Juan Francisco Coloane (especial para ARGENPRESS.info)
Aparte del gran logro de haber sacado del hoyo profundo a la economía de EEUU, la administración de Barack Obama en este primer año, ha dejado la sensación de promesas no cumplidas frente a una avalancha de expectativas. Eso sí su administración ha desatado procesos y debates que han colocado a EEUU en otra relación con el mundo, abriendo vías de cooperación y diálogo.
Estados Unidos, Política - El presidente Barack Obama durante el discurso anual del estado de la Unión. / Autor: Pete Souza - White House
Los años de oscurantismo de la era Bush, dejaron el alma seca y muchos intentamos recuperar energías con el mensaje de este misterioso hombre de la política estadounidense, que ojo, nunca ha dicho la última palabra y siempre sorprende.
En su mensaje a la Unión, dejó entrever entre líneas, las dificultades que enfrenta para implementar una agenda progresista que apenas rasguña la matriz actual del sistema capitalista, y la percepción de que cada vez más se debe negociar con la agenda neoconservadora instalada por varias décadas en EEUU y en el resto del mundo.
EEUU es el país que más gravita, por lo tanto lo que pasa políticamente allí tiene repercusiones en diferentes dimensiones en el resto de los países.
Su discurso apuntó indirectamente a un tema central: Si el actual sistema económico opera sobre un sistema político abierto, o funciona bajo una dictadura disfrazada, en poder de los grandes consorcios financieros y las grandes compañías manufactureras y de servicios.
Es así que al discutir las características actuales de los sistemas políticos y los partidos políticos, emerge el dilema de fondo del estado liberal en las actuales condiciones que impone el sistema económico, encapsulado en el fenómeno de la globalización.
El tema central del dilema del estado liberal y sus definiciones primigenias, es que su inclinación de concebir la democracia con altos grados de calidad de representatividad, y entiéndase por calidad: la aceptación de altos grados de tolerancia al pluralismo, a la solidaridad y a la igualdad de derechos individuales, ha evolucionado hasta el punto en que se ha “encontrado” con un sistema económico - el de la revolución económica de los 80- que se ha “impuesto” a espaldas de ese desarrollo de pluralismo, y solidaridades.
De allí que el concepto de gobernabilidad es la palabra más recurrente para proteger las actuales asincronías entre sistema económico y sistema político.
Hay un temor a la pérdida del orden, a la fragmentación de opciones políticas, al ampliar el rango de representatividad con las nuevas situaciones de pluralismo político, que no se expresa por una adhesión o un rechazo al sistema económico solamente, sino por las diferentes formas de hacer política.
Es probable que aquí resida el problema de fondo: en la concepción misma de interpretar y hacer la política.
Porque al parecer, no es posible desde las bases del estado liberal, sustentar el sistema económico impuesto en los años 80.
A partir de la llamada revolución económica de los años 80 con sus políticas de ajuste y sus tres ejes centrales: privatización, desregulación y apertura externa, el sistema político y el carácter de su representatividad, comienzan a experimentar una serie de desajustes.
Para superar la crisis financiera mundial de los años 60 y 70, este ajuste concebido como estructural, tenía como objetivo recuperar las tasas de ganancia y la rentabilidad del capital.
Esto se llevaría a cabo asegurando el incremento de los márgenes de ganancia en todos los sectores a través de recortes sociales en los presupuestos y desregulación laboral, con el objetivo último de que el sistema de bienes y servicios que se manejaban en la esfera pública, debían regresar a la esfera de la rentabilidad financiera léase educación, salud, transportes, telecomunicaciones, sistema de seguridad social entre otros. (Cize y otros en Arrizabalo).
Es así que hoy en el escenario mundial, 25 años más tarde, somos testigos de una serie de acontecimientos y situaciones críticas en el área de la representatividad política que se expresan en el espacio del sistema político y de los partidos políticos.
Donde se encarna con mayor amplitud y concreción el tema de la representatividad en el espacio de la política, es en el área de los sistemas políticos y los partidos políticos que forman parte del espacio más amplio del Estado y sus poderes en la definición básica de Montesquieu y Locke.
Se observa un fenómeno de asincronía entre las demandas del sistema económico con su matriz central –privatización de servicios y empresas estratégicas del estado, desregulación, y apertura en los mercados- y la capacidad de absorción del sistema político respecto a esas medidas.
Cuando se aplican esas medidas económicas indispensables para salvar el sistema financiero, el sistema político instalado y perfeccionado en occidente, recibe al mismo tiempo la presión del clima de confrontación imperante en el mundo.
La discusión sobre la eficacia del sistema político que debería absorber las medidas del ajuste, constituyó un debate parcial, a lo más centrado en amortiguar el impacto de los afectos en el área social. (UNICEF, Jolly, Stewart, Cornia).
El debate acerca de la eficacia política del sistema de representatividad y gobernabilidad para llevar adelante las medidas del ajuste, fue en la práctica avasallado por el pragmatismo y la indispensable necesidad de implementar las medidas económicas que al final requerían de un verticalismo notorio, especialmente en los países del tercer mundo donde las medidas se hacían sentir con más fuerza y profundidad en el área social.
Muchos de estos países en América latina, África y Asia vivían en los 80 y parte de los 90, bajo sistemas políticos autoritarios o dictaduras.
La discusión sobre el sistema político más representativo posible – para aceptar las medidas del sistema- se propagó en todos estos países como una forma de cooptar el rechazo al sistema.
O sea, el sistema económico debía encontrar una acomodación en el sistema de representatividad que aseguraba el sistema político -esencialmente electoral- instrumentalizado a través de los partidos políticos.
El debate sobre el sistema político, a menudo hacía abstracción o hacía un “bypass”, del sistema macro que debía administrar o donde estaba basado.
O al revés, el sistema político se daba por sentado respecto a su funcionalidad para sustentar el sistema económico que se estaba imponiendo.
Esa discusión sobre como debía responder el sistema político, se produjo con cierta intensidad en los círculos académicos europeos, estadounidenses y del tercer mundo, mientras el sistema económico se instalaba con críticas y protestas en la población.
Aún sí, al final fue aceptado como la única alternativa de organizar la sociedad con eficacia económica.
Estados Unidos, Política - El presidente Barack Obama durante el discurso anual del estado de la Unión. / Autor: Pete Souza - White House