participaron cientos de personas que solicitaban “justicia para Duggan”.
Un altercado entre una joven mujer y un policía habría desencadenado los disturbios que fueron “in crescendo”.
Los mismos comenzaron con el lanzamiento de botellazos y otros
proyectiles contra coches policiales y continuaron con el incendio de
uno de aquellos clásicos autobuses rojos de dos pisos, de tiendas y
edificios y el posterior saqueo de los mismos.
En los días sucesivos, el estallido de violencia urbana se ha expandido a otros sectores de Londres
e incluso al centro del país, las pérdidas materiales, se estiman
importantes y por el momento parece incontrolable al punto que el
propio Premier británico David Cameron ha autorizado a la policía para que utilice de balas de goma y cañones de agua.
Muchos advierten que no fueron esas las “herramientas” utilizadas en contra de la víctima Marck Duggan por la propia policía.
David Cameron ha declarado que se
utilizará la extensa red de cámaras existente en el país para
identificar y llevar ante la justicia a los responsables de saqueos y
otros actos vandálicos: “…imagen por imagen todos los
criminales serán identificados y arrestados y no vamos a dejar que
falsas preocupaciones sobre derechos humanos se interpongan en ese
camino…”, dijo el Premier.
Muchos se preguntan si la misma vocación por detener a los responsables
de los actos de pillaje que ocurren durante las protestas en las
calles, podría demostrarse con quienes han acribillado a Marc Duggan.
No es casual que en una ciudad como Londres
considerada en otras épocas como una de las más seguras del mundo, un
episodio en apariencias policial genere tantas repercusiones.
En este
contexto podría interpretarse este fenómeno de violencia urbana como el
resultado del surgimiento de una comunidad multicultural emergente,
asfixiada dentro de la sociedad británica y que se ha desarrollado en
la exclusión económica y bajo el estigma del racismo.
Tottenham, es un suburbio
ubicado al norte de Londres que se caracteriza por una notable
diversidad, ya que en este distrito conviven subsaharianos,
afro-caribeños, polacos, judíos ortodoxos, turcos e ingleses blancos
que se mezclan por calles repletas de pequeños comercios, restaurantes
de diferentes nacionalidades, polígonos industriales y talleres.
Muchos de estos grupos étnicos tienen bajos
estándares económicos y habitan en edificios degradados y han sido
perjudicados por las políticas económicas implementadas en los últimos
años.
El abuso policial perpetrado en contra de Mark Duggan
no ha sido más que la gota que ha colmado un vaso repleto de
violaciones a la dignidad humana en contra de estos sectores sociales
postergados.
En
este escenario subyace una amenaza de conflicto social que enfrenta a
oportunistas y saqueadores con personas pertenecientes a diferentes
culturas y etnias que se oponen tanto a la violencia de la policía como
a la de los delincuentes que se aprovechan de las protestas para
robar.
Prueba de ello es el atentado que costó la vida tres jóvenes
musulmanes en Birminghan cuando al defender a las
tiendas del barrio fueron atropellados ex profeso por una combi.
En
esta oportunidad, asiáticos y somalíes hicieron huir a los saqueadores.
En Southhall, la comunidad sij sacó a
cientos de hombres a la calle para proteger sus templos.
Armados con
palos y machetes, 200 hombres de todas las edades vigilaban sus
pertenencias después de saber que en el vecino distrito de Ealing habían ocurridos terribles saqueos.
En todos los casos, la policía brilló por su ausencia.
Existe un peligro que esta comunidad multicultural,
bajo la presión de la pobreza, el racismo y la injusticia termine
derivando en un complejo conflicto racial, ante la indiferencia y
torpeza de las autoridades, que a la sazón se encontraban vacacionando.
De hecho David Cameron tuvo que interrumpir sus
vacaciones en Italia para ocuparse del tema y no tuvo mejor idea que
recurrir a la amenaza indiscriminada y políticamente incorrecta para
disimular su falta de competencia para afrontar la crisis.
Scotland Yard ha sindicado a las redes sociales como Twitter
de promover estos incidentes y propagar rumores sobre supuestas
provocaciones de los agentes en las protestas.
En declaraciones a la
emisora británica BBC, el subinspector Steve Kavanagh ha afirmado que "los medios sociales y otros métodos han sido empleados para organizar estos niveles de criminalidad".
Resulta llamativo que las redes sociales e internet,
que han visibilizado los abusos cometidos por las fuerzas policiales,
sean acusadas en Inglaterra de cierta complicidad o funcionalidad en la
organización de actos criminales cuando en realidad lo que han hecho
en estos casos es desenmascarar lo que se pretende ocultar.
El mensaje que envían autoridades como Kavanagh,
encubre el propósito o el deseo cada vez menos disimulado de
limitarlas.
Es oportuno recordar que, paradójicamente, las redes
sociales en el Magreb [África del norte] fueron vistas
por occidente como un vehículo para la libertad, por que sirvieron como
herramienta contra los abusos de los gobiernos autocráticos de la
región y movilizaron a decenas de miles de personas en contra de los
mismos.
¿Acaso los abusos de los gobiernos occidentales deben preservarse del peligro libertario de las redes sociales?
Muchas preguntas se plantean a partir de la cada vez
más generalizada resistencia civil tanto en distintos países europeos
como en España, Grecia e Italia como en los países árabes del Magreb o
del cercano oriente.
¿Tienen estos conflictos sociales algún punto de contacto?
¿El movimiento de “indignados” en España podría derivar en los niveles de violencia que están ocurriendo en Inglaterra?
¿Pueden
asimilarse los movimientos de resistencia popular en Europa a los
acontecidos en el Magreb y que han provocado cambios de gobierno en
algunos países árabes?
Algunos puntos de contacto podemos encontrar:
Primero: todos estos movimientos
tienen una importante base popular que trasciende cualquier
manipulación mediática, sectaria o política de quienes intentan
beneficiarse con los mismos.
Segundo: En todos estos fenómenos
han tenido un gran protagonismo las redes sociales como una arista no
calculada de la globalización de las tecnologías de la información y de
la comunicación.
Tercero: En todos estos movimientos la gente que los protagoniza sufre algún tipo de exclusión [política, económica o racial].
Cuarto: las personas que protestan
están vinculadas con algún esquema de concentración contra-fáctico a la
democracia.
Estas personas, o son víctimas de la concentración económica
que los transforma en marginados de la sociedad sin esperanza y con
poco o nada que perder como está sucediendo cada vez más en Europa; o
son víctimas de un esquema de concentración política que asfixia sus libertades civiles políticas y culturales como en los países árabes del Magreb.
El desafío de este post-moderno concierto mundial,
tal vez estribe en la imperiosa necesidad de identificar quiénes son y
dónde están los victimarios de los cada vez más numerosos excluidos del
mundo.