Por Nicanor León Cotayo...
El lunes comienza un juicio muy curioso en El Paso, Texas, ya que su principal acusado, de origen cubano, Luis Posada Carriles, no es convocado allí por la larga y tenebrosa cadena de acciones terroristas que ha cometido, sino por asuntos de menor importancia.
Entre ellos datos falsos al llenar su solicitud de entrada a Estados Unidos y haber entorpecido una investigación sobre acciones terroristas cometidas en la arena internacional.
Sus abogados habían solicitado otra prórroga del juicio y no aceptar como evidencia los más de 6 000 documentos que Cuba entregó a la Fiscalía relacionados con las bombas colocadas en centros turísticos de su capital.
El extenso historial delictivo que exhibe Posada Carriles, incluso en Estados Unidos, se encuentra repleto tanto de hechos deleznables como de abundantes pruebas acusatorias. Algunos ejemplos así lo demuestran.
Todo el mundo sabe que fue uno de los autores intelectuales –junto a Orlando Bosch Avila- del sabotaje en pleno vuelo de un avión civil cubano donde murieron 73 personas el 6 de octubre de 1976, acto del que, para asombro de muchos, Posada se ha jactado públicamente.
Nueve días después del hecho la policía de Venezuela divulgó un comunicado en el que reveló la vinculación entre quienes perpetraron directamente ese hecho y su jefe Posada Carriles.
Dos meses más tarde, el superintendente de la Policía de Barbados, Orville Durant, declaró –y lo circuló la agencia francesa AFP- que uno de esos mercenarios, Hernán Ricardo Losano, trabajaba en Caracas para Luis Posada Carriles.
Solo unos días después de la masacre las pruebas resultaron tan aplastantes, que una jueza venezolana, Delia Estava Moreno, dictó auto de detención contra ese último y Bosch Avila, quienes planearon y dirigieron el atentado, así como contra Ricardo Losano y Freddy Lugo, por ser los autores materiales del suceso.
El 18 de agosto de 1985, la CIA y la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) “fugaron” a Posada de la cárcel de alta seguridad donde se encontraba en Caracas y lo trasladaron a El Salvador, y después compraron un dictamen judicial para liberar a Bosch de culpas y facilitarle reiniciar sus actividades en Miami.
En su libro Los Caminos del Guerrero, publicado en 1994, Posada Carriles narra que luego de convertirse en un prófugo de la justicia venezolana llegó a la base aérea de Llapango, en El Salvador, donde lo esperaba un viejo agente de la CIA, vinculado al asesinato del Che en Bolivia, Félix Rodríguez.
Unos párrafos después en ese mismo libro elogia cálidamente a la FNCA y agradece a su jefatura el largo y sistemático apoyo que le ha brindado “esta gente muy calificada, entre las que están Jorge Mas, Feliciano Foyo, Pepe Hernández y otros”, “que han hecho un ¨pull¨ para solventar mis necesidades económicas”.
El 24 de octubre de 1976, The New York Times afirmó que desde su llegada a principios de la década del 60 a Estados Unidos, Posada Carriles integró grupos terroristas que “como productos o instrumentos de la CIA”, iniciaron a escala continental “sus ataques contra instalaciones cubanas y de los países que tienen relaciones amistosas con Cuba”.
Un cuarto de siglo después en carta al periódico The Miami Herald, Posada negó haber tomado parte en la matanza de Barbados, a pesar de que en una entrevista que le hizo el mismo rotativo el 10 de noviembre de 1991 la caracterizó así: “El sabotaje fue el golpe más efectivo que se haya realizado contra Castro”.
La autoproclamada inocencia del terrorista Posada Carriles en los mencionados acontecimientos tiene tanta validez como cuando afirma en esa misma carta al Herald que meses atrás no viajó a Panamá con la probada intención de asesinar a Fidel Castro en la universidad de ese país, aún cuando allí se concentraría una multitud de estudiantes para escucharlo. .
Ahora para el juicio que se iniciará en El Paso, Texas, los abogados del terrorista trataron de evitar como evidencia los 6 000 documentos que Cuba entregó a la Fiscalía relacionados con las bombas colocadas en centros turísticos de La Habana en 1997.
Hace unos 35 años con el brutal sabotaje de Barbados pudieron haberse detenido las barbaridades de sus conocidos autores, pero la protección brindada a ellos desde Washington y Miami les permitió seguir andando ese destructivo camino.
Y ello no forma parte del pasado, si no del presente, cuando tratan de exhibir a uno de ellos, Luis Posada Carriles, como un simple mentiroso que trató de ingresar ilegalmente a Estados Unidos.