Pablo Gonzalez

El “Destino Manifiesto” de Colombia: ¿Ser como Israel?


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Alberto Maldonado (especial para ARGENPRESS.info)////

Mi abuelo los calificaba de trafácicos (aquellos que cometen una o varias trafacías) Pero los dos términos han desaparecido de los diccionarios de la lengua y populares, seguro que por su desuso. Pero trafácico era mucho más decidor e impactante que falso, mentiroso, engañador, pérfido, tramposo. Lástima que haya desaparecido.

He recordado este término después de oírle, por enésima vez, “argumentar” al todavía Presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, respecto de sus “denuncias” contra la Venezuela de Hugo Chávez. Desde luego, ese señor Silva que las oficia aún de Ministro de la Defensa; y el Canciller Bermúdez, que hace esfuerzos por ser lógico y creíble, son el coro que todo primer actor que se respete, debe tener. 
 
También me recuerda que el viejo abuelo, a pesar de haber sido católico, apostólico y romano, advertía a la familia: ¡cuídense de los jesuitas! Y aclaraba: si bien son sacerdotes de Cristo; pero ellos están preparados para presentarnos las cosas al revés, como A, cuando en realidad quieren que sean Z. Y argumentaba: ellos son los que han creado el “papa negro” porque son el anticristo.
 
El colombiano Uribe ensayó con el Ecuador su jesuitismo, a la antigua: él y su Ministro de la Defensa (el señor Juan Manuel Santos, el mismísimo que asumirá la Presidencia el próximo 7 de agosto) más la jerarquía militar, ordenaron el despiadado ataque contra el campamento que había instalado dos kilómetros adentro, en territorio ecuatoriano (Angostura – marzo 1/2008) Raúl Reyes (el segundo al mando de las FARC) 
 
Resultado de la acción: 25 seres humanos asesinados mientras dormían (más tres heridas graves, mujeres) Pero el Presidente de los agresores se adelantaba telefónicamente (ese 1 de marzo del 2008) para darle “su versión” al Presidente Rafael Correa. Le dijo, sin sonrojarse, que fuerzas militares colombianas “habían tenido que repeler un ataque” de los terroristas de las FARC y que en esa acción “de legítima defensa” habían tenido que internarse unos cuantos metros en territorio selvático, pero ecuatoriano.
 
Mentira. Uribe mentía sin escrúpulo alguno y pretendía engañar al Presidente de Ecuador. Cuando nuestros soldados llegaron al lugar del ataque se encontraron con un cuadro más que dantesco: cadáveres mutilados y en paños menores, un sector de la selva abierto a misilazos; y evidencias más que suficientes de que ese campamento había sido arrasado por fuerzas de aire y tierra, a mansalva, cuando sus ocupantes no tenían chance alguno de huir o resistir. 
 
Y lo más dramático: que los invasores habían utilizado tecnología militar de punta (que Colombia no lo tiene) y habían dejado en la selva, heridas (¿para que se mueran?) a tres mujeres, entre ellas, una estudiante mexicana que resultó ser la única sobreviviente de un grupo de cinco que visitaba el campamento
 
Cuando Correa se enteró de la durísima verdad, montó en santa indignación y salió de inmediato, primero a visitar a presidentes latinoamericanos para informarles lo que había ocurrido; y, en segundo lugar, a participar en la reunión de Presidentes del Grupo de Río, que habían sido convocados a República Dominicana. Desde luego, Correa había roto relaciones con Bogotá. ¿Recuerdan ustedes la actitud de mojigato del Presidente Uribe en esa reunión? Tuvo que disculparse por la bárbara agresión a Ecuador y anticipó que no volvería a repetirse semejante violación de soberanía.
 
