JEAN-GUY ALLARD – Los buitres del FBI vuelan por encima de los restos “históricos” del expresidente y mandatario destituido venezolano Carlos Andrés Pérez (CAP) desde su fallecimiento el 25 de diciembre pasado de un ataque cardíaco en Miami.
¿Qué tanto le interesa al FBI en los archivos de Carlos Andrés Pérez?
¿Serán documentos que se refieren a las conexiones particulares de CAP con los “servicios” norteamericanos?
¿O el informe secreto que su asesor de seguridad le redactó sobre la responsabilidad de Luis Posada Carriles y Orlando Bosch Ávila en la explosión en vuelo de un avión civil cubano?
El viernes 18 de febrero un juez de Miami ordenó congelar los bienes del fallecido expresidente en Estados Unidos “y Venezuela” (sic), tras denegar la petición de una de sus hijas solicitando que se la designara fiduciaria del patrimonio de su padre.
Además de orientar que el cadáver sea enterrado temporalmente “en un lugar neutral”, el magistrado Arthur Rothenberg nombró a un “interventor independiente” que se encargará de realizar un “inventario” del patrimonio de Pérez.
Carolina Pérez Rodríguez, hija de CAP y su esposa Blanca Rodríguez de Pérez, presentaron la solicitud de ser las administradoras de los bienes del difunto. Con respecto a documentos y archivos de Pérez, han solicitado su retorno a Venezuela porque “forman parte del legado histórico de todos los venezolanos”.
Juan Antúnez, su abogado, declaró que hay documentos que sus clientes, que viven en Venezuela” quieren preservar. “No va a ser entregado ese patrimonio al Gobierno de Venezuela, esto es para la esposa y su familia. Esto no se trata de dinero, sino de un legado histórico”, contestó al juez Rothenberg sorprendentemente preocupado por esta parte de la herencia.
Según un documento judicial, hay entre los documentos unos que,”fueron robados de la oficina de Pérez en la torre Las Delicias, en Caracas, después de que abandonó el país en 1999 y terminaron en EEUU” así como “actas de los Consejos de Ministros, informes y minutas de reuniones con quienes integraban los gabinetes de Pérez en el periodo entre 1974 y 1979 y entre 1979 y 1993”.
DE REPENTE APARECE LA MANO (PELUDA) DE LOS FEDERALES
El interés del FBI en estas “cajas de papeles” no se supo públicamente antes de que el mismo letrado denunció que la familia en Miami del ex mandatario “estuvo moviendo bienes” como “unas cajas con documentos”, con “intención de esconderlos”.
“Aquí nadie está tratando de ocultar nada. Esto no tiene nada que ver con el entierro”, protestó Cecilia Victoria Pérez Matos, una de las hijas del ex presidente venezolano en la Florida que parece manejar esta parte del caso.
Contradiciendo Antúnez, sostuvo que eran “unas cajas que mi padre ordenó que se sacaran de Venezuela”, añadiendo:
“Al FBI se le informó sobre el contenido” de las mismas y la oficina de investigaciones federal estadounidense “estuvo interesada en revisarlas”, explicó sin detallar.
No preciso como se manifestó el interés de la contrainteligencia norteamericana sobre estos papeles “históricos” y en que circunstancias oficiales del Buró Federal de Investigación pudieron revisar las cajas de archivos, evidentemente sensibles para Estados Unidos.
Tampoco explicó o aseguró que ningún documentó desapareció en el curso de este examen por agentes que no tienen fama de tener escrúpulos en materia de seguridad nacional.
“Nosotros movimos esas cajas para que el FBI tenga acceso a ellas”, indicó la mujer que no manifestó tener conocimiento exacto del tenor de los documentos.
Carlos Andrés Pérez y la CIA
Las relaciones de Carlos Andrés Pérez con la CIA se demostraron en muchas circunstancias. Gobernante controvertido, tenía un discurso liberal por una parte, y una mano de hierro por otra. Ministro del Interior bajo el mandatario Raúl Leoni, se lo comparaba a Pedro Estrade, el jefe de la “gestapo” del dictador Pérez Jiménez de siniestra fama.
