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Tragedia en el Golfo: Una carta rusa (Parte III)

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Jorge Gómez Barata (especial para ARGENPRESS.info)

Como mínimo, resultan curiosos los reportes de agencias cablegráficas (AFP/REUTERS Nueva Orleans 20 de junio) referidos a que el primer ministro ruso, Vladimir Putin recibió un informe de expertos sobre el derrame de petróleo en el Golfo de México a 12 000 kilómetros de las costas de su país. Aun más extraño resulta que el documento se haya filtrado revelando un comportamiento que podría tildarse de entrometido. BP pudiera también tener que explicar su diligencia para dar acceso a expertos rusos a una instalación que opera bajo licencia y soberanía norteamericana.

Por otra parte, es surrealista suponer que Estados Unidos, la primera potencia nuclear del planeta, un país que por más de 100 años perfora y explota en gran escala pozos petroleros y que en 1882 organizó la Standard Oil, acepte consejos de sus competidores rusos, mucho menos que asuma la sugerencia de realizar una explosión nuclear en el golfo de México para cerrar las fugas del hidrocarburo, eventualidad que obviamente debería consensuarse con México y Cuba que comparten la soberanía de las aguas del golfo.
 
En el peor de los escenarios, suponiendo que la fuga no pudiera ser controlada y manara combustible hasta que la veta se agotara por surgencia espontánea, pasarían años antes de que llevada por la Corriente del Golfo las emanaciones alcanzaran latitudes rusas a la altura de la ciudades de Múrmansk y San Petersburgo, puertos rusos del Círculo Polar Ártico, que no se congelan gracias al calor que les llega desde el Golfo de México.

La Corriente del Golfo está formada por una masa de unos 80 millones de metros cúbicos de agua por segundo que a unos 25˚ de temperatura fluye en el sentido de las manecillas del reloj desde el Ecuador y que en diferentes tramos oscila entre 80 y 500 kilómetros de ancho y una profundidad de 100 a 800 metros. En su el curso atraviesa el estrecho de La Florida, circula frente a Terranova, llegando al occidente de Europa por donde arriba a las latitudes árticas. En su andar la Corriente del Golfo de México interactúa con vientos y diversos fluidos marinos operando como un regulador del clima global de suma importancia para los países ribereños del golfo y del mar Caribe.

Por los volúmenes de agua, más de 100 veces superior a todos los ríos de la tierra juntos, la elevada temperatura y la velocidad a que circula la Corriente del Golfo, es un colosal generador de energía que pudiera ser alterado por cambios climáticos. La idea de que un enfriamiento, desaceleración o paralización de esa Corriente, fenómeno dantesco con el que se ha especulado pero del cual no existen evidencias, enviaría a Europa Occidental de regreso a una virtual “edad de hielo”.
En cuanto a los testimonios atribuido a expertos rusos sobre fracturas en el fondo del Golfo de México, especialistas consultados y búsquedas realizadas en la literatura no muestran antecedente de que una explosión, ni siquiera las gigantescas detonaciones nucleares de la Guerra Fría hayan provocado efectos semejantes. Lo mismo ocurre con la especulación acerca de un eventual desplome del fondo marino como consecuencia del vaciado del yacimiento de petróleo, juzgado como impensable debido a que, en la medida en que del depósito natural sale petróleo entra agua, por lo cual la formación de un vacio no es posible.

Al margen de lo extraño de que BP haya llamado en primera instancia expertos rusos con vehículos subacuáticos del tipo MIR 1 y MIR 2 que pueden conducir tripulaciones hasta 6000 metros bajo el agua, lo más significativo es la presunta revelación de que Estados Unidos exigió de los especialistas rusos el compromiso bajo firma que les prohibía reportar sus hallazgos a ningún medio, cosa que, de ser cierta, pudiera implicar a autoridades en el escamoteo de informaciones a la opinión pública y al Congreso sobre la mayor tragedia ambiental ocurrida en el país.

En cualquier caso, a dos meses de la explosión de la plataforma Deepwater Horizon, propiedad de la empresa petrolera británica British Petroleum, que opera con licencia estadunidense en aguas bajo su soberanía económica, la tragedia ha rebasado ampliamente los supuestos iníciales, convirtiéndose en el mayor desastre ecológico relacionado con el petróleo ocurrido en el mundo y que representa una amenaza catastrófica para una región, parte de cuya economía está ligada al turismo y la pesca y al mar.

Para muchos, BP ha tenido tiempo suficiente para tratar de administrar la crisis y mostrar su incapacidad para detener la fuga de petróleo, por lo cual quizás haya llegado el momentos en que el gobierno norteamericano asuma totalmente sus responsabilidades y se emplee a fondo en la solución del problema creado en el Golfo de México que pudiera alcanzar dimensiones planetarias.

En ese caso, es probable que sea el momento de convocar una especie de conferencia que involucre en primer lugar a México, a Cuba, otros países ribereños, naciones del mar del Norte e incluso Rusia, donde abundan los ingenieros y técnicos con experiencia en explotaciones petroleras del tipo de la colapsada.

A diferencia de otros debates recientes sobre temas ecológicos y cuyos contenidos académicos o teóricos, aludieron situaciones desastrosas futuras, el derrame en el Golfo de México no es del tipo de evento que Al Gore pudiera contar al estilo de Hollywood y ganar un Oscar, sino una terrible realidad que ya arroja consecuencias que demorará décadas reparar.

Ver también:

Foto: Estados Unidos, Medio ambiente - Derrame de petróleo de la plataforma Deepwater Horizon de la British Petroleum. / Autor: James Duncan Davidson - TEDX OIL SPILL

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