Hernán Cortés y otros hechos desconocidos sobre el canal de Panamá

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El terrorista Orlando Bosch, cómplice de Posada Carriles, muere en la impunidad, en Miami, EEUU


JEAN-GUY ALLARD – Orlando Bosch – el Pediatra de la Muerte, el jefe de la CORU terrorista, protegido por los Bush, la FNCA y la CIA, responsable con Luis Posada Carriles, de la explosión en pleno vuelo de un avión de Cubana de Aviación, cuya carrera criminal dio acceso al Capitolio a Ileana Ros-Lehtinen -  murió en Miami este miércoles, a las 12:05 de la tarde, sin nunca haber pagado por sus crímenes.

Según un comunicado citado por la prensa mafiosa de esta ciudad, emitido “en nombre de la familia” por Pedro Corzo, “activista anticastrista”, su muerte se produjo después de “enfrentar una larga y dolorosa enfermedad” que no se especifica. Tenía 84 años.

Bosch nació el 18 de agosto de 1926 en Potrerillo, Cuba, a 250 kilómetros al este de La Habana. Llego a Estados Unidos el 28 de julio de 1960, con la autorización de quedarse en el país no más de 30 días. Sin embargo, Bosch se involucró de inmediato en la guerra sucia orientada desde la Florida contra Cuba por la CIA  y no dejará el territorio norteamericano antes de 1972.

Bosch, durante ocho años, ocupó el liderazgo del terrorista Movimiento Insurreccional de Recuperación Revolucionaria (MIRR).  El 16 de septiembre de 1968, Bosch participó en el lanzamiento de un proyectil de bazooka contra la nave polaca Polanica, en pleno puerto de Miami. El 15 de noviembre de 1968, fue condenado a 10 años de cárcel por la Corte Federal del Distrito de South Florida, por este crimen y, paralelamente, por haber dirigido amenazas escritas al Presidente de México, al Jefe de Estado español, general Francisco Franco, y al primer ministro británico, Harold Wilson, pretendiendo causar daños a barcos y aeronaves de aquellas naciones.

En 1972, Bosch es liberado condicionalmente y abandona el territorio norteamericano, violando las condiciones de su liberación.

Más obsesionado que nunca por su “misión” terrorista, Bosch participa en Bonao, República Dominicana, en la creación ordenada por la CIA de la Coordinación de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU), que reune varios grupos terroristas de Miami. 

La fundación tiene lugar  el 11 de junio de 1976,  en una casa de trabajo  secreta de la agencia.

La CORU se convertirá en el grupo terrorista cubanoamericano más devastador de la secunda mitad del siglo pasado, organizando y ejecutando, por cuenta de la CIA y de otras organizaciones ultraderechistas, un sinnumero de atentados, asesinatos, secuestros en Miami, Nueva York, Venezuela, Panamá, México, Argentina, y hasta en Europa, incluso con la Operación Condor y al servicio de la dictadura de Augusto Pinochet .

Según el informe del Sustituto del Procurador General Joe D. Whitley, quien, en mayo de 1989, pretendió negar al peligroso personaje el asilo que obtuvo, el más horroroso de los crímenes de Bosch fue por cierto el crimen de Barbados.

“En octubre de 1976, Bosch fue arrestado en Venezuela en relación con el atentado del 6 de octubre 1976 contra una aeronave civil de cubana, que ocasionó la muerte de 73 hombres, mujeres y niños”, contaba el fiscal norteamericano.

Recordaba como, aunque detenido en Venezuela durante once años bajo acusaciones ligadas a este incidente, fue finalmente absuelto, a pesar de que “en su juicio, fueron presentadas evidencias según las cuales los dos hombres condenados por homicidio en relación con el atentado estaban en contacto con él, tanto antes como después del atentado”.

Bosch sale de Venezuela bajo la protección de quién había resuelto su “absolución”, nada menos que Otto Reich, entonces embajador de Estados Unidos en Caracas.

Bosch llego a EE.UU. desde Venezuela, el 18 de febrero de 1988, sin documentos válidos. A su llegada, Bosch fue detenido formalmente bajo un mandato de arresto por su violación de las condiciones de su liberación en 1974.

Mantenerlo en detención o expoulsarlo del país, era sin contar con la intervención de la red mafiosa que protege en Washington como en Miami a los sicarios del imperio.

Según el New York Times del 17 de agosto de 1989, la congresista de origen cubano Ileana Ross-Lehtinen negoció personalmente con el entonces presidente George Bush, el padre, la liberación de Bosch. La reunión fue organizada por Jeb Bush, quien se aseguró así el apoyo de la mafia anticubana para su elección como gobernador, en el 2000.

En la conferencia de prensa que siguió su liberación, Bosch se enseña ya sin arrepentimiento alguno. Describe abiertamente el “arreglo” que acaba de firmar, minutos antes,  como “ridículo” y una “farsa”.  Añade el terrorista con su  arrogante ironía: “Compraron la cadena pero no tienen el mono”.

El Times señala entonces como Bosch se benefició del apoyo del senador republicano Connie Mack, de la representante Ileana Ros-Lehtinen y de Jeb Bush.

Bosch, el cerebro del crimen de Barbados, el autor de más de cincuenta atentados tanto en EE.UU. como en otros países, el apologista del terrorismo, recibió el perdón presidencial de George Bush, el 20 de julio de 1990.

¿Acaso Orlando Bosch iba a dejar de predicar el terrorismo como método de lucha política? Desde entonces circuló su nombre en relación con distintas acciones criminales, hasta como cómplice de Luis Posada Carriles, su viejo socio, en la serie de atentados ocurridos en La Habana en 1997.

En una entrevista publicada por el Miami Herald en septiembre de ese mismo año, Bosch se niega a confirmar sus actividades terroristas y sus años al servicio  de la violencia más extrema:

“De toda forma, aunque lo hubiéramos hecho, lo negaríamos porque es ilegal (de ordenar atentados) desde este país”. Añadiendo: 

“No criticamos esta forma de lucha, si es el deseo del pueblo cubano”, confirmando su conformidad con los métodos terroristas.

Bosch tendrá el cinismo, en una entrevista televisiva, de designar sus víctimas de la aeronave destruida, como  “cuatro o cinco negritas”.

Demostración de su propensión incurable a predicar el terror, este llamamiento a la violencia “con todos los medios y métodos necesarios” que firmaba Bosch el 22 de agosto del 2001, con varios cómplices, en el Miami Herald.

Bosch terminó sus días en su bungalow de Hialeah (Miami), donde siguió beneficiándose de la protección de los más altos órganos del poder judicial de esta nación que, cada año, fabrica su lista de “paises patrocinadores del terrorismo” y que sigue secuestrando en sus cárceles a cinco cubanos que infiltraron las filas de organizaciones como las de Bosch. 

Estas mismas que sembraron la muerte, en Estados Unidos, en Cuba, en América Latina y hasta más allá del continente.

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