Bajo su cobertura, se experimentaron en Venezuela los conceptos de los “desaparecidos” y de los “teatros de operación” que tanto aplicaron los agentes de la CIA cubanoamericanos que él mismo ubicó a todos los niveles de su policía secreta.
CAP fue quién hizo que asesinos de origen cubano tan repugnantes cómo Luis Posada Carriles alias Comisario Basilio, Ricardo “El Mono” Navarrete y Rafael Rivas tomaron un control absoluto de su maquinaria de muerte.
Situó a otro, Orlando García Vázquez, su hombre de confianza de siempre en estas materias, como su asesor personal de seguridad con todos los privilegios correspondientes.
Lo más interesante es que El Nuevo Herald de Miami, anunció el 26 de julio de 2005 la muerte en esta ciudad de García, bajo el titulo: “Muere testigo clave en el caso Posada” en un texto donde se contaba luego como esta “figura clave de la inteligencia venezolana durante décadas”, falleció el domingo 24 anterior en el Hospital de Veteranos de Miami, a los 78 años.
Entre las pocas personas conocidas que se aparecieron en la funeraria para rendir tributo a García Vázquez se encontró el propio CAP que, a pesar de encontrarse muy afectado meses antes por un derrame cerebral, hizo esta última visita a quién había sido durante varias décadas la cabeza de su mecanismo de seguridad.
Dos años más tarde, el martes 19 de junio, jueves 21 de junio, martes 26 de junio y martes 3 de julio de 2007, otro connotado agente de la CIA, Antonio Veciana, jefe terrorista, fundador de Alpha 66, iba a completar el retrato, en el curso de una fascinante serie de entrevistas en el programa radiofónico La noche Se Mueve, del periodista Edmundo García.
Veciana afirmó entonces que CAP le había contado como había insistido para que García conservará el silencio (“Calla la boca y no hables de este asunto“) sobre el caso del avion cubano procedente de Caracas destruido en pleno vuelo frente a Barbados en 1976.
La tragedia que hizo 73 víctimas fatales, fue un atentado ordenado por los terroristas internacionales Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, ambos vinculados a la Agencia Central de Inteligencia por cuenta de la cual manejaban la red CORU, grupo terrorista con una interminable “hoja de ruta” de crímenes sangrientos.
“El gobierno de Estados Unidos tiene una copia del informe que Orlando García hizo al presidente Carlos Andrés Pérez sobre que fue lo que sucedió”, dijo entonces, textualmente Veciana.
CAP nunca quiso revelar el contenido del informe secreto “para no hacerle daño a Posada” pero sí aseguró que “el gobierno” conservaba el informe, aseguró.
“Eso fue lo que él (CAP) me afirmó a mí”, dijo Veciana. “Me dijo: Yo no quiero perjudicar a nadie, a la edad que yo tengo, y menos a un hombre como Posada Carriles, que está muy enfermo”.
Posada Carriles anda hoy El Paso visitando tiendas del vecino “mall”, acompañado por el corresponsal de EFE, entre las suspensiones del juicio migratorio que enfrenta por mentiroso.
Orlando Bosch acaba de lanzar un libro de memorias y vive tranquilamente en su bungalow de Hialeah.
Varios de los cómplices de este dúo de asesinos gozan en Miami de su “jubilación”, incluso tres cómplices de Posada condenados en Panamá por terrorismo y luego indultados por una presidenta mafiosa.
Los secretos del informe de Orlando García sobre el crimen de Barbados son solo unos de los documentos de interés de EE.UU. en las cajas de archivos de CAP.
¿Qué contará el difunto sobre su relación con el aparato de inteligencia de Washington en relación con sus políticas y eventos tan trágicos como el Carachazo que dejo en la calle cientos de cadáveres?
¿Qué compartirá, a través de sus papeles, sobre los gobiernos corruptos de Venezuela sometidos a las órdenes de los funcionarios de “la Embajada”?
¿Qué material el FBI tiene tanto interés en expurgar, filtrar, desaparecer?
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