El abuelo decía que de los “trafácicos” había que cuidarse porque si no le dan la puñalada a la ida, le dan a la vuelta. Y así fue. A poco de marzo 1/2008 la “inteligencia colombiana” apoyada por la inteligencia USA (que para eso hay el Plan Patriota) comenzó a producir, en serie y a la carta, unos supuestos archivos de una supuesta laptop supuestamente rescatada del ataque de Angostura. Los uribistas dieron rienda suelta a su imaginación y “descubrieron” lo que ellos querían descubrir: que Correa estaba relacionado con el campamento asolado y, a través de él, con los “terroristas” de las FARC. Pero como aquello fue desvirtuado totalmente, los fantasiosos guionistas tejieron una telenovela mejor que Betty la Fea o que “los ricos también lloran”
 
En todo caso, lo que el beatífico Uribe y su Ministro de la Guerra pretendieron con esta arremetida mediática fue justificar “como legítima” la agresión de Angostura. Y pretendieron que el Gobierno de Ecuador y algunos de sus dirigentes más visibles (Gustavo Larrea, Chouvin, los hermanos Ostaiza) tenían o mantenían relaciones con los guerrilleros asesinados. Inclusive llegaron a mezclar estas acciones con un supuesto narcotráfico guerrillero que, desde luego, nunca llegó siquiera a sospecharse como cierto a pesar de los reportajes que le dedicó la prensa sipiana de Ecuador (con el “aporte” de la inteligencia colombiana, desde luego) y hasta un joven periodista de El Comercio de Quito (Arturo Torres) escribió un sonado libro titulado “Juego del camaleón”. 
 
En buen romance y en síntesis, lo que pretendía Álvaro Uribe y su combo falangista, fue que el Ecuador estaba rehuyendo “su papel” de YUNQUE que los estrategas gringos y mestizos, le habían asignado. Hay que recordar que, según esa estrategia, las fuerzas militares y aéreas USA-colombianas barrerían a los “terroristas” de las FARC y el ELN, hacia el sur, hacia los límites con Ecuador; y este pequeño país “no tenía otra tarea” que liquidar a lo insurgentes que, en su huída, debían refugiarse en la zona limítrofe.
 
Pero ocurrió lo que siempre ocurre con las estrategias mal planteadas: que a la hora de aplicar la táctica, las cosas resultan al revés. Ni los “terroristas” huyeron hacia el sur, ni las “grandiosas” fuerzas combinadas de gringos y mestizos pudo desplazarles de sus reductos, ni la fuerza militar ecuatoriana arremetió contra los desplazados colombianos que llegaron huyendo del terror impuesto por la “seguridad democrática” y sus paramilitares. Más bien –y dentro de lo que humanamente era posible- Ecuador toleró extraoficialmente que Raúl Reyes se establecía un tiempo en suelo ecuatoriano, a fin de negociar con Brasil, Venezuela, Francia, la liberación de rehenes de las FARC, entre ellas, la señora Ingrid Betancourt.
 
Uribe no contaba con que los “malos colombianos”, le negarían su segunda reelección por lo que tuvo que designar a un sucesor digno de su confianza, que no podía ser otro que su Ministro de Defensa, el señor Juan Manuel Santos, que al comienzo de su campaña, declaró que “estaba orgulloso” de haber ordenado el ataque en Angostura; pero, cuando un juez penal de Sucumbíos (Ecuador) por esas declaraciones, ordenó su prisión preventiva dentro del juicio penal que se tramita por el descomunal ataque, don Juan Manuel Santos expresó que ese era un asunto de “Estado” como queriendo endosar a su país, su evidente culpabilidad. Pero, por lo menos Santos y su equipo de asesores, se dieron cuenta que con Ecuador debían aliviar tensiones si querían asumir el poder, en ambiente de paz por lo menos con uno de sus dos vecinos.
 
Y cuando todos pensaban que, por estrategia elemental, Uribe y Santos habían resuelto “aliviar tensiones” con sus dos vecinos, ¡hete aquí! Que, don Álvaro, a través de sus propias declaraciones o valiéndose del “candido” Ministro de Defensa, reactiva el avispero pero esta vez contra la Venezuela de Hugo Chávez, el Presidente que pretende conducir sus país (vía democracia representativa) hacia un estado socialista siglo 21; y que tiene una actitud antimperialista definida y desafiante. Y esta actitud, le causa urticaria a doña Hillary Clinton.
 
¿Qué pasó? Don Álvaro calificó a la diplomacia de “meliflua y babosa” sin que hasta la fecha se sepa a ciencia cierta si quiso identificar a su propia diplomacia o si quiso “etiquetar” a la ecuatoriana. Pero, como Ecuador no asumió para si los dos vocablos y tampoco le paró bola a las insinuaciones uribistas sobre que el DAS espió al Gobierno Correa (vía pinchazos telefónicos) pues entonces arremetió contra Venezuela acusándola de proteger a más de 1.500 “terroristas” de las FARC. 
 
Esta vez, el ya mismo expresidente, llevó su denuncia con “pruebas contundentes” (que nunca las ha presentado) a la OEA, a ver si el antiguo “ministerio de colonias de USA” tomaba cartas en el asunto y resolvía cualquier cosa. Estados Unidos fue el único que encontró “grave” la denuncia colombiana, la respaldó y pidió que se la investigue 
 
Chávez (que no es ningún pintado en la pared) rompió de inmediato relaciones con Colombia y declaró que, lo que en verdad perseguía Uribe, era atacar a su país, con el respaldo armado y equipado del imperio, que ya tenía 7 bases militares en Colombia; que había invadido con 4.000 hombres, la pacífica Costa Rica (a título de unos ejercicios militares) que había reactivado el Comando Sur de las fuerzas imperiales y que tenía bases en Curazao y otros puntos caribeños. 
 
¿La razón de esta apetencia? Pues, el petróleo que explota y que guarda Venezuela. Los más de tres millones de barriles diarios que produce este país más sus cuantiosas reservas comprobadas (las más grandes del mundo) hacen de Venezuela un “bocato di Cardinale” 
 
¿El pretexto? Pues que el “dictador” Hugo Chávez está “inquietando a los países del sector” y que, por lo tanto, “hay que neutralizarlo” ¿El pretexto ideal? Que Venezuela aupaba a “terroristas” que se proponían invadir Colombia
 
Los “analistas” permanentes y de ocasión han pretendido interpretar la actitud de última hora de Álvaro Uribe y han encontrado que este personaje, a no dudarlo fascista, ha querido demostrar a su sucesor que debe seguir a raja tabla su política de “seguridad democrática” por lo que no le va a tolerar ninguna “desviación”
 
Es posible que esa sea una razón; pero, la insistencia de que Venezuela “debe actuar contra los terroristas en su propio territorio” casi es un mandato neoliberal del imperito ya que, de lo contrario, Colombia perdería, entre otros beneficios, el apoyo militar y financiero del imperio USA (Plan Patriota). Y eso representa miles de millones de dólares al año. Y una agresión contra Venezuela pues será el gran pretexto para una intervención de Estados Unidos en ese país, con el objeto de salvar “la democracia y la libertad”
 
Y una pregunta final: ¿habrá provocado Álvaro Uribe este nuevo aquelarre sin el conocimiento y la venia del señor Juan Manuel Santos, el mismísimo que dijo que volvería a ordenar el ataque contra Angostura y que se sentía orgulloso de haberlo ordenado, cuando faltan días para que asuma el poder?
 
Ello me recordaba el término del abuelo pero en plural TRAFÁCICOS, aun cuando haya desaparecido del diccionario de la real academia. Y porque tengo el pálpito de que de lo que se trata es de recordarnos, a ecuatorianos y venezolanos y a lo mejor hasta brasileños Colombia es, desde hace rato, el gendarme de América. 
 
Y si alguien duda de este designio, que debe ser divino, recordemos que hace semanas, igualmente, el nuevo Presidente de Colombia declaró que se sentiría orgulloso si su país llega a ser “el Israel América” Y todos sabemos lo que Israel hace con los palestinos y los libaneses.